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CIRCUITO CAMPS: NOVEDADES JUICIO HISTORICO EN LA PLATA

CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD.
JUICIO CIRCUITO CAMPS.
TRIBUNAL ORAL FEDERAL Nº 1 DE LA PLATA.

LUNES Y MARTES EN LA EX AMIA CALLE 4 E/50 Y 51 DE LA PLATA

Gracias a DIARIO DIAGONALES por mantenernos informados (periodista Pablo Roesler y otros).
También podés seguir este juicio por:
El blog de la Comisión Provincial por la Memoria: http://blog.comisionporlamemoria.org/bl/?p=2793
El blog de las Abuelas: http://juiciocircuitocampsquerellaabuelas.blogspot.com/
y por: http://www.circuitocamps.blogspot.com/

Camps: 16 perpetuas y avance sobre la complicidad judicial

Sociedad / Además de condenar a los represores, el Tribunal ordenó detener a un ex Fiscal de Estado, pidió investigar al vicario castrense, y denunció por presiones al diario La Nación. Las Repercusiones y las fotos de la audiencia y de la calle.
20.12.2012 | 10.24 Comentar | FacebookTwitter

Circuito Camps - Militantes festejan la condena a represores en la calle (Foto: Matías Adhemar)
Por Pablo Spinelli
@spinellipa
Las condenas a prisión perpetua de 16 de los 23 imputados por crímenes de lesa humanidad cometidos en el denominado Circuito Camps que operó con varios centro clandestinos de detención en La Plata y la región, entre ellos al ex comisario Miguel Etchecolatz, y a quien fuera el ministro de Gobierno del último gobierno dictatorial en la provincia de Buenos Aires, Jaime Smart, constituyen el dato de coyuntura más importante de la sentencia leída este miércoles por el Tribunal Oral Criminal Federal Nº 1. Pero sobre ese fallo se basan otras consideraciones tan (o más, por novedosas) importantes de cara al futuro de este tipo de procesos. Los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela, emitieron un contundente mensaje sobre la presunta complicidad de la Justicia, la Iglesia y la prensa.

En el primer caso, al pedir que se investigue la complicidad de funcionarios judiciales provinciales y federales, ordenaron la detención de quien fuera el Fiscal de Estado bonaerense, Alberto Rodríguez Varela, quien se habría entrevistado con integrantes de la familia Graiver durante su secuestro en el Centro de Detención Clandestina de Puesto Vasco, en una acción presuntamente vinculada con el traspaso de la empresa Papel Prensa. Esa decisión, sumada a la de remitir los testimonios a la causa que investiga la presunta apropiación de la compañía, constituyen uno de los datos más relevantes y novedosos surgidos del juicio.

El mensaje de los jueces es también para la Iglesia, cuando solicitaron, en uno de los puntos de su sentencia, la investigación del rol jugado durante la dictadura por el vicario castrense, Emilio Grasselli, así como a miembros del Seminario Mayor de La Plata.

El otro sector corporativo destinatario del mensaje del Tribunal es la prensa, a través del diario La Nación. Los jueces remitirán a la Comisión Nacional de Independencia Judicial y a la Comisión Interpoderes, copias de dos editoriales de ese matutino, publicadas en las últimas semanas, por considerar que las mismas constituyeron un intento de presión sobre los jueces, a la vez que fueron utilizadas en envíos anónimos para amenazarlos.

Existe otro mensaje, de valor simbólico y concreto relevante que aporta un nuevo elemento a los juicios por crímenes de lesa humanidad: se recomienda a todos los jueces que lleven adelante este tipo de juicios, que consideren los delitos sexuales sufridas por las víctimas en el marco que se dieron.

También se instó al gobierno provincial a desafectar de su función en la policía a los lugares donde funcionaron Centros Clandestinos de Detención, como el Destacamento de Arana y la Comisaría Quinta, Puesto Vasco, el COT I Martínez y la Brigada de San Justo, y que los dos primeros sean convertidos en sitios de memoria.

Como en el juicio que se le realizara a Etchecolatz en 2006, el Tribunal que encabeza Rozanski enmarcó los crímenes cometidos por los 23 imputados en la figura de “delito internacional de genocidio”. Y por la magnitud de los hechos por los cuales fueron condenados, ordenó la detención de los acusados que gozaban de prisión domiciliaria.

La lectura de la sentencia tuvo su momento de tensión cuando Etchecolatz, en el momento de la lectura de su segunda condena a perpetua, se paró desafiante y sacó para mostrar al tribunal y al público una pancarta con la leyenda "El juicio y castigo ya llega a la Justicia Corrupta", y "162 policías muertos, justicia dónde estás?". Tras la inmediata reacción de la sala, el juez ordenó que el imputado sea sacado de la sala.

Con esta sentencia, después 36 años, se hace justicia con hechos tan emblemáticos ocurridos durante la dictadura como la Noche de los Lápices; el ataque a la casa de la calle 30 entre 55 y 56, donde asesinados cinco militantes y secuestrada Clara Anahí Mariani; o la persecusión a la familia Graiver, en el marco de la presunto traspaso compulsivo de Papel Prensa a los diarios Clarín, La Nación y La Razón.

El clima previo. La jornada de la sentencia se vivió desde temprano en la zona del Tribunal. En la esquina de 53 se realizó una suerte de feria con puestos instalados de distintos organismos de derechos humanos y agrupaciones políticas. Stands en los que cada una de ellas realizó muestras o repartió panfletos y afiches. Estaban allí los militantes de La Campora y otras agrupaciones afines al kirchnerismo, quienes forman parte de la Mesa Nacional de Juicio y Castigo, en la que además confluyen la agrupación HIJOs, y el Movimiento Evita. Había también puestos de la CTA y Adulp.

En esa esquina se levantó además la pantalla desde donde los asistentes que optaron por no entrar a la sala de audiencia o no pudieron hacerlo, siguieron la transmisión en vivo. Durante toda la tarde, hasta el inicio de la audiencia, allí hubo música.

A cien metros, en la esquina del Correo Argentino de 4 y 51, la concentración, bastante menor, correspondió a las fuerzas de izquierda, afines la mayoría a la corriente ideológica de la conducción de la FULP. Banderas del Frente Darío Santillán, el Partido Obrero, y de las agrupaciones cercanas a las Copa y la Cepa, flamearon toda la tarde.

Entre ambas esquinas, desde las 16 se vivió un ritmo frenético con camarógrafos, periodistas, querellantes, abogados, y militantes que pugnaron por ingresar. Lo lograron alrededor de las 17, una hora antes de la hora pautada para el inicio de la lectura.

Durante la espera, la planta baja de la sala de audiencias se convirtió en un desfile de personalidades vinculadas con las lucha por el esclarecimiento de laos crímenes cometidos por la dictadura. El sobreviviente de la Noche de los Lápices, Pablo Díaz, fue uno de los primeros en llegar. El ex militante de la UES es querellante, y los secuestros ocurridos en septiembre de 1976 en La Plata, parte sustancial de los juicios.

Por allí estaba Nilda Eloy, cuyo testimonio, junto al de Jorge Julio López, sumado a través de la grabación del juicio de 2006, en el que pudo declarar, fueron decisivos para las condenas de los responsables de los centro clandestino de Comisaría Quinta y Arana. El recuerdo del albañil tronón tanto al principio como al final de la audiencia.

Cuando la sala estaba a punto de colmarse, llegó la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y la otra sobreviviente de la Noche de los Lápices, Emilce Moler. También las madres de Plaza Mayo, Adelina de Alaye, Nora Cortiñas. También se sumaron Rosa Bru, Laura Comte, Adelina de Alaye, el ex fiscal Hugo Cañón y Marta Vedio.

A las 18.15 entraron Chicha Mariani y Elsa Pavón, en medio de una ovación para la fundadora de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Minutos antes lo había hecho el canciller Héctor Tímerman, quien declarara en este juicio como testigo, por el secuestro que sufriera su padre Jacobo, cuando era director del diario La Opinión. Con él entró el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Martín Fresnedas. Casi en el mismo momento llegó el secretario de Derechos Humanos bonaerense, Guido Carlotto.

En el momento en que comenzó la lectura la sala estaba colmada. En las filas posteriores se acomodaron muchos familiares de desaparecidos que portaban las fotos de las víctimas, así como testigos, muchos de ellos sobrevivientes de cautiverio clandestino.

Esposados, y da uno en fila, fueron entrando los imputados. Quince de ellos ocuparon las sillas dispuestas en el corralito. No hubo silbidos, sólo un silencio indiferente. Las autoridades tuvieron que agregar dos sillas, una de ellas para Miguel Etchecolatz, quien ingresó último, antes de que lo hicieran los que usan sillas de rueda.

Smart se acomodó en su silla de abogado. El único civil del lote estuvo, como durante todo el juicio, alejado del resto de los procesados. El médico Jorge Bergés y fue quien recibió gritos en contra, por ser el último en ingresar.

La lectura. La sentencia se siguió con atención, y sólo fue interrumpida cuando Etchecolatz lanzó su provocación. La sala, colmada en sus dos plantas, aplaudió y gritó con las 16 prisiones perpetuas, y festejó aún más con los inesperados planteos de los jueces respecto a las complicidades de la justicia y la Iglesia, y la denuncia contra el diario La Nación.

Cuando llegó el final todo fue celebración, mientras los represores, otra vez esposados, eran retirados del corralito que habitaron desde el 12 de septiembre de 2011, cuando este megajuicio comenzara. El "a dóne vayan los iremos a buscar", tronó en el recinto, y los gritos se prolongaron hacia la calle, donde se juntaron con los de los militantes que siguieron las alternativas desde la enorme pantalla.


Los 23 condenados

Jaime Smart, prisión perpetua. Su condena era una de las más esperadas por tratarse del primer funcionario civil de la provincia de Buenos Aires sometido a proceso por crímenes de lesa humanidad. Por su rol le correspondía la organización, dirección y régimen policial. Su sentencia puede engrosarse si en un futuro se le suman los homicidios pedido por la abogada Guadalupe Godoy y que el Tribunal aceptó considerar. Es el tercer civil condenado en Argentina por crímenes de lesa humanidad cometidos durante el proceso. El precedente se encuentra el 16 de marzo de 2012, cuando la Justicia condenó a los hermanos Emilio Felipe Méndez (15 años de prisión) y a Julio Méndez (11 años de prisión) por el secuestro y homicidio de Carlos Alberto Moreno, quien era el abogado de AOMA y representante de empleados de la Fábrica de cemento Loma Negra en la Ciudad de Olavarría. En ese juicio también fueron condenados tres militares.

Rodolfo Campos, prisión perpetua. Ex Coronel del Ejército, fue el sub Jefe de la Policía Provincia Buenos Aires y segundo de Ramón Camps. Le imputaron 21 homicidios.

Miguel Osvaldo Etchecolatz, prisión perpetua. Subcomisario a cargo de la Dirección General de Investigaciones de la Policía bonaerense. Tenía ingerencia en las comisarías y destacamentos, ya que su poder de mando iba más allá de su propia Dirección de investigaciones y decidía sobre el destino de las víctimas. Le imputaron 15 homicidios.

Horacio Luján, prisión perpetua. Era el jefe de la Unidad Regional de La Plata y tenía a cargo a todos los detenidos en las comisarías de la ciudad. Se lo acusó por los desaparecidos y torturados en esas seccionales, y se le imputaron nueve homicidio.

Miguel Kearney, prisión perpetua. Subcomisario de Seguridad en la Brigada de Investigaciones de La Plata y estuvo a cargo del Destacamento de Arana. Se le imputan ocho homicidios.

Bernabé Corrales, prisión perpetua. Segundo Jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata. Tenía alto poder decisorio en los CCD. Hizo un aporte directo e indispensable en el cautiverio y tormentos de las víctimas. Se le imputaron 7 homicidios.

Fernando Svedas, prisión perpetua. Comisario de seguridad y segundo jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata. Tuvo contacto con detenidos clandestinos “retenidos”, según él denominó al Grupo de los 7. Le imputaron ocho homicidios.

Raúl Machuca, prisión perpetua. Oficial subinspector segundo en la Brigada de Investigaciones de La Plata. Era integrante de la “patota” para secuestros y torturas. Participó del operativo de secuestro de Daniel Favero y Paula Alvarez. Le imputan 8 homicidios.

Julio César Argüello, prisión perpetua. Cabo y chofer en la Brigada de Investigaciones de La Plata. Le imputan 22 homicidios, muchos de ellos vinculados con la Noche de los Lápices.

Mario Víctor Sita, prisión perpetua. Sargento primero en la Brigada de Investigaciones de La. Formaba parte de la “patota” que realzaba los operativos. Le imputaron 5 homicidios.

Hugo Alberto Guallama, prisión perpetua. Chofer de Etchecolatz, y señalado como uno de los que pudo haber retirado a Clara Anahí de la casa de calle 30 luego del ataque del 24 de noviembre de 1976. Le imputaron los cuatro homicidios registrados ese día en ese lugar-

Norberto Cozzani, prisión perpetua. Agente y cabo de la de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. A los 23 años fue mano derecha de Etchecoltaz, de quien era su custodio. Está acusado de participar en todos los centros clandestinos del Circuito Camps y de perseguir y torturar a la familia Graiver, de haber participado en el ataque a la casa de calle 30 Mariani Teruggi. En indagatoria dijo haber visto como picaneaban a Lidia Papaleo. Le imputaron los cuatro homicidios de la casa de la calle 30.

Vicente Patrault, prisión perpetua. Oficial Principal Seguridad de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Tenía acceso a los calabozos y atendía a los detenidos. Le imputan 20 homicidios.

Carlos García, prisión perpetua. Oficial Principal Seguridad de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y luego Subcomisario y Jefe del Comando radioeléctrico (1978). Revistaba bajo las órdenes del comisario Juan Fiorillo en la Unidad Regional. Se lo indica como uno de los que retiró de la casa de calle 30 a Clara Anahí. Le imputaron cuatro homicidios.

Roberto Grillo, prisión perpetua. Oficial de la Brigada de Investigaciones de La Plata y en Arana. Fue quien dijo que por la quema de cadáveres en Arana se “había vuelto vegetariano”. Le imputaron 9 homicidios.

Domingo Almada, prisión perpetua. Oficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en la comisaría Quinta. Le imputaron 22 homicidios

Eros Amílcal Tarela, 25 años. Oficial Principal de la. Está acusado de ser jefe de una de las “patotas” que actuaron en Puesto Vasco. Era básicamente el torturador. El tribunal pidió que se investigue, como producto de los testimonios surgidos en el debate, si no fue autor de homicidios.

Roberto Cabrera, 18 años. Oficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Está acusado formar parte de la “patota” para realizar secuestros y de tomar las declaraciones durante las torturas en Puesto Vasco.

Jorge Antonio Bergés, 25 años. Médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Está acusado de atender los partos en centros clandestinos y de participar de las tortura a detenidos, utilizaba sus conocimientos médicos a la hora de torturar, determinaba si se podía continuar o no para evitar la muerte. Y Tuvo un rol trascendental en la apropiación de niños.

Sergio Verduri, 15 años. Oficial Inspector. Está acusado de tomar las declaraciones después de la tortura en Puesto Vasco.

Daniel Lencinas, 14 años. Oficial Ayudante en la Brigada de Investigaciones de La Plata, cumplió funciones en la Brigada de Investigaciones y Arana. Reconoció que existía un “área restringida” y que se hacían interrogatorios bajo tortura.

Pedro Ferriole, 11 años. Jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata. Se lo acusó por ser co autor material de Privación ilegal de libertad y tormentos en 7 hechos, pero ahora se investigará si fue autor de homicidios.

Santiago Antonini, 2 años. Oficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Está acusado del allanamiento y privación ilegal de la libertad de Chicha Mariani en su casa, en la búsqueda de Daniel Mariani.



Circuito Camps: alega el abogado de Etchecolatz

Es uno de los últimos pasos del juicio contra 26 represores militares, policías y civiles. Está previsto que la lectura de la sentencia sea el miércoles a las 18.
17.12.2012 | 13.22 Comentar | FacebookTwitter

Miguel Etchecolatz entra a la sala de audiencias este lunes, mientras su abogado lee el alegato (Foto: Matías Adhemar)
La defensa de Miguel Etchecolatz realiza este lunes el alegato final para pedir la absolución del ex subcomisario, acusado de delitos de lesa humanidad en los centros clandestinos de detención del denominado Circuito Camps que operó en la provincia de Buenos Aires durante la dictadura militar.

La jornada del juicio se lleva adelante el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, en su sede de 4 entre 51 y 53. El alegato es llevada adelante por los defensores Máximo Liva y Laura Díaz, es una de las últimas antes de la sentencia, cuya lectura está prevista a las 18 horas del miercoles 19.

No se descarta que este lunes, los imputados tengan la posibilidad de expresar sus últimas palabras.

Cabe recordar que, durante su alegato, el representante del Ministerio Público Fiscal solicitó que se condene a prisión perpetua a Jaime Lamont Smart, Rodolfo Aníbal Campos, Miguel Osvaldo Etchecolatz, Horacio Elizardo Luján, Norberto Cozzani, Carlos García, Luis Vicente Patrault, Bernabé Jesús Corrales, Fernando Svedas, Miguel Kearney, Raúl Orlando Machuca, Julio César Arguello, Mario Víctor Sita, Roberto Omar Grillo y Hugo Alberto Guallama.

En tanto, requirió condenas de 25 años de prisión para Roberto Antonio Cabrera, Eros Amílcar Tarela y Jorge Antonio Bergés; de 20 años para Sergio Arturo Verduri y Daniel Jorge Lencinas; de 19 años para Pedro Antonio Ferriole; de 10 años para Domingo Almeida y de dos años y medio para Santiago Antonini.

Los lugares señalados como centros clandestinos de detención que son materia de juzgamiento son la Comisaría V de La Plata, el Destacamento de Arana, la Brigada de Investigaciones de La Plata, la Subcomisaría de Don Bosco denominada "Puesto Vasco", COT I Martínez y la Brigada de San Justo, como así también los hechos sucedidos en la casa de "Teruggi-Mariani" de la ciudad de La Plata, incluida la apropiación de la menor Clara Anahí.

Entre los casos que se investigan están los hechos conocidos como "La noche de los lápices", el secuestro del "grupo Graiver” y los secuestros de Jacobo Timerman y Jorge Julio López.
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Circuito Camps: pidieron la absolución de cuatro acusados

El lunes continúan los alegatos y el miércoles se dará a conocer la sentencia. En estos 15 meses, pasaron centenares de testigos que complicaron a los 23 acusados.
12.12.2012 | 19.52 Comentar | FacebookTwitter

Jaime Smart durante su alegato en el juicio por el Circuito Camps (Foto: Matías Adhemar)
Con los alegatos de los defensores de cuatro imputados que solicitaron la absolución y proclamaron la inocencia de sus defendidos, culminó una nueva jornada del juicio de La Plata por los crímenes del Circuito Camps, que el miércoles de la semana próxima llegará a su fin cuando el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N1º dé a conocer el veredicto.

El calendario establecido por el TOCF Nº1 que integran los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela, dispuso el 19 próximo como día para la lectura del veredicto. Esa fecha, que fue ratificada ayer por fuentes judiciales, habrá pasado un año y poco más de tres meses del debate por el que desfilaron cientos de testigos que recordaron los padecimientos de 280 víctimas por cuyos secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones están acusados 20 policías, un militar –un policía y los militares Ibérico Saint Jean y Agustín Arias Duval murieron durante el proceso- y un civil.

Antes del dictado de sentencia hablarán los defensores del ladero de Ramón Camps en la Bonaerense de la dictadura, Miguel Etchecolatz, y se escucharán las últimas palabras de los acusados.
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“Los dos demonios existieron”

Sociedad / Durante su autodefensa, el imputado Jaime Smart, hizo un análisis político de los meses previos al golpe de Estado, y del modo con el que la Justicia abordó los crímenes de lesa humanidad. Reivindicó al juicio a las Junta y cuestionó al kirchnerismo por reabrir los juicios y “finalizar el proceso de pacificación”. Las fotos de una audiencia caliente .
11.12.2012 | 16.51 Comentar | FacebookTwitter

Jaime Smart, durante su auto alegato (Foto: Matías Adhemar)
Por Pablo Spinelli
spinellipa@gmail.com

“Quienes me escuchan hoy pueden llegar a pensar que estoy reeditando la ‘teoría de los dos demonios’, y realmente es así. Los dos demonios existieron hasta 2003”. La frase de Jaime Smart, quien fuera ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires durante la última dictadura y ejerce su propia defensa en el juicio que se realiza a 26 militares, policías y civiles supuestamente vinculados con el Circuito Camps, sintetiza parte de la línea argumental de su alegato, con el que pidió la prescripción de la causa y su absolución.

El largo discurso de Smart, que incluyó un cuarto intermedio y aún se desarrolla, se dio en esta audiencia con un contexto particular. La planta alta del recinto armado en el auditorio de la ex Amia (4 entre 51 y 53), donde funciona el Tribunal Oral Criminal Federal Nº 1 (TOCF 1), está repleta de familiares, amigos y allegados de los imputados, quienes al terminar la primera parte de la audiencia tuvieron un enfrentamiento verbal con familiares, ellegados y víctimas del terrorismo de Estado.

Son 105 acreditados en total, y entre ellos, una de las primeras en acomodarse en la segunda fila de butacas, fue la militante pro-dictadura, Cecilia Pando, quienes vitorearon a los imputados cuando aparecieron en escena. Antes, hubo algo de tensión en el acceso, y en uno de los paredones de seguridad levantados en la vereda fue pegado un cartel en defensa de los enjuiciados que dice “Basta de revanchas. Jueces Libres”.

Al iniciar la audiencia se produjo el primer incidente cuando el presidente del Tribunal, Carlos Rozanski ordenó a los presentes ponerse de pie. Como la planta alta hizo oídos sordos, el juez les planteó que estaban ante un Tribunal, y que por tanto debían respetarlo. De lo contrario era el momento de retirarse. Finalmente le hicieron caso, se pararon y fueron inmediatamente invitados a sentarse para que comience el juicio.

La línea política. El auto alegato de Smart fue por momentos provocador, pero centró la línea judicial en lo que denominó la “cosa juzgada”, y un reclamo de “igualdad ante la Justicia”, dado que considera que responsables inmediatos y cercanos a los hechos que se le imputan “ya fueron absueltos”. Cuestionó además que la morosidad con la que la Justicia lo convocó, en 2008, 30 años después de ocurridos los hechos. Fue en ese fragmento que dijo: “Los 30 años de demora me dejaron indefenso”.

Pero el tramo más político es el que aporta material para el análisis y puede generar irritación entre las víctimas del terrorismo de Estado. Entre otras cosas, reivindico el juicio a los Comandantes realizado en 1985 durante el gobierno de Raúl Alfonsín, “que fueron un ejemplo dado al mundo”; repudió la reapertura de los juicios a partir de la llegada del kircherismo; y lo que denominó como el “fin del proceso de pacificación” que se había iniciado con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final del gobierno radical y continuado con los indultos otorgados por el menemismo.

Calificó entonces de exabrupto del ex presidente Néstor Kirchner haber pedido perdón en nombre del Estado, por lo ocurrido hasta ese momento en materia de Derechos Humanos. “Al día siguiente (del 24 de marzo de 2004) le tuvo que pedir perdón al doctor Alfonsín”, dijo el único civil juzgado en esta instancia.

Calificó de “traición del Estado” el hecho de desandar el camino de la “pacificación” al que hizo referencia. Y con ironía se preocupó por los militantes montoneros y del ERP que en durante ese proceso empezaron a escribir la historia en primera persona. “Deberían preocuparse si los llaman a dar explicaciones”, dijo. E hizo referencia a los tres capítulos de La Voluntad, escrito por Eduardo Anguita y Martín Caparrós.

Pero contribuyendo a lo que él denomina su “reedición de la teoría de los dos demonio”, historió en los meses previos al golpe de Estado, en la debilidad del gobierno de Isabel Martínez de Perón, y en las acciones de las organizaciones armadas Montoneros y ERP realizadas entre enero y marzo de 1976 para contraponer a lo que consideró “es un relato ficticio” con el que “hoy se bombardea para hacernos creer que los hechos no fueron como en realidad fueron”.

Como si actualmente se negara el accionar de la Triple A bajo el mando de José López Rega en tiempos del gobierno peronista derrocado, Smart dijo que hubo desapariciones antes de marzo de 1976. “Digo esto para que el Tribunal se pare en esos años y no se crea lo que nos quieren hacer creer la fiscalía y la Secretaría de Derechos Humanos, que este país era un ‘lecho de rosas’, como si hubiésemos vivido en Helsinki”, sintetizó.

Prescripción y absolución. Mientras Smart hablaba, otros doce imputados permanecían en sus lugares del corralito que se anexó al escenario. Entre ellos estaba Miguel Etchecolatz, quien por momentos intercambiaba papelitos con su abogado. En la planta alta, algunos allegados de los imputados seguían el alegato atentamente (entre ellos Pando y el hijo de Smart tomaban notas) y otros dormitaron. Los había hombres y mujeres adultos mayores, de la edad de los imputados; varios algo menores, con edad de ser sus hijos o sobrinos; e incluso más jóvenes.

En la planta baja, de a poco, las butacas al principio vacías comenzaron a poblarse de allegados de las querellas, organismos de Derechos Humanos y familiares de las víctimas.

El primer tramo de la defensa de Smart fue la más técnica, en la que el ministro de Gobierno de Ibérico Saint Jean desgranó los argumentos por los cuales concluyó reclamando la prescripción de la acción judicial y su “lisa y llana abolución”.

Los ejes fueron lo que consideró la “nula posibilidad de defensa” con la que contó por el tiempo transcurrido desde que ocurrieron los hechos por los cuales se lo juzga. “Se produce un deterioro de ese derecho cuando se prolonga el proceso en perjuicio del imputado”, dijo, y recordó que fue citado por primera vez en mayo de 2008, sin que antes nadie lo notificara de proceso alguno en su contra. “¿Recién en 2008 se enteraron que fui ministro de Gobierno?”, se preguntó.

También cuestionó lo que consideró se trata una falta al concepto de “igualdad ante la ley”. Dijo que de los 62 delitos que lo tienen como imputado, hay 38 casos en los que los imputados inmediatos, como los comandantes que gobernaban el país, o los mismos comisarios Ramón Camps y Miguel Etchecolatz, ya fueron absueltos.

Alegó entonces, y en base a fallos anteriores, que no se trata de un cambio de jurisprudencia o de hechos análogos, “como se intenta decir desde 2003 para justificar la reapertura de los juicios, sino de los mismos hechos juzgados dos veces con criterios diferentes”. Para Smart, esto redunda en que será condenado siendo autor mediato, por hechos cuyos autores inmediatos ya fueron absueltos. Por eso pidió “no un cambio de jurisprudencia, sino que se juzgue con el mismo criterios a todos los imputados por un mismo hecho, sean juzgados ahora o hace 30 años”.

Y advirtió a los jueces, apelando a dichos anteriores de los jueces de la Corte Suprema Carmen Argibay y Raúl Zaffaroni, y a la tercera persona para nombrarse a sí mismo: “Este Tribunal se negaría a sí mismo si negara la cosa juzgada para condenar a Smart”.

El cuarto intermedio fue ordenado por el juez Rozanski cuando Smart se disponía a analizar, según su perspectiva, el 24 de marzo de 1976, cuando se produjo el golpe de Estado. “Como vamos a hacer un punto y aparte, paramos 5 o 10 minutos”, dijo el juez. Habían pasado más de dos horas del inicio.

Piden perpetua para acusados por ataque a la casa de calle 30

Sociedad / Lo hizo la querella que representa a Chicha Mariani en el juicio por los crímenes cometidos en el Circuito Camps. El alegato incluyó un pedido para que se profundice la investigación sobre el destino de Clara Anahí.
27.11.2012 | 19.42 Comentar | FacebookTwitter

Chicha Mariani sale de la audiencia por el denominado Circuito Camps (Foto: Esteban Martirena)
Diagonales.com@diagonalesweb

La querella representada por la Asociación Clara Anahí continuó este martes con los alegatos en el marco del juicio que se lleva adelante a 26 represores acusados de haber actuado en denominado Circuito Camps, y reclamó penas de prisión perpetua para los involucrados en el ataque a la casa de calle 30, donde murieron cinco militantes y fue secuestrada la nieta de Chicha Mariani, quien estuvo presente en la sala.

Entre los acusados a los que alcanza el pedido realizado por la abogada Verónica Bogliano se encuentran el ex comisario Miguel Etchecolatz, mano derecha del jefe de la policía Ramón Camps;
su ladero Norberto Cozzani; su ex chofer Hugo Guallama y el ex policía señalado como quien sacó a la beba de la casa, Carlos “El Oso” García.

Chicha llegó y se retiró en medio de aplausos de la sala donde funciona el Tribunal en lo Criminal Oral Federal Nº 1 (TOCF 1). Siempre acompañada de su compañera de ruta Elsa Pavón, una Abuela que tuvo la dicha de recuperar a su nieta Paula.

La exposición de Bogliano tuvo momentos emotivos, que incluyeron un fuerte pedido para que se siga investigando en torno al destino de la niña secuestrada y supuestamente entregada en adopción clandestina; y un raconto de la lucha que Chicha y Licha de la Cuadra encarnaron hace 35 años, cuando la Asociación Madres de Plaza de Mayo comenzaba a tomar forma.

El relato de Bogliano hizo referencia al violento ataque a la casa de calle 30 entre 55 y 56, sobre el cual había declarado la propia Chicha, ocurrido el 24 de noviembre de 1976. En aquel episodio, que comenzó alrededor de las 11 de la mañana de ese día, se produjo un ataque de fuerzas conjuntas que duró más de cinco horas, y en el que fue asesinada su nuera Diana Teruggi –mamá de Clara Anahí-, y sus compañeros de militancia Juan Carlos Peiris, Daniel Mendiburu Eliçabe, Roberto Porfirio y Alberto Oscar Bossio.

En esa casa funcionaba una imprenta en la que se imprimía la revista Evita Montonera, con la que el mes anterior habían denunciado la existencia de campos de concentración en la Esma y otros sitios y de los vuelos de la muerte.

A metros de Bogliano, en la primera fila del corralito en la que están los imputados (en la audiencia de este martes menos que lo habitual), Etchecolatz siguió atentamente el alegato, y sonrió abiertamente, como para que su actitud sea notada, cada vez que la abogada hacía referencia a Clara Anahí. Ese gesto, aludía, indudablemente, a su versión, expuesta en una carta a la propia Chicha Mariani, en la que insiste en que la niña murió en el ataque.

Papel Prensa. Verónica Bogliano alegó también como abogada de la querella de la familia Tímerman, por los tormentos que sufrió el director del diario La Opinión, Jacobo Tímerman cuando estuvo detenido-desaparecido en Puesto Vasco (Quilmes) y el COT I (Martínez), dos de los centros clandestinos del Circuito Camp. En este caso, el pedido de condenas fue de 25 años para los acusados.

Según el planteo, ese secuestro habría estado vinculado con la apropiación de la empresa Papel Prensa, y la persecución a la que fue sometida la familia Graiver. Entre los acusados más vinculados con esta causa aparecen el ex gobernador bonaerense durante la dictadura, Ibérico Saint Jean (muerto durante el juicio), y su ministro de gobierno, el abogado Jaime Smart.

La sub-empresa. Más tarde, en representación de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, elegó uno de sus abogados querellantes, Inti Pérez Aznar, quien dejó sentado que la provincia de Buenos Aires, dentro de la empresa criminal que fue el Estado argentino, “fue una sub-empresa que tuvo una planificación específica a cargo de quienes usurparon el poder y desplegó todo el aparato criminal terrorista en la policía de la provincia”.

En un tramo, para sostener el argumento, mostró documentación con directivas que el entonces gobernador de facto, Saint Jean, bajó a los intendentes para eliminar (dar de baja en caso de que fueran funcionario) a cualquier ciudadano que expresara ideas “de izquierda” o ajenas a la doctrina cristiana que sostenía el gobierno.

“Es fuerte que se utilice la policía de Buenos aires que debe proteger la vida de las personas para exterminar a un grupo de gente que pensaba un país diferente pero hay que poner las cosas en su lugar y hablar de los civiles como los que estaban en los ministerios y en el gobierno”, indicó Pérez Aznar a Radio Provincia antes de alegar.
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Circuito Camps: la fiscalía pidió perpetua para 15 imputados

Sociedad / Entre quienes recibieron pedidos de máxima pena se encuentra el ex ministro Smart y Etchecolatz, mano derecha de Camps. Solicitaron entre 2 y 25 años de cárcel para otros ocho imputados.
21.11.2012 | 08.37 Comentar | FacebookTwitter

El momento del alegato de la Fiscalía, en el juicio por el Circuito Camps (Foto: Matías Adhemar)
Por Pablo Roesler
Corresponsal de Tiempo Argentino
En el marco del juicio por el denominado Circuito Camps, los fiscales pidieron al Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata que se condene a 15 imputados a prisión perpetua y a otros ocho a penas de entre dos y 25 años, por la comisión de homicidios, secuestros y apropiaciones de bebés, todos hechos que calificaron como "delitos de lesa humanidad o crímenes de genocidio". Entre quienes recibieron los pedidos máximos de pena se encuentran el ex ministro de gobierno bonaerense durante la dictadura, el civil Jaime Smart, acusado por el asesinato en la mesa de torturas de Jorge Rubinstein, socio de David Graiver; y Miguel Etchecolatz, mano derecha del ex jefe de policía Ramón Camps. Los fiscales también pidieron que se investiguen los delitos sexuales que surgieron de los testimonios y las complicidades eclesiásticas, civiles y judiciales.

En la misma audiencia alegaron los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, quienes reclamaron duras condenas por los casos de apropiación de niños y de mujeres embarazadas. Además, un nieto recuperado solicitó desafectar la Comisaría 5ª, donde funcionó un centro clandestino de detención, para convertirla en un sitio de memoria.

Los fiscales Hernán Schapiro y Gerardo Fernández pidieron a los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela que se condene a la pena de prisión perpetua a Smart, Etchecolatz; al subjefe de la policía Bonaerense, Rodolfo Aníbal Campos; al ex jefe de la Unidad Regional de La Plata, Elizardo Luján, al ex subcomisario Miguel Kearney y a los policías Vicente Patrault, Fernando Svedas, Rolando Machuca, Julio César Argüello, Vicente Mario Sita, Hugo Alberto Guallama, Norberto Cozzani, Jesús Bernabé Corrales, Carlos "Oso" García y Roberto Omar Grillo.

Asimismo, solicitaron penas de 25 años de prisión para los ex policías Amilcar Tarella y Roberto Cabrera y para el ex médico policial acusado de apropiación y torturas Jorge Antonio Bergés; de 20 años para los ex policías Daniel Jorge Lencinas y Sergio Verduri; de 19 años para Antonio Ferriole y de 10 para Domingo Almeyda. En el caso del policía Santiago Antonini, se pidió una condena de dos años y medio. Antonini está acusado de privar de su libertad a la abuela María Isabel Chorobik de Mariani durante un allanamiento ilegal en su casa, tras el asesinato de su nuera y la sustracción de su nieta Clara Anahí Mariani.

"Damos mucho valor a los dichos de los testigos, sobre todo por la valentía de los testigos por venir a contar esos hechos que padecieron", explicaron Schapiro y Fernández.

La primera de las solicitudes de pena fue para el ex ministro Smart, el mayor responsable vivo del gobierno de facto de la provincia, al que los fiscales consideraron partícipe necesario del homicidio calificado de Jorge Rubinstein, asesinado durante la tortura de Puesto Vasco. También le imputaron las "privaciones ilegales de la libertad agravadas" de 42 personas. En caso de que el TOF1 considere lo reclamado, el acusado podría ser el primer civil condenado por delitos de lesa humanidad cometidos en centros clandestinos de detención del Circuito Camps.

Al final de su alegato, los fiscales destacaron que en el juicio encontraron "elementos de prueba" que permitirían ampliar requerimientos de instrucción en primera instancia, por lo que solicitaron al tribunal "que remita a los juzgados intervinientes, según la causa y los centros clandestinos, los testimonios que se han realizado en el debate sobre abusos sexuales". También pidieron que se investiguen "las posibles complicidades de la iglesia, civiles y judiciales". «

"Estamos convencidos de que planificaron detalladamente un genocidio." Con esas palabras, los abogados querellantes de Abuelas de Plaza de Mayo comenzaron su alegato en el juicio por el denominado Circuito Camps, y detallaron los ocho casos de menores nacidos en cautiverio y apropiados, y los diez casos de mujeres secuestradas embarazadas que aún permanecen desaparecidas. En un alto de la audiencia, el nieto recuperado Leonardo Fossati reclamó que se desafecte la Comisaría Quinta de La Plata, donde fue dado a luz, para transformarla en un sitio de memoria.

Los abogados de Abuelas Emmanuel Lovelli y Coleen Torre detallaron los casos de Silvia Graciela Muñoz, María Delia Garín de De Angelis, Silvia González de Mora, Inés Ortega, Diana Wickli de Martínez, Mirta Manchiola, Elena de la Cuadra, Elsa Cicero de Sobral, Liliana Amalia Galarza, Nora Susana Laspina y Graciela Quesada, todas mujeres embarazadas que fueron secuestradas entre 1976 y 1977 en esos centros y que permanecen desaparecidas.

También detallaron los casos de los niños apropiados Sabino Abdala y María Eugenia Caracoche, y el de Pedro Nadal García, los tres apropiados y luego recuperados por Abuelas. Asimismo, describieron el caso de Fossati, a quien su mamá Inés Ortega dio a luz en la cocina de la Comisaría Quinta y luego fue apropiado.
También recordaron los casos de Clara Anahí Mariani, robada tras el ataque a la casa Mariani Teruggi, donde mataron a su mamá, y de Ana Libertad Baratti De la Cuadra, nacida en la misma seccional platense. Ambas permanecen apropiadas. Por último, se refirieron al secuestro de la nena de 14 años Mónica Santucho, quien fue torturada.

Fossati, que recuperó su identidad el 11 de agosto de 2005, reclamó "la desafectación de la Comisaría Quinta y la creación allí de un sitio de memoria". El joven explicó que "estos edificios que funcionaron como centros clandestinos tienen que estar cuidados y no seguir funcionando como si allí no hubiese sucedido nada". Por eso, adelantó que está trabajando el reclamo con la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia y dijo que se hará "una presentación ante este Tribunal Oral Federal N° 1".
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Circuito Camps: alegato sobre apropiaciones

El Ministerio Público completó la calificación de los hechos. El martes pedirá las penas para los 23 imputados.
14.11.2012 | 10.38 Comentar | FacebookTwitter

El juicio por el Cirucito Camps entra en su etapa decisiva
Por Pablo RoeslerCorresponsal de Tiempo Argentino

Con la descripción del robo de seis bebés durante la dictadura, su desaparición forzada junto con otra beba nacida en cautiverio y el asesinato de cinco personas durante el ataque a la casa de la calle 30 donde funcionaba una imprenta de la organización política Montoneros, la fiscalía federal completó la calificación de los hechos en su alegato en el juicio por los crímenes cometidos en los centros clandestinos del Circuito Camps. La de ayer fue la tercera audiencia consecutiva que los fiscales federales utilizaron para alegar y se espera que culminen el martes próximo con los pedidos de pena para los 23 represores imputados.

"La separación de un niño de su familia constituye un menoscabo a su libertad", citó el fiscal Hernán Schapiro la Convención sobre los Derechos del Niño, durante el alegato que realizó junto al otro representante del ministerio público, Gerardo Fernández, en el juicio que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata realiza por los crímenes cometidos contra 280 víctimas.

Para circunscribir las apropiaciones, los fiscales se refirieron a la sentencia del 17 de septiembre pasado en la causa por el plan sistemático de robo de bebés, y calificaron como "una práctica generalizada y sistemática" a las apropiaciones de Ana Libertad Baratti De la Cuadra, Clara Anahí Mariani, Leonardo Fossatti, María Eugenia Gatica Caracoche, José Sabino Abdala y Pedro Nadal. Explicaron que esos hechos se inscriben en la figura de desaparición forzada de personas, por la continuidad que ese el delito tiene hasta la restitución de la verdadera identidad. También incluyeron en esa calificación a María Mercedes Molina, una joven que la desaparecida Liliana Galarza tuvo mientras se encontraba en cautiverio en el centro clandestino que funcionó en la Brigada de Investigaciones de La Plata y que fue devuelta a su familia poco antes que la mujer fuera asesinada.
De todos los casos ventilados en el debate, y que los fiscales detallaron ayer en su alegato, sólo Ana Libertad Baratti De la Cuadra y Clara Anahí Mariani permanecen apropiadas. De Ana Libertad se supo en el juicio que la joven nació en el centro clandestino comisaría 5ª de La Plata el 17 de julio de 1977, mientras su madre, Helena de La Cuadra, y su papá, Carlos Baratti, estaban detenidos allí. Clara Anahí, la nieta que Chicha Mariani –una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo– todavía busca, fue robada luego que fuerzas conjuntas atacaran el 24 de noviembre de 1976 la casa de calle 30, entre 55 y 56, donde vivía con sus padres Diana Teruggi y Daniel Mariani. La bebé fue apropiada como botín luego de un feroz tiroteo y bombardeo a la vivienda en la que funcionaba una imprenta con que Montoneros imprimía su publicación Evita Montonera. La mamá de la beba fue asesinada en el operativo junto a otros cuatro militantes. Su padre fue asesinado un año más tarde en otro operativo.

Los fiscales continuaron con la parte dogmática de su alegato y circunscribieron los hechos en el ámbito del derecho internacional, que aseguraron, se ajusta a la calificación de genocidio y crímenes de lesa humanidad. "Vamos a proponerle al tribunal una acusación alternativa. La conducta de los acusados alcanza al delito de genocidio o en su caso de lesa humanidad", explicó Schapiro. El funcionario detalló que esa figura se corresponde con el marco que la dictadura configuró para perpetrar el terror, y explicaron que las acciones delictivas apuntaron "a la destrucción total o parcial de un grupo nacional", tal como prevé la Convención para la erradicación del genocidio, que en este caso fue construido como un grupo político designado por los perpetradores como "subversivos". «
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Comenzaron los alegatos en el juicio por el Circuito Camps

Arrancaron los fiscales. Los delitos que se denuncian fueron enmarcados en la figura de genocidio. Está previsto que terminen el martes 13 con los pedidos de pena. Son 23 los imputados. Un ex jefe policial reconoció torturas a los prisioneros.
07.11.2012 | 10.54 Comentar | FacebookTwitter

Primera jornada de alegatos en el juicio por el Circuito Camps
“Las condiciones que aquí se juzgan deben calificarse como delitos de lesa humanidad y de genocidio”. Con esa es definición sobre los crímenes cometidos en el denominado Circuito Camps, los fiscales federales comenzaron este martes su alegato en el juicio a 23 imputados en el proceso que se realiza en La Plata. Para los funcionarios, que reservaron dos audiencias más para concluir con el análisis de la prueba surgida en el debate y para pedir las penas, todo lo juzgado ocurrió durante una dictadura “cívico militar”.

En el inicio de su fundamentación, acusaron a el ex Ministro de Gobierno de facto de la Provincia, el civil Jaime Lamont Smart, como “coautor mediato del homicidio calificado de Jorge Rubinstein”, socio del empresario David Graiver, al ex subjefe de la policía, coronel Rodolfo Aníbal Campos, por siete asesinatos y al ex jefe de investigaciones policiales, comisario Miguel Etchecolatz, por otros 15. En cantidad de secuestros achacados, el policía sumó 141 acusaciones. También acusaron por las apropiaciones de cinco bebés en dictadura.

Los fiscales Hernán Schapiro y Gerardo Fernández comenzaron a las 14.30 de ayer su alegato ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 que preside Carlos Rozanski e integran Roberto Falcone y Mario Portela.
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Amenazaron al Tribunal que juzga al Circuito Camps

Sociedad / Los tres jueces recibieron mails intimidatorios y con citas bíblicas. Ocurre cuando el juicio entró en su etapa final y uno de los represores admitió las torturas y se hizo cargo de las muertes.
01.11.2012 | 17.55 Comentar | FacebookTwitter

Mario Portela, Carlos Rozanski y Roberto Falcone, los jueces del TOCF Nº 1 que sufrió amenazas (Foto: Matías Adhemar)
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Los miembros del Tribunal Oral Federal Criminal Nº 1, que juzga los delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del denominado Circuito Camps, que operó con varios centros clandestinos de detención durante la última dictadura, denunciaron haber sido amenazados. La presentación la realizó el presidente de ese cuerpo, Carlos Rozanski, quien entregó documentación consistente en correos electrónicos y correspondencia recibida por los tres jueces y allegados, con recortes de diarios referidos a sus personas y a los procesos que tramitan.

La denuncia por “coacciones agravadas”, que recayó en el Juzgado Federal de Ariel Lijo, incluye a Mario Portela y Roberto Falcone, los restantes integrantes del tribunal que juzga a 24 represores.

En su caso particular, Rozanski aludió a correos electrónicos recibidos en su casilla personal donde le copian una cita bíblica referida a la "condenación", muy similar a la pronunciada por el represor Miguel Etchecolatz en sus últimas palabras antes de ser condenado a reclusión perpetua en 2006.

También advierten a los jueces que aún pueden modificar su postura, aluden a la protesta de caceroleros del 13 de septiembre y anuncian la llegada de una "verdadera justicia".

A Rozanski le enviaron los primeros correos intimidatorios en agosto y esta semana, Portela y Falcone y un familiar recibieron en su domicilio correspondencia remitida desde Uruguay que será analizada por el juez Lijo.

"De ningún modo estas amenazas influirán en los juicios porque el espacio social que se ha generado en la Argentina para permitir que se lleven adelante estos procesos es irreversible", afirmó Rozanski en diálogo con la agencia Télam.

El titular del Tribunal, que condenó a Etchecolatz "en el marco de un genocidio", defendió la continuidad de los juicios que "se realizan en todo el país, con muchos jueces, fiscales y querellas, con asistencia debida de defensores".

"La justicia actúa con un nivel de plenitud que solo puede actuar cuando la sociedad tiene un espacio adecuado y el Estado acompaña en ese mismo espacio, como ahora", remarcó el presidente del Tribunal

Por su parte, Falcone ratificó las amenazas y reconoció que no es un hecho inusual en su carrera de magistrado, que incluye la investigación de crímenes de la Triple A y de la CNU en Mar del Plata.

"Nada va a impedir que hagamos lo que tengamos que hacer a nivel jurisdiccional", remarcó Falcone, y agregó: "La etapa de investigación y juzgamiento y lo que dependa de nosotros no se va a detener ni un instante. Vamos a seguir hasta último momento y haremos todo lo que corresponde".

En tanto, el juez Mario Portela afirmó que "los juicios no corren ningún peligro por este tipo de coacciones" y remarcó que "cuando uno se sienta en el estrado, sabe que es pasible de presiones de quienes no quieren ser juzgados".

"No nos vamos a dejar amedrentar por estas cuestiones, en mi caso desde 2000 recibo amenazas en mi casa, telefónicamente, dejando secuelas traumáticas en mi familia", insistió el juez, quien consideró "curioso" que "dentro de la correspondencia" que recibió "hubiera editoriales del diario La Nación reafirmando su postura".

El mensaje de Campos. Las amenazas fueron denunciadas en la misma semana en la que uno de los acusados reconoció las torturas que realizaban a los secuestrados. Se trata del ex jefe de Policía bonaerense Rodolfo Aníbal Campos, quien durante más de una hora defendió las prácticas utilizadas por el terrorismo de Estado.

"Torturábamos como se tortura en todo el mundo para obtener información. No torturábamos porque nos gustara", dijo Campos, que no dudó en afirmar: "Estoy orgulloso porque se paró la subversión en la provincia de Buenos Aires".

En otro tramo de su declaración afirmó: "La historia que se quiere traer nos hace vivir un presente falso. Está cargada de ideología, de política, de intereses económicos", y no dudó en acusar al ex presidente Néstor Kirchner de "arrogarse los derechos humanos".

El juez Portela respondió al imputado negando que el tribunal recibiera órdenes de ningún gobierno, le recordó que su imputación es como un ciudadano y no un juzgamiento a la Institución del Ejército y advirtió que los argumentos que utilizó en su declaración son similares al tenor de las amenazas que recibieron los integrantes del tribunal.
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Un ex jefe de policía se hizo cargo de las torturas y los muertos

Sociedad / Es el coronel Rodolfo Aníbal Campos. "Torturábamos como en cualquier lugar del mundo" y "había que buscarlos uno por uno para matarlos", dijo en el juicio por el Circuito Camps. La declaración de Berges y Smart, y el enojo de Etchecolatz.
01.11.2012 | 17.41 Comentar | FacebookTwitter
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"De los muertos, yo me hago cargo. A partir del 14 de diciembre de 1977 me hice cargo de la policía y estoy orgulloso porque paró la subversión en la provincia de Buenos Aires". Con esas palabras, el ex subjefe de la bonaerense durante la dictadura, Rodolfo Aníbal Campos, admitió los asesinatos de prisioneros políticos durante su ampliación indagatoria en el juicio por los crímenes cometidos en el denominado Circuito Camps que se realiza en La Plata. El militar también reconoció la aplicación de torturas, se quejó del rumbo que tomó el país con la llegada de Néstor Kirchner, y justificó el terrorismo de Estado denominándolo "guerra sucia".

En la audiencia del martes, Campos se despachó durante cerca de una hora. Lo escuchaban los otros 22 imputados por los crímenes cometidos en seis centros clandestinos de detención contra 280 víctimas.

Campos justificó el terrorismo de Estado y los crímenes de lesa humanidad. "Torturábamos como se tortura en todo el mundo para obtener información. No torturábamos porque nos gustara", justificó el represor y dijo que los opositores políticos eran "jóvenes idealistas" a los que respetaba porque "peleaban como argentinos", en lo que denominó "una guerra no convencional, una guerra sucia". Ese razonamiento le bastó para disparar con artillería pesada: "Había que buscarlos uno por uno para matarlos".

Todo el relato. Según la crónica publicada por la APDH La Plata tras la audiencia, Campos comenzó su indagatoria con la idea de “salir de lo clásico”, es decir, la forma que sus co – imputados se habían excusado de lo que habían hecho pese a la infinitud de pruebas.

Sin tapujos, con voz elevada y con la mano en alto expresó: "Torturamos y asesinamos para sacar información, en cualquier guerra pasa eso. Entregamos una nación ordenada en 1983. Lamentablemente hoy el gobierno quiere trasladar una sola verdad de lo que pasó, pero estoy orgulloso de lo que hice como militar en 60 años de servicio".

Campos no quería centrarse en los casos que lo involucraban –los jueces lo advirtieron en varias ocasiones-, sino que insistía en hacer un recorrido histórico para ofrecer la matriz militar.

“Yo no eludo, yo me hago cargo y soy responsable. Y más con estos señores (imputados) que se contradicen. Estas tropas no son las que conocí, las que cumplían órdenes legales”, dijo, y agregó: “La historia que se quiere traer nos hace vivir un presente falso. Está cargada de ideología, de política, de intereses económicos”.

El presidente del Tribunal, Carlos Rosanski, se sorprendió porque fue la primera vez que un militar de alto rango reconoció lo que pasó. Lo dijo en la misma indagatoria, ante la presencia de todas las partes que escuchaban al imputado que declaró desde el Hospital de Ezeiza.

“Ustedes son argentinos señores. ¿Creen que el Ejército torturó, asesinó y tiró bombas porque quiso? Somos educados, no somos una banda armada. Esos jóvenes idealistas estaban equivocados, aunque respeto a los que murieron porque lucharon por una idea”, enfatizó.

Campos continuó con la teoría de los dos demonios: “Fue una guerra, un enfrentamiento armado. La población ayudó a dar información, y los mismos guerrilleros apuntaban a sus compañeros”, indicó.

A su vez culpó al Tribunal de recibir órdenes del gobierno para que militares, médicos y policías vayan presos, lo que provocó la reacción del Juez Portela, quién le negó esa acusación y le recordó a Campos que su imputación es como un ciudadano que cometió crímenes de lesa humanidad y no un juzgamiento a la Institución del Ejército argentino.

Luego de hacer un revisionismo histórico, el imputado señaló: “Me hago cargo de los muertos. Comandé la Policía orgulloso de lo que hicimos. En cambio hoy la República se encamina a un lugar dudoso. En aquél entonces torturamos para sacar información, hasta que los jóvenes cuenten las cosas. Algunos marcaban a otros y seguían su vida, otros se exiliaban, algunos se llevaban a los cementerios como NN”.

Y agregó: “Me brota la defensa de la patria y el orden. Los argentinos de verdad debemos defender valores y principios. Le tengo que rendir homenaje a mis camaradas muertos. A mi familia le dejo un abuelo con convicciones, equivocado o no, con razones fundadas. Y ustedes ¡trepadores de la historia! como Néstor Kirchner, quién se arrogó de los derechos humanos”.
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Circuito Camps: los acusados intentan despegarse

Sociedad / Smart busca demostrar que no controlaba a la Policía. Lencinas dijo que fue enviado castigado a Arana y que denunció a sus superiores. El lunes, Etchecolatz se enojó por el vehículo que lo fue a buscar.
30.10.2012 | 14.28 Comentar | FacebookTwitter
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James Smart presenta ante el Tribunal que juzga el Circuito Camps, un decreto con el que pretende despegarse de la Policía
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Tras la finalización de la etapa de declaraciones testimoniales, algunos de los acusados en el juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en el denominado Circuito Camps pidieron declarar para intentar mejorar su posición. El lunes lo hicieron el ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura, James Smart, quien intentó despegarse del control de la Policía; y el oficial Daniel Lencinas quien hizo lo propio con su participación en el destacamento de Arana. Durante las audiencias del martes declaran el médico Jorge Berges, el comisario Miguel Etchecolatz y el ex cabo Norberto Cozzani.

Smart, tomó la palabra en primea instancia el lunes. Pidió declarar para relativizar un informe que en la audiencia anterior había presentado una perito del archivo de la ex DIPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires). Ese informe daba cuenta de dos pedidos de investigación ordenadas por el ex ministro del gobernador de facto Ibérico Saint Jean sobre ex funcionario del último mandatario de la democracia, Victorio Calabró.

En ese primer tramo, Smart reconoció la existencia de tal investigación, que constaba en los archivos de la Policía, pero le dio un marco de “legalidad”, pues, según explicó, se trataba de un pedido de la Justicia, en el marco de la investigación de una causa.

Sin embargo, el tramo más llamativo de Smart se dio cuando desempolvó un decreto firmado por él mismo y por Saint Jean, que favorece su posición respecto al control de la Policía. Según su interpretación, ese texto prueba que la fuerza no dependía de su cartera.

Lo sorprendente para el Tribunal y las querellas es la aparición tardía de ese decreto que ahora, una vez fallecido Saint Jean, pretende incorporar como prueba. El acusado lo justificó apelando al manual de declaraciones del funcionario. “Uno firma tantas cosas que no recordaba haberlo hecho en este caso”, dijo.

A su turno, Lencinas intentó desacreditar su presunto accionar en el Centro Clandestino que funcionó en el Centro Clandestino de Arana. Si bien reconoció que estuvo allí y en la Brigada de Investigaciones, declaró que en ninguno de los dos lugares tenía acceso al área restringida, en referencia al lugar donde estaban los detenidos.

Concretamente sobre Arana, Lencinas dijo que hacía control perimetral, a varias decenas de metros del edificio donde estaban los secuestrados. “Es posible que me hayan visto en el interior”, dijo no obstante, aunque lo atribuyó que también estuvo detenido en 1978 luego de una pelea con un superior.

También indicó que cuando le tocaron guardias en ese lugar en determinado momento empezaron a llegar vehículos de la Marina y el Ejército, que cargaban personas encapuchadas. Según Lencinas denunció aquello, lo cual le valió una serie de represalias de parte de la fuerza.
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Circuito Camps: terminaron las declaraciones testimoniales

Los últimos en prestar declaración fueron la historiadora Ana Barletta, la periodista Mirta Mántaras y la integrante de la CPM y perito de la justicia Federal Claudia Berlingeri.
16.10.2012 | 20.04 Comentar | FacebookTwitter
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Ana Barletta declara en el juicio por el Circuito Camps
Con las declaraciones de una historiadora, una periodista y una perito del Archivo de la ex dirección de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires (DIPBA) que custodia la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), culminaron ayer las declaraciones testimoniales en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el denominado Circuito Camps que se realiza en La Plata a 23 imputados.

En la audiencia, la historiadora Ana Barletta, la periodista Mirta Mántaras y la integrante de la CPM y perito de la justicia Federal, Claudia Berlingeri, declararon ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata y completaron la nómina de más de doscientos testigos que desde el 12 de septiembre de 2011 recordaron sus secuestros o los de sus familiares.

Leé la nota completa en Tiempo Argentino.
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"Es terrible tener a esos monstruos atrás y al costado"

Sociedad / Hernán Brienza, periodista de Tiempo Argentino, cuenta sus sensaciones tras atestiguar en el juicio por el denominado Circuito Camps.
16.10.2012 | 10.40 Comentar | FacebookTwitter

Hernán Brienza, frente al tribunal (Foto: Esteban Martirena)
Cuando bajó del estrado, el politólogo y periodista Hernán Brienza confesó que mientras estaba frente a los jueces intentó ponerse en el lugar de los testigos. “Es terrible, porque atrás tuyo, al costado, tenés a esos monstruos”, reflexionó. El columnista de Tiempo Argentino se presentó como testigo ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata que juzga a 23 imputados por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps, donde fue consultado por su libro “Maldito tu eres”, que indaga en la vida y obra del ex capellán de la policía Christian Von Wernich y que reveló el rol del Grupo La Plata, un sector del Ejército que comandaba el gobernador bonaerense de la dictadura, Ibérico Saint Jean, su acuerdo político e ideológico con la iglesia católica platense de Monseñor Plaza, y su rol en el apoderamiento de Papel Prensa por parte de Clarín, La Nación y La Razón que, explicó, le garantizó al régimen “la complicidad de los principales diarios de la Argentina”.


Leé la nota en la edición de mañana de Tiempo Argentino.
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Circuito Camps: culmina la etapa de testimonios

Sociedad / Entre lunes y el martes el Tribunal escuchará las últimas declaraciones antes de ingresar a la instancia de alegatos y, luego, la sentencia.
14.10.2012 | 21.37 Comentar | FacebookTwitter

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata
La etapa de declaración de testigos en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el denominado "Circuito Camps" durante la última dictadura militar finalizará esta semana con más testimonios de víctimas de la represión.

El tribunal que preside el juez Carlos Rozanski escuchará entre este lunes y el martes las últimas declaraciones antes de ingresar a la instancia de alegatos y, luego, la sentencia.

Doscientas víctimas y testigos dieron su testimonio desde septiembre de 2011 para referirse a algunos casos emblemáticos de violaciones a los derechos humanos, entre ellos el primer secuestro y desaparición del testigo Jorge Julio López y la denominada "Noche de los Lápices".

La Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH), querellante en el juicio, indicó que el tribunal tiene la intención de finalizar el juicio en diciembre próximo.

Veintiséis acusados de haber actuado en el llamado "Circuito Camps" de la represión ilegal de la última dictadura llegaron a juicio en La Plata.

En el banquillo estuvieron 22 ex policías de la Bonaerense, tres ex militares y el primer civil en comparecer en un juicio por delitos de lesa humanidad, Jaime Smart, ex ministro del Gobierno bonaerense en la dictadura.

Por su parte, el ex interventor de la Provincia, Ibérico Saint Jean, falleció semanas atrás antes de ser sentenciado.

Las acusaciones incluyen cargos por privación ilegítima de la libertad, vejaciones, tormentos, desaparición, asesinato y sustracción, retención y ocultamiento de menores.

El tribunal que preside Rozanski está integrado, además, por los jueces Roberto Falcone y Mario Portela.

El proceso unificó los centros clandestinos de detención que integraron parte de los que estaban a cargo del entonces jefe de la Policía bonaerense, Ramón Camps.

Los magistrados analizan los delitos cometidos en perjuicio de 280 víctimas, entre ellas 11 mujeres embarazadas, 3 niños nacidos en cautiverio y otros cuatro secuestrados junto a sus padres.

Los seis centros clandestinos, al mando de Camps, funcionaron en la comisaría 5ta. de La Plata, la Brigada de Investigaciones platense, el Destacamento de Arana, la subcomisaría de Don Bosco (Puesto Vasco), el Centro de Operaciones Tácticas (COT) I de Martínez y la Brigada de San Justo.
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Murió el procesado ex gobernador Saint Jean

Sociedad / Tenía 90 años y estaba imputado por delitos de lesa humanidad, acusado en el juicio por el llamado Circuito Camps por privación ilegal de la libertad y tormentos en 61 casos.
06.10.2012 | 21.43 Comentar | FacebookTwitter

Saint Jean junto a otro represor, Jorge Videla
A los 90 años, murió en el Hospital Militar el general retirado Ibérico Manuel Saint Jean, que gobernó la provincia de Buenos Aires entre 1976 y 1981, durante la dictadura militar, y enfrentaba un proceso penal, acusado de privación ilegal de la libertad y tormentos en 61 casos.

La semana última, la Cámara de Casación Penal le había otorgado el beneficio de la prisión domiciliaria, basada en ocho dictámenes de peritos médicos de la Corte que advertían sobre su grave estado de salud. Revocó, así, la decisión del Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, que había ordenado su traslado a la cárcel de Ezeiza.

En los últimos cinco años, con la reapertura de casos de delitos de lesa humanidad, se habían intensificado los requerimientos de la Justicia.

Nacido en Chascomús, el 17 de septiembre de 1922, Saint Jean fue maestro e ingresó en el Colegio Militar en 1940. Pertenecía a la promoción 107, que egresó en diciembre de 1943 y cuyos 30 mejores promedios fueron pasados a retiro seis meses después, durante la presidencia del general Edelmiro Farrell.

Director de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, fue agregado militar ante el gobierno de Brasil. Cumplió funciones en el Estado Mayor General del Ejército y alcanzó el grado de general de brigada. Graduado de abogado en la Universidad Nacional del Litoral, pasó a retiro en febrero de 1973.

En abril de 1976, tras el golpe militar, fue designado gobernador bonaerense. Durante su gestión, clausuró la Legislatura y su jefe de policía en la provincia fue el general Ramón Camps, quien controló varios centros clandestinos de detención.

Saint Jean debió presentarse a declarar por primera vez en una causa por delitos de lesa humanidad en 2007, cuando tenía 85 años, en ocasión de la investigación de la desaparición de integrantes de la familia del actual embajador en España, Carlos Bettini.

Al año siguiente, fue detenido en una causa por episodios que derivaron en el cierre del diario La Opinión y el secuestro del periodista Jacobo Timerman, junto a quien fue su ministro de Gobierno en la provincia, el civil Jaime Smart. Ambos fueron procesados luego en la causa del circuito Camps, que se lleva adelante en la actualidad en La Plata.

En 1982 apoyó y justificó la acción militar en la Guerra de Malvinas.

Casado con Haydeé S. Machado, tuvo cinco hijos, dos de los cuales son abogados y lo asistieron durante los juicios que afrontó.

Su hermano menor, Alfredo Oscar (fallecido en 1987) también siguió la carrera militar y fue ministro del Interior durante la gestión de facto de Leopoldo Fortunato Galtieri.
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Sobrevivientes de la represión reconocieron Puesto Vasco y el COT I

Sociedad / Acompañaron al juez Rozanski, fiscales y querellantes en la recorrida por dos de los emblemas del denominado Circuito Camps.
26.09.2012 | 11.30 Comentar | FacebookTwitter
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Juan Distéfano habla y el juez Carlos Rozanski escucha, durante la recorrida en Puesto Vasco (Foto: Ricardo Scotti)
Por Pablo Roesler

El empresario Carlos Iaccarino y el ex secretario de Gobierno de la provincia Juan Destéfano se fundieron en un abrazo. Estaban frente a la dependencia pintada de color bordó rodeada de edificios lujosos, donde durante la dictadura cívico militar funcionó el Comando de Operaciones Tácticas I (COTI) de Martínez, en el distrito de San Isidro, que fue utilizado como un centro clandestino de detención. Pocos minutos después, los testigos ingresaron para acompañar la inspección ocular dispuesta por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata en el marco del juicio por los crímenes del Circuito Camps. Más temprano, Destéfano había recorrido el ex centro Puesto Vasco, ubicado en Don Bosco, en el partido de Quilmes, a metros de la Villa Itatí, donde actualmente funciona una Comisaría de la Mujer.

"Cuesta, muchas veces, conseguir las palabras para describir los ruidos y los olores, para contar tanto dolor", se excusó el empresario Iaccarino al finalizar la medida judicial en la dependencia ubicada en Avenida del Libertador 14.237, donde actualmente funciona la delegación de Narcotráfico de la Policía. Junto con el ex presidente del Racing Club, Destéfano, acababan de identificar el portón de acceso, que por entonces era de chapa y con el piso de canto rodado, por el que 36 años atrás los habían ingresado, encapuchados y maniatados, para someterlos a torturas inenarrables.

La recorrida fue realizada a las 12:30 por el presidente del tribunal, Carlos Rozanski, su secretario Eduardo Reszes, los fiscales Hernán Schapiro y Gerardo Fernández y abogados querellantes y defensores, como parte de la producción de pruebas del debate que juzga a 24 acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas que se sustancia en La Plata.

Durante 20 minutos caminaron los reducidos espacios de la dependencia en la que, a pesar de haber sido reformada durante los años de democracia, los testigos pudieron recordar los pasillos, las celdas, el patio y la parrilla en la que durante sus cautiverios los represores hicieron cocinar a un detenido para alimentarlos. También recordaron el tanque de agua y los árboles de una casa vecina, que Iaccarino evocó que por entonces se decía que era la del actor Luis Sandrini. "Esto es inconfundible: la escalera al tanque de agua y el sonido de los árboles", señaló Destéfano.

"Acá estaba la celda donde estaba la yerna del ministro de Economía Ramón Miralles", dijo Iaccarino señalando un punto en la pared de un pasillo, donde debía estar un calabozo. "La vimos cuando pasamos para la celda grande, que tenía un baño interno. Ahí estábamos ocho personas."
"Este fue uno de los peores lugares de tortura. Sólo puede ser superado por (el ex centro clandestino platense de) Arana", recordó Destéfano y alguien preguntó por el imputado Norberto Cozzani y otros acusados en el juicio. "Cozzani estaba en todos los lugares, estaba en todas las torturas, era un personaje atroz", recordaron los testigos y señalaron también a "Trimarco", como le decían al jefe policial acusado Eros Tarela.

La medida judicial comenzó más temprano, a las 10:30, en la seccional de Pilcomayo Nº 59, en Quilmes, de la que sólo participó Destéfano como testigo. Durante media hora el sobreviviente recordó su paso por ese centro tras su secuestro en 1977.

"¿Los calabozos están en el mismo lugar?", preguntó Rozanski.
"Sí, estábamos en estos calabozos, y por la puerta hablábamos con Jacobo Timerman y con el ministro de Economía Ramón Miralles", dijo Destéfano, señalando la hilera de celdas.
En la puerta de la comisaría una placa colocada por el Concejo Deliberante de Quilmes en 2006 recuerda que allí funcionó "el centro clandestino de detención y tortura Puesto Vasco". Hoy sus celdas contienen detenidas mujeres y cada comunicación policial que suena desde el equipo de radio ubicado en el recibidor, alcanza cada uno de los reducidos espacios de la dependencia.
"¿La radio siempre estuvo ahí?", preguntó Destéfano, pero la mujer policía que guió el recorrido no sabía. "Pregunto, porque por la radio nos dimos cuenta que estábamos en la policía bonaerense y no en el ejército como ellos nos habían dicho", recordó.

"Era inhumano". "Para nosotros, de los 14 traslados que tuvimos mientras estuvimos secuestrados, este fue el lugar más duro. Lo que ocurría acá era inhumano. Ya cuando pasamos el portón, lo primero que nos dijeron fue: 'Señores, acá se acabaron las garantías constitucionales'",
Carlos Iaccarino recordó su secuestro y el de sus hermanos Alejandro y Rodolfo en la puerta del COTI Martínez, luego de participar de la inspección ocular dispuesta por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1, en el marco del juicio por el Circuito Camps.

Los hermanos Iaccarino fueron secuestrados en Santiago del Estero y Capital Federal el 4 de noviembre de 1976 y tras pasar por varias dependencias de la Policía Federal Argentina, el 27 de mayo de 1977, fueron trasladados a Martínez. Allí vivieron el horror, que para ellos significó, además, el robo de sus empresas y bienes.

"Acá pasamos 36 días y salimos con 26 kilos menos. Prácticamente comida no había y el trato era más que severo", recordó. Y señaló: "Ver el cambio que hicieron en las instalaciones da la pauta que quisieron maquillarlo, pero es algo que está en la memoria de todos los que pasamos por acá y eso no se te borra: pudimos reconocer todo."
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Dos ex detenidos reconocieron centros clandestinos

Sociedad / Los miembros del Tribunal que juzga a los represores realizan una recorrida por Puesto Vasco. Estuvo el ex presidente de Racing, Juan Destéfano, quien estuvo allí secuestrado.
26.09.2012 | 11.13 Comentar | FacebookTwitter

El centro clandestino de detención de Puesto Vasco, este martes, durante la inspección judicial
El Tribunal Oral en lo Criminal número 1 de La Plata, que tiene a su cargo el juicio por los delitos cometidos en el denominado "Circuito Camps", realiza este martes inspecciones en dos inmuebles que funcionaron durante la última dictadura como Centros Clandestinos de Detención. Los jueces Mario Portela, Carlos Rozanski y Roberto Falcone están en la Comisaría de Don Bosco, conocida como "Puesto Vasco", ubicada en la Pilcomayo 59. Más tarde lo harán en el Centro de Operaciones Tácticas I Martínez, situado en la avenida Libertador 14.237, ambos en la localidad bonaerense de Quilmes.

En la parada en "Puesto Vasco" participó el ex presidente de Racing, José Distéfano, quien ya declaró en el juicio por haber estado secuestrado en ese lugar. Durante la inspección, el ex detenido reconoció el portón de ingreso, la cocina donde alguna vez preparó comida para los detenidos, y la sala donde se realizaban las torturas.

Junto a los jueces participan de la inspección los representantes del Ministerio Público Fiscal, las querellas y las defensas.

Entre los represores juzgados se encuentran el ex subcomisario Miguel Etchecolatz; el médico de la Policía bonaerense Jorge Bergés; el ex interventor del gobierno provincial, Ibérico Saint Jean; y el ex ministro del gobierno bonaerense en la dictadura, Jaime Smart, el primer civil en comparecer en un juicio por delitos de lesa humanidad.

Las acusaciones incluyen cargos por privación ilegítima de la libertad, vejaciones, tormentos, desaparición, asesinato y sustracción, retención y ocultamiento de menores en perjuicio de 280 víctimas.

El proceso unificó los centros clandestinos de detención que integraron parte de los que estaban a cargo del entonces jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps.

Los seis centros clandestinos, al mando de Camps, funcionaron en la comisaría 5ta. de La Plata, la Brigada de Investigaciones de esa ciudad, el Destacamento de Arana, la subcomisaría de Don Bosco (Puesto Vasco), el Centro de Operaciones Tácticas (COT) I de Martínez y la Brigada de San Justo.
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Circuito Camps: Saint Jean y Smart deberán ir a la cárcel

El Tribunal revocó sus domiciliarias. El ex gobernador de la dictadura irá al hospital de la cárcel de Ezeiza y su ministro, a Marcos Paz. Los jueces también imputaron por el homicidios calificado de 33 personas a 15 acusados.
05.09.2012 | 10.37 Comentar | FacebookTwitter
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El Tribunal leyendo el fallo, los represores escuchándola y los familiares y víctimas celebrando (Foto: Matías Adhemar)
Diagonalesweb@gmail.com
Siete represores juzgados en el marco de la causa que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos en el denominado Circuito Camps deberán cumplir prisión efectiva a partir de una decisión del Tribunal Oral Criminal Federal Nº 1 que los juzga, en la que se les revoca la domiciliaria. La medida alcanza al ex gobernador de la dictadura, Ibérico Saint Jean, quien irá al hospital de la cárcel de Ezeiza, y a su ministro de Gobierno, Jaime Smart, quien ejerce su autodefensa y había pedido seguir gozando del beneficio para tener acceso a internet.

Los jueces también decidieron ampliar la acusación a 15 imputados, quienes quedaron imputados por los delitos de "homicidio calificado" cometidos contra 33 víctimas.

Esta decisión motivó la revocación de las prisiones domiciliarias que gozaban Smart, Saint Jean, Rodolfo Campos y los ex policías Luis Vicente Patrault, Mario Víctor Sita, Jesús Bernabé Corrales y Miguel Kearney.

Para ello, dispusieron que el ex gobernador, Campos y Patrault “sean trasladados al Hospital Penitenciario Complejo I de Ezeiza a los efectos de que el personal médico competente determine el mejor lugar para sus alojamientos de acuerdo a los estados de salud que presenten”. El resto de los imputados fue enviado al Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz.

Para ampliar la acusación, los magistrados consideraron “la declaración de los miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense que, en lo sustancial, han referido que los estudios realizados permitieron determinar la identidad de numerosos cuerpos NN (casos de este juicio), así como la fecha o rangos de fechas probables de muerte de los mismos”. También tuvieron en cuenta los testimonios de Isidoro Graiver y Lidia Papaleo en el caso de Rubistein, y de otros testigos que “han aportado datos que adquieren especial trascendencia”.

Circuito Camps: definen si amplían acusaciones a 15 represores

Sociedad / Esrán involucrados en los casos de víctimas cuyos cuerpos aparecieron y fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). También se resolverán los posibles ceses de prisiones domiciliaria.
04.09.2012 | 10.07 Comentar | FacebookTwitter

La fiscalía pidió acusar por homicidio a 14 imputados en el juicio por el Circuito Camps
Los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 (TOCF Nº1) de La Plata darán a conocer este martes, en una nueva audiencia del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el denominado Circuito Camps, su resolución respecto del pedido de ampliación de la acusación por el delito de homicidio solicitado para 15 represores por los asesinatos de 33 personas.

La decisión de pedir la ampliación de la acusación surgió en el debate debido a las identificaciones realizadas por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

También resolverán sobre los pedidos de cese de las prisiones domiciliarias de ocho imputados, entre quienes se encuentra Jaime Smart, ex ministro de Gobierno de la provincia durante la dictadura y único civil imputado, que podría convertirse en el primer funcionario bonaerense no militar de la dictadura en ir a una cárcel común.

En la última audiencia, Smart pidió mantener la prisión domiciliaria, para tener acceso a servicio de internet y "así garantizar" su "derecho a defensa".

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Reivindican a genocidas en la puerta de Diagonales

Política / Un cartel casero apareció en la puerta de Diagonales.com, tildando de héroe al general Camps. Días atrás habían amenazado de muerte al vicegobernador Gabriel Mariotto con una pintada firmada por la Triple A. Una intimidación repudiable.
16.08.2012 | 15.37 Comentar | FacebookTwitter
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El repugnante afiche, de claro tono intimidatorio
Un panfleto confeccionado a mano y pegado a escasa distancia de la entrada de la redacción de Diagonales.com -donde también funciona la corresponsalía de Tiempo Argentino-, afirma sin medias tintas su apoyo al genocida Ramón Camps y nombra como “héroes” a sus cómplices asesinos.

El texto dice expresamente: "Camps y su circuito, héroes, Viva la Patria".
Esto se da en el marco de la cobertura del juicio por crímenes de lesa humanidad del llamado “Circuito Camps” y que este medio cubre en su totalidad en defensa de la búsqueda de Verdad y Justicia que caracterizó a este medio desde su misma aparición en 2008.

El episodio, aislado aunque siempre repugnante, tiene lugar apenas unos días después de las pintadas aparecidas en las calles de la ciudad capital de la provincia contra el vicegobernador Gabriel Mariotto, firmadas sugestivamente por la triple A.

Este hecho mereció hoy una declaración de repudio por parte del Senado bonaerense, votada por unanimidad.

El cartel en cuestión está pegado sobre un tablero de la empresa de electricidad, justo en la esquina de 4 y 50, en la puerta de la redacción de Diagonales.com. La misma está ubicada a escasos 100 metros de la sede del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata, donde se consustancia el juicio contra los genocidas del donimado Circuito Camps.
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Circuito Camps: La fiscalía pidió que se acuse por homicidio a 14 represores

Sociedad / El pedido fue realizado por 33 desaparecidos sobre quienes se demostró que habías sido asesinados en la dictadura por las identificaciones del Equipo Argentino de Antropología Forense, declaraciones de testigos y otra prueba documental.
14.08.2012 | 10.14 Comentar | FacebookTwitter

La fiscalía pidió acusar por homicidio a 14 imputados en el juicio por el Circuito Camps
La fiscalía federal de La Plata pidió acusar por el “homicidio cuádruplemente calificado” de 33 personas a 14 imputados que habían llegado al juicio por los crímenes cometidos en el Circuito Camps acusados por privación ilegal de la libertad y torturas. El reclamo al Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 fue acompañado por las querellas de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, de Abuelas de Plaza de Mayo y de la APDH, y habilita a las partes acusadoras, en caso de que el tribunal acepte, a pedir en los alegatos el máximo de pena previsto en la legislación argentina: la prisión perpetua. También pidieron revocar las domiciliarias para ocho imputados.

En una nueva audiencia del proceso que se realiza en La Plata, los fiscales Hernán Schapiro y Gerardo Fernández pidieron, en línea con lo solicitado por la querella la semana anterior, ampliar la imputación por "homicidio cuadruplemente calificado por alevosia, ensañamiento, por ser cometido por 2 o mas personas y por procurar la impunidad de esos delitos" al comisario Miguel Etchecolatz, el segundo jefe de la Policia Bonaerens en la Dictadura, Rodolfo Aníbal Campos, el Gobernador de facto, Ibérico Saint Jean, su ministro de Gobierno y único civil involucrado en la causa, James Smart, y otros 10 ex policías.

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Circuito Camps: piden que sean consideradas homicidios 33 desapariciones

Sociedad / Son los casos en los que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó restos que acreditan los crímenes. El reclamo lo hizo el colectivo Justicia Ya! que es parte de la querella contra 26 imputados.
07.08.2012 | 12.10 Comentar | FacebookTwitter
El colectivo Justicia Ya de La Plata pidió al tribunal que tiene a su cargo el juicio que se realiza en La Plata por los crímenes cometidos en el denominado "Circuito Camps", que considere homicidios a los casos de 33 personas secuestradas y desaparecidas cuyos cuerpos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

Los abogados que representan a la agrupación reclamaron incorporar al proceso los asesinatos de Roberto Bonetto, Patricia Dillon de Ciancio, Silvia Fernández de Mercader, Nora La Spina De Cena, Héctor Malnatti Salazar, Mario Mercader, Mónica Santucho y Domingo Moncalvillo, entre otras víctimas.

El colectivo de Derechos Humanos consideró que los casos de personas identificadas por el EAAF "o donde la prueba testimonial y documental permiten acreditar el fallecimiento", deben incorporarse como homicidios al juicio.

De esta forma, en los 34 asesinatos comprobados por los que los imputados fueron sólo acusados por las privaciones ilegales de libertad y tormentos, corresponderá solicitar, si el Tribunal acepta el planteo, penas de prisión perpetua al momento de los alegatos, explicó la organización en un comunicado.

Veintiséis acusados de haber actuado en el llamado "Circuito Camps" de la represión ilegal de la última dictadura comenzaron a ser juzgados en setiembre de 2011 en La Plata.

En el banquillo se encuentran 22 ex policías de la Bonaerense, tres ex militares y el primer civil en comparecer en un juicio por delitos de lesa humanidad, Jaime Smart, ex ministro del Gobierno bonaerense en la dictadura.

Entre los acusados figuran Ibérico Saint Jean, Miguel Etchecolatz y el médico policial Jorge Bergés.
Las acusaciones incluyen cargos por privación ilegítima de la libertad, vejaciones, tormentos, desaparición, asesinato y sustracción, retención y ocultamiento de menores.

El tribunal está presidido por el juez Carlos Rozanski, acompañado por sus colegas Roberto Falcone y Mario Portela.

El proceso unificó los centros clandestinos de detención que integraron parte de los que estaban a cargo del entonces jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps.

Los magistrados analizan los delitos cometidos en perjuicio de 280 víctimas, entre ellas 11 mujeres embarazadas, 3 niños nacidos en cautiverio y otros cuatro secuestrados junto a sus padres.

Los seis centros clandestinos, al mando de Camps, funcionaron en la comisaría 5ta. de La Plata, la Brigada de Investigaciones de esa ciudad, el Destacamento de Arana, la subcomisaría de Don Bosco (Puesto Vasco), el Centro de Operaciones Tácticas (COT) I de Martínez y la Brigada de San Justo.
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Circuito Camps: antropólogos complicaron a los imputados

Cuatro integrantes del EAAF dieron precisiones sobre los hallazgos e identificaciones de 26 desaparecidos. La querella y la fiscalía pedirán que se los impute también por homicidio.
02.08.2012 | 09.47 Comentar | FacebookTwitter

Un power point en el juicio por el Circuito Camps
En una nueva audiencia del juicio por el Circuito Camps, cuatro integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) dieron precisiones sobre los hallazgos e identificaciones de 26 desaparecidos que son víctimas en el debate, por cuyos casos la querella y la fiscalía adelantaron que en las próximas audiencias pedirán que los imputados sean acusados, además de por secuestros y torturas, por homicidio, delito para el cual la legislación prevé la máxima pena.

Los antropólogos certificaron que las causas de esas muertes fueron por fusilamientos y en dos casos en vuelos de la muerte. También demostraron que en el centro clandestino de detención que funcionó en el destacamento policial de Arana se realizaron cremaciones clandestinas de cadáveres.

En una extensa jornada del proceso que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 realiza en La Plata, este miércoles los antropólogos del EAAF Patricia Bernardi, Sofía Egaña, Mercedes Salado Puerto y Juan Novile realizaron un informe técnico sobre la recuperación de restos, el análisis forense para la certificación de las causas de muerte y sobre la identificación de cuerpos de desaparecidos, con las que develaron al menos tres mecanismos para el asesinato y desaparición de personas utilizadas por la dictadura: fusilamientos en enfrentamientos fraguados, vuelos de la muerte y la quema de cadáveres.

Leé la nota completa en Tiempo Argentino.
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Circuito Camps: por el feriado y la feria suspenden el juicio

Sociedad / Las audiencias del juicio a 21 policías, dos militares y un civil que se realiza en La Plata ingresaron en un cuarto intermedio hasta finales de mes: retomarán el 31 de julio.
04.07.2012 | 08.08 Comentar | FacebookTwitter

El Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que juzga a 26 represores de la última dictadura militar
P.R
pabloroesler@gmail.com

Las audiencias del juicio por el Circuito Camps que se realiza en La Plata quedaron en suspenso hasta fin de mes, al ingresar hoy en un cuarto intermedio hasta el 31 de julio, causadas por la superposición del feriado del 9 de julio y la feria judicial de invierno.

Al finalizar la audiencia de hoy el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, integrado por los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela, dispuso un cuarto intermedio en el debate.

Según explicaron, las audiencias retomarán el martes 31 de julio y el miércoles 1 de agosto, ambas a partir de las 9.30.

Las audiencias del debate se realizan los lunes y martes en la ex Amia de 4, entre 51 y 53, por lo que quedarán suspendidas por tres semanas.

En el juicio, iniciado el 12 de septiembre del año pasado, el tribunal juzga a 21 policías, dos militares –el policía Rubén Páez y el militar Rodolfo Campos murieron en el camino- y un civil por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 281 víctimas en seis centros clandestinos de detención.

Circuito Camps: La Opinión, Montoneros y la tortura que no hace mal

El imputado Norberto Cozzani respondió las declaraciones del canciller Héctor Timerman en el juicio que se realiza en La Plata, dijo que pensaban que el diario era de esa organización política peronista y aseguró que tras las sesiones de picana Lidia Papaleo "estaba bien".
02.07.2012 | 19.41 Comentar | FacebookTwitter

El imputado Norberto Cozzani amplió su declaración en el juicio por el Circuito Camps (Foto: Matías Adhemar)
Por Pablo Roeslerpabloroesler@gmail.com

Un imputado en el juicio por el Circuito Camps que se realiza en La Plata, negó que Lidia Papaleo estuviera mal después de la tortura y criticó al canciller Héctor Timerman, quien declaró la semana pasada, por “victimizar y enaltecer” a la esposa de David Graiver. También dijo que se involucró al diario La Opinión, de Jacobo Timerman, en el Caso Graiver porque lo consideraban parte del emporio del empresario fallecido y por ende, de la organización política peronista Montoneros. En la misma audiencia un testigo relató su secuestro en el centro de Arana y las torturas a las que fue sometido para que dijera dónde estaba su hermano, quien permanece desaparecido. Además, declaró un periodista que investigó la ‘Brigada Fantasma’, el temible servicio de calle de la Brigada de Investigaciones de la Policía de Quilmes, que comandó el comisario Luis Ferian, el apropiador de Pedro Nadal García.

“Escuché atentamente al canciller Héctor Timerman, y su preocupación fue por Papel Prensa y no por la memoria lastimada de su padre”, disparó con cinismo el ex cabo de policía Norberto Cozzani, quien se encuentra entre los 21 bonaerenses acusados junto a dos militares y un civil en el juicio que realiza el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de La Plata.

En una ampliación de su indagatoria solicitada al tribunal, Cozzani dijo sentirse “molesto” porque consideró que el canciller en su testimonio “enalteció y victimizó la figura de Lidia Papaleo”, y negó que la mujer hubiera estado en mal estado a pesar de las torturas.

“Aún mediante ese sistema bestial o no, como cada uno lo quiera interpretar, sucede como yo le digo: al otro día está bien”, dijo refiriéndose a las torturas con picana. Contrariamente, recordó que Jacobo Timerman se encontraba “muy mal”.

El imputado abundó sobre el “careo” al que fueron sometidos Timerman y la esposa de Graiver cuando ambos eran detenidos desaparecidos durante la dictadura, en el que los represores, explicó el reo, intentaban determinar la propiedad del diario La Opinión, porque consideraban que las empresas pertenecientes al empresario fallecido eran de la organización política Montoneros.

“Lo del diario La Opinión tiene que ver porque en uno de los informes surge que el diario era de Graiver. Entonces el concepto general que había que todo lo que era de Graiver era de Montoneros. Y todo lo que era de montoneros había que secuestrarlo en una misma bolsa”, aseguró.

Cozzani circunscribió a esa idea el careo realizado entre Lidia Papaleo y Jacobo Timerman mientras estaban en cautiverio y otros dos realizados con los periodistas del diario La Opinión Enrique Jara Pagani y Ramiro Casasbelias y con Juan e Isidoro Graiver.

En su ampliación indagatoria del 5 de junio pasado, Cozzani reconoció haber presenciado una sesión de torturas con picana eléctrica a Lidia Papaleo. Hoy reafirmó esos dichos, pero sin embargo, negó que la mujer estuviera mal y minimizó su condición de víctima: “Si yo no hubiera visto esos 10 minutos (de tortura), le diría con absoluta seguridad de que estaba bien. Como ví eso, le podría decir que tendría un dolor interior, pero de otra naturaleza”, insistió. Y negó que la mujer hubiera estado “vulnerable”.

Asimismo, negó que la preocupación por el sionismo hubiera formado parte de lo que definió como una “investigación” en la que actuó bajo las órdenes del comisario Inspector Alberto Rousse. “Con respecto a la conspiración sionista había un loco, que era el comisario (Valentín Milton) Pretti que era el jefe o el segundo del COTI de Martínez, a quien le decían Saracho. Y me parece una locura”, expresó.

La Brigada Fantasma. En la misma audiencia también declaró el periodista José Alberto Moya, quien contó al tribunal que a través del estudio de los archivos del diario El Sol de Quilmes, reconstruyó la conformación del servicio de calle de la Brigada de Investigaciones de Policía de esa localidad, que siguió funcionando luego del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y que estaba encabezada por el comisario Luis Alberto Ferián, apropiador del nieto restituido Pedro Nadal García.

“A Ferián lo recuerdo mucho porque era quien aparecía en los diarios como jefe de la Brigada Fantasma, que era un grupo operativo de la brigada de Quilmes”, explicó Moya. Y agregó: “Me llamo la atención que apareciera Brigada Fantasma encomillado en el título de muchas notas”.

El periodista contó que el medio “daba cuenta de los operativos” de ese grupo operativo y que la Brigada de Investigaciones “aparecía frecuentemente como fuente de información antes del golpe de 76 inclusive” en las notas de policiales del periódico quilmeño.

Moya explicó que inició una investigación periodística sobre lo ocurrido en la década de 1970 en la zona de Quilmes, Berazategui y Florencio Varela y que en las crónicas de policiales, además del nombre del apropiador del joven que recuperó su identidad en 2004, como jefe de esa patota, halló también los nombres de Miguel Etchecolatz y otros policías.

“La Brigada Fantasma con Ferian en la cabeza actuó en la democracia de 1975, y aparecen en los registros de los diarios de la epoca. Desde ese años, al menos, se hacen llamar de esa forma”, contó. Y agregó: “Después del golpe, los nombres de Ferian, Juarez y otros continúan apareciendo en los diarios hasta septiembre, cuando deja de publicar nombres de sus integrantes y ni de la Brigada”.


Arana y la denuncia en la Conadep. En la audiencia también declaró el sobreviviente Bernardo Gabriel Cané, un estudiante de veterinaria secuestrado en su departamento de La Plata a principios de octubre de 1976 y llevado al centro clandestino de detención que funcionó en el destacamento de Arana, lugar que reconoció cuando denunció su secuestro en la Conadep.

El testigo contó que cuando volvía de Lincoln fue sorprendido en su casa por una patota que se lo llevó por la fuerza para torturado con picana eléctica para que les dijera dónde estaba su hermano, el militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) José María “El Gato” Cané, quien 15 días después de que fuera liberado fue secuestrado en Capital Federal y todavía permanece desaparecido.

Cané recordó que en medio de su cautiverio pudo ver dónde estaba: “Me ubicaron en otro lugar solo, me levante la venda, y pude ver a través del pasillo. Vi un lugar con una ventana y vi por la persiana un micro 273, asi que supe que estaba en La Plata, que había un portón y una vía cercana”.

Finalmente, el testigo contó que al regresar la democracia integrantes de la Conadep y periodistas extranjeros lo acompañaron a recorrer el lugar y lo reconoció: “era la oficina de cuatrerismo de Arana”, dijo.
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Circuito Camps: persecución a los Graiver y pujas en el Ejército

Sociedad / Los fiscales Hernán Schapiro y Gerardo Fernández hablan de las revelaciones de la segunda parte del juicio. Los secuestros derivadas de la pelea entre Saint Jean y Viola y la detención de Timerman.
02.07.2012 | 09.13 Comentar | FacebookTwitter

Los fiscales del juicio por el Circuito Camps, Hernán Shapiro y Gerardo Fernández
Por Pablo Roesler pabloroesler@gmail.com
“Las detenciones parecerían haber sido para intentar quitarle el dinero a los Graiver y, además, con un fuerte contenido antisemita”. Con esas palabras los fiscales del juicio por el Circuito Camps, Hernán Schapiro y Gerardo Fernández, buscaron una explicación a los secuestros y torturas que la familia del empresario David Graiver padeció en la dictadura. Es que en lo que consideraron el tramo final del debate, describieron la actualidad del proceso que lleva nueve meses y que comenzó a revelar otra trama de la represión: la persecución económica a ese grupo empresario y la pelea interna de la dictadura por la sucesión de Jorge Rafael Videla en la presidencia, revelada por el secuestro del gabinete del gobernador provincial Victorio Calabró, dos facetas del genocidio que reforzaron los últimos testimonios (ver La pelea por la sucesión de Videla y El pacto y las aspiraciones de Saint Jean).

El juicio por el Circuito Camps se realiza en La Plata desde el 12 de setiembre pasado a 21 policías, dos militares –un policía y un militar murieron en el camino- y un civil, quienes son juzgados por los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 281 víctimas. En los nueve meses de debate se visualizaron dos caras de la represión: una apuntada a los estudiantes, profesionales y trabajadores que integraban la oposición política a la dictadura, que fue ventilada en el primer tramo del juicio; y la otra faceta que comenzó a juzgarse hace un mes, que apuntó a la persecución económica del grupo Graiver –que impactó con saña en su familia- y la represión sobre el gabinete de Calabró, que tiene como origen “una interna dentro del ejército, aparentemente entre (el gobernador de facto) Ibérico Saint Jean y (quien luego triunfaría ne la pelea por la sucesión de Videla) el general Roberto Viola”, explicaron los fiscales.

“En el caso Graiver hay varios componentes”, explicó a Diagonales.com Schapiro, quien junto a Fernández integra la Unidad Fiscal Federal de La Plata, especializada en juicios por crímenes de lesa humanidad. “Hay un componente de persecución económica muy claro. Sabían que David Graiver era un banquero con mucho dinero y muchas empresas y que en el medio estaba Papel Prensa. Nosotros dictaminamos en la causa iniciada por la empresa de celulosa que, prima facie, podría haber sido apropiada, pero eso no tiene que ver con las detenciones, porque cuando se producen los secuestros la empresa ya estaba transferida. Y en el juicio eso se terminó de reflejar. Las detenciones parecerían haber sido para intentar quitarle el dinero a la familia Graiver y además tuvo un fuerte contenido antisemita. Por eso creo que tenía que ver con una persecución económica”, redondeó Schapiro.

-A criterio de la ficalía ¿Qué viene quedando demostrado en el juicio respecto de la represión a la familia Graiver? Schapiro: –Viene quedando claro que había una persecución económica a la familia, que sabían que el grupo manejaba mucho dinero y que tenían la idea de que tenían plata de Montoneros, que creían que la organización política había depositado en el grupo para que les diera intereses. Eso lo estableció Norberto Cozzani en la indagatoria y también lo dijo Isidoro Graiver. Venía por ahí, por tratar de sacarles la plata y dejarlos fuera de juego, y para eso después les hacen el concejo de guerra.

Halcones y palomas. La represión de la que fueron víctimas los integrantes del gabinete del gobernador depuesto en 1976, Victorio Calabró -que comenzó a ventilarse en el debate a finales de mayo- reveló la persecución y las torturas a un grupo de prisioneros de la dictadura que quedaron rehenes de una interna dentro del Ejército Argentino por la sucesión en la presidencia de facto de la dictadura.

“En el caso del gabinete de Calabró lo que surge de los testimonios es que fue una investigación, entre comillas, tendiente a determinar irregularidades durante su gestión. Pero en lugar de hacer una investigación administrativa o judicial lo que se hizo fue un secuestro masivo con los métodos de un centro clandestino de detención”, detalló Fernández.

“Era claramente una pantalla. Y lo que aparece es que había una interna en el Ejército, aparentemente entre Saint Jean y (el Comandante en Jefe del Ejército y en 1981 sucesor de Videla) Roberto Viola”, amplió Schapiro.

F: –Viola se candidateaba como el reemplazante de Videla y era resistido por los sectores duros que encarnaba (el jefe del Primer Cuerpo del Ejército, Guillermo) Suárez Mason, de quien Saint Jean era su aliado central, que era el sector duro, el cual a fines del ‘78 cayó en desgracia. Lo que va surgiendo en el juicio es que estos tipos ven la posibilidad de pegarle a Viola a través de un protegido suyo que era Calabró. Eso es lo que están diciendo todos los testigos: buscaban entrarle a Viola encontrando algo en el gabinete provincial.

S: –Los torturaron de una manera tremenda. Como ejemplo está el caso de (el ex secretario de gobierno provincial y testigo en el juicio) Juan Destéfano, a quien incluso lo sacaban de la Unidad 9 donde estaba preso a disposición del Poder Ejecutivo para llevarlo a un centro clandestino para torturarlo. También está el caso de lo que pasó con la familia de (el ex ministro de economía) Ramón Miralles, que como no lo encontraron secuestraron a sus hijos y a su nuera, y los torturaron terriblemente.

F: –Lo más extraño de todo esto es que a Calabró, que era la cabeza, no lo tocaron. Él estaba protegido dentro de los límites de Capital Federal.
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Héctor Timerman, al retirarse de la audiencia del juicio por el Circuito Camps Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com
En su declaración del último martes, en el juicio por el Circuito Camps, el canciller Héctor Timerman señaló el vínculo entre el secuestro de su padre y la apropiación de la papelera. Y al salir de la audiencia resaltó: “La demonización de David Graiver por los medios hegemónicos de entonces, que eran Clarín, La Nación y La Razón, se debía a la necesidad de hacer pasar lo más desapercibido posible la apropiación de Papel Prensa”.

–También el secuestro de Jacobo Timerman se vincula con el de los Graiver, por el tema del diario La Opinión. Y lo que viene surgiendo en el juicio es que las torturas que padeció lo destrozaron, que se produjo un ensañamiento brutal-, explicó el fiscal Gerardo Fernández.

-En estos casos aparece también el antisemitismo.
Fernández: –Si, es claro, pero no es exclusivo. El secuestro de Timerman genero gran repercusión mundial y ni eso los detuvo.

Schapiro: –Hay declaraciones uniformes de todos los que lo vieron, porque hay incluso gente que declaró que en Puesto Vasco lo trataron bien, pero todos dicen que a Timerman lo habían destrozado físicamente.
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El pacto y las aspiraciones dictatoriales de Saint Jean

El ex diputado Mario Medina recordó que durante su secuestro, uno de los imputados le habló de una maniobra del entonces gobernador de la dictadura por vencer a Viola en la pulseada para suceder a Videla.
01.07.2012 | 15.39 Comentar | FacebookTwitter

Cozzani durante su declaración en el Circuito Camps. Fue quien trasladó a Medina (Foto: Esteban Martirena)--
“Ese traslado fue un secuestro eminentemente político”, explicó el ex diputado provincial por la Juventud Peronista, Mario Medina, al declarar en el juicio por el Circuito Camps sobre la situación que atravesó en julio de 1977.

El testigo contó que en aquel momento fue retirado del penal de Rawson donde estaba preso luego de haber sido detenido el 23 de marzo de 1976. Su traslado estuvo a cargo del policía Norberto Cozzani, ahora imputado en el juicio, quien lo trajo a La Plata, quien le confesó que actuaba por orden de Miguel Etchecolatz, para que Iberico Saint Jean fuera presidente.

-Te voy a decir porque te estamos trasladando. Nosotros tenemos la declaración de un ministro del gobernador Calabró de que vos tenés que saber de un pacto que él hizo con Montoneros-, contó el testigo que le dijo Cozzani cuando lo trasladaba.

-De eso no se nada. Jamás hable con Calabró, nunca lo hice porque estábamos en las antípodas– respondió Medina.

-Vos participaste- insistió Cozzani. Y agregó: -Hubo un pacto auspiciado por Viola entre Calabró y Montoneros. Si nosotros llegamos a determinar con tu declaración de que existió ese pacto, Viola no podrá ser el presidente y va a ser Saint Jean. Y nuestra pelea, por eso te vinimos a buscar, es que Saint Jean sea presidente de la república. Porque si viola aceptó la relación que tiene con Calabró, se va a considerar dentro del ejército como una traición, y no va a poder ser presidente.

En la audiencia de juicio, donde recordó ese diálogo de hace 35 años, Medina explicó: “Nunca supe de ese pacto entre Calabró y Montoneros. Pero para convencerlos de eso me pasaron, por lo menos, por 30 sesiones de picana eléctrica. Me destruyeron durante casi cuatro meses en La Plata”, recordó el testigo.
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La pelea por la sucesión de Videla

Al menos seis testigos revelaron la trama de secuestros vinculada con una pulseada entre Viola y Saint Jean por la sucesión de Videla..
01.07.2012 | 15.20 Comentar | FacebookTwitter

Todos los procesados del Circuito Camps en el corralito. En Primera fila, Saint Jean, el médico Berges y Etchecolatz
En lo que va del juicio por el Circuito Camps ya declararon seis testigos relacionados con los secuestros y torturas a miembros del gabinete del ex gobernador Victorio Calabró, de cuyos testimonios surgió que la cúpula provincial de la dictadura buscaba hallar alguna irregularidad que perjudicara a su protector, el Comandante en Jefe del Ejército Roberto Viola, quien emergía como sucesor del dictador Jorge Rafael Videla, opacando las aspiraciones presidenciales del gobernador de facto bonaerense, Ibérico Saint Jean.

Entre los testigos, habló el diputado provincial por la Juventud Peronista, Mario Medina, a quien secuestraron para que confesara un supuesto pacto entre Montoneros y Calabró.

En la última audiencia de mayo y las que le siguieron en junio declararon el ex secretario de la Gobernación Juan Destéfano; el ex ministro de Obras Públicas de Calabró, Alberto Salomón Liberman; y el ex director de ceremonial, Héctor Ballent. Todos ellos fueron secuestrados en mayo de 1977 y torturados salvajemente. También hablaron el hijo del ministro de economía de Calabró, Carlos Miralles, y su esposa Luisa Villar Riat, quienes relataron que fueron detenidos y torturados como rehenes para que el funcionario se entregue.

Todos señalaron a los imputados Iberico Sain Jean, Miguel Etchecolatz y Norberto Cozzani como responsables de los secuestros.
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Timerman denunció la participación de civiles en el secuestro de su padre

Sociedad / El canciller argentino declaró en el juicio por el Circuito Camps y apuntó al ex gobernador Saint Jean y el civil Jaime Smart. Vinculó el secuestro de su padre a la apropiación de Papel Prensa. También declararon su hermano Javier Timerman, el ex detenido Mario Medina y el hijo de desaparecidos, Mario Cugura.
27.06.2012 | 14.03 Comentar | FacebookTwitter
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El canciller Héctor Timerman declaró como testigo en el juicio por el Circuito Camps (Foto Matias Adhemar)-
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

El ministro de Relaciones Exteriores Héctor Timerman declaró en el juicio por el Circuito Camps y denunció la participación de civiles en el secuestro y torturas a su padre, el dueño del diario La Opinión, Jacobo Timerman, y apuntó a dos imputados en el proceso: el ex gobernador bonaerense durante la dictadura, Ibérico Saint Jean, y su ministro de gobierno, el abogado Jaime Smart y presentó cables de la embajada norteamericana con los que remarcó “el poder de decisión sobre la vida y la liberación o sobre la tortura y la muerte” que esas personas tenían sobre su padre. Además, vinculó el hecho “a la apropiación de la empresa Papel Prensa y de la necesidad de secuestrar a Lidia Graiver para concretar esa apropiación”, explicó. En la misma audiencia también el hermano menor del funcionario, Javier Timerman, recordó los hechos que causaron “la destrucción de mi familia”, dijo.

El canciller declaró ante el Tribunal Oral Federal Nº1 de La Plata donde recordó el secuestro y las torturas que sufrió su padre en los centros clandestinos Puesto Vasco y COT1 Martínez, y presentó cables que intercambiaban la embajada de Estados Unidos y el Departamento de Estado norteamericano durante la dictadura, que daban cuenta del rol que cumplieron el gobernador y su gabinete: “Estos cables demuestran el rol que jugó el gobernador Ibérico Saint Jean y su gobierno y el poder de decisión que tenía sobre la vida y la liberación o la tortura y la muerte de Jacobo Timerman”, remarcó el actual canciller argentino.

Timerman recordó el drama familiar causado por el secuestro de su padre el 15 de abril de 1977 en la casa en la que vivía con su esposa y sus tres hijos. Además remarcó que en ese período la familia fue despojada de sus bienes y del diario La Opinión –en el que la dictadura realizó razzias entre los periodistas y desapareció a Enrique Raab y Edgardo Sajón, contó.

El primer reencuentro con su padre fue a los 45 días de haber desaparecido en la alcaidía de la Policía Federal. “A mi padre lo vimos llorando, golpeado completamente, con la ropa rota. Y recuerdo que lo que le decía a mi madre era muy duro: ‘olvidensé de mi porque yo nunca voy a salir de acá’. Llevó mucho tiempo que él se reponga”, recordó Timerman. Y contó que al poco tiempo desapareció nuevamente durante 30 días.

El canciller contó que el director del diario La Opinión fue sometido a torturas brutales “salvajes” y explicó que las razones variaban según el torturador: “Había tres grupos que participaban de las torturas: uno integrado por Ramón Camps y el cura Christian Von Wernich que centraban su acusación en el carácter subversivo de La Opinión y en el de mi padre como supuesto activista sionista en contra del país. Había otro grupo que era gente más preparada, más culta, con conocimientos de economía y política internacional que estaban interesados en el aparato subversivo, en las relaciones económicas entre grupos económicos y la subversión, que estaban vinculados más al tema de la investigación del caso Graiver”, recordó.

También dijo que el tercer grupo lo integraban “los torturadores que su único intención era causar daño a la persona”.

En su declaración, Timerman introdujo recortes del diario que dirigía su padre que evidenciaban la pelea pública con el gobierno de facto provincial. El canciller leyó un recorte del 9 de julio de 1976 en el que el periódico publicó la primera crítica a Saint Jean que rápidamente se extendió a los miembros de su gabinete, puntualmente al ministro Jaime Smart, y recordó que una de las críticas que más había molestado al dictador provincial fue un artículo del 20 de octubre de 1976 que levantaba un discurso suyo en el Instituto para el Desarrollo Ejecutivo (IDEA), en el que había dicho: “En esta lucha ideologica, integral, no se puede ser ni neutral ni ambivalente. Unos sucumbirán por indiferentes, los otros serán fusilados por colaboracionistas”.

“Estas opiniones que solo publicaba La Opinión era lo que molestaba a este grupo de civiles de La Plata que se dedicaba a estudiar el diario y hacer análisis ideológicos”, dijo Timerman tras leer textualmente. Y señaló que las personas de ese grupo que nombraba la opinión eran: el gobernador, Jaime Smart, Juan Torino, Héctor Munilla Lacasa, Edgardo Frola, Alberto Rodríguez Varela, Roberto Durrieu y Roberto Bulrich.

Además, para puntualizar las acusaciones, recordó: “COTI Martínez y Puesto Vasco son los lugares donde estuvo mi padre, y eran comisarías que dependían del general Saint Jean y de su ministro de gobernación Jaime Smart”.

Timerman - Graiver. “La demonización de David Graiver por los medios hegemónicos de entonces, que eran Clarín, La Nación y La Razón, se debía a la necesidad de hacer pasar lo más desapercibido posible la apropiación de Papel Prensa”, dijo a la salida de los Tribunales de La Plata el canciller Héctor Timerman tras su declaración en el juicio por el Circuito Camps, donde señaló el vínculo entre el secuestro de su padre y la apropiación de la papelera.

Ante los jueces del TOF1, el canciller recordó la participación del general Oscar Gallino: “Fue uno de los que interrogó a mi padre y es el mismo que tenía relaciones con los tres diarios por el despojo que sufrió la familia Graiver de Papel Prensa. Al mismo tiempo mi padre perdió todas sus propiedades”, explicó.

Resaltó también que los Graiver fueron tratados como delincuentes “por la construcción mediática que se hizo de la familia y del caso” y se preguntó: “¿Por qué se construyó un caso como si fueran los mayores enemigos de la Argentina?”. La respuesta, dijo, surgió de la denuncia por la apropiación de Papel Prensa: “Tenían que crear un Graiver culpable porque los diarios Clarín, La Nación y la Razón, en combinación con la dictadura militar, querían apropiarse de la única fuente de papel de Argentina. Entonces a Timerman lo secuestraron y a ellos les dieron Papel Prensa. Ahí está el por qué crearon un gran monstruo”.

Javier Timerman. El hermano del canciller contó ante el TOF1 que era el menor de los tres hermanos y que en 1977 tenía 16 años. Tras recordar el secuestro de su padre y la búsqueda encarada por su madre y su hermano mayor, relató que ese mismo año se exilió en Israel, donde comenzó a denunciar lo que ocurría en el país.

Timerman contó que mientras su padre estuvo detenido desaparecido, tuvo la oportunidad de verlo en una comisaría a la que le llevó su boletín de la escuela, para demostrarle que seguía estudiando.

El hombre, que actualmente vive en Nueva York, contó que en diciembre de 1977, con 16 años, tuvo que exiliarse y recordó que cada vez que nunca más pudo volver a radicarse en el país.

En su declaración, resaltó que el drama de la dictadura no abarcó solamente a la víctima, sino también a la familia: “Esto es parte de la destrucción familiar que causó el genocidio. Esto que relato es lo que ocurrió con la mía, pero hay cientos, miles de familias destruidas”, remarcó.

Circuito Camps: La restitución a padres vivos de una niña apropiada en dictadura en primera persona

Testimoniaron una mujer apropiada por un policía y su mamá que la buscó ocho años. También hablaron una mujer que busca a su hermana y los hermanos del apropiador de Pedro Nadal García.
26.06.2012 | 15.39 Comentar | FacebookTwitter
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María Eugenia Gatica -restituída en 1985- y su mamá Ana María Caracoche en el juicio por el Circuito Camps (Foto Matías Adhemar)
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

“El día que me entregaron, el juez me preguntó si quería ver a mis padres y yo de inmediato dije que si. Me acuerdo que abrí una puerta y ahí estaban ellos estaban ahí”. Como una escena mágica recordó ayer María Eugenia Gatica aquel día de 1985 cuando ocho años después de haber sido apropiada por un policía Bonaerense, volvió a encontrarse con su familia, convirtiéndose en el único caso de restitución a ambos padres vivos. De esa búsqueda pero también de su propio secuestro y de la apropiación de su otro hijo habló su mamá, Ana María Caracoche, durante la audiencia del juicio por el Circuito Camps que se realiza en La Plata, en el que mañana dará testimonio el canciller argentino Héctor Timerman por el secuestro y torturas en el Puesto Vasco a su padre, Jacobo Timerman, durante la dictadura cívico militar.

Madre e hija testimoniaron en una nueva audiencia del juicio por crímenes de lesa humanidad que realiza el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, en el que Caracoche recordó que su hija “fue desaparecida en La Plata el 16 de marzo de 1977, junto con la familia compuesta por José Abdala, Susana Falabela y José Sabino, el hijo de dos años y ocho meses. María Eugenia tenía un año y cuatro meses”.

Ese fue el comienzo de la tragedia: Caracoche recordó que un mes más tarde fue secuestrada de su casa y separada de su otro hijo, Felipe, de 4 meses. Contó que el nene quedó en manos de vecinos y que tras su liberación un mes después no pudo hallarlo. Dijo que debió exiliarse con su esposo en Brasil y que recién pudo recuperar al nene a la vuelta de la democracia, en diciembre de 1984.

Al año siguiente, junto con las Abuelas de Plaza de Mayo halló también a su hija: “En diciembre llegó la denuncia sobre una nena con otro nombre y otra edad que tenía las características de María Eugenia”. Cuando hicieron la extracción de sangre para el cotejo el resultado fue con un porcentaje altísimo: “Nosotros somos los únicos de los niños restituidos hasta hoy con mamá y papá vivos”, explicó la mujer.

Pero al verse cercados, el comisario Rodolfo Silva y su esposa Amanda Elisabeth Colard, quienes habían anotado la nena como propia con un certificado de nacimiento falso, escaparon. Y Abuelas publicó la foto de María Eugenia en la televisión.

“Me acuerdo que yo miraba la tele y vi mi foto con un mensaje que decía que mi mamá y mi papá me buscaban. No se cuándo fue eso, pero me acuerdo muy bien. Y ellos (los apropiadores) no me explicaron qué significaba. Y ya entonces empecé a dudar que fuera hija de ellos”, recordó la mujer, que poco después fue hallada y restituida a su familia por el juez Antonio Borrás.

Para declarar ante el tribunal que preside Carlos Rozanzki, madre e hija viajaron desde Victoria, la capital del estado brasilero de Espíritu Santo, donde viven desde 1989. “Ahí vivimos más libres, sin cargas”, explicó la decisión María Eugenia.

Apropiaciones. En la audiencia de hoy también declaró Clara Petrakos, hija de María Eloísa Castellini, una mujer secuestrada en La Plata en noviembre de 1976. “Ella estaba embarazada y alrededor del 10 de abril de 1977 da a luz a una niña, mi hermana, en un mugroso pasillo del pozo de Banfield. Mi mamá y mi hermana permanecen desaparecidas, pero yo se esto por numerosos testimonios”, explicó la testigo.

La mujer reveló que en la búsqueda de su hermana, su tía halló tres partidas de nacimiento firmadas por el médico policial imputado en el juicio, Jorge Bergés. “Por la conocida relación del policía médico con los partos en pozo de Banfield y otros centros clandestinos de detención, es que en 1986 mi tía inicia una causa judicial con tres partidas firmadas por él, porque se pensaba que una de ellas podía ser mi hermana”.

La búsqueda no dio resultado, pero creo las bases para encontrar en 1997 a una hija de desaparecidos. La joven encontró a una chica en Salta a quien sus padres habían adoptado en una clínica de Berges y que habían anotado en una partida de nacimiento con la fecha real de nacimiento.

“Es evidente que Bergés tenía un registro de las fechas reales de nacimiento”, dijo Petrakos, y recordó que esa chica supo en junio de 1999 que era hija biológica de Aida Sans y Eduardo Gallo, ambos desaparecidos, quienes según testimonios de sobrevivientes habían tenido una hija en cautiverio que había nacido el 27 de diciembre de 1977, “tal cual figuraba en la partida que firmó Bergés, aunque había sido realizada en marzo del ‘78”, recordó la testigo.

La patota. En la audiencia también declararon Roberto y Juan Carlos Ferián, hermanos del policía Luis Alberto Ferián, el apropiador de Pedro Luis Nadal García, un nieto cuya identidad fue restituida en 2004. Los hombres recordaron que tenían poco diálogo con su hermano y el segundo reveló que había sido policía en la Brigada de Investigaciones de Quilmes hasta el año 1971 donde denominaban “patotas” a los grupos operativo. También dijo que supo que la partida de nacimiento del chico apropiado la había firmado Bergés y aseguró que conocía al policía acusado en la causa, Jesús Bernabé Corrales, “desde hace 40 años”.

“Las patotas éramos cuatro o cinco policías, a eso se le llamaba la patota. Vos estabas en una patota. Eramos cinco policías: estaba el oficial, que era el encargado, y después estaba el subalterno. Eso era. Ahora no se cómo se les dice”, contó el ex policía, que dijo que no tenía mucho contacto con su hermano Luis Alberto, porque “yo era de otro palo, yo era vago y el era policía”.


Timeman. En la audiencia de mañana, que comenzará a las 11, declara el canciller Héctor Timerman y su hermano Javier, quienes recordarán cuando su padre, entonces director de La Opinión, fue detenido el 15 de abril de 1977 y llevado al centro clandestino Puesto Vasco, donde fue torturado e interrogado por sus vínculos con el fallecido propietario de Papel Prensa, David Graiver.
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Circuito Camps: declara el canciller Timerman

Lo hará por el secuestro y torturas que sufrió su padre Jacobo, fundador del diario La Opinión, durante la última dictadura militar. También declara su hermano Javier.
26.06.2012 | 11.51 Comentar | FacebookTwitter

El canciller Héctor Timerman en una conferencia de prensa
El canciller Héctor Timerman declarará este martes por el secuestro y torturas que sufrió su padre Jacobo Timerman, fundador del diario La Opinión, durante la última dictadura militar. Es en el juicio que se lleva adelante en La Plata por los delitos cometidos en el Circuito Camps. Antes lo hace su hermano Javier.

Timerman llegó puntual al edifico de la ex Amia, ubicado en 4 entre 51 y 53, y resaltó ante los medios que lo esperaban el valor de los juicios que se están llevando a cabo en todo el país. Respecto a la investigación sobre el secuestro de su padre y la apropiación de Papel Prensa en épocas de la dictadura, adelantó que ofrecerá a los jueces documentación obtenida en Estados Unidos.

Además del canciller declara su hermano Javier, quienes rememorarán lo ocurrido el 15 de abril de 1977, cuando el entonces director de La Opinión fue detenido y llevado al centro clandestino de detención Puesto Vasco, donde fue torturado e interrogado por sus vínculos con el entonces ya fallecido propietario de Papel Prensa, David Graiver.

La viuda de Graiver, Lidia Papaleo, ya declaró semanas atrás por su secuestro en este juicio y recordó un encuentro con Timerman mientras ambos permanecían en cautiverio. La testigo recordó que fue llevada a la Jefatura de Policía de La Plata, donde estaba Ramón Camps y el torturador Norberto Cozzani para que les entregara las acciones que tenía Graiver del diario La Opinión. Allí tuvo un careo con Timerman, dueño de ese diario, tras lo que Cozzani la llevó hasta la casa del abogado platense Julio Sager, quien guardaba las acciones.
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Detienen a un ex policía por la apropiación de Clara Anahí

Sociedad / Está acusado por los homicidios cometidos durante el ataque a la casa Mariani Teruggi en 1976 y del robo de la nieta de Chicha Mariani. Había reconocido su participación en el hecho.
21.06.2012 | 17.42 Comentar | FacebookTwitter
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Chicha Mariani durante la inspección en la casa de la calle 30, donde asesinaron a su nuera y secuestraron a su nieta
Por Pablo Roesler pabloroesler@gmail.com

El ex policía Cecilio Reynaldo Gómez fue detenido por la Justicia federal platense acusado por los homicidios cometidos contra cinco personas y por la apropiación de la bebé Clara Anahí Mariani, ocurrido en el mismo ataque conjunto contra la vivienda del matrimonio Mariani Teruggi en plena dictadura, en 1976.

Gómez fue detenido en su casa de Berazategui por orden del juez federal Nº3 Arnaldo Corazza, en el marco de la causa 208, un desprendimiento del expediente que está siendo juzgado en el juicio por el Circuito Camps, que investiga hechos cometidos en los centros clandestinos que funcionaron en la Brigada de Investigaciones, Arana y comisaría Quinta.

El ex policía fue apresado por efectivos de la Policía Bonaerense el miércoles pasado, y el mismo día el magistrado lo indagó y lo procesó por su participación en el ataque a la casa de calle 30 entre 55 y 56, cometido el 24 de noviembre de 1976, donde fue asesinada la dueña de casa, Diana Teruggi, otros cuatro compañeros de militancia, y robada su hija, Clara, a quien su abuela Chicha Mariani todavía busca.

El 16 de junio de 1999, Gómez declaró ante la Cámara Federal de La Plata en el Juicio por la Verdad, donde reconoció haber participado del ataque. El policía dijo que ese día estuvo en el lugar del ex jefe de la Policía, Ramón Camps, y su Director de Investigaciones, Miguel Angel Etchecolatz.

En esa audiencia Gómez declaró haber estado sobre el techo de una casa vecina junto con el ex suboficial Néstor Busatto, quien resultó herido, y Osvaldo Sconza, quien falleció en el cruce de disparos con los militantes peronistas que se defendían del ataque desde dentro de la casa.

El ex policía dijo que tenían la orden de ingresar a la vivienda, pero que al ser alcanzados por los disparos, sus compañeros cayeron dentro de una habitación de la casa vecina. Además, dijo que él también había sido herido.

En el Juicio por la Verdad, tanto Gómez como Busatto negaron haber escuchado llantos de la bebé Clara Anahí o saber qué pasó con ella. Los dos recordaron que en noviembre de 1977, Camps les dio un "reconocimiento" por ser "heridos en servicio".
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Circuito Camps: “Cuando recuperás la identidad también la recupera tu familia”

Sociedad / Pedro Nadal, apropiado durante la dictadura y restituido en 2004, y su padre declararon y señalaron a Jorge Bergés, el médico que firmó la partida de nacimiento falsa. También declararon amigos y familiares de su mamá que sigue desaparecida. El fotógrafo que denunció la apropiación.
19.06.2012 | 20.36 Comentar | FacebookTwitter
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Circuito Camps - El nieto recuperado Pedro Nadal dio testimonio sobre su apropiación en la dictadura (Foto: Esteban Martirena)-
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Un joven que recuperó su identidad en 2004, Pedro Luis Nadal García, y su padre que lo buscó durante 30 años, Jorge Nadal, declararon en la audiencia del juicio por el Circuito Camps y señalaron a uno de los imputados como responsables de la apropiación: el médico policial Jorge Berges, quien firmó el certificado de nacimiento falso. Ante el acusado, que asistió a la declaración en su silla de ruedas, el joven repasó la mentira construida por sus apropiadores, un policía de la Brigada de Quilmes que en su casa lo presentaba como a su sobrino y una mujer que se empeció en ocultarle la verdad, hasta la búsqueda de su madre desaparecida que emprendió apenas supo quien era y que aún continúa. El padre contó luego su secuestro y la búsqueda de tres décadas que culminó disfrazado de cartero para poder acercarse a quien creía su hijo y que las pruebas de ADN le dieron la razón. También declararon familiares y amigos de la mujer desaparecida, y un fotógrafo de la revista 7 Días, Juan Vera, quien apenas retornada la democracia denunció el caso en Abuelas.

En una nueva audiencia del juicio que se realiza en la ex Amia de 4 entre 51 y 53, donde el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 (TOCF1) juzga a 24 imputados por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 281 víctimas, Jorge y Pedro Nadal relataron sus búsquedas junto a las Abuelas de Plaza de Mayo. Otro joven recuperado, el platense Leonardo Fosatti; otro padre que halló a su hijo, Abel Madariaga, y la titular de Abuelas de La Plata, Jorgelina “Coqui” Pereyra, acompañaron las declaraciones desde el público.

EL HIJO. “Me notificaron del juzgado Nº3 del juez (Arnaldo) Corazza y cuando me presenté no sabía porqué iba. Si bien tenía dudas, nunca me imaginé que iba a ir a un juzgado a despejarlas”, comenzó su declaración Pedro Luis Nadal García, de 37 años y padre de tres hijos.

Ante los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela, el nieto recuperado recordó que nació el 29 de mayo de 1975, en Resistencia, Chaco, catorce días después de que una patota secuestrara a su papá en el Conurbano Bonaerense. Durante los siguientes diez meses vivió con su mamá, Hilda Magdalena García, y su hermano Carlos, en una vivienda de la localidad bonaerense de Guernica.

De esa casa fueron secuestrados entre el 5 y el 10 de marzo de 1976, e inmediatamente fue apropiado por el ex policía de la Brigada de Quilmes –donde funcionó luego el centro clandestino Pozo de Quilmes-, Luis Alberto Ferian, quien lo anotó como propio y se lo entregó a su pareja: Yolanda Isabel De Francesco, quien lo crió en su casa de Berazategui a pesar de que estaban separados.

“Mi apropiadora me decía: ‘tenes que pasar tiempo con él porque es tu padre’”, recordó. Para Pedro Nadal, esa era su verdad: que era hijo un extramatrimonial del policía. “En la casa de él no le podía decir papá. Le tenía que decir tío. Él tenía una familia formada con esposa y dos hijos, y a ellos les decía que era el primo. Sólo en nuestra casa era mi papá; para afuera decía que era mi tío”, recordó el joven.

Con ese “doble discurso” creció. Y se casó y se fue de la casa de su apropiadora. Y convivió con las dudas, recordó en la audiencia. Por eso cuando fue a la justicia aceptó de inmediato hacerse un estudio de ADN. Y fue a Abuelas de Plaza de Mayo, pero debía esperar los resultados para saber, entonces, explicó, comenzó una investigación personal sobre su origen.

“Abordé a sus familiares con los que me daba un poco más que era el cuñado de Ferián, Antonio Bozo. Él se quebró y me dijo que era cierto que yo era hijo de desaparecidos”, contó. Y siguió: “Me dijo: ‘tu papá, Ferián, entró en una casa de Quilmes con su equipo, se enfrentaron y mataron a todos. Y el bebé que lloraba eras vos, y como eras muy chiquito, se quedó con vos”.

Esa fue la primera versión que tuvo. Pero su búsqueda siguió y entre los papeles que guardaba su apropiadora encontró certificados de vacunación y la partida de nacimiento falsa en la que Bergés estampaba su firma.

Luego supo por la esposa de Bozo que De Francesco le había contado otra historia: “A vos te trajo Ferián de una celda de la Brigada de Quilmes. Estabas vos sentadito al lado de tu mamá, que tenía los ojos vendados”, reconstruyó Nadal. Luego supo que el policía tenía una relación estrecha con Bergés.

De lo que había compartido con su apropiador, Pedro rescató un listado de nombres de policías que habían actuado con el en un grupo de tareas que se hacía llamar ‘Brigada Fantasma’. Esas personas que Ferian le mencionaba una y otra vez eran: “un tal Polo, un tal Oscar que podía ser Oscar Simieli, un tal Carlitos, Jorge Cabañas (que vivía frente a la casa de su apropiadora: ‘cuando era chico me decía zurdito y yo no entendía por qué’, recordó) y Corrales”, recordó. El último apellido coincide con el de Bernabé Jesús Corrales, uno de los imputados en la causa.

Luego de su declaración dijo a la prensa que cuando recuperó su identidad “también la recuperó su familia”. Y repitió la interpelación a los represores que hizo en el estrado: “Que confiesen sus delitos, particularmente por los desaparecidos, para poder encontrarlos. Es muy importante para nosotros. Y ellos deberían tener un poco más de huevos y hacerse cargo”.

EL PADRE. Jorge Adalberto Nadal era un militante del PRT-ERP que la represión previa al golpe obligó a refugiarse en la clandestinidad. El hombre contó que el 16 de mayo de 1975 fue secuestrado en su casa del conurbano y llevado a la Brigada de Quilmes, que ya funcionaba como un centro clandestino. Allí vio por primera vez a Bergés.

Nadal contó que tras permanecer detenido como preso político en distintas cárceles del país, obtuvo la opción para retirarse del país y se exilió en París, donde se reencontró con su hijo mayor, Carlos. Desde Europa comenzó la búsqueda de Pedro y recién en 2004, ya devuelta en Argentina, tuvo los primeros resultados.

Los datos que pudo recopilar lo llevaron hasta la empresa IBM, donde trabajaba un hombre de apellido Ferián. Y tramó una idea: tener un contacto visual que le permitiera descartar sus dudas. Un día a las 9 de la mañana se presentó en el edificio de la empresa simulando ser un cartero: “Traigo una correspondencia para Luis Alberto Ferian”, dijo al recepcionista.

-Déjela que se la entrego.- le respondió el empleado.
-No señor, tengo la orden de entregarla en mano.- insistió Nadal.
-No se puede.- reiteró el recepcionista- démela a mi que se la llevo.
-Imposible. Yo soy un mensajero y tengo la consigna de entregarla en mano.- porfió Nadal, que ante la negativa reiterada decidió irse.
Ya llegaba a la puerta cuando el recepcionista lo paró: -Bueno, vuelva al mediodía que Ferian baja a almorzar.- le dijo.
Nadal esperó en un bar de la zona y a las 12 estuvo de nuevo en el lugar. Cuando vio al hombre alto que bajaba las escaleras no dudó. “¿Vos sos Ferián? Le pregunté. Cuando me dijo que si, lo miré y me dije: ‘este es mi hijo’”.

Al día siguiente fue a ver al juez Corazza y le pidió que cite a joven para pedirle que se hiciera un análisis de ADN. Ese fue el principio del desenlace.

EL FOTÓGRAFO. El fotógrafo Juan Vera conoció al ex policía Alberto Ferian apenas regresada la democracia en 1985, durante un asado en una sala de primeros auxilios de Ranelagh, Berazategui, donde el represor se presentó como tal sin pudor y recordó haber sido condecorado por el jefe de la Bonaerense en la dictadura, Ramón Camps.

El vínculo de Vera con el represor fallecido en 1995 era muy lejano y a través de la madre de su esposa que salía con el hermano del represor, y sabía que era integrante de lo que conocían como “la patota de Quilmes”. Por eso también conocía donde vivía su primera mujer con la que tenía un hijo. Pero al chico no lo conocía.

“Lo supe después –explicó Vera al Tribunal- cuando en una conversación la mamá de mi mujer me dijo ‘este tipo es pesado’, y ahí empecé a pensar que era parte del aparato represivo y asocié. Y empecé a pasar por la casa de su ex mujer y un día salió un chico que me saludó y era el pibe que me traía el diario todos los días. Y por la edad del pibe yo empecé a sospechar que podía ser apropiado”.

Vera entonces era bicicletero y le habían pagado el arreglo de una bici con una vieja cámara de fotos. Entonces, contó, tomó la decisión de tomarle una foto al joven. “Y con todos los datos que fui juntando, en el 85 yo le llevé todos los datos a Abuelas con una fotito que le saqué yo cuando fue a la bicicletería”, recordó. Y culminó: “A los 20 años supe que había recuperado la libertad”.

Circuito Camps: “Nos vincularon porque la familia Graiver eran clientes del negocio”

Sociedad / El cambista Julio Daich fue secuestrado y mantenido en cautiverio durante nueve meses por los vínculos comerciales de una casa de cambio con el grupo del empresario David Graiver. Recordó haber visto detenida a Lidia Papaleo. Comenzaron a ventilarse los crímenes de San Justo.
18.06.2012 | 20.05 Comentar | FacebookTwitter
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Jorge Daich recordó su secuestro vinculado al caso Graiver en el juicio por el Circuito Camps (Foto: Esteban Martirena)
Por Pablo Roesler pabloroesler@gmail.com
“Yo formé parte del caso Graiver”, dijo el cambista Julio Daich al declarar en el juicio por el Circuito Camps y recordó que fue interrogado en dos oportunidades en el centro clandestino Puesto Vasco sobre Juan Graiver, que era el principal cliente de la casa de cambio de La Plata en la que trabajaba y que señaló como la razón por la que fue vinculado al caso. Uno de los imputados en la causa, Norberto Cozzani, admitió días atrás haber realizado el allanamiento en el comercio e interrogado a la víctima en el centro clandestino. El testigo también contó que vio a Lidia Papaleo de Graiver en el pozo de Banfield, que compartió cautiverio con Isidoro y con el padre del actual canciller argentino, Jacobo Timerman.

“Fui detenido en marzo de 1977 y privado de mi libertad durante 9 meses. Yo era empleado de Cambios Marra S.A y la familia Graiver eran clientes del negocio. A raíz de eso nos vincularon”, recordó Daich en una nueva audiencia del juicio en el que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata juzga a 24 imputados por crímenes cometidos contra 281 víctimas, entre ellas los miembros de la familia del empresario David Graiver, secuestrados en dictadura poco después de que fueran desapoderados de la empresa Papel Prensa.

Daich contó que fue secuestrado al día siguiente de un allanamiento en la casa de cambios ubicada en 7, entre 46 y 47. Dijo que fue llevado a la comisaría Novena de La Plata junto con el dueño del comercio, Dante Marra, y otros cuatro empleados. Desde esa seccional policial ubicada en pleno centro platense fue trasladado en dos oportunidades a Puesto Vasco para ser interrogado.

“Me llevaron con los ojos vendados. Los interrogatorios también fueron con los ojos vendados”, recordó Daich. Y agregó: “Me preguntaron quién era el mejor cliente y yo les dije Juan Graiver, porque era el presidente del Banco y era un buen cliente”.

En la audiencia del 4 de julio pasado, el ex policía Cozzani además de admitir haber presenciado las sesiones de torturas a las que fue sometida Lidia Papaleo, Isidoro y Juan Graiver, confesó haber encabezado el allanamiento a Cambios Marra S.A y los interrogatorios: “Yo le tomé declaración a Daich en una oficina de Puesto Vasco. No estaba detenido ahí, solo le tomé declaración en ese lugar”, reveló el imputado.

Daich contó que permaneció 60 días incomunicado en la seccional Novena de La Plata y que cinco días antes de ser puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional fue llevado al centro clandestino que funcionó en la Brigada de Investigaciones de Policía de Banfield donde estuvo cinco días sin comer. Allí fue interrogado por Oscar Gallino, quien estaba a cargo del caso Graiver. En ese lugar también vio a Lidia Papaleo.

“En Banfield, en un momento que salí de la celda para ir al baño, me encontré en una celda de al lado con Lidia Papaleo y le comenté que hacía cinco días que no comía y me dio un pedazo de chocolate. Yo estaba con un custodio y apenas pude darle las gracias”, recordó.

Tras el interrogatorio de Gallino Daich dijo que fue “blanqueado” y que continuó su detención en el Departamento Central de Policía en Capital Federal donde compartió cautiverio con su patrón Marras, con Isidoro Graiver y otros detenidos del caso como Gustavo Caraballo, Jorge Rodríguez, y otros. También recordó que compartió cautiverio con el dueño del diario La Opinión, Jacobo Timerman.

Fue liberado en diciembre de ese año luego de que un concejo de guerra lo absolvió. Aún así, dijo que no le permitieron volver a trabajar en su profesión: “El Banco Central me trató como que nosotros habíamos sido el cordón umbilical del grupo Graiver y por eso no me dieron el permiso y no pude abrir una casa de cambio”.

San Justo. En la audiencia de hoy, también declararon los sobrevivientes Amalia Marrón, Raúl Eduardo Petruch y Jorge Heuman, quienes comenzaron a ventilar los crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención que funcionó en la Brigada de San Justo.

La primera en declarar fue María Amelia Marrón, quien recordó que fue secuestrada el 26 de marzo de 1978 en la plaza de San Justo, cuando salía de la Catedral de esa localidad donde había asistido a una misa realizada por una mujer que estaba detenida.

Marrón recordó que fue brutalmente torturada “con picana electrica y golpes”, y contó que a los pocos días, cuando intentaron llevarla nuevamente a la sala de torturas, perdió el conocimiento y se despertó en otra celda mientras era asistida por dos médicos, uno de los cuales era un preso político como ella.

“Aparecí en una celda más grande en la que un médico intentaba socorrerme. Era Jorge Vidal. Y estaba juntamente con una persona detenida como yo, que es Jorge Petruch”, contó.

Poco después, la mujer se encontró con quien era su marido, el médico Jorge Heuman, y también recordó haber compartido cautiverio con Olga Araujo y Elisa Moreno y el médico Norberto Liwski, actual presidente del Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos (Codeseh). Fue liberada a mediados de 1981, tras permanecer como presa política disposición del PEN en la cárcel de Devoto.

Como ella, Petruch fue detenido en la vía pública el mismo día. Estuvo en la Brigada de San Justo hasta junio, cuando fue llevado a la comisaría de Laferrere, en La Matanza. Luego de ser pasado a disposición del PEN permaneció como preso político en Devoto, la Unidad 9 de La Plata y en Rawson, de donde fue liberado en 1981.

Petruch recordó haber asistido a Marrón quien era parte del mismo grupo de detenidos. Recordó también que Vidal era un médico que se movía con total libertad dentro del centro clandestino, que logró identificarlo con nombre y apellido por su propia firma que estampó en una receta que dejó para la mujer, identificación que confirmó al obtener su fotografía en un juicio ético que le realizaron en el Colegio de Médicos de Morón.

Por último declaró Jorge Eduardo Euman, quien contó que fue detenido el 29 de marzo de 1978, tres días después que su mujer. Pasó por los mismos tormentos y padecimientos que relataron los otros testigos y recordó que antes de ser detenidos, habían encabezado un trabajo militante en el complejo habitacional de Ciudad Evita.

Heuman recordó que su militancia se había desarrollado en una serie de monoblocks ocupados en Ciudad Evita en los que habían organizado “una red de agentes de atención primaria de la salud”. El testigo explicó que la represión fue “brutal en los barrios” y señaló que en ese complejo habitacional apuntó a “romper” los lazos de solidaridad que se habían creado producto de ese trabajo.

Además, Heuman recordó que en las sesiones de torturas a las que fue sometido en la Brigada de San Justo “había un médico”. Y abundó: “En una sesión que fue muy larga, me retorció los testículo y me clavó algo. Incluso les recriminó porque se habían pasado conmigo en la tortura”.
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"Me secuestraron e interrogaron acerca de la familia Graiver"

Oscar Norberto Alvite atestiguó en el juicio por el Circuito Camps. Recordó, además, que le preguntaron sobre la participación de judíos en entidades económicas.
12.06.2012 | 23.11 Comentar | FacebookTwitter
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Oscar Norberto Alvite declaró en el juicio por el Circuito Camps: "me preguntaron si conocía a David Graiver"
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Un ex dirigente empresario recordó que fue secuestrado en la dictadura e interrogado sobre el empresario David Graiver y la participación de judíos en la Confederación Económica de la Provincia (CEPBA) y de la Confederación General Empresaria (CGE) de Nación, en las que ambos participaban. En una nueva audiencia del juicio por el Circuito Camps que se realiza en La Plata el testigo recordó su paso por el centro Puesto Vasco, donde estuvo detenido junto con miembros del gabinete del ex gobernador depuesto Victorio Calabró. También declaró la sobreviviente Luisa Villar Riat, ex esposa del hijo del ex ministro de economía provincial y ex juez federal Ramón Miralles, quien fue secuestrado por la dictadura cívico militar, quien dijo que durante su cautiverio también le preguntaron por la relación de su suegro con los Graiver.

“A los dos o tres días de estar ahí encerrado, me vendaron los ojos y me interrogaron entre tres o cuatro personas. Y me preguntaron si conocía a David Graiver. Les dije que si, que era miembro de la comisión directiva de la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires, igual que yo, y miembro del concejo superior de la CGE”, explicó el testigo Oscar Norberto Alvite en el juicio a 21 policías, dos militares y un civil que lleva adelante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 en su sede de la ex Amia, de 4 entre 51 y 53.

El testigo contó a los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela que fue detenido el 28 de julio de 1977 en su comercio por una persona a quien identificó como Roberto “Beto” Cabrera, quien se encuentra imputado en el juicio. Alvite recordó que al ser detenido era vicepresidente de la CEPBA, vocal de la CGE y titular de la Federación Empresaria de la Matanza (FEM) y que fue llevado con la vista descubierta a Puesto Vasco, donde fue interrogado a las 48 con relación a su actividad.

“Me preguntaron si había muchos judíos en la CEPBA y les dije que no, porque había tres o cuatro judíos nada más. Me preguntaron si había muchos en la CGE y les dije que si, que eran muchos judíos, la mayoría”, relató. Y agregó: “Entonces me preguntaron si había muchos sionistas”.

Fue en ese interrogatorio que le adelantaron su destino: “’Quédese tranquilo que se va a ir para su casa’, me dijeron, y me llevaron a mi celda y nunca más me volvieron a interrogar”, recordó.

Alvite contó que “hacía unos días que se había ido Lidia Papaleo y unas secretarias de ese buzón en el que estaba yo”, donde dijo que “llovía más adentro que afuera”. Y recordó: “Al día siguiente en que yo llegué vino Osvaldo Papaleo hasta la celda y me dijo: ‘tomá flaco’. Y me dio un par de medias para que me abrigue”.

El testigo remarcó que luego de ser interrogado fue llevado a una celda en la que había colchones donde permaneció detenido durante dos meses. En ese lugar de ese centro clandestino que funcionó en el destacamento policial de Don Bosco, en Quilmes, vio al periodista y empresario Jacobo Timerman, al dueño del diario La Opinión de Trenque Lauquen, Juan Ramón Nazar, y a buena parte del gabinete del ex gobernador Calabró: el ex Ministro de Obras Públicas, el desaparecido Alberto Liberman, el hijo del ex ministro de Economía, Julio Miralles, el ex director de Ceremonial, Héctor Ballent, y el ex Secretario de la Gobernación, Juan Destéfano, entre otros de quienes no pudo recordar los nombres.

Entre los imputados en la causa, el testigo identificó a Norberto Cozzani como “uno que se lo nombraba como brazo ejecutor de la patota de Etchecolatz” y a Jorge Bergés, como “un médico que venía, flaco y de pelo larguito, que decían que estaba cuando daban máquina y les daba la gotita en la boca para que no se vayan”.

El comerciante recordó que durante su detención gozaban de ciertas libertades y que al ser liberado llevó una carta que Nazar escribió a su esposa, quien la utilizó para reclamar su aparición. Por ese episodio todos los liberados de ese grupo volvieron a ser detenidos. Alvite pasó así unos días más en la brigada de San Justo, de donde finalmente fue liberado por presión de la iglesia y personalidades locales.


La familia Miralles. En la audiencia de hoy también declaró Luisa Villar Riat, ex nuera del ex ministro de economía provincial y ex juez federal Ramón Miralles, quien fue secuestrada junto a su esposo Carlos y su cuñado Julio el 31 de mayo de 1977, en la casa de La Plata del ex funcionario, y quien dijo que también le preguntaron por relaciones con los Graiver.

-¿La interrogaron a usted?- preguntó Rozanski -Si, a mi me han preguntado si había una relación de Miralles con Graiver. O que había (…) Yo creo que quizá por no ser de la ciudad, no entendía las preguntas. Eran cosas incoherentes para mi que quizá ahora entienda más.- respondió la testigo.
-¿Sabe qué le preguntaban a su marido y a su cuñado?
-Eran más o menos las mismas preguntas, sobre temas con los que no había una relación.

La mujer vinculó su secuestro a una carta pública que el ex ministro de economía de Calabró publicó para responderle al gobernador de facto Ibérico Saint Jean, quien en la prensa había acusado de delincuentes a sus predecesores en la casa de Gobierno.

“Nunca pasó nada con la carta, salvo un acontecimiento de prensa –recordó la testigo-, cuando (Bernardo) Neustad que tenía una publicación, un diario o una revista, y publicó las partes urticantes de los dichos y con un titular que decía: A pedido del doctor Miralles. Exactamente al año de esa publicación es que desaparecemos Julio, Carlos y yo”.

La mujer contó que fueron sacados de la casa de su suegro como rehenes por una patota encabezada por el imputado Cozzani. “Dijo que ‘como el doctor Mirallles no se encuentra, nos podemos llevar a la familia’”, recordó. Y esa decisión la tomó Cosani “porque él era el que hablaba por teléfono”, explicó.

La mujer, su esposo y su cuñado fueron llevados al centro clandestino que funcionó en el Comando de Operaciones Tácticas 1 (COTI) de Martínez. Allí, “las torturas eran físicas y psicológicas”, dijo y recordó: “en esos días perdí un embarazo”, y aclaró que en ese lugar estaba Bergés.

La testigo recordó que allí vio a Timerman, quien “estaba sumamente deteriorado y asustado”. También vio al ex Ministro de asuntos Agrarios, Pedro Goin, a Nazar y otras personas.

La mujer fue liberada con su marido el 1 de julio de 1977, cerca de la casa de avenida 1 nº1111 de donde habían sido secuestrados.

Otro testigo. Por otra parte también declaró Alcides Antonio Chiesa quien fue detenido el 15 de octubre de 1977 de la puerta de su casa en Quilmes y permaneció desaparecido hasta el 22 julio de 1978, cuando fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Fue liberado en 1982 luego de haber permanecido encarcelado en la Unidad 9 de La Plata.

El testigo recordó su paso por los centros clandestinos Pozo de Quilmes, que funcionó en la Brigada de Investigaciones de esa localidad, y Puesto Vasco. También su paso por la comisaría de Villa Echenaguzía y los penales de La Plata y Rawson.
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Circuito Camps: "Fui interrogado por temas vinculados al caso Graiver"

Sociedad / Un ex director de un banco de los Graiver recordó que fue secuestrado por su relación profesional con las familia. El hijo de un ex ministro de Economía provincial señaló a Ibérico Saint Jean como el ideólogo del secuestro de su familia.
11.06.2012 | 23.50 Comentar | FacebookTwitter
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Pintan tres murales para acompañar el juicio por el Circuito Camps (foto: gentileza de Julia Algañaras)
Por Pablo Roesler pabloroesler@gmail.com

Un ex director del Banco Comercial de La Plata –que pertenecía a la familia Graiver– recordó en la audiencia del juicio por el Circuito Camps que fue secuestrado e interrogado en el centro clandestino Puesto Vasco por sus actividades profesionales con el grupo económico dueño de Papel Prensa. El ex funcionario Alfredo Ángel Abuin recordó que participó de las negociaciones para la compra de las acciones de la empresa papelera. Por otro lado, el hijo del ministro de economía de la Provincia durante el gobierno de Victorino Calabró, Carlos Miralles, recordó que fue secuestrado por orden del gobernador de facto Ibérico Saint Jean, quien había pedido “borrar de la faz de la tierra” a su familia.

Abuín contó ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 que fue secuestrado en su casa de La Plata el 11 de agosto de 1977 y que en el centro clandestino de detención Puesto Vasco fue interrogado “exclusivamente por temas vinculados con el denominado caso Graiver”, recordó.

El testigo contó en el debate que juzga a 24 imputados por crímenes de lesa humanidad cometidos en seis centros clandestinos de detención contra 281 víctimas, que su relación con David Graiver comenzó cuando ambos estudiaban en el Colegio Nacional de La Plata, continuó en la universidad y recordó que al recibirse de abogado comenzó a trabajar con su amigo y la empresa
familiar de los Graiver.

“Como me ocupé de parte de las negociaciones para la compra del Banco Comercial, me designaron apoderado judicial y quedé luego como director. Después hice diversos asesoramientos fuera del banco, incluso cuando David Graiver y sus empresas compraron acciones de Papel Prensa”, relató.

Abuin explicó que al ser detenido no tenía actividad política por lo que vinculó directamente su detención en Puesto Vasco con el secuestro de la familia Graiver: “El banco se vendió en enero de 1977, porque David murió en un accidente de aviación. Y como consecuencia, me interrogaron por los conocimientos que yo pude haber tenido en mi actuación profesional”, detalló.

Abuín fue liberado el 19 de agosto, y recordó que antes de recuperar la libertad vio detenidos en el centro clandestino a los ex ministros provinciales de Obra Pública, Alberto Liberman, y de Economía, Ramón Miralles.

La orden de Saint Jean. Por otra parte, también declaró como testigo Carlos Miralles, el hijo del ex ministro de Economía bonaerense del gobierno de Victorino Calabró, quien recordó que el 31 de mayo de 1977 fue secuestrado junto con su hermano, Julio César, y su ex esposa, Luisa Villar Riat, por una patota encabezada por el ex policía Norberto Cozzani y que fue mantenido como “rehén” en el centro clandestino que funcionó en el Comando de Operaciones Tácticas 1 (COT1) de Martínez para que se entregara su padre.

Miralles contó que fue secuestrado de la casa de su padre en avenida 1 Nº 1111 de La Plata por orden del por entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, el general del Ejército Ibérico Saint Jean, quien –según contó- había clamado la orden: “Quiero que la familia Miralles desaparezca de la faz de la tierra”. Miralles dijo que supo de ese pedido por un empleado de ceremonial de la Casa de Gobierno conocido y lo atribuyó a una carta abierta publicada por su padre en el marco de una disputa intestina de la dictadura.

“Mi padre había sacado una carta abierta porque Saint Jean había hecho declaraciones diciendo que el gobierno de Calabró había sido una asociación ilícita organizada para cometer delitos”, recordó Miralles.

Esas declaraciones se dieron, dijo, por la pelea del gobernador de facto con una interna que respondía al dictador Roberto Viola, que había protegido al gobernador Calabró y que por eso “querían demostrar que era corrupto”. Por eso, subrayó, “Saint Jean decidió levantar a todos los ministros”.

Miralles contó que tras ser detenidos su hermano y él fueron torturados brutalmente para que les dijeran dónde estaba su padre. Recordó también que su esposa fue torturada y que en las sesiones había participado el médico Jorge Berges, imputado en la causa.

“Mi esposa sufrió todas las ignominias que podría sufrir. No solo escuchó cómo nos torturaban a nosotros, sino que también la torturaron. Ella perdió un embarazo”, relató. A causa de esa pérdida, Bergés fue a la celda que el testigo compartía con su esposa y lo vieron a la cara.

Miralles relató que fue liberado del COT1 Martínez con su esposa luego de 30 días de cautiverio, pero que diez días antes ambos fueron liberados de sus vendas, por lo que pudieron ver a algunos detenidos como Jacobo Timerman y a una pareja de la organización PROA, entre otros.

También pudo ver e identificó a once represores, entre quienes señaló a los imputados en la causa Amilcar Tarella, Jorge Bergés y Norberto Cozzani de quien dijo que “era una persona soberbia que entraba al lugar como si fuera el dueño de casa y se manejaba como si tuviera más poder que el que estaba a cargo del lugar”.

Miralles recordó que su hermano, fue liberado a los seis meses y su padre en septiembre del año siguiente.

Otros testigos. En la audiencia también declaró la sobreviviente Norma Ester Leanza quien permaneció desaparecida entre el 15 de octubre de 1977 y el 18 de abril de 1978 en el campo Puesto Vasco.

La mujer recordó que fue capturada con su suegro Alcides Santiago Chieza cuando volvía de denunciar el secuestro de su marido, Alcides Antonio Chieza, quien había sido levantado de la puerta de la casa ese mismo mediodía y que no recuperaría la libertad hasta 1982.

La mujer contó que permaneció en ese centro clandestino y que antes de ser liberada fue trasladada con su marido al Pozo de Quilmes donde compartió cautiverio con varias personas, algunas de ellas Uruguayas, y recordó a Aida Sans y Mari Artigas Moyano, quienes estaban embarazadas.
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Circuito Camps: "Comíamos lo que les sobraba a los perros"

Sociedad / Dos testigos, uno de ellos por videoconferencia desde París, recordaron en la última audiencia las torturas y los padecimientos del encierro en los campos de concentración de la dictadura. La confesión del genocida Cozzani.
06.06.2012 | 19.01 Comentar | FacebookTwitter
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El testigo Alberto Canciani declaró en el juicio por el Circuito Camps-
Por Pablo Roesler pabloroesler@gmail.com

“Primero comían los perros que ellos tenían y cuando saciaban su hambre, nos daban lo que sobraba a nosotros”. El relato describe las condiciones de cautiverio en la Comisaría Quinta donde Alberto José Canciani, un sobreviviente de la última dictadura, perdió 30 kilos. El testigo habló en la última audiencia del juicio por el Circuito Camps, luego de que otro ex detenido recordara su secuestro a través de una videoconferencia desde París. Más tarde, el Tribunal incorporó al juicio una nueva causa que involucra a tres de los 24 imputados y Norberto Cozzani amplió su indagatoria en la que confesó haber presenciado las torturas a la familia Graiver.

Canciani era un trabajador y delegado del Hipódromo de La Plata cuando el 1º de septiembre de 1977 fue secuestrado en 5 y 61 por personas de civil armadas que lo subieron a un auto y lo llevaron a donde luego supo que era la Brigada de Investigaciones de La Plata (BILP) ubicada en 55 entre 13 y 14.

Recordó también que unos pocos días antes de ser secuestrado, un grupo de hombres armados se había presentado en su trabajo en la farmacia del Policlínico del Turf (hoy Hospital Rossi de La Plata) y le prohibieron volver a trabajar.

El testigo habló el martes en el debate en el que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 (TOCF1) juzga a 24 represores por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas en seis centros clandestinos de detención que durante la dictadura cívico militar comandó la Policía Bonaerense bajo el mando del coronel Ramón Camps.

“En ese primer lugar fui interrogado de las dos maneras: de forma verbal y con torturas”, contó Canciani. Y agregó: “También fui torturado después en el establecimiento de Arana. Me preguntaban por mi actividad política, pero la única militancia que yo tenía era mi pertenencia a la Juventud Peronista. Jamás había pertenecido a lo que ellos llamaban grupos terroristas; no había usado un arma jamás y ellos sabían que yo no coincidía con esa metodología”.

El testigo recordó que después de ser torturado en Arana fue devuelto a la Brigada donde permaneció detenido durante dos meses junto con su compañero de trabajo quien también era delegado, Osvaldo Lovazano. En ese lugar también estuvo con otras detenidas como Lidia Fernández y Cristina Bustamante.

Según relató, “a los dos meses fuimos trasladados a la Unidad Regional y a la noche nos trasladaron a todos a la comisaría Quinta. Ahí comenzó el calvario”.

El testigo contó que la seccional de diagonal 74 entre 23 y 24 era “un depósito” de prisioneros donde les daban de comer una vez cada tres días. “Perdí hasta 30 kilos de peso”, graficó Canciani y recordó que a causa de la comida –que a veces estaba cruda- sufrieron una “gastroenterocolitis infecciosa” que le dejó secuelas “de por vida”.

El ex trabajado del hipódromo contó que después de cuatro meses en esa comisaría fueron trasladados al destacamento de Arana donde les dieron atención médica y alimentos, y luego los trasladaron al pozo de Banfield desde donde fue liberado el 8 de marzo de 1978, después de siete meses de cautiverio. También resaltó que no pudo recuperar el trabajo.

Larga distancia. En la misma audiencia, el sobreviviente Alberto Moutoukias dio su testimonio vía videoconferencia desde oficinas del consulado argentino en París, Francia, en el que contó que el 30 de agosto de 1977 fue secuestrado en 5y 59, frente a la comisaría Novena de La Plata, cuando ingresaba a la casa de Liliana Zambano.

“Un hombre de civil me sorprendió en la puerta y me condujo hasta la casa de Liliana donde estaba ella con un compañero de la facultad, Juan Gilbert –quien declaró en el juicio en la audiencia del lunes- encapuchados y rodeados de gente armada”, recordó Moutoukias.

El testigo recordó que fueron llevados a un lugar que luego identificó como Brigada de Investigaciones y el día siguiente fue trasladado a lo que luego supo que era el Destacamento de Arana, donde fueron torturados los tres.

Tres días más tarde fueron devueltos a la Breigada, donde compartió cautiverio, entre otros, con los trabajadores del hipódromo Canciani y Lovazano, con Héctor “Mono” Moncalvillo y la odontóloga Lidia Fernández.

Allí vio al cura condenado por crímenes de lesa humanidad en 2007, Christian Von Wernich, y recordó que el sacerdote dijo: “podríamos volver a pasarlos por la máquina”, sugiriendo a uno de los guardias que siguieran torturándolos. También contó que aunque a él no le ocurrió, ahí se torturaba a los detenidos.

Nueva causa. En la audiencia del martes el Tribunal integrado por los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela incorporó al debate una nueva causa que investiga el secuestro y torturas de cuatro víctimas en el centro clandestino de detención de Puesto Vasco, y que tiene por acusados a los policías José Antonio Cabrera, Oscar Verduri y Norberto Cozzani, imputados por otros crímenes en el juicio por el Circuito Camps.

Se trata de la causa 3021/09 caratulada “Raffo, José Antonio y otros s/ desaparición de personas”, presentación que realizada por el fiscal Sergio Franco el 8 de julio de 2009, en el que investiga las privaciones ilegales de la libertad y las torturas a José Esteban Cugura, Roberto Hualde, Pedro León Zabalía y Jorge Baquet, todos vistos en Puesto Vasco.

Al ser incorporada la causa los imputados tuvieron la posibilidad de declarar, pero salvo Cozzani quien terminó confesando las torturas a los Graiver, Cabrera y Verduri se negaron a hablar.

Cozzani confesó haber visto sesiones de picana a los Graiver

Sociedad / En el juicio por el Circuito Camps, el imputado dijo haber estado presente mientras pasaban corriente eléctrica e interrogaban a Lidia Papaleo, a su suegro Juan Graiver, su cuñado Isidoro, su suegra y dos secretarias del grupo económico.
05.06.2012 | 20.07 Comentar | FacebookTwitter

Cozzani durante su declaración en el Circuito Camps. Fue quien trasladó a Medina (Foto: Esteban Martirena)--
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Uno de los imputados en el juicio por el Circuito Camps confesó haber presenciado las sesiones de tortura con picana a Lidia Papaleo, a su suegro Juan Graiver, a su cuñado Isidoro y a dos secretarias del grupo Graiver luego de que fueran desapoderados de la empresa Papel Prensa. “Yo presencié el paso de corriente eléctrica”, dijo Norberto Cozzani al referirse a los interrogatorios de los integrantes de la familia y admitió, también, haber participado en sus detenciones. La semana pasada Lidia y –ayer– Isidoro lo acusaron de ser su torturador.

Con la declaración de Cozzani se rompió un pacto de silencio, estimaban los querellantes fuera de Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, donde se realiza el proceso a 24 acusados por crímenes contra 280 víctimas, en el que por primera vez un imputado reconoció en un debate oral y público la tortura a detenidos políticos durante la dictadura cívico militar.

En las más de dos horas y media de declaración, Cozzani afirmó haber presenciado torturas con picana eléctrica a Juan e Isidoro Graiver, a Lidia Papaleo y a las secretarias Silvia Fanjul y Lidia Angarola, a las que calificó –en línea con las recientes confesiones periodísticas del dictador Rafael Videla– como apremios “necesarios” para obtener información en los primeros momentos del cautiverio.

“En Puesto Vasco yo llevaba los detenidos, estuve presente en tres o cuatro interrogatorios, incluso en los que vi el paso de corriente eléctrica, pero estoy lejos de ser el torturador o el interrogador”, dijo Cozzani. Y aclaró que en el caso Graiver el interrogador fue el director de Inteligencia Interior, comisario mayor Alberto Rousse, quien estaba encargado con él de las investigaciones del caso “y no queríamos que nadie tomara cartas en el asunto”, confesó.

“Esto sucedió ni bien fue detenido el señor Juan Graiver y ni bien fue detenida la señora Lidia Papaleo de Graiver”, confesó. Y abundó: “Vi el paso de corriente eléctrica y un interrogatorio en el que le preguntaban cómo era la conformación del grupo, cuántas personas eran y dónde estaban”.

Cozzani, quien en los primeros años de la dictadura revestía como cabo en la Policía Bonaerense bajo las órdenes del comisario mayor Miguel Etchecolatz, dijo que a Lidia Papaleo la habían aplicado picana “en todo el cuerpo” y aclaró que a esas cinco personas no se las torturó por “sadismo, sino por necesidad”. “En lo que yo vi no hubo sadismo ni ninguna de las barbaridades que dijo la señora Papaleo”, esgrimió como presunta defensa, desmintiendo a la viuda de David Graiver, quien dijo haber sido golpeada y vejada en más de una oportunidad.

En su confesión, Cozzani aseguró que llevó adelante y participó en el secuestro de la familia Graiver. Incluso ratificó una declaración anterior en la que había admitido desapoderar a Lidia Papaleo de las acciones al portador del diario La Opinión, durante un “careo” entre la mujer y Jacobo Timerman, mientras ambos estaban secuestrados.

En la ampliación indagatoria desligó a los diarios Clarín, La Nación y La Razón de la apropiación de Papel Prensa y abonó la vinculación de David Graiver con los Montoneros, a quienes identificó con el periodista Juan Gasparini, y los acusó de las amenazas a la familia luego de la muerte del empresario en el accidente aéreo en México. De todas formas, dijo que obtuvo información del Ejército sobre el grupo Graiver y que “por ese lado se sabía más que lo que habíamos recolectado nosotros”.

Cozzani sorprendió a todos, inclusive a Etchecolatz, quien lo observó con el rostro tenso desde el corralito que encierra a los acusados. Acababa de romper el silencio y quizá por eso pidió protección: “Después de esto voy a ver que cierren con llave la puerta de mi celda todas las noches”, disparó Cozzani.
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Circuito Camps: “Éramos muy atractivos como víctimas”

Isidoro Graiver, hermano de David Graiver, recordó su secuestro en el centro clandestino de detención Puesto Vasco y señaló que la dictadura los persiguió por el patrimonio de la familia e incluyó a Papel Prensa. También declararon los hermanos Iaccarino.
05.06.2012 | 08.47 Comentar | FacebookTwitter

Isidoro Graiver declara en el juicio por el Circuito Camps-
Por Pablo Roeslerpabloroesler@gmail.com

En el proceso de La Plata, Isidoro Graiver, hermano de David Graiver, relató su paso por el centro clandestino de detención Puesto Vasco donde fue torturado y destacó que con su familia eran “muy atractivos como víctimas” para la dictadura por el patrimonio que poseía el grupo, entre las que señaló a Papel Prensa. En una nueva audiencia del juicio por el Circuito Camps el testigo ratificó que su cuñada Lidia Papaleo, quien la semana pasada ratificó el desapoderamiento de la empresa bajo amenazas durante la dictadura cívico militar, era quien había quedado a cargo de la conducción del grupo tras la muerte de su hermano, y contó que estando en cautiverio ambos fueron interrogados por el jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps. En la misma audiencia también declararon los hermanos Carlos y Alejandro Iaccarino, quienes junto a su hermano Rodolfo, ya fallecido, fueron secuestrados y desapoderados de sus empresas.

“Desde distintos puntos de vista éramos muy atractivos como víctimas. Porque económicamente, más allá de los problemas financieros, éramos un grupo fuerte”, contó Graiver, y recordó la asfixia financiera a la que fueron sometidos con la intervención de sus bancos y los enfrentamientos que su hermano había mantenido con grupos cercanos a Martínez de Hoz. “Si a esto le agregan que teníamos a Papel Prensa dentro de nuestro patrimonio, creo que queda muy claro que había suficientes motivaciones”, resumió.

Sin embargo, tras la audiencia, ratificó la solicitada que publicó en agosto de 2010 en los diarios Clarín y La Nación, y señaló que no recibieron “absolutamente ninguna amenaza para vender a Clarin, La Nación y La Razón ni a ninguna otra empresa”, aunque admitió que “sí quisieron despojarnos a través de otra maniobra legal”.

Ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, Carlos Rozanki, Roberto Falcone y Mario Portela, Graiver recordó que fue detenido en la casa de sus padres el 17 de marzo de 1977 por un grupo de personas vestidas de civil que lo llevaron al campo Puesto Vasco. Entre esos hombres identificó a uno de los imputados, Norberto Cozzani, a quien al finalizar su relato miró a la cara durante varios segundos.

Contó que al llegar a ese centro ya estaban su padre Juan Graiver, a quien capturaron el 7 de marzo de 1977 y a su cuñada. También dijo que su madre había sido capturada y recordó que al poco tiempo llevaron a quien fuera “la mano derecha” de su hermano, Jorge Rubintein, que había sufrido un accidente y una operación cardíaca y que no resistió la tortura. También mencionó otras personas vinculadas con las empresas de la familia que también fueron llevadas a ese centro.

En ese centro clandestino fue torturado brutalmente en sesiones que eran encabezadas por Cozzani y allí también fue interrogado por el propio jefe de la Bonarense. “Un día con mi cuñada nos retiraron de la celda y nos llevaron a una pieza donde una persona nos dice que nos saquemos las vendas y se presenta como el coronel Ramón Camps, que estaba con un civil que colaboraba con el gobernador (de facto) Ibérico Saint Jean y que después fue ministro de justicia de la Nación, que era (Arturo) Rodríguez Varela”.

Graiver recordó también su paso por el centro clandestino Pozo de Banfield y su traslado a la alcaidía del Departamento de Policía en Capital Federal donde coincidió con el dueño del diario La Opinión Jacobo Timerman y supo que él había estado en Puesto Vasco.

El testigo recordó también que días antes de su secuestro, cuando su padre y su cuñada estaban en manos de la dictadura pidió ayuda a Francisco Manrique, el ex ministro de Bienestar Social de Pedro Eugenio Aramburu, a quien le contó esa situación y que estaban recibiendo “amenazas”. Al día siguiente el ex funcionario lo pasó a buscar para llevarlo a hablar el integrante de la junta militar Roberto Viola.

“Me llevó al Comando en Jefe del Ejército donde pasamos sin ningún tipo de control y me llevó a ver al general Viola, que era en ese momento segundo de Rafael Videla. Le conté todo y me puse a su entera disposición”, contó.

Cuando a los pocos días fue secuestrado, el que comandaba el operativo le dijo: “¿por qué no le vas a decir a Viola que te venga a sacar?”.

El testigo habló durante más de una hora y media y ante la pregunta de las defensas, finalizó señalando que las diferencias que mantenía en aquel entonces con su cuñada eran comerciales y por la falta de experiencia de la mujer, y ratificó que su regreso a la empresa familiar no fue para “ejecutar un liderazgo o una conducción, fui a colaborar para que las cosas salieran lo mejor posible y, por lo tanto, no puse en tela de juicio que Lidia estuviera a cargo de la conducción. No era mi tema las decisiones”.
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Buenos Aires, lunes 2 de julio de 2012

Los hermanos Iaccarino recordaron su secuestro y el robo de sus bienes

Sociedad / En una nueva audiencia del Circuito Camps, los empresarios contaron los tormentos a los que fueron sometidos y que culminaron con el desapoderamiento de sus empresas durante la dictadura
04.06.2012 | 22.01 Comentar | FacebookTwitter

Carlos Iaccarino declaró como testigo en el juicio por el Circuito Camps
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Los hermanos Carlos y Alejandro Iaccarino recordaron su secuestro junto a su hermano Rodolfo, ya fallecido, y el desapoderamiento de sus empresas durante la dictadura al declarar como testigos en el juicio por los crímenes cometidos en el Circuito Camps que se realiza en La Plata. Recordaron su paso por distintas comisarías de la Policía Federal y centraron sus relatos en su paso por el centro de torturas que funcionó en el Centro de Operaciones Tácticas Nº1 (COT1) de Martínez, que está siendo juzgado en este debate, ya que el desapoderamiento de sus bienes será juzgado por el mismo tribunal en otro debate.


Primero Carlos y luego Alejandro recordaron ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N1º sus secuestros del 4 de noviembre de 1976, el primero en la Brigada de Investigaciones de la Policía de Santiago del Estero junto a su padre Rómulo Victorino y su hermano Rodolfo, y el segundo junto a su madre en Capital Federal.

A menos de un mes de que Alejandro fuera amenazado en la puerta de su casa, los testigos recordaron que fueron capturados por orden del Primer Cuerpo del Ejército y que su cautiverio se extendió por diferentes comisarías de la Policía Federal.

La última, contaron, fue la seccional 22 donde a Carlos y Rodolfo les dieron 40 días de arresto domiciliario para que vendieran el avión de la empresa. Pero como no consiguieron comprador, volvieron a detenerlos. Y a los pocos días, el 27 de mayo del ‘77, fueron trasladados al COT1 Martínez.

Allí vivieron el horror. “Todo eran piñas, patadas, cachetadas, además de la picana y el tormento permanente: nos decían que nos iban a matar, que de ahí no salíamos’”, recordó Carlos Iaccarino.

Los hermanos recordaron que la persecución a su familia y sus siete empresas habían comenzado en octubre, antes que los detuvieran, cuando intentaron forzarlos a vender un campo al 50% del valor.

Tras permanecer siete meses desaparecidos, los tres hermanos fueron encarcelados en capital Federal y luego fueron derivados a la cárcel de encausados de Santiago del Estero donde enfrentaban una “causa armada”.

“Nosotros ofrecimos dinero para salir mientras nos saliera la falta de mérito y nos pidieron las acciones de la empresa lechera, no aceptaban otra cosa”, recordó Iaccarino. Los hermanos recuperaron la libertad el 4 de septiembre de 1978.
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Ianover ratificó que vendió Papel Prensa bajo presión

Uno de los accionista de la empresa recordó en el juicio por el Circuito Camps su secuestro luego de la venta. Antes, Lidia Papaleo, dijo que Magnetto la amenazó de muerte, y Alberto Líberman habló del centro clandestino de Puesto Vasco.
30.05.2012 | 18.11 Comentar | FacebookTwitter
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

El ex vicepresidente y accionista de Papel Prensa S.A, Rafael Ianover, ratificó que cedió las acciones de esa empresa bajo presión, para evitar ser detenido y porque estaba “aterrorizado”. El testigo habló en el juicio que lleva adelante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, que juzga a 25 represores por los delitos de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas durante la última dictadura en seis centros clandestinos de detención que integraban el denominado Circuito Camps.

“El 2 noviembre de 1976 firmé el convenio cediendo las acciones que figuraban a mi nombre a favor de Fapel porque mi interlocutor, que fue el señor Patricio Peralta Ramos, me había dado su palabra de honor de que si firmaba la transferencia de las acciones de Papel Prensa no me iban a detener”, recordó Ianover durante la audiencia realizada en el ex edificio de la Amia de 4 entre 51 y 53.

El hombre recordó: “Estaba tan aterrorizado porque me iban a detener que yo le dije que firmaba ese documento únicamente si me aseguraba que no me iba a pasar nada a mi ni a mi familia. Y como él me dio su palabra de honor, firmé”.

Ese acuerdo, según Ianover, fue rubricado en una oficina del diario La Nación ubicado en la calle Florida de Capital Federal y que traspasó las acciones a la empresa Fapel, “un sello de goma cuyo capital era de doce mil pesos y detrás del cual estaban La Nación, La Razón y Clarín”.

Ianover recordó que poco después, el 12 de abril de 1977, fue secuestrado por dos hombres que lo esperaron en su oficina y lo obligaron a ir con ellos hasta una comisaría ubicada en Banfield o Lomas de Zamora. Allí quedó detenido varios días y luego fue trasladado a otra seccional donde fue interrogado.

Tras permanecer otro período fue llevado al Departamento de Policía de Capital Federal, donde fue legalizado y permaneció detenido hasta fines de 1978. En esa dependencia compartió cautiverio con Jacobo Timerman y se encontró con Lidia Papaleo y las secretarias de Graiver. “Fue durante un oficio religioso en una alcaidía. La vi normal. Sé que luego la torturaron”, contó.

Precisó que en esa seccional, ocasionalmente comía "con los guardias porque no nos consideraban delincuentes sino presos políticos”, dijo. Y añadió que “el trato era cordial"; "creo que porque ellos entendían que todo fue una gran conspiración con el objeto de apoderarse ilícitamente del paquete accionario de Papel Prensa".

"Después comprendí que era una estrategia organizada por los tres diarios para poder inaugurar la nueva planta de Papel Prensa", prosiguió Ianover. Y finalizó: "La familia Graiver y yo estábamos en la cárcel, de manera que nadie pudo oponerse a la inauguración o hacer una objeción sobre la transferencia del paquete accionario".
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"Magnetto me amenazó de muerte a mí y a mi hija"

Sociedad / Lidia Papaleo declaró en el Circuito Camps y aseguró que el CEO de Clarín la coaccionó para que vendiera Papel Prensa. Narró sus días de detención en Puesto Vasco. Ianover declaró en el mismo sentido. También testimonió Alberto Líberman.
29.05.2012 | 20.24 Comentar | FacebookTwitter
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Lidia Papaleo saluda a un amigo luego de declarar en el juicio por el Circuito Camps (Foto: Matías Adhemar)-
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Lidia Papaleo de Graiver aseguró que el CEO del grupo Clarín, Héctor Magnetto, la amenazó de muerte para que vendiera Papel Prensa. Lo hizo al declarar en el juicio que se realiza en La Plata por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el denominado Circuito Camps. En la misma audiencia declaró Rafael Ianover, ex vicepresidente y accionista de la empresa de papel para diarios que fue despojada a la familia Graiver durante la dictadura cívico militar. En el inicio de las declaraciones por los hechos cometidos en el centro clandestino de detención conocido como Puesto Vasco también hablaron el ex ministro del ex gobernador bonaerense Victorio Calabró, Alberto Líberman y el ex funcionario Juan Destéfano.

“Lo que recuerdo es que yo estuve con el señor Magnetto y recuerdo claramente sus amenazas y la forma en que me miraba”, dijo Papaleo en el inicio de su relato ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 que juzga a 25 represores por crímenes cometidos contra 280 víctimas cometidos durante la última dictadura cívico militar por la policía de Ramón Camps.

–¿En qué consistían las amenazas? –indagó el presidente del tribunal, Carlos Rozanski.
–Las amenazas eran que había que firmar o perdíamos la vida mi hija (María Sol Graiver), yo y mi familia. O sea, las amenazas eran amenazas de muerte.
–¿Qué era lo que había que firmar? –insistió el juez.
–La venta de Papel Prensa. No había opción de no vender.

La mujer recordó esa reunión de noviembre 1976 en la que también estuvieron, aunque en otros sectores del edificio, sus suegros y su cuñado con Benito Campos Carlés y Bartolomé Mitre. También contó que siguieron otros encuentros y que cuatro meses después firmó los últimos papeles que terminaron con la venta de Papel Prensa y su final traspaso a los diarios Clarín, La Nación y La Razón.

“El día 9 de marzo de 1977 firmé el reconocimiento de que tengo la patria potestad sobre mi hija y que estoy de acuerdo con que se vendan las acciones de Papel Prensa. Cinco días después desaparezco yo”.

Lidia Papaleo contó que fue secuestrada el 14 de marzo y que fue llevada al campo Puesto Vasco, como se conocía al destacamento policial de Don Bosco. Junto con ella fue secuestrada toda la familia: los padres de su marido, Juan y Eva, y su cuñado, Isidoro, había caído en manos de la dictadura.

En ese centro clandestino recordó que la torturaron “desde el primer día”. Y remarcó: “Fui una de las personas más torturadas de ese grupo”. “Estoy dejando de lado todo el folclore de lo que ocurría ahí, es decir, que me pegaban, escupían, me torturaban y eyaculaban encima, pero preferiría englobar esto en maltrato y no dar más detalles", dijo la viuda de David Graiver. Y recordó que todos advirtieron cuando Gabriel Rubistein murió en la tortura.

La mujer contó que mientras estaba secuestrada fue retirada del centro clandestino y llevada a la jefatura de Policía de La Plata, ubicada en 2, entre 51 y 53, donde actualmente funciona el Ministerio de Seguridad provincial, donde el jefe de la Bonaerense, el coronel Ramón Camps, la obligó a entregar acciones del diario La Opinión.

En esa reunión estuvo junto al también secuestrado empresario de medios Jacobo Timerman y el imputado en la causa Norberto Cozzani, a quien describió como “una persona de una violencia desmedida, que generaba pánico” y como quien estaba encargado de torturarla.

Recordó que en ese encuentro discutió con Timerman y que Cozzani la llevó caminando hasta la casa del abogado platense Julio Sager, quien tenía a resguardo las acciones al portador del diario La Opinión.

La mujer contó que en el Puesto Vasco permaneció hasta Semana Santa, cuando fue trasladada a otro centro clandestino en el que fue testigo del nacimiento de una bebé. “No recuerdo el nombre de la mujer, sólo que pidió que a su hija le pusieran María”, dijo.

Papaleo fue llevada luego al departamento de policía de Buenos Aires donde permaneció hasta julio de ese año, cuando fue llevada a la cárcel de Devoto. Permaneció presa de la dictadura en distintos penales hasta el 24 de julio de 1982, cuando recuperó la libertad.

Afiliación. Durante su declaración, Lidia Papaleo se manifestó "orgullosa" de la presidenta Cristina Fernández y confesó que, a pesar de que a lo largo de toda su vida se había mantenido al margen de la política, la semana pasada decidió afiliarse al peronismo.

"Lo hago por primera vez en la vida", dijo. Y agregó: "Lo hago porque estamos en un momento histórico". En declaraciones a la prensa tras su declaración dijo que se había afiliado en la Unidad Básica de Guillermo Moreno, ubicada en avenida Cabildo 4414 de Capital Federal.
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Circuito Camps: Puesto Vasco bajo la lupa

Alberto Líberman, ministro del gobernador Calabró, estuvo secuestrado durante más de un año. Contó un simulacro de fusilamiento y recordó el día que los represores lo llevaron al velorio de su padre. Declara Lidia Papaleo de Graiver.
29.05.2012 | 19.29 Comentar | FacebookTwitter

Alberto Líberman durante la declaración de este martes, en el juicio por el Circuito Camps (Matías Adhemar)
Pablo Roeslerproesler@gmail.com

Con el testimonio del ex ministro de obras públicas de Victorino Calabro, Alberto Líberman, detenido el 14 de mayo de 1977 en su casa, comenzaron este martes los testimonios por el Centro Clandestino de Detención Puesto Vasco, en el juicio por el Circuito Camps, donde fueron mantenidos en cautiverio la familia Graiver y Jacobo Timerman, entre otros. Para esta jornada está prevista la declaración de Lidia Papaleo, viuda del empresario David Graiver, y de Rafael Ianover.

El ex funcionario, que ocupo el ministerio entre enero de 1974 y el 26 de marzo de 1976, contó que compartió cautiverio con Timerman y con otros integrantes del gabinete de Calabró, secuestrados tras el golpe militar.

Líberman relató que fue detenido el 14 de mayo del 77 en su casa y fue llevado al Centro Clandestino de Detención de COTI Martínez, donde fue interrogado y torturado. Luego fue trasladado a Puesto Vasco, desde donde lo llevaron a Arana. Según su relato, en ese centro sufrió dos simulacros de fusilamiento.

"Me bajaron de un auto, me hicieron correr por un campo arado e hicieron disparos al aire", contó el testigo, y recordó que durante todo su cautiverio permaneció con los ojos vendados.
Tras ser devuelto a Puesto vasco, contó que permaneció allí hasta octubre -"me acuerdo porque se comentó que se había incendiado el Teatro Argentino y coincide con la fecha", recordó el testigo-, luego fue trasladado a la comisaría de Monte Grande desde donde lo liberaron el 23 de agosto de 1978.

Liberman contó que en Puesto Vasco le informaron que su padre había muerto y que fue llevado por sus secuestradores al velorio y al cementerio, donde estuvo en contacto con sus familiares. El testigo contó que no se animó a decirles donde estaba porque estaba muy amenazado por el jefe del centro clandestino, a quien identifico con el apodo de "Darío".

También recordó que en Arana "el comentario era que había olor a gomas quemadas y que lo que se comentó era que las gomas se quemaban junto con cuerpos humanos".
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Circuito Camps: los abusos y las torturas en el relato de tres mujeres secuestradas

Sociedad / Testimoniaron dos hermanas y una mujer secuestradas en 1977. También habló el tío de un bebé apropiado y recuperado que presenció el secuestro de los padres de la criatura. Murió un represor. Declara Lidia Papaleo.
28.05.2012 | 21.25 Comentar | FacebookTwitter
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La testigo Analía Maffeo en el juicio por el Circuito Camps
Por Pablo Roesler
proesler@gmail.com
“Llegué a estar al borde de la muerte en el momento en el que me asfixiaban con una almohada. Sentí la muerte de cerca en dos o tres oportunidades, porque ellos se daban cuenta cuándo debían sacarme la almohada mientras me torturaban”. El recuerdo pertenece a Analía Maffeo, quien en 1977 fue detenida junto a su hermana Graciela Maffeo. Las mujeres dieron su testimonio en el juicio por el denominado Circuito Camps junto a otros cuatro testigos quienes contaron sus secuestros y el de sus familiares en una nueva audiencia del juicio en la que también informaron que murió otro represor.

Entre los testigos habló Graciela Martínez, quien contó que junto con sus compañeras de detención sufrió abusos sexuales en la comisaría Quinta y recordó que una de ellas fue violada. También habló el cuñado de Inés Ortega y amigo de Rubén Fossati, padres de Leonardo, el joven nacido en la cocina de la comisaría Quinta, apropiado y recuperado veintiocho años después, cuyo caso y el de sus padres está siendo juzgado en el debate.

En tanto, en la audiencia de este martes declarará Lidia Papaleo en el inicio de los testimonios por los secuestros y torturas cometidos en el centro Puesto Vasco. También está citado Rafael Ianover, ex vicepresidente y accionista de Papel Prensa, empresa que fue despojada a la familia Graiver durante la dictadura cívico militar.

El 6 de julio de 1977 Graciela Maffeo tenía 19 años y estaba en su casa de 46 entre 8 y 9, donde vivía con sus padres, preparando una entrega para el día siguiente en la facultad de arquitectura. En ese momento, una patota irrumpió buscando a su hermana, que vivía a pocas cuadras del lugar. Pocos minutos después se la llevaron en un auto a ella y en otro a Analía, de 24 años, también estudiante de arquitectura, trabajadora del Banco Provincia y ex militante de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), a quien habían ido a buscar a su monoambiente de 45 y 8.

Las hermanas fueron llevadas al centro clandestino de detención que funcionó en la Brigada de Investigaciones de La Plata (BILP) de 55 entre 13 y 14, y luego al destacamento de Arana, donde la mayor fue brutalmente torturada con picana, asfixiada, golpeada y quemada con cigarrillos en los pies. “Dos horas duró la tortura de mi hermana. Yo escuché los gritos desgarradores de ella. Por momentos había silencios y por momentos se oía que la asfixiaban”, recordó Graciela.

La mujer recordó que tras esa sesión, la llevaron a ella a la sala de torturas, donde no le aplicaron picana, pero sí la desnudaron y se le pararon con los borceguíes sobre el estómago. La mujer resaltó que lo peor de la tortura fue encontrarse con 19 años desnuda con los ojos vendados frente a un grupo de hombres y recordó que en los dos días que estuvo en ese centro clandestino de Arana la obligaron a bañarse sólo para verla desnuda.

“En un momento me hicieron bañar. Me hicieron desvestir en mi celda. En esa época yo usaba tacos muy altos y caminé en ropa interior hasta el baño. Yo veía por debajo de la venda los borcegos, por lo que pienso que estaban mirando. Me bañé con agua fría y me dieron un trapo de piso para secarme”, relató la mujer, que ese mismo día fue llevada a la Brigada y liberada.

Su hermana, en cambio, volvió a ser torturada nuevamente y permaneció detenida desaparecida durante 34 días, la mayoría de ellos en la comisaría Quinta, donde compartió cautiverio con otras cinco mujeres, entre ellas Georgina Martínez, quien declaró en la misma audiencia del juicio. En esa seccional recordó que vio al cura Christian Von Wernich que las obligó a quitarse la venda.

Antes de ser liberada contó que fue llevada a la Brigada de Investigaciones, donde la encerraron en una celda. De esa dependencia identificó a dos guardias por su apodo: “El paisano” y “El Lagarto”. De ese último dijo que la abusó sexualmente. “Ese tipo una noche entró a mi celda y me manoseó. Me negué y la verdad que tuve suerte, porque sé que otras compañeras no la tuvieron”, contó. Analía Maffeo fue liberada el 8 de agosto de 1977.

Graciela Martínez tenía 24 años, cursaba sexto año de la carrera de medicina y militaba en el PCR cuando el 7 de junio de 1977 fue secuestrada de su casa a la madrugada, dos días después que a su cuñado y once días más tarde que a su hermano y su cuñada. La mujer fue llevada a la Brigada y luego a Arana, donde “era peor escuchar los gritos y los llantos de otra gente que la propia tortura”, contó.

La mujer contó que fue encerrada por tres semanas en la comisaría Quinta, donde compartió cautiverio con otras mujeres. En ese lugar, recordó, “todas las noches nos ponían contra la pared, nos hacían desnudar y elegían”. La testigo contó que, desnudas y con los ojos vendados, los uniformados las abusaban apoyándoles el arma en los genitales y recordó una violación que su memoria había optado por resguardar. “Un día eligieron a una compañera. Hasta el día de hoy no me acordaba, pero hoy me acordé: la violaron”, relató la mujer.

Martínez contó que fue liberada el 8 de agosto y que poco después (“no sé cómo hice”, dijo) se recibió y se exilió durante dos años en Venezuela.

Otros testigos. La audiencia comenzó con la declaración de Ricardo Victorino Molina, padre de una beba nacida en cautiverio en la Brigada de Investigaciones a quien lo llevaron a conocerla mientras estaba detenido desaparecido en La Cacha.

El testigo contó que fue secuestrado el 14 de abril de 1977 y llevado al centro clandestino de detención que funcionó en Olmos donde estuvo sesenta días antes de ser “blanqueado” y detenido en la Unidad Penal Nº9 durante un año, luego liberado y exiliado.

Durante esos dos meses que permaneció desaparecido en las viejas instalaciones de radio provincia, Molina fue retirado por un represor identificado con el apodo de “El Francés”, quien lo llevó a la Brigada a que conociera a su hija recién nacida en ese otro centro clandestino.

“A la Brigada fui una vez a conocer a una hijita mía que nació ahí ya que su mamá, Liliana Galarza, estaba ahí”, contó y recordó que pudo verlas a ambas en una pequeña pieza durante seis o siete minutos tras los cuales lo llevaron nuevamente a La Cacha.

Liliana Galarza permanece desaparecida, pero su hija María Eugenia Molina Galarza, fue entregada a sus abuelos. El 8 de mayo pasado, la joven declaró en el juicio y contó que su madre fue detenida en noviembre de 1976 cuando estaba embarazada.

Recordó que en su partida de nacimiento figura nacida en la Brigada de Investigaciones de La Plata, donde permaneció hasta los seis meses cuando fue restituida a su familia y que en ese período fue bautizada por el capellán de la policía el cura torturador Christian Von Wernich.

También declararon en la audiencia de ayer Emir Camiletti, que recordó el secuestro de Inés Ortega y Rubén Fossati, y Jorge Manuel Sator, quien contó sobre el secuestro de su hermano Héctor José.

El secuestro de un sindicalista de YPF y la complicidad del SUPE

Sociedad / Los hijos del gremialista peronista Raúl Reydó recordaron su captura en 1977 y apuntaron a la complicidad de las autoridades del SUPE con la dictadura. También declararon la hija y la madre de una desaparecida.
23.05.2012 | 11.55 Comentar | FacebookTwitter

Circuito Camps: la hija del trabajador de YPF Jorge Reydó declaró en el juicio
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com Los hijos de un dirigente gremial de YPF desaparecido recordaron su secuestro en una nueva audiencia del juicio por el Circuito Camps en la que señalaron la complicidad de la conducción del Sindicato Unificado de Petroleros del Estado (SUPE) de ese entonces. La hija contó que supo dónde había estado detenido cuando a finales de la dictadura por casualidad entabló conversación en un micro con un compañero de cautiverio de su papá. En la audiencia de hoy también declararon la hija y la madre de la desaparecida Graciela Quesada, a quien le permitieron ver a su familia mientras estaba en cautiverio

“Los que lo habían entregado a mi padre eran los gremios, utilizando por intermedio el accionar de los gremios y de las fuerzas conjuntas”, dijo el hijo del gremialista desaparecido Raúl Jorge Reydó en la audiencia del debate que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 realiza a 25 represores en la ex Amia de 4 entre 51 y 53, por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas.

El hombre, en primer lugar, y su hermana, Adriana Reydó, luego, contaron que su padre, el trabajador de YPF Raúl Reydó, de 42 años, fue secuestrado el 20 de mayo de 1977 en la casa en la que vivían, en 30 entre 45 y 46. Contaron que supieron que el hombre estuvo detenido en la Brigada de Investigaciones de La Plata (en 55 entre 13 y 14), que luego fue trasladado al BIM 3, en 52 y 122, y finalmente trasladado a La Cacha.

“Mi padre era sindicalista de YPF y a su vez era un viejo militante de la Juventud Peronista. Esto quiere decir que su secuestro se vinculó con todo su trabajo gremial tanto como con el partido peronista de La Plata y Berisso”, contó su hijo Jorge Reydó, quien declaró en primer lugar.

El hombre resaltó que él estaba en tercer año del Colegio San Cayetano y que su hermana, un año menor, estaba en el Colegio Santa María de Jesús, cuando a las 11.30 de ese día un amplio operativo de fuerzas conjuntas irrumpió en su casa y que un vecino corrió a la escuela a avisarle.

Cuando llegó vio el operativo: “Vi un camión del Ejército en la esquina de mi casa y autos de civil en el frente. Vi el momento en que retiran a mi padre de mi casa”, recordó.

El hombre resaltó que quienes se llevaron a su padre registraron toda la casa y que también se llevaron “la libreta peronista de mi padre, su DNI, la credencial de YPF, los anillos y el reloj”, relató.

Por eso no dudó en vincular el secuestro con su actividad. Contó que su padre bregaba por que se instalaran cuatro turnos de 6 horas, para terminar con los turnos de ocho impuestos en el gobierno de Lanusse. Y marcó que su padre estaba enfrentado con el SUPE que era conducido por Diego Ibáñez y Omar Piumbara, con lo cual “tenía graves disidencias que lo han llevado a tener graves incidentes”.

LA AMENAZA. Adriana Reydó contó a los jueces del tribunal que el día del secuestro ella volvía del colegio cuando vio pasar cinco autos por la calle. Recordó que había notado que algo había ocurrido cuando vio un coche cruzado en la calle.

“Había un Torino celeste, o azul, que iba tercero, y veo un forcejeo en el que veo el pelo de mi padre y el suéter color crema que él tenía”, recordó la mujer. Dijo que inmediatamente comenzaron a buscar a su padre y que varios años después, su madre “tuvo en el año 81 un encuentro con Diego Ibañez que era secretario general de SUPE La Plata”.

“Fue en la calle 41 entre 6 y 7, y nos pidió que no lo buscáramos más porque podía ser peligroso. Yo intervine, porque estaba presente, y tuve un entredicho bastante fuerte con Ibáñez, y me dijo que me iba a pasar lo mismo que a mi padre”, recordó la mujer.

Y contó: “Dos meses después fui abordada en la calle regresando a mi casa por un camión del Ejército. Me gritaron ‘alto Ejército’, bajaron dos personas, me pusieron contra la pared, me arrancaron un aro, me golpearon con algo muy fuerte y yo grité... y un grupo de estudiantes que estaba en la esquina vino corriendo y estas personas se fueron”.

EL ENCUENTRO. Según pudieron saber los Reydó, su padre estuvo en la Brigada de Investigaciones de La Plata por dos testimonios. Uno fue el del hermano del desaparecido, que era policía y le había comentado a su familia que lo había visto en esa dependencia de la Bonaerense. Otro fue un sobreviviente que Adriana Reydó conoció por casualidad.

“A fines del ’82, volviendo de Buenos Aires en un ómnibus Río de La Plata yo me senté al lado de un hombre que tenía cicatrices. Recuerdo que lo miraba, hasta que le pregunté si él había estado detenido. Y me dijo que si”, contó la mujer en la audiencia.

Contó que comenzaron a charlar con mucha prudencia. “Su nombre era Luis Lascano, que tenía una imprenta (…) y cuando le pregunto donde había estado, me dijo que en la Brigada de Investigaciones”, relató. Y agregó: “Me contó que tenía compañeros de cautiverio. Y yo le pregunté quiénes eran. Nombró dos o tres personas que no recuerdo el nombre, pero sí recuerdo que dijo Raúl Reydó. Y me dijo: ‘era un gremialista de SUPE’”.

De esa forma la familia supo del cautiverio de Reydó. “Yo no podía creerlo. Me dijo que estuvo con mi padre hasta julio del ’77 (…) Le pregunté si mi padre estaría vivo. Me dijo en lo particular de Reydó, no sabía, porque a él le aplicaban la picana cinco veces por semana”. “Cuando nos bajamos yo recién me presenté y le dije quien era –recordó Adriana Reydó-. Tuvo que sentarse en el borde de la vereda. Y le pedí que fuera a hablar con mi madre, que era muy importante”.

OTROS TESTIGOS. En la audiencia de también declararon la sobreviviente de la Brigada de Investigaciones de La Plata, Amalia Cecilia Chambó, y la hija y la madre de la desaparecida Graciela Quesada, a quien le permitieron ver a su familia mientras estaba en cautiverio. En el último turno declaró la sobreviviente Blanca Noemí Rossini, secuestrada el 7 de julio de 1977 en su casa de Gonnet.
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Circuito Camps: “Nos privaron de nuestros padres y a mis hijos de sus abuelos”

Sociedad / En una nueva audiencia del juicio la madre y la hija de Graciela Quesada recordaron su secuestro y contaron que la pudieron ver mientras estaba detenida desaparecida. También hablaron otros cuatro testigos, entre ellos los hijos de un sindicalista de YPF desaparecido.
23.05.2012 | 11.52 Comentar | FacebookTwitter

Circuito Camps: el testimonio de la hija de desaparecidos María Julia Bearzi-
Por Pablo Roesler pabloroesler@gmail.com “Pasé toda mi vida tratando de cerrar el agujero negro causado por la incertidumbre que genera la desaparición de una persona”, dijo María Julia Bearzi a los jueces al declarar como testigo en el juicio por el Circuito Camps. Tenía 2 años cuando su mamá, Graciela Quesada, fue secuestrada y recordó que mientras estaba en cautiverio pudieron verla en dos oportunidades, en una de las cuales su abuelo advirtió que estaba embarazada. Antes había hablado por su abuela materna, Carlotta Ayub de Quesada, quien con su pañuelo blanco expuso su testimonio con una videoconferencia desde Barcelona, donde ya vivía cuando su hija fue raptada y desaparecida por la dictadura cívico militar. La mujer leyó cartas en las que el coronel Ramón Camps pedía autorización al fallecido jefe del Primer Cuerpo del Ejército, Guillermo Suarez Mason, para sacar a su hija y otras ocho personas del país. También declararon una ex detenida y los hijos de un sindicalista de YPF desaparecido.

“A mi y mi hermano nos privaron de nuestros padres; a mis hijos y mis sobrinos los privaron de sus abuelos, y nos robaron la casa que teníamos”, dijo Bearzi. Graciela Quesada estudiaba antropología, era militante de base en Montoneros y fue secuestrada el 17 de marzo de 1977 y estuvo detenida en la Brigada de Investigaciones de La Plata y luego en La Cacha.

Su papá, Luis Eduardo Bearzi había sido asesinado poco antes en una emboscada junto a Marcelo Gabriel Bettini, el 8 de noviembre de 1976, cuando concurrían a una cita cantada en Tolosa. “Fue asesinado por una persona que por suerte fue recientemente detenido: (Julio César) Garachico”, recordó la mujer.

En una nueva audiencia del juicio a 25 represores por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 personas en seis centros clandestinos que comandó la Bonaerense, la mujer recordó ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 que ella y su familia tuvieron contacto con su madre mientras estaba detenida-desaparecida y que pudieron verla dos veces.

“Yo recuerdo dos encuentros”, contó la mujer. Y abundó: “Nosotros (con sus abuelos) vivíamos en 55 entre 6 y 7, frente a una dependencia de la SIDE y un día que estábamos en la calle vimos que ella estaba en un auto estacionado en la puerta de ese lugar. Le permitieron bajar y saludarnos y compartir un momento con nosotros”.

La mujer contó que en junio, para el cumpleaños de su hermano, su madre llamó por teléfono y que en noviembre, para la fecha de su cumpleaños, avisó que iba a ir a verlos.

“Vino con dos personas de civil que se presentaron como el teniente Aguirre y el teniente Ocampo. Fue una situación muy terrible para mis abuelos”, recordó. Y contó que “mi abuelo, que era un gran ginecólogo, se dio cuenta de que estaba embarazada”.

En ese encuentro la prisionera de la dictadura les dijo que estaban planeando sacarla del país.

LA LISTA DE CAMPS. Carlotta Ayub de Quesada declaró con su pañuelo blanco desde Barcelona. Allí, junto al cónsul general Felipe Álvarez de Toledo, la Abuela de Plaza de Mayo recordó el secuestro de su hija Graciela Quesada y leyó varios pasajes de una serie de cartas entre Camps y Suarez Mason, en las que el jefe de la Policía Bonaerense solicitaba permiso para permitir la salida del país de un grupo de detenidos.

La mujer contó que las cartas estaban incorporadas en la “causa Camps” y en la primera de ellas, del 20 de septiembre de 1977, el titular de la policía “le pide permiso a Suárez Mason para sacarlos del país”, contó la Abuela.

El pedido era por “María Magdalena Mainer, Liliana Amalia Galarza, Graciela Quesada de Bearzi, Juan Mainer, Cecilia Idiart, Nilda Susana Salomone, Guillermo Marcos García Cano, María del Carmen Moretini y Domingo Héctor Moncalvillo”. La respuesta fue negativa.

En octubre de ese año Camps insiste en que los detenidos “han cesado en su colaboración por cuanto carecen de otros conocimientos que no fueran los ya aportados en un año de labor”, por lo que nuevamente pide su “alejamiento del país”. Nuevamente insiste en noviembre. En otra carta de ese mes Camps informa que los prisioneros serán sacados del país en grupos de tres.

“Esas cartas certifican que a esa fecha estaban vivos y que los dejaban salir del país. De ahí no se supo nunca más nada”, concluyó Carlota Ayub de Quesada.

La Abuela contó que desde que supo de su desaparición, hizo todo por hallar a su hija y que al enterarse de que estaba embarazada también inició la búsqueda de su nieto. Por eso, dijo que ella, su esposo y sus nietos dieron su sangre al Banco Nacional de Datos Genéticos.

Además, agradeció la oportunidad de declarar. Su nieta también: “Agradesco este espacio de memoria, de verdad y de justicia”, dijo María Julia Bearzi. Y concluyó: “Espero algún día encontrar los restos de mi madre para poder sepultarla y que descanse en paz”.

MÁS TESTIGOS. En la audiencia de hoy también declararon la sobreviviente de la Brigada de Investigaciones de La Plata, Amalia Cecilia Chambó, y el hijo y la hija de Raúl Jorge Reydó, un sindicalista de YPF secuestrado en 1977. En el último turno declaró la sobreviviente Blanca Noemí Rossini, secuestrada el 7 de julio de 1977 en su casa de Gonnet.
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“Fui víctima de tormento psicológico mientras estuve detenida, y cuando me liberaron también”

Sociedad / Silvia Beatriz Davids estuvo detenida en la Brigada de Investigaciones en 1976. Le pedían información sobre una lista gremial peronista de Tribunales. Declaró desde México.
16.05.2012 | 16.42 Comentar | FacebookTwitter

Silvia Beatriz Davids, desde México, por videoconferencia (Foto: Esteban Martirena)
Por Cintia Kemelmajer @cinkemel Silvia Beatriz Davids dormía en su casa de diagonal 78 n° 139, entre 2 y 3, cuando tres personas disfrazadas con anteojos y pelucas interrumpieron su sueño. Era 1º de diciembre de 1976. Ella tenía 24 años y estudiaba Derecho al tiempo que trabajaba en el Tribunal Colegiado de Instancia Única en causas de Familia. Los que irrumpieron en su habitación le preguntaron su nombre e insistieron en que los informe sobre el paradero de “un tal Raúl Alonso y otro, Verón”, que trabajaban con ella; le revisaron el cuarto; la ataron las manos, le vendaron sus ojos. Encerraron al resto de su familia en una habitación y se la llevaron en la parte trasera de un auto. A partir de allí, comenzó su pesadilla: estuvo veinticuatro días detenida en la Brigada de Investigaciones de La Plata, esposada los primeros diez, con los ojos vendados de manera permanente, aterrorizada y encerrada en una celda y sometida a “tortura psicológica permanente”, según ella misma relató a través de una videoconferencia desde México, su actual lugar de residencia, al prestar declaración en el marco del juicio por el denominado Circuito Camps.

Su testimonio -que dio acompañada por el cónsul general de la República Argentina en México, Pablo Exequiel Vilalloro-, fue apreciado en la ex Amia de 4 entre 51 y 53, requerido por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 que investiga las responsabilidades de 21 policías, tres militares y un civil por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas en seis centros clandestinos de detención que comandó la Bonaerense durante la dictadura.

Detención. La testigo presumió que su detención se produjo por su participación en una lista gremial que se presentó en Tribunales y que respondía al peronismo, dentro de la cual, en algún momento, habían participado tanto el mencionado Alonso como Verón, “pero habían renunciado antes de comenzada la Dictadura y pasaron a la clandestinidad. Sé que Alonso murió al tiempo y de Verón nunca más supe nada. Los militares querían saber dónde estaban”, señaló Beatriz Davids. En su relato, comentó que fue interrogada dos veces: la primera, ni bien la llevaron a la Brigada de Investigaciones, después de quitarle sus pertenencias, cambiarle la venda de los ojos y esposarla; y la segunda oportunidad, en presencia de “el francés y el amarillo, dos militares que se apersonaron especialmente, uno era el bueno y el otro el malo”, indicó.

Durante los primeros días o doce días en cautiverio, Davids estuvo recluida en una celda individual de 1 x 2 metros a oscuras total, contigua a la de otra compañera suya de Tribunales: Ana María Valles. Diez días después, le acercaron un colchón y una frazada, y la pasaron a una celda común. Allí estaban detenidas, también, Liliana Galarza y Nora Laspina de Cena, la última detenida junto con su esposo el 15 de noviembre de 1976, embarazada de nueve meses. Al día siguiente de su llegada dio a luz esposada a un radiador de calefacción, tirada en un colchón, según relató Davids.

Para alimentarse, relató la testigo, les acercaban un mate cocido, por la mañana, y luego un almuerzo que consistía en un guiso “asqueroso, pasado, horrible”. “Allí se escuchaba que había movimiento toda la noche, pasaron muchos nombres, traté de recordar todo lo que pude pero sólo me quedaron los de un tal Lugones que pasó por allí, y de Domingo Alconada Aramburu, a quien yo conocía por la Facultad de Derecho”, manifestó la testigo. En una construcción contigua, Davids identificó la presencia de “tres personas que colaboraban con los militares: la gorda Malena, Mariel y Guillermo García Cano”.

Según atestiguó Davids, durante su estadía el trato cotidiano era con policías rasos que “parecían tener miedo a que los reconociéramos cuando saliéramos”. La testigo mencionó que su papá, marino retirado, “hizo gestiones para sacarme, estuvo con Camps que le dijo que me tenían en la Policía de la Provincia de Buenos Aires”.

El 24 de diciembre de 1976, abrieron la puerta de su celda y la llamaron por su nombre. “Temblaba como una hoja, me dijeron que me iba”, recordó. La subieron a un auto, era pleno día de sol, la sentaron en el asiento trasero, le quitaron la venda y le dijeron que cierre los ojos. Salieron de 7 y 66 y la dejaron en diagonal 78 esquina 6. “Bajate y no mires”, le dijeron. Y caminó hasta su casa. “En la Brigada de Investigaciones de La Plata fui víctima de tormento psicológico ahí y después también: una vez que fui liberada siguió el terror y la impunidad. Me liberaron pero al no haber visto nada, yo no sabía si el represor era el taxista, el banquero, o quién. Mi vida se terminó, la carrera de Derecho y también mi trabajo en Tribunales, adonde me aplicaron la Ley de Prescindibilidad, Me terminé yendo de La Plata”, señaló la testigo.

Por la mañana se realizó una inspección en el destacamento de Arana y por la tarde en la comisaría

Ex detenidos revivieron el horror en la comisaría Quinta

Sociedad / Cuatro testigos recorrieron las celdas del ex centro detención durante la dictadura, en el marco de una inspección ocular en otra audiencia del “Circuito Camps”. Conmovedora galería fotográfica.
16.05.2012 | 11.12 Comentar | FacebookTwitter
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Así están las celdas de la comisaria Quinta que funcionó como centro de detención y tortura durante la dictadura
Por Sebastián Arias
@sebastianarias8

"No soy muy sentimental, soy más bien preciso. Por supuesto que hay otros que cuando declaran se ponen a llorar. Yo no lloro, en realidad lloro por dentro. Lloro igual”. El relato de Norberto Oslé genera un silencio profundo de reflexión en una de las celdas de la comisaría Quinta, ex centro de detención ilegal durante la dictadura, en el marco de otra audiencia ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1, que lleva adelante el juicio a los represores del denominado “Circuito Camps”.

Oslé, junto a otros tres testigos –Nilda Eloy, Hugo Marini y Alicia Mimi– participaron de la inspección ocular realizada en ese centro de detención ilegal que funcionó durante la última dictadura militar. Ante los jueces Carlos Rozanski y Mario Porleta, integrantes del tribunal, los ex detenidos relataron el horror que sufrieron en diagonal 74, entre 23 y 24. Describieron cómo eran las celdas y el resto del centro. Contaron que robaban la comida del perro para comer. Y reconocieron la palmera del patio, que les sirvió a muchos ex detenidos para orientarse y ratificar que estuvieron en dichas celdas.

“Yo estuve en las celdas de abajo, en la primera de la izquierda. No sabía qué había arriba (en la parte superior de la Comisaría). Recuerdo que las condiciones eran deplorables. Casi inhumanas. Estuve unos meses y recuperé la libertad (el 28 de abril del 77). Me trataron 'bien', respecto a los demás. Siempre tuve los ojos vendados”, describió Oslé (63 años), detenido el 13 de febrero del 77, en su casa, y torturado en Arana, según su declaración.

“Comíamos cada tres días, y un día nos largaron al patio por motivos de higiene. En ese momento, le robamos la comida a un perro lobo porque teníamos hambre”, recordó este militante del partido Comunista.

El en el lugar no sufrieron torturas, pero sí escucharon gritos y golpes en celdas cercanas. “Vinimos con testigos, defensores, el fiscal e hicimos la recorrida para que los testigos puedan recorrer este espacio. Lo que se trata es que puedan, si es que con el paso del tiempo pueden, recordar algo, señalarlo, describir una situación que pueda convertirse en un aporte”, contó el juez Carlos Rozanski.

Lo que se reconoció, según los testigos, fue el espacio. Se recordó el miedo y los gritos. Se volvió a sentir el horror, 35 años después de los secuestros ilegales. “Es la primera vez que vengo a la Quinta. Y las sensaciones son desagradables, difíciles de explicar. No tengo muchas palabras. Pero se siente bastante”, detalló Hugo Marini (59 años), secuestrado el 11 de enero del 77, en su Chacabuco natal, porque, cree, era el vicepresidente del centro de estudiantes de Chacabuco en La Plata, donde estudiaba medicina.

“Por lo que veo, estuve en la zona donde estaba el bañito, había un espacio de interlocución, y hablábamos con las mujeres cuando las traían a bañarse. Éramos unos 25 en la celda, con rotación constante”, dijo, sobre el lugar en donde estuvo unos dos meses en cautiverio. “Había mucho verduguero, cuerpo a tierra, salto de rana. Nos ataban de pies y manos; pero la tortura se sufría en Arana”.

De la recorrida participó también Alicia Mimi. Dijo que “hay mucha reformas”, pero recuerda donde estaban las celdas y las letrinas. “Siempre trato de ayudar a los compañeros que vienen a identificar, a reconocer y a colaborar con la Justicia. Se hace difícil… Bueno, ya no me pregunten más…”, dijo Oslé, y se marchó sonriente. Porque él no llora como todos. Llora por dentro.

Al mediodía se realizó una videoconferencia para tomar el testimonio de Silvia Beatriz Davids y por la mañana se realizó una inspección en el destacamento de Arana.
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Bajan un cuadro al "personal muerto por la delincuencia terrorista" de un ex centro clandestino

Sociedad / Fue descubierto por los ex detenidos desaparecidos que realizaban un reconocimiento en el Destacamento de Arana. El titular de la seccional decidió quitarlo delante durante el acto. En la audiencia se escuchó un testimonio a través de videoconferencia.
15.05.2012 | 17.17 Comentar | FacebookTwitter
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El subcomisario Miguel Angel Mossolani descolgó el cuadro descubierto en el Destacamento de Arana (Fotos: Manuel Cascallar)
Por Miguel Graziano
@nopublicable

Un cuadro de “la Policía de la Provincia de Buenos Aires en homenaje al personal muerto por la delincuencia terrorista” fue descolgado hoy de un ex centro clandestino, en el que fue descubierto mientras se realizaba un reconocimiento en el marco de una nueva audiencia por el juicio por el Circuito Camps, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1.

El cuadro fue descubierto por los ex detenidos desaparecidos que reconocían cada uno de los cuartos en los que fueron torturados y las celdas en las que permanecieron prisioneros.

Luego de dejar atrás los calabozos, los detenidos se encontraron con el cuadro con los nombres de los policías muertos “por la delincuencia terrorista”, colgado en el acceso mismo al Destacamento de Arana, donde funcionó un campo clandestino de detención y tortura entre 1976 y 1979.

Los ex detenidos no dijeron nada, pero los fotógrafos y camarógrafos que registraban el recorrido fueron llamados por el cuadro. Incrédulos, se detenían a tomarle algunas fotografías.

El hecho llamó la atención de un jefe policial que, rápido de reflejos, ordenó al subcomisario Miguel Angel Mossolani, que lo retirara.

El acto fue anunciado a los presentes, quienes vieron como el subcomisario bajaba el cuadro con un pedido de disculpas, pues debía suponerse que, a pesar de los años a cargo de la seccional, nunca había notado su presencia ni su importancia.

El cuadro, además, ha sobrevivido a varios reconocimientos e incluso al acto de inauguración de una suerte de museo, creado por el gobierno de la Provincia de Buenos Aires e inaugurado con la presencia del gobernador Daniel Scioli, con el que se pretende proteger el pozo en donde el Equipo Argentino de Antropología Forense encontró diez mil restos óseos.

Al mediodía se realizó una videoconferencia para tomar el testimonio de Silvia Beatriz Davids y por la tarde se realizará una inspección en la Comisaría Quinta.
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"El ataque a la casa duró varias horas y no dejó nada en pie"

Sociedad / En otra audiencia de juicio por el Circuito Camps, un testigo recordó el operativo y los secuestros que diezmaron su familia: tiene una hermana y un hermano secuestrados y a su madre y una hermana asesinadas. Inspeccionan Arana y la Quinta.
14.05.2012 | 19.27 Comentar | FacebookTwitter

El testigo Martín Cañas recordó a su familia en el juicio por el Circuito Camps (Foto: Esteban Martirena)
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com
Martín Horacio Cañas era el menor de cinco hermanos. De todos ellos la dictadura sólo le dejó uno. Los otros ya no están: Amelia, de 29 años, y Santiago, de 26, fueron secuestrados en 1977 y permanecen desaparecidos; su madre, María Angélica Blancá, y su hermana Carmen, de 24 años, fueron asesinadas en un ataque a la casa del barrio San Carlos, en La Plata, que habían alquilado intentando esconderse de la represión. El hombre, que explicó que logró huir del país junto con la hija y la nuera de la Madre de Plaza de Mayo Adelina de Alaye contó que su hermano fue secuestrado al día siguiente del asesinato del hijo de Chicha Mariani, cuando acudía a reunirse con él. En el juicio por el denominado Circuito Camps también declararon otros tres testigos, entre ellos una sobreviviente y hermana de una desaparecida y el hijo mayor de Adriana Calvo.

En total, cuatro testigos hablaron en una nueva audiencia del juicio por el Circuito Camps realizada desde las 12 en la ex Amia de 4 entre 51 y 53, en el que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 investiga las responsabilidades de 21 policías, tres militares y un civil por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas en seis centros clandestinos de detención que comandó la Bonaerense durante la dictadura.

En la jornada, Cañas recordó que “en el momento de la desaparición, Angélica y Santiago estaban militando en la Unión de Estudiantes Secundarios y yo y Carmen en la JUP (Juventud Universitaria Peronista), porque como nosotros éramos una familia de bajos recursos económicos los menores pudimos estudiar en tiempo y formas y estábamos en la universidad, pero mis otros hermanos terminaron en el secundario de adultos y por eso estaban en la UES”.

Cañas explicó que su padre era un militar retirado y que su madre era docente y una antigua militante del peronismo auténtico. Recordó que el periplo que concluyó con el exterminio de su familia comenzó a mediados de 1976 cuando secuestran a su amigo Roberto Castagnet y su esposa y a militantes de la UES. Fue entonces que la familia comenzó a huir.

“Dejamos nuestra casa y nos mudamos a Ensenada, al barrio de Cambaceres”, contó. A finales de ese año, al saberse perseguidos, la familia volvió a mudarse, pero esta vez se dividió para preservarse.

Contó que el 15 de abril de 1977 su hermana María Angélica fue secuestrada en La Plata, en cercanías de las calles 19 y 35 cuando caminaba hacia lo de la dirigente de la UES, Cecilia Salomone.

El siguiente fue su hermano Santiago, quien entonces militaba con Daniel Mariani, el hijo de Chicha. El 30 de julio de ese año los dos militantes “hicieron una interferencia en la transmisión de los canales de televisión 2 y 13 durante la segunda pelea entre (Carlos) Monzón y (el colombiano Rodrigo) Valdez, en la que pasan una proclama de Montoneros”.

Dos días después Mariani fue asesinado a tiros cuando intentó escapar del operativo realizado en la casa de 1132 y 35 en la que vivía con el matrimonio Médicci-Aued, quienes permanecen desaparecidos, y donde también fue secuestrado Guido Carlotto, esposo de la presidenta de Abuela de Plaza de Mayo, Estela Barnes.

El siguiente día, el 2 de agosto, Santiago fue capturado a pocas cuadras de esa casa. “Mi hermano va a esa casa y cuando está llegando lo detienen”, contó el testigo.

Cañas recordó que al día siguiente su madre viajó a Varela para pedirle a su ex esposo que inicie un habeas corpus pidiendo por su hermano Santiago. Y que el 4 de agosto, cuando él fue a verla, encontró la casa de 134 y 39 donde vivía con su hermana Carmen arrasada por las balas.

En ese ataque murió su madre y su hermana. Sólo se salvaron dos bebés: su sobrino, Ernesto Valiente y Cecilia Porfidio, hija de Roberto uno de los asesinados el año anterior en el ataque a la casa Mariani Teruggi. Fue su padre quien, por su indicación, logró recuperar a los dos niños que habían sido llevados a una casa cuna.

“El ataque duró varias horas. La casa quedó demolida. No quedó nada en pié”, contó el testigo. Y abundó: “En la casa solamente había un revólver que era de mi abuelo. Un arma calibre 32 de principio de siglo. Yo no creo que lo haya usado… Pero ojalá que Carmen les haya tirado”. En el operativo los únicos que salieron ilesos fueron los bebés y los atacantes.

Treinta mil. “Después del ataque a la casa de mi madre logramos juntarnos con María Alaye, que era mi compañera, con Inés Ramos, que era la nuera de Adelina de Alaye y con otro compañero. Y nos vamos los cuatro a vivir al interior, a Paraná”, recordó Cañas.

Gracias a Adelina los cuatro pudieron escapar a Brasil y luego como refugiados a Francia, donde junto con los otros exiliados organizaron la primera conferencia de prensa internacional con testigos.

“Cuando estábamos organizando eso surgió una pregunta que seguramente iban a hacer los periodistas ¿cuántos desaparecidos hay en Argentina? Entonces Adriana Lesgart toma la carta abierta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh, en donde menciona que al momento de su desaparición, que había ocurrido un año antes, había 15.000 desapariciones. Entonces a Adriana lo que se le ocurre es duplicar el dato. Que yo sepa esa es la primera vez que se habla de los 30 mil desaparecidos”, recordó.

Testigos. En la audiencia también declararon los ex prisioneros políticos de la dictadura Carlos Gensón y Lidia Araceli Gutiérrez de Elizardi y el hijo de la sobreviviente Adriana Calvo, Santiago Laborde, quien fue entregado a sus vecinos cuando su madre fue secuestrada en Tolosa, La Plata.

El juicio continuará con dos inspecciones oculares en el destacamento policial de Arana y la comisaría Quinta, donde en dictadura funcionaron centros clandestinos de detención y tortura.
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Circuito Camps: declaró Estela Carlotto

Sociedad / La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo recordó el secuestro de su marido, Guido Carlotto, en el juicio por los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención de la Bonaerense en dictadura. Galería de imágenes.
08.05.2012 | 18.56 Comentar | FacebookTwitter
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Estela de Carlotto, al finalizar su declaración en el juicio por el Circuito Camps (Foto: Matías Adhemar) -
Por Pablo Roesler
@pabloroeslerpabloroesler@gmail.com

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, declaró hoy en el marco del juicio que se sigue por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el denominado Circuito Camps, que operó durante la dictadura, en el que recordó el inicio de la tragedia de su familia: el secuestro de su esposo Guido Carlotto el 1 de enero de 1977. La mujer contó la búsqueda que inició ese mismo día, antes de que la dictadura la obligara a buscar a su hija y a su nieto, contó que pagó una importante suma de dinero en el intento de salvar la vida del padre de sus hijos, recordó que pidió por la vida de su esposo al general Reinaldo Bignone y resaltó que no fue secuestrada por el Ejército porque fue con sus dos hijos a dormir a lo de su cuñado.

Estela de Carlotto fue la primera testigo de la audiencia en hablar ante el tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata y relató durante 45 minutos el secuestro de su marido y los 25 días que permaneció en cautiverio.

La Abuela contó que el 1 de enero de 1977 su marido fue detenido cuando fue a buscar una camioneta que le había prestado a su hija Laura Estela Carlotto para que se mudara de la casa del matrimonio Médicci Aued a la de otros compañeros, pero que nunca volvió.

La búsqueda. “Esa fue mi primera experiencia en la búsqueda de una persona que no se sabe dónde está, con la inocencia de no saber qué es lo que estaba pasando”, explicó la Abuela al tribunal que preside Carlos Rozanski y que juzga 22 policías, tres militares y un civil por crímenes cometidos contra 280 víctimas en seis centros de detención comandados por la Bonaerense.

Estela de Carlotto contó que esa misma noche fue detrás de su marido y descubrió que habían allanado la casa de donde su hija acababa de mudarse. “Resolví buscar a mi marido de la manera más lógica que era buscarlo en las comisarías, fui a 12 y 60 y me dijeron que no había un detenido con ese nombre, recorrí hospitales y me volví al lugar donde vivía Laura para ver si podía rescatar en el vecindario alguna noticia y justamente una señora que vivía en frente estaba en la puerta”, contó.

La mujer le contó que el allanamiento se había producido luego de que un muchacho llegara caminando y que fuera asesinado en un tiroteo –ese joven era Daniel Mariani, el hijo de María Isabel “Chicha” Mariani, pero se enteraría después- y que por la noche había llegado un hombre mayor y que había sido detenido.

“Ahí tuve la certeza de que estaba secuestrado”, dijo y recordó que sabía que desde el golpe de Estado de 1976 se sabía que desaparecían personas. “Aprendí a buscar personas, que después recibieron el nombre de desaparecidos, porque en ese momento eran secuestrados que no sabíamos dónde estaban”.

Carlotto contó que al día siguiente del secuestro de su esposo se contactó a través de la esposa de un conocido con “una persona de la Universidad, un hombre de ultraderecha que vendía libros a los estudiantes de esa inclinación política, que después supe su apellido (Patricio) Errecalde Pueyrredón, que era profesor y de la tendencia CNU, un grupo de ultraderecha”. Ese hombre le dijo que si quería recibir noticias de su esposo tenía que entregar 40.000.000 de pesos antes de las tres de la tarde del día siguiente. “Vendí cosas, pedí prestamos y entregué el dinero”, contó. Y agregó: “Y seguí buscando”.

Esos primeros días, Estela resolvió hacer su vida normal junto con sus dos hijos Guido y Remo, quienes vivían con ella en un departamento en 59, entre 2 y 3. Pero por precaución dormían en la casa de un familiar. “En el interín una vecina me avisó que había venido el Ejercito, que habían ocupado toda la calle y habían preguntado por mi. Esto fue el día 2 de agosto”, recordó.

Y concluyó: “Yo no fui desaparecida porque no me encontraron en casa. Ni a mi ni a mis hijos”.

“Hice todas las averiguaciones habidas y por haber, incluso hablar con el general Bignone que en ese momento estaba dentro de la primera junta de la dictadura, y a quien yo conocía a través de su hermana”, recordó Carlotto y agregó: “Me recibió en su casa de Castelar y me dijo: ‘ve señora, pagan justos por pecadores’”.

La abuela relató que Bignone le aconsejó no entregar dinero, aunque ya lo había hecho, y le dijo que le enviaría un “amigo” para que hable con ella. “Efectivamente en esos días que siguieron un amigo de él, un uniformado, un militar de apellido Rospide vino a mi casa. Vino con uno o dos más y rodearon mi casa con el ejército, y más que ayudarme fue un interrogatorio”, recordó.

“El día 25 de agosto, a la noche, regresó mi esposo. Llegó a la casa donde yo estaba que era la de su hermano, mi cuñado. Era un espectro, no una persona: había perdido 15 kilos y estaba en un estado calamitoso”, contó y recordó que a pesar de su mal estado físico, “el espanto que había vivido lo hizo hablar por casi ocho horas seguidas contando lo que vivió y vio en ese lugar en el que él estuvo”.

El horror. “Mi esposo me cuenta que cuando salió de esta casa donde había vivido nuestra hija lo estaban esperando y se lo llevaron encapuchado, le dijeron ‘no se resista Carlotto’ y se lo llevaron a un lugar que él supo que era en 55 y 14”, recordó Estela de Carlotto.

La mujer reconstruyó el relato de su marido y contó que en ese lugar “entraba permanentemente gente secuestrada”, que eran torturados y que “no se quedaban mucho tiempo”. Contó que “estaban sentados en unos bancos esperando la muerte que consistía, según él dijo, en que les aplicaban unas inyecciones en la espalda (…) él escuchaba que la gente que recibía esa inyección caía descompuesta, vomitando, pero que antes de esto oía llantos, oía clamor sobre todo de mujeres que pedían por sus familias, por sus hijos, por sus madres…”.

Carlotto contó que su marido le contó que el segundo día de detención llegó una persona que se le acercó, le apoyó un dedo en la frente y le dijo: “usted es Guido Carloto”. Y dio la orden de pasarlo a un calabozo. Y contó que más tarde cuando escucharon a Ramón Camps hablar por la radio el hombre reconoció la voz.

Después de 25 días de detención Guido Carlotto fue liberado en una villa de emergencia de Lanús, hasta donde lo llevaron en un auto y abandonaron.

El relato de Estela de Carlotto reemplazó el de su esposo quien murió hace más de una década y sólo pudo declarar ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Audiencia. En la jornada de ayer también declaró María Eugenia Molina Galarza, una mujer que nació en la Brigada de Investigaciones de La Plata cuya madre está desaparecida.

La joven contó que su madre, Liliana Galarza, fue detenida en noviembre de 1976 cuando estaba embarazada. Recordó que en su partida de nacimiento figura como lugar de nacimiento esa dependencia, en la que permaneció hasta los seis meses cuando fue entregada a sus abuelos y que en ese período fue bautizada por el capellán de la policía el cura torturador Christian Von Wernich.

También declararon ayer otros testigos y la defensa del gobernador de la provincia en la dictadura, el General Ibérico Saint Jean, pidió incorporar como prueba el libro de entrevistas a Rafael Videla, Disposición Final.
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Circuito Camps: declara Estela de Carlotto

Sociedad / Ya está en el edificio de la ex AMIA donde declarará en el juicio por los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención de la región. Para el 14 y 15 de mayo están previstas las declaraciones de la familia Graiver Papaleo y del canciller Héctor Timerman.
08.05.2012 | 10.43 Comentar | FacebookTwitter
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Estela de Carlotto
Por Pablo Roesler pabloroesler@gmail.com Luego de dos semanas sin debate, el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos los centros clandestinos del Circuito Camps retomará las audiencias la semana próxima, con la declaración, entre otros testigos, de la Abuela de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, quien recordará el secuestro y desaparición durante la dictadura de su esposo, Guido Carlotto.

Las jornadas del debate oral y público retomarán el lunes próximo al mediodía con la continuación del testimonio de Estela de La Cuadra, quien en la última audiencia del debate, realizada el 17 de abril pasado, comenzó su testimonio en el que relatará el secuestro y desaparición de siete integrantes de su familia.

Carlotto dará su testimonio el martes próximo a las 10 en el ex teatro de la Amia de 4 entre 51 y 53, ante los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, que lleva adelante el juicio a 22 policías, tres militares y un civil por delitos de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas.

La Abuela recordará el secuestro de su marido Guido Carlotto detenido ilegalmente el 1 de agosto de 1977 cuando fue a buscar una camioneta que le había prestado a su hija Laura, quien vivía en la casa del matrimonio Aued Médici, en las calles 132 y 35 de esta ciudad, y se mudaría.

Esa tarde ese matrimonio fue secuestrado y en el mismo operativo fue asesinado el joven Daniel Mariani. Cuando a las 8 de la noche Carlotto fue a buscar su camioneta fue secuestrado y llevado a la Brigada de Investigaciones de La Plata, donde fue torturado y permaneció secuestrado.

En su declaración en el juicio por la Verdad en el año 2004, Estela de Carlotto contó que su marido apareció en su casa el 25 de agosto. "Estaba desfigurado, con catorce kilos menos. La tortura le agravó la diabetes y luego el Parkinson que lo alcanzó hasta su muerte", aseguró.

Fuentes de la querella también estimaron que la Abuela podría hablar sobre los casos de apropiación y restitución de Leonardo Fossatti, José Sabino Abdala y María Eugenia Gatica Garacoche, que son caso en el juicio, y sobre la tarea de las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes todavía buscan 400 bebés apropiados.

Graiver Papaleo. En tanto, para el lunes 14 de mayo el Tribunal tiene previsto comenzar con las declaraciones de la familia del empresario fallecido y original dueño de la papelera Papel Prensa, David Graiver. En esa jornada hablará, en primer lugar, su viuda Lidia Papaleo de Graiver y luego lo hará su hermano, Osvaldo Papaleo. Para el martes está previsto que hable el hermano del empresario, Isidoro Graiver.

Para el martes 15 de mayo el cronograma de testigos preparado por el TOF1 prevé las declaraciones del canciller argentino Héctor Timerman y de su hermano Javier Gustavo, quienes hablarán sobre el secuestro y desaparición de su padre, el director del diario La Opinión Jacobo Timerman, secuestrado por la dictadura en 1977 y fallecido en 1999.

Otros testigos. Para la audiencias del lunes, el Tribunal también estipuló que declaren las víctimas de la causa Luis Velasco Blake, Osvaldo Lovazzano y Liliana Mabel Zambano, en tanto que el martes hablarán los sobrevivientes María Mercedes Molina Galarza, Eduardo Kirilovsky y José María Llantada. También hablarán seis familiares de víctimas ambos días

Etchecolatz: "Camps me dijo que Clara Anahí murió carbonizada"

Sociedad / El represor condenado por genocida insistió con la versión pero, esta vez, involucró al coronel Camps, ex jefe de la Bonaerense. Un testigo afirmó que vio cuando sacaban una beba de la casa, tras el ataque.
07.05.2012 | 20.11 Comentar | FacebookTwitter

Miguel Etchecolatz en el juicio por el denominado Circuito Camps (Foto: Eva Cabrera)
Por Pablo Roesler
@pabloroeslerpabloroesler@gmail.com

El represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, volvió a reiterar que Clara Anahí, la nieta desaparecida de María Isabel “Chicha” Mariani, murió carbonizada durante el ataque a la casa de calle 30, en noviembre de 1976. Y que no se hizo publicidad para no “desprestigiar” al Ejército. Lo hizo esta tarde frente al tribunal que encabeza el proceso por el denominado Circuito Camps, en el cual también se lo juzga.

“Camps dijo que la criatura murió carbonizada; dijo que no se hizo publicidad porque iba a caer muy mal a la comunidad”. Con esas palabras, el ex comisario mayor de la Bonaerense en tiempos de la dictadura volvió a insistir con la muerte de la beba, a quien Chicha busca desde hace más de 35 años.

Frente al presidente del tribunal, Carlos Rozanski (quien lo condenó en 2006), el represor se autocalificó como un tipo “audaz” al interpelar a Camps, que era su superior, y le "recriminó" que mandara gente a un frente muy peligroso, según indicó el genocida.

Según contó, fue en esa ocasión -unos días después del operativo- que “salió el tema de la beba” y Camps le dijo "que la criatura murió carbonizada (...)”. “Y dijo que no se hizo publicidad porque iba a caer mal ante la comunidad". "Cuando estábamos hablando por el tema del personal, él (Camps) se sincera conmigo y dice: yo no quería esto; y como aporte me dice que la nena murió carbonizada”.

El juez Roberto Falcone le preguntó por los desaparecidos y dijo que no sabía nada. Que sólo respondía órdenes del ejército. “No acepté, recibí ni practiqué ningún sistema ilegal, porque cuando la policía se subordinó al Ejército, todas las órdenes provenían de un sistema legítimo, porque ellos daban las pautas”, manifestó. Y agregó: “La autoridad militar era la que traía a los detenidos, los llevaban y los torturaban, según dicen”, manifestó Etchecolatz tras la pregunta del magistrado. Sobre el final tuvo un fallido: "No dejo de ocultar la realidad".

Etchecolatz había hablado por última vez en el juicio el 1° de noviembre pasado, cuando se debatía el ataque cometido en noviembre de 1976 a la casa de calle 30, entre 55 y 56, donde vivían Daniel Mariani, Diana Teruggi y la hija de seis meses de ambos, Clara Anahí. El día del ataque Mariani no se encontraba en la casa y de las seis personas que se encontraban en el lugar, sólo sobrevivió la bebé.

En su anterior intervención el represor insistió en la versión de que Clara Anahí murió en el ataque: “A Anahí se la quitó la subversión: los padres”, había manifestado.

El pedido de ampliación declaratoria de Etchecolatz se produjo tras el testimonio de Juan Carlos Elso, un ex colimba del Regimiento 7 que el 24 de noviembre de 1976 fue llevado al operativo de la calle 30. En su relato, el hombre contó que tras el ataque fue asignado como consigna en el garaje de la vivienda y allí vio cuando una persona vestida de civil retiraba a la beba.

Para hacer el pedido, Etchecolatz volvió a estar presente en la sala de audiencia, de donde se había ausentado -en rigor, presenciaba el debate desde una sala contigua al estrado- meses atrás luego de provocar incidentes por un ataque de nervios lo que le valió una advertencia por parte del Tribunal.
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"Los hijos pagarán los pecados de sus padres"

Sociedad / La frase con que Von Wernich justificó la apropiación fue recordada por Estela de la Cuadra, quien en el juicio por el Circuito Camps contó la desaparición de su hermana, quien dio a luz una beba en la comisaría Quinta. El represor Etchecolatz pidió hablar para repetir su versión sobre el destino de la nieta de Chicha Mariani.
07.05.2012 | 21.57 Comentar | FacebookTwitter
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Estela de la Cuadra en el juicio por el Circuito Camps
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

“Los hijos pagarán los pecados de sus padres”. La frase fue la respuesta que el cura Christian Von Wernich le dio a Héctor Baratti, un prisionero político de la dictadura que le reclamó por su hija nacida en cautiverio en la comisaría Quinta. El detenido no salvó su vida. Pero la frase fue dos veces repetida en el juicio por el Circuito Camps en el relato de testigos: primero fue Estela de la Cuadra, la tía de la beba nacida en cautiverio, y luego Luis Velasco Blake, un sobreviviente que estaba presente cuando esas ocho palabras fueron pronunciadas en el calabozo de un centro clandestino de detención. También el testigo Osvaldo Lovazzano contó en la audiencia que supo del nacimiento de la beba al estar detenido en esa seccional y que, a pesar del terror que sentía, avisó a la familia cuando fue liberado.

En el debate también declararon otros dos testigos: un sobreviviente que relató su cautiverio y una mujer que contó la desaparición de su marido policía. En el final de la audiencia, el genocida Miguel Etchecolatz amplió su indagatoria para repetir la versión del Ejército y la policía dictatorial de que la nieta de Chicha Mariani murió en el ataque a la casa de calle 30, hecho perpetrado hace 35 años.

En una nueva audiencia del debate que juzga a 21 policías, tres militares y un civil por crímenes cometidos contra 280 víctimas en seis centros clandestinos de detención comandados por la Bonaerense, la testigo Estela de la Cuadra recordó que su hermana Elena fue detenida el 23 de febrero de 1977 en el consultorio odontológico de Lilia Fernández, que estaba ubicado en calle 33, entre 24 y 25.

La mujer “estaba embarazada de cinco meses” y fue detenida junto con su esposo Héctor Baratti, con la odontóloga y su esposo Eduardo Bonín y Francisco “Pancho” Fracaroli, todos militantes del diezmado Partido Comunista Marxista Leninista (PCML).

De la Cuadra contó a los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 que por distintos testimonios de sobrevivientes como el de Adriana Calvo y de Miguel Laborde supo que estuvieron en la comisaría Quinta su hermana “Elena, Héctor, el ‘Negro’ Bonín, Humberto Fracaroli y mi hermano Roberto José que había sido detenido con anterioridad”.

“Los testimonios nos remiten que Elena estaba en la comisaría Quinta, que el embarazo seguía, que tanto su hermano como su marido están bien y están compartiendo el cautiverio con ella”, recordó.

La testigo recordó los diferentes testimonios que en dictadura a través de anónimos o en persona daban cuenta de que su hermana había dado a luz. Y contó: “En comisaría Quinta Héctor Barati tuvo una discusión por la nena con Von Wernich y le dice: ‘está bien, nosotros somos subversivos, ¿pero la nena qué tiene que ver si tiene apenas unos días de vida?’. Entonces él le contesta algo así como que ‘los hijos pagarán las deudas de los padres’. No se si será eso un pasaje bíblico. A mi me llega por un testimonio”.

La mujer recordó que su madre, Alicia “Licha” Zubasnabar de la Cuadra comenzó junto con Chicha Mariani la búsqueda de su nieta y que ella la acompaño hasta que luego del mundial de 1978, cuando la dictadura secuestró a su marido, tuvo que huir al exilio en el exterior para salvar su vida.

La también contó lo que pudo reconstruir del cautiverio de Baratti, Bonín y Fraccaroli, de quienes supo que permanecieron en cautiverio durante 18 meses en comisarías y dependencias de la policía Bonaerense. Contó que estuvieron en la comisaría Quinta y que, al menos tres sobrevivientes, compartieron cautiverio con ellos en la seccional Octava, de 7 y 74, que funcionaba como un lugar de detención previo a que los desaparecidos fueran legalizados y llevados presos a la Unidad 9.

En esa dependencia, Fraccaroli entregó a un sobreviviente un rosario que había hecho con miga de pan para su madre que el detenido político de la dictadura hizo luego llegar a su familia.
Contó también que de los tres compañeros, Baratti y Fraccaroli fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) de entre un grupo de 15 cuerpos que el mar devolvió a la costa en General Lavalle. Esos cadáveres que el océano trajo en diciembre de 1978 habían sido arrojados desde un vuelo de la muerte para exterminar detenidos del centro clandestino de Capital Federal conocido como Atlético-Banco-Olimpo.

En la audiencia, la testigo no pudo explicar cómo llegaron los dos hombres a ese campo, pero sentenció: “lo que es certero es que el vuelo salió el 6 de diciembre de 1978 con 30 personas del Olimpo y fueron tiradas al mar”.

De la Cuadra explicó que ese campo fue el destino del PCML, una organización política que había desarrollado distintos trabajos políticos de frente en el Frente Antiimperialista por el Socialismo con el PRT-ERP y en sindicalismo combativo de Agustín Tosco, que fue exterminada de un solo zarpazo en un operativo nacional realizado el 6 de diciembre de 1976.

Deudas. Hacía un año que Luis Velasco Blake había abandonado el Partido Comunista Revolucionario (PCR) cuando el 7 de julio de 1977 fue detenido por una patota en la casa de su madre en La Plata. En la audiencia de hoy contó que permaneció detenido durante 22 días en los que fue llevado a la Brigada de Investigaciones de La Plata, el destacamento de Arana, el Pozo de Banfield y la comisaría Quinta de La Plata, donde compartió cautiverio con Baratti, Bonín y Fraccaroli.

Contó que cuando estaba prisionero en la Quinta Von Wernich concurrió a su celda para decirles que debían soportar la tortura sin odio porque “habían hecho mucho daño a la patria”. Fue entonces, explicó, que Baratti intervino en la conversación y preguntó porqué su hija recién nacida también debía soportarlo y que el cura escupió la frase: “Los hijos pagarán los pecados de sus padres”.

En su relato, Velasco contó que además de ser torturado en Arana había oído cuando torturaban a otras personas y aseguró que oyó también gritos de torturados en la comisaría Quinta. Fue liberado el 7 de agosto de ese año.

La beba. “Antes de salir, en la comisaría Quinta la chica de Fernández a través de una pared me dijo: ‘avisale a De la Cuadra’”, recordó el testigo Osvaldo Lovazzano el recado que Lilia Fernández le encargó cuando los represores le dijeron que iba a ser liberado. Pero él no entendía. Por eso la mujer insistió: “‘Pelotudo, acordate de la calle, de la cuadra’, me dijo, porque con todos los nombres que me decían, con los teléfonos, me había bloqueado. ‘¿Y qué me tengo que acordar?’, le dije. Y me respondió: ‘que tuvo familia y que está bien’”.

Lovazzano, un ex delegado del Hipódromo de La Plata, recordó que unos días después de recuperar la libertad fue hasta una ronda de madres en la que estaba Licha, la madre de Elena de la Cuadra, a quien le dio el mensaje y salió corriendo, aún aterrorizado.

El testigo contó que fue detenido el 30 de agosto de 1977 en su casa de 67 entre 17 y 18, cuando fue luego de que un vecino le alertara que una patota había irrumpido en su vivienda. Fue detenido y torturado con picana en dos oportunidades. Fue liberado a finales de enero de 1978.

En la misma audiencia también declaró Gladys Bianchi, esposa de Daniel Omar Marticorena un policía de la comisaría Cuarta de La Plata que fue secuestrado por sus compañeros el 7 de julio de 1977 y permanece desaparecido.

También declaró Liliana Mabel Zambano, quien relató su secuestro en agosto de 1977 y su cautiverio en la Brigada.

Las audiencias continúan mañana a las 9.30 con la declaración de la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto.
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Circuito Camps: la dictadura en las fábricas y el secuestro de un obrero de YPF
La testigo Estela de la Cuadra recordó en el juicio la captura de su hermano sindicalista Roberto José, y abundó en las relaciones entre las empresas de la regíón y la represión. La mujer seguirá declarando sobre otros seis integrantes de su familia desaparecidos durante la dictadura militar.
20.04.2012 | 15.45   |   FacebookTwitter
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Estela de la Cuadra durante su relato frente al tribunal en 2010
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Con el recuerdo del secuestro de su hermano Roberto José, la testigo Estela de la Cuadra introdujo en el juicio por el Circuito Camps la relación entre las empresas de la región, la burocracia sindical y la dictadura militar. En la última audiencia del debate, la mujer comenzó su testimonio en el que relatará el secuestro y desaparición de siete integrantes de su familia, y que quedó suspendido hasta la próxima jornada del juicio.

Estela de la Cuadra comenzó a hablar cerca de las 20 del martes pasado, en el final de la última audiencia del juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en seis centros clandestinos de detención bajo el mando de la Policía Bonaerense en la dictadura en el que se investigan responsabilidades de 26 imputados por hechos cometidos contra 280 víctimas.

Comenzó señalando la tragedia que sufrió su familia, sobre la que testimoniará en el debate: “Tengo familiares desaparecidos. El primero fue mi hermano Roberto Jose de la Cuadra que permanece desaparecido; mi hermana Elena de la Cuadra, que fue secuestrada embarazada y tuvo una hija llamada Ana; mi cuñado Héctor Baratti; mi conconcuñado Juan Raúl Bourg; con mi marido (Gustavo Fraire) fue secuestrado también mi hijo que después me lo devolvieron. Yse robaron mi casa, hasta hoy”.

De todos ellos, Baratti es el único que “apareció”, explicó la testigo: “Fue arrojado al mar en un vuelo de la muerte y fue identificado por Antropología Forense”.

De la Cuadra comenzó la extensa lista de desapariciones recordando el secuestro de su hermano Roberto José, secuestrado la noche del 2 de septiembre de 1976 luego de una reunión sindical que había organizado con un compañero de trabajo en la destilería de YPF y un despedido de la línea 520, una empresa de colectivos local.

“Roberto José ya era casado, tenía un bebe y su propio hogar, hizo una reunión sindical en casa de mis padres y concurren a ella Raúl Bonafini (hijo de la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini), compañero de trabajo en YPF y otro compañero que es Daniel San Pedro”, recordó la mujer el relato que sus padre le hicieron de ese día.

La mujer contó que Roberto “había volanteado ese día o el anterior contra la extensión horaria en YPF, porque eran seis horas de trabajo y con la dictadura vuelven a poner ocho horas y perdieron la insalubridad (…) Volantea en el baño y cuando sale lo ve el delegado del SUPE de su sección”.

“Eso es lo que estaban charlando –siguió De la Cuadra- y se suma además que había habido gente preguntando por él en el barrio. Entonces Raul Bonafini le pregunta: ‘¿Roberto que domicilio tenés en YPF?. Y el le dice: 'este'. Y Raúl le contesta: ‘entonces qué hacemos acá’”.

La reunión fue suspendida, explicó la mujer, pero su hermano se había llevado el auto de su padre y cuando volvió para devolverlo, fue capturado.

“Nosotros vivíamos en 65 esquina 12, en un edificio. Y cuando llega lo secuestran. Pero una hora antes había llegado la patota a casa preguntando por él, y como papá y mamá no le decían nada”, relató.

En ese momento comenzó la búsqueda. Cuado la madre del desaparecido (una de las fundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo, Alicia “Licha” de la Cuadra) salía hacia la casa de su consuegro, el hombre llegó a su casa diciendo que habían sufrido un operativo y que habían secuestrado a Gladis, la esposa de Roberto José. La mujer, explicó De la Cuadra, permaneció 10 días desaparecida y tras ser liberada quedó afectada.

“Roberto José fue visto en comisaría quinta en enero de 1977. La primer noticia que tenemos la manda mi hermana Elenita a través de una compañera de cautiverio que había salido. En el mensaje decía que que el embarazo seguía y que mi hermano y mi marido también estaban ahí. Esto es fue hacia mayo del '77. Miguel Laborde dice, más tarde en su testimonio en el juicio a las juntas, que vio también a Roberto José ahí”.

Empresas y represión. El testimonio de De la Cuadra aportó información sobre el contexto del sindicalismo y la represión sobre los trabajadores fabriles de la región en el primer año de la dictadura, lo que fundamentó con testimonios y documentos de inteligencia de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (Doppba) a los que accedió cuando fueron desclasificados y entregados en custodia a la Comisión provincial por la Memoria, de 54, entre 4 y 5.

“Cuando yo pido los documentos sobre mis familiares (en la Comisión por la Memoria) y descubro que estaba fichado Roberto y había un documento que venía de Buenos Aires, de la superintendencia de la Policía Federal, donde lo sindican como responsable de las FAP, Fuerzas Armadas Peronistas, y que su casa funcionaría como un lugar de encuentro de distintos militantes, en la que era acompañado por su mujer”, explicó la mujer.

Según detalló, el informe asegura que a la casa de su hermano concurrían activistas y trabajadores, entre los que mencionaban a Daniel San Pedro, como a “un revoltoso de la 520”. Y aclaró: “Estos documentos son de mediados de agosto de 1976 y a Roberto lo secuestran el 2 de septiembre. Hay una comunicación de Dippba que dice que fuerzas de seguridad lo habían detenido a Roberto José”.

“Yo no sabía porqué a mi hermano lo sindicaban como de las FAP –siguió la testigo-. Entonces en el archivo de la Dippba pedí lo que hay de UTA (Unión Tranviaria Automotor). Y ahí entendí: mi hermano fue obrero de la 520 y participó de las manifestaciones del año 1974 y 1975 que en La Plata fueron muy grandes. Y veo en esas manifestaciones una gran participación de activistas de las FAP y de ahí me explico por que lo identificaron como integrante de esa organización, porque de hecho no lo era”, detalló.

La mujer explicó que “relacionado a los archivos y la gente de la 520 (…) que estén o no trabajando en la línea son secuestrados”. Y dijo: “Me encontré con el testimonio de un chofer de micros, Pedro Luis Tagliarini, que lo da en el Juicio por la Verdad y dice que fue secuestrado en la 520 (…) Y cuenta también que él sabía que en el paro del año 1975, (el entonces gobernador) Victorio Calabró había pedido las libretas de trabajo de 13 choferes de la 520. Muchos de los choferes que cuyas libretas de trabajo terminaron en manos de Calabró han desaparecido. Unos asesinados otros liberados, otros en la unidad 9”.

Fue así que De la Cuadra halló el vinculo del secuestro de su hermano con el sindicalismo. “En la Dippba está clara la mecánica que tenían en la destilería YPF de La Plata, la relación de los sindicatos con la administración de la destilería y con el jefe de seguridad de la zona, que era el mayor Basi Galuppi”, disparó.

En esos archivos encontró explicaciones: “A partir de que suponen que va a haber un atentado con el que van a volar la destilería, (en YPF) programan una reunión con el jefe de seguridad de la planta, con el secretario adjunto del SUPE de Ensenada, que era Sicardi, y con el administrador de la planta. Porque Sicardi tenía una lista para proveer una lista de obreros revolucionarios subversivos. Está todo escrito por ellos, es increíble”.

En su relato, también develó que en la Dippba a “un integrante de la Triple A (grupo parapolicial Alianza Anticomunista Argentina) en la seguridad de YPF: Ciro Ahumada estaba en la seguridad de YPF. Él había estado muy cercano a Oscinde”.

La mujer elaboró una lista de trabajadores de la línea 520 y de YPF desaparecidos y destacó el secuestro de Daniel San Pedro, en Mar del Plata en junio de 1978 y de Raúl Bonafini el 6 de diciembre de 1976 en La Plata.


Circuito Camps: un testimonio y el recuerdo de tres desapariciones
Sociedad /  Un sobreviviente recordó su encuentro en cautiverio con tres militantes comunistas secuestrados en centros clandestinos. Piden nuevas medidas por Ana Teresa Diego.
19.04.2012 | 11.54   |   FacebookTwitter
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Los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

“A nosotros nos van a matar. A vos posiblemente no. Si volvés al Astillero y si encuentran mis huesos, yo quiero que estén en la puerta del taller de estructura. Ese es mi mundo: mis compañeros”. El pedido del desaparecido Eduardo Roberto Bonín quedó resonando para siempre en la memoria del sobreviviente de la dictadura Diego Barreda, uno de los cinco testigos que hablaron en la última audiencia del juicio por el Circuito Camps. En la jornada también testificaron los familiares Carlos Renato De Angelis y Dolores Enriqueta Corona y la ex detenida Angélica Campi. También comenzó su declaración Estela De La Cuadra, hija de una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo e integrante de una familia platense diezmada.

Al inicio de la audiencia realizada ayer en el ex teatro de la Amia, ubicado en 4 entre 51 y 53, los querellantes pidieron al Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 que oficie a la Cámara Federal de Buenos Aires el pedido del informe sobre el hallazgo de los restos de Ana Teresa Diego, por quien pedirán que su caso se juzgue por el delito de homicidio (ver nota relacionada).

“Esto yo ya lo declaré como cinco veces, pero bueno, lo voy a decir igual”, comenzó Diego Barreda su declaración y contó a los jueces que fue secuestrado el 14 de julio de 1978 en Ringuelet cuando volvía de trabajar. Explicó que fue llevado directamente al pozo de Quilmes (donde había funcionado la Brigada de Investigaciones de la Policía) donde lo torturaron con picana. Luego fue derivado al Pozo de Banfield (también Brigada de Investigaciones), donde le sacaron fotos y lo derivaron a la comisaría Octava de La Plata, una seccional que funcionó en dictadura como lugar previo a la legalización de los detenidos.

Si bien la fecha de su secuestro no está aún siendo considerada en el debate y el circuito de centros que realizó el detenido no es el que está en juicio, el testimonio de Barreda fue clave para identificar a tres víctimas del Circuito Camps: Héctor Baratti, Ricardo Bonín, Humberto Fraccaroli.

Barreda contó que a la comisaría Octava de La Plata, ubicada en avenida 7 y 74, fue llevado para ser “engordado” y cuidado para su posterior blanqueo. En una de las celdas ubicadas en el sector trasero de la seccional, donde se alojaban los detenidos ilegales, fue donde compartió cautiverio unas horas con los tres militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) detenidos desaparecidos.

Barreda contó que con quien más hablaba era con Bonin, quien era delegado del Astillero Río Santiago, donde él había trabajado. Fue en esas charlas que Bonin le pidió que si sobrevivía que buscara sus restos y le contó que hacía 18 meses que estaban detenidos.

Baratti, Bonín y Fraccarolli fueron secuestrados el 24 de febrero de 1977 alrededor de las 20.30, cuando se encontraban en una reunión con en el consultorio odontológico de Norma Estela Campano, ubicado en la calle 33 entre 24 y 25. Hubo un inmenso operativo de la policía que intimó a que salgan los que estaban en el consultorio. Así lo hicieron y fueron detenidos. Entre los secuestrados también estaba Elena De La Cuadra. Todos desaparecieron y sólo fueron hallados los restos de Baratti.

Tras ser legalizado en la Comisaría Octava, Barreda fue juzgado por un concejo de guerra y luego por la justicia federal, y enviado a la Unidad 9 de La Plata, de donde salió en 1979.

Sobre Banfield, recordó que “era una especie de depósito de gente a la espera de la disposición final”, y contó que compartió cautiverio con Rodolfo Nanni y con la uruguaya María Artigas de Moyano, quien estaba embarazada y parió hijo en ese centro clandestino. Esa mujer le contó que había tenido una beba y que la buscara si lo liberaban.


Testigos. En la audiencia también hablaron Carlos Renato De Angelis, quien recordó la detención de su primo, el médico cardiólogo Rubén De Angelis y su esposa, la pediatra María Delia Garín, quien trabajaba en la Clínica San Ramón. Ambos se encuentran desaparecidos desde el 13 de enero de 1977.

También declaró Dolores Enriqueta Corona, quien contó que su hermano Carlos José, oriundo de Tres Lomas, fue secuestrado en la calle, cerca de Plaza Moreno, a mediados de enero de 1977.

La testigo contó que a los datos los conocía por el testimonio de Amalia Chambo, quien ante la CONADEP declaró que había compartido cautiverio con la víctima en la Brigada de Investigaciones de La Plata (BILP), donde también estuvo con David Aleksoski.

La ex detenida Angélica Campi también habló en la audiencia y contó su propio secuestro y la desaparición de Guillermo Almarza, el 8 de febrero de 1977. Campi y Almarza eran novios y fueron detenidos en 49 entre 6 y 7, en la puerta de un comercio.

La mujer contó que fue llevada a la Brigada, en 55 entre 13 y 14 y luego al Destacamento de Arana. Campi estuvo en Arana unos cuatro días, y luego fue llevada nuevamente a la Brigada, en donde permaneció detenida hasta el 27 de marzo de ese año.

A Guillermo Almarza, contó, no lo volvió a ver desde el primer día que estuvo en Arana. Y recordó que sus restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.

La última testigo fue Estela De La Cuadra, quien comenzó con su relato avanzada la noche y tuvo que ser suspendido hasta la próxima audiencia.

El eje de su testimonio son sus siete familiares desaparecidos: su hermano Roberto José, su hermana Elena -embarazada de cinco meses- y su esposo Héctor Baratti, su marido Gustavo Fraire, su concuñado, Juan Raúl Bourg y su esposa, Alicia Rodríguez de Sáenz, todos desaparecidos entre 1976 y 1977.

Las audiencias fueron suspendidas hasta el 7 de mayo próximo.
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19.04.2012 | 11.22   |   FacebookTwitter
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Ana Teresa Diego, en una foto de los '70
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Los restos de Ana Teresa Diego fueron encontrados. Y en el proceso que se realiza en La Plata los querellantes pedirán que los responsables de su secuestro sean acusados también por asesinato. Es que luego del hallazgo de los restos de la estudiante de Astronomía de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) desaparecida durante la última dictadura militar, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 (TOF1) aceptó el pedido de la abogada Guadalupe Godoy para gestionar a la Cámara Federal de Capital Federal la certificación del hallazgo realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que les permita pedir la ampliación por el delito de “homicidio”.

El pedido fue realizado y aceptado en la audiencia del martes del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas en los centros clandestinos del Circuito Camps, que se realiza lunes y martes en 4, entre 51 y 53, donde el TOF1 juzga las responsabilidades de 25 policías, tres militares y un civil. En la misma jornada declararon cinco testigos y el debate se suspendió hasta mayo.

Los restos de Ana Teresa Diego, desaparecida el 30 de septiembre del 1976 cuando salía de la facultad, fueron hallados por el EAAF en tumbas nn el cementerio de Avellaneda, tal como Diagonales.com informó el 12 de abril pasado. Luego de la identificación por comparación de ADN, los antropólogos elevaron el informe a la Cámara Federal que ahora debe realizar el trámite judicial que certifique esa identificación.

“Luego del hallazgo pedimos al tribunal que se oficie a la Cámara Federal de Capital Federal para que remita la declaración judicial respecto de Ana Teresa Diego", explicó la abogada Godoy, de la querella que representa a la madre de la víctima, Zaida Franz.

En la misma audiencia, el tribunal que preside Carlos Rozanski e integran Roberto Falcone y Mario Portela, aceptó el pedido.

La solicitud, además, apunta a acusar por homicidio a los secuestradores, torturadores y desaparecedores de Ana Teresa Diego. “Vamos a pedir una ampliación por el delito de homicidio en los casos en los que el EAAF halla encontrado los restos”, detalló Godoy, tal como ya solicitó en el juicio.

Los resptos de Diego fueron identificados recientemente y la información fue confirmada a Diagonales.com el 12 de abril pasado por el decano de Astronomía, Adrián Brunini. La noticia causó conmoción en la comunidad educativa platense, que el pasado 22 de marzo le había rendido homenaje en los jardines del Observatorio, con el descubrimiento de una placa en su memoria.

Además, el nombre de la estudiante oriunda de Bahía Blanca quedó resonando en la memoria colectiva cuando la presidente Cristina de Kirchner mencionó su nombre a propósito de la decisión de la Unión Astronómica Internacional de llamar “Anadiego” a un asteroide.

Luis Martorelli, docente de la unidad académica, y el último compañero que vio a Ana con vida, dijo a este diario digital sentirse shockeado con la noticia: “Es una extraña sensación de alegría y tristeza”.
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Por Miguel Graziano
@nopublicable

Un ex conscripto platense que hacía el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento 7 de La Plata reveló hoy que fue testigo del momento en que un hombre de civil se llevaba a un bebé envuelto en una manta de la casa de la que fue robada Clara Anahí, el 25 de nombre de 1976. “Es un testimonio que he esperado durante tantos años, que alguien dijera la verdad, que alguien dijera lo que vio”, afirmó su abuela, María Isabel Chorobik de Mariani –Chicha Mariani–, fundadora de Madres de Plaza de Mayo y de la fundación Anahí.

Juan Carlos Elso, jugaba al fútbol en Gimnasia y Esgrima La Plata en 1975, cuando lo llamaron a hacer la conscripción, y declaró hoy en el juicio que se le sigue a 26 represores por el Circuito Camps y a través de una video conferencia que se realizó desde Cochabamba, en Bolivia.

El testigo vive en Potosí, donde es director técnico de fútbol infantil, y habló ante la presencia del cónsul argentino en Cochabamba, Daniel Horacio Baleirón, y el juez Carlos Rozanski, mientras que en La Plata los jueces Roberto Falcone y Mario Portela quedaron a cargo del debate.

Elso contó que lo llevaron al tiroteo y recordó que, media hora después de que las fuerzas conjuntas tiraran unos explosivos antitanque, un cabo le ordenó que fuera de consigna en la puerta del garage de la casa de calle 30 entre 55 y 56.

“Había una citroneta agujereada”, describió y afirmó que, estando en aquel lugar, vio salir a un hombre de civil, de pelo largo, claro y enrulado, cargando un bulto que era un bebé envuelto en una manta.

El testigo fue más preciso. Dijo que se dio cuenta que la carga era un bebé por la forma en que era llevada y dijo que la colcha con la que había sido arropada la criatura era de color fucsia con detalles de color verde.

Agregó que el desconocido llevó al bebé a una camioneta que no era del Ejército Argentino, o que al menos no estaba identificada, y que se retiró de inmediato del lugar.

Elso explicó que primero estuvo de consigna en una casa de la vuelta y luego en la puerta del garage de la vivienda en donde, en una doble pared del fondo, funcionaba la imprenta de Montoneros. “No me aguantaba la curiosidad y entonces entraba y salía de la casa”, afirmó. Y dijo que llegó a ver las piernas de un hombre muerto.

Además, afirmó que hay más testigos que saben lo ocurrido y nombró al cabo primero Bazán, el jefe de enfermería al que él reportaba. “Estabamos en el rancho y los comentarios que habían era que no se explicaban cómo el bebé había salido ileso después de tanto tiroteo. Ahí relacioné lo que había visto”, aseguró.

“No encontrábamos explicación, porque el cabo Bazán había dicho que el bebé estaba vivo, que estaba bien”, describió.

Informe:
Pablo Roesler
@pabloroesler

"Si se mueren no van a ser condenados pero van a seguir cometiendo crímenes"
Sociedad /  Una hija de desaparecidos llevó la incertidumbre generada durante 33 años por la desaparición de sus padres a la sala de audiencias en el juicio por el Circuito Camps. Otro testigo declaró por videoconferencia desde Ushuaia.
10.04.2012 | 22.27   |   FacebookTwitter
Galería de Imágenes (6)

Ana Laura Mercader declaró en el juicio por el Circuito Camps por el secuestro de sus padres Mario y Anahí
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

“Todos estos años han sido muy difíciles porque la desaparición genera una incertidumbre muy grande. Genera muchos daños psicológicos”, explicó Ana Laura Mercader, una hija de desaparecidos que declaró ayer en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el los centros clandestinos del Circuito Camps que se realiza en La Plata. La mujer contó el secuestro de sus padres Mario Mercader y Anahí Fernández en 1977, cuando ella tenía 2 años y medio, recordó la búsqueda que emprendieron sus abuelas, las pistas falsas, los padecimientos de la incertidumbre y reclamó que se aceleren los procesos. Denunció también que Monseñor Plaza intentó seducir a su abuela materna cuando fue a verlo para pedir por la vida de su hija y su yerno. Y tras su declaración, proyectó un video que cuenta su historia en el Colegio Nacional donde su padre había estudiado.

En la audiencia también declaró el sobreviviente Jorge Alberto Rolando, quien dio su testimonio a través de una video conferencia desde Tierra del Fuego y recordó los 45 días que permaneció en cautiverio en los centros clandestinos de detención que funcionaron en la Brigada de Investigaciones de La Plata, en el destacamento de Arana, donde recordó una fuga, y en la comisaría Quinta. También hablaron las hermanas de dos desaparecidas.

“Usted mencionó que su abuela hizo gestiones con Monseñor Plaza para dar con sus padres. ¿Qué resultado tuvieron?”, preguntó el abogado querellante Inti Pérez Aznar a Mercader. “Todas las gestiones tuvieron resultados negativos”, explicó la testigo. “¿Ella pudo entrevistarse personalmente con Plaza?”, insistió el letrado de la Secretaría de Derechos Humanos. “Mi abuela fue a ver a Monseñor Plaza y él le hizo una propuesta en la que quiso seducirla e invitarla a dormir con él. Más allá de lo anecdótico es algo terrible”, detalló la mujer.

Mercader contó que sus padres tenían 22 años y que fueron secuestrados el 10 de febrero de 1977 de su casa de calle 119, entre 523 y 524, donde vivían con ella y su hermana, María, de 4 meses. Contó que patota del jefe de la Policía, el coronel Ramón Camps, llegó temprano en la mañana luego de que su padre se fuera a trabajar y que permanecieron seis horas con ellas cautivas esperando a que volviera.

Relató que esa mañana su padre llegó con un compañero, del que solo sabían que le decían Piraña, y que su madre le gritó para que escapara. Contó que intentó huir pero fue baleado en una pierna y capturado. Narró también que Camps fue quien decidió que su madre también fuera secuestrada, a pesar de que los secuestradores sólo buscaban a su papá.

La testigo reconstruyó el secuestro con los fragmentos de sus recuerdos, por los testimonios de vecinos y de dos personas que permanecieron cautivas en esa vivienda con sus padres: un vecino de apellido Cambiasso y su hija, Mari, que las cuidaba a ella y su hermana y ese día estaba ahí, a quienes pudo encontrar hace sólo quince días.

Esos dos vecinos, que esa mañana de 1977 habían ido a su casa, uno a trabajar y el otro a buscar a su hija, le contaron que sobre el final del operativo llegó un hombre a quien luego, al ver sus fotos en periódicos, identificaron como el coronel Camps.

“Nuestra vida cambió. No era más la vida que teníamos, pero era la mejor vida que nos pudo haber tocado después de la desaparición”, dijo Ana Laura al tribunal. Y recordó la búsqueda de sus abuelas, Elba Lahera y Nélida Meyer. Recordó las primeras noticias aparecidas en el diario La Opinión que daban por muerto a su papá y las primeras versiones del sobreviviente Luis Favero que los había en cautiverio pero con vida.

Y también recordó las pistas falsas que fueron apareciendo en esa búsqueda: desde los llamados de una monja que le dijo a su abuela Elba que Anahí estaba en un psiquiátrico, hasta la perversidad de un Gendarme de nombre Héctor Flores que engañó a su abuela, la citó varias veces y nunca dio una sola pista concreta.

Contó que en 2009 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó los restos de sus padres. También pidió celeridad en los procesos: “Los crímenes de lesa humanidad no prescriben y que hasta aparezca el ultimo desaparecido ellos van a seguir cometiendo crímenes de lesa humanidad. Todos los días van a cometer un crimen nuevo. Y si se mueren no van a poder ser condenados pero si van a poder seguir cometiendo crímenes de lesa humanidad, por eso es tan importante que se aceleren los juicios”, argumentó.

Y finalizó: “Quiero decir también que mi hijo hace unos días me dijo: ‘yo no quiero mamá transitar por la calle con los asesinos de mis abuelos ‘. Y a mi me parece que es justo que no lo tenga que hacer”.

Videoconferencia. Jorge Alberto Rolando recordó su secuestro en plena calle de La Plata el 18 de diciembre de 1976 y su cautiverio de 45 días en tres centros clandestinos de detención del circuito Camps, desde el Tribunal Federal de Tierra del Fuego, en Ushuaia, a través de una videoconferencia para la que el tribunal instaló tres televisores en la sala.

La declaración a distancia abrió la nueva audiencia del juicio a 22 policías, tres militares y un civil que realiza el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 juzga por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas en seis centros clandestinos de detención que comandó la Policía Bonaerense durante la dictadura, que se realiza en el ex teatro de la Amia, ubicado en 4 entre 51 y 53.

Rolando recordó que fue secuestrado por cuatro personas de civil que bajaron armadas de un Torino color negro a las 12 y media, en 54, entre 22 y 23, cuando volvía de su trabajo en una empresa editorial.

“Fueron 20 segundos: me introdujeron en el auto de forma muy brusca e inmediatamente, además, me sacaron todas las pertenencias: el dinero que había recaudado, el reloj, el anillo, y hasta un remedio que estaba tomando”, relató.

Desde Ushuaia contó fue llevado a la Brigada, ubicada en 55 entre 13 y 14, desde donde fue trasladado al poco tiempo a Arana, junto con Guillermo Araquistán. En el destacamento, gracias a la precariedad de la venda para los ojos hecha con su pañuelo, pudo ver que “había gente con armas y vestida de civil”.

“Los doce días que permanecí en Arana fueron terribles. Si bien yo no sufrí la tortura con picana, sí sufri golpes”, contó.

En ese lugar permaneció hasta el 31 de diciembre de 1976, cuando fue trasladado junto con el ex sacerdote Federico Bacchini y Araquistán a la comisaría Quinta, donde permaneció hasta su liberación.


Búsquedas. En la audiencia declararon también Mirta González, hermana de Silvia, una mujer de 18 años secuestrada junto a su marido Juan Carlos Mora el 1 de diciembre de 1976 en una pensión de 15, entre 49 y 50.

La mujer contó que su hermana y su cuñado eran oriundos de Santa Cruz y que tras casarse vinieron a La Plata donde fueron secuestrados. La mujer estaba embarazada de tres meses.

También declaró en la audiencia la María Teresa Garín, hermana de María Adelia Garín de De Angelis, quien fue secuestrada el 13 de enero de 1977 en la clínica donde trabajaba en Quilmes, cuando estaba embarazada de dos meses.


abril de 2012
Historias de desaparecidos: Ana Laura recuerda a su padres
Sociedad /  Antes de declarar en el juicio por el Circuito Camps por la desaparición de sus padres, Ana Laura Mercader cuenta a Diagonales.com la historia de sus vidas. Hoy proyectará un video en la calle.
10.04.2012 | 06.23   |   FacebookTwitter
Galería de Imágenes (14)

Ana Laura habla a los presentes el día del inicio del juicio por el Circuito Camps (Foto: Matías Adhemar)
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

-¿Porqué estás así mamá?
-Es por algo bueno, porque encontraron los restos de Mario y Anahí.
-Qué bueno, voy a conocer a mis abuelos.
-No Fran, son huesitos. Están muertos.
-Pero están, mamá.

Francisco tenía 10 años cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó los restos de los padres de su mamá, Ana Laura Mercader, y pudo simplificar la importancia de lo que acababa de pasar luego de treinta y dos años de ausencia. Mario Mercader y su mujer Anahí Fernández tenían 22 años cuando una patota del jefe de la Policía, el coronel Ramón Camps, los secuestró de una casa en el barrio de Tolosa, en 1977, donde estaban con sus dos hijas: Ana, de 2 años y medio, y María, de cuatro meses. El matrimonio fue llevado a los centros clandestinos de detención que funcionaron en el destacamento de Arana, en la comisaría Quinta y el pozo de Banfield y luego los desaparecieron. Y sobre ellos y la búsqueda que comenzaron sus abuelas Elva y Monona –que no llegaron a ver los restos de sus hijos–, la hija mayor del matrimonio hablará en el juicio por el Circuito Camps que se realiza en La Plata.

“Lo que me gustaría decir es que mis viejos eran militantes, aunque mi mamá en ese momento no estaba militando porque nosotros éramos muy chicas y entonces estaba ocupándose de su maternidad, porque mi hermana tenía cuatro meses y tenía que trabajar. Me enorgullece que hayan sido militantes. Eran Montoneros”, arranca Ana Laura la entrevista con Diagonales.com, en la que enlaza en un relato la historia de sus padres, la de su desaparición y de la restitución de sus restos por el EAAF en el año 2009.

Ana nació en Jujuy en 1974 cuando sus padres tenían 19 años. Pero poco después todos regresaron a La Plata, de donde eran oriundos. “Mi papá estudiaba en Periodismo, en Psicología y en Cine”, enumera. Pero aclara: “Yo creo que estaba más que nada relacionado a la militancia, aunque yo también soy así, diversificada. Mi mamá pintaba. Había hecho el secundario, pero no estaba estudiando, pintaba y dibujaba muy bien”.

Los dos eran de La Plata. “Mi papá viene de una familia radical. Todos los Mercader son radicales, hasta mi papá. Y su descendencia tampoco”, recuerda la mujer de 37 años y madre de tres niños: Francisco, de 12 años; Martín, de 11, y Manuel, de 3.

Mario y Anahí vivían junto con sus hijas Ana Laura y María en una casa de 119, entre 523 y 524, en el barrio El Churrasco, de Tolosa. El 10 de febrero de 1977, una patota de Camps irrumpió en la casa poco después de que el hombre saliera a trabajar.

“Mi papá trabajaba en una empresa como técnico electricista. Se fue como a las 6 de la mañana y como a las 7 entró a mi casa una patota. Entraron 10 tipos a casa y rodean la manzana. Todo esto lo sé por el relato de una vecina que escuchó cuando llegaron y cuenta que escuchó que rompían todo, que interrogaban a mi vieja y que después me interrogaban a mi”, recuerda Ana Laura. Y continúa: “A las 8 llegó a mi casa la chica que nos cuidaba, porque mi mamá laburaba en la boutique que Cacho Malbernat tenía en el centro. Ella cuenta que cuando entró estaba todo revuelto y que mi mamá estaba sentada en la mesa de la cocina y dijo que estaba muy altanera”.

Con esa chica que cuidaba a las hermanitas de 2 años y medio y de cuatro meses, Ana Laura se encontró a fines de marzo pasado. Tuvo que ingeniárselas para poder vencer el miedo que se había incrustado en el cuerpo de esa mujer que guardaba silencio como única forma de protección.

“Cuando empecé a buscar los papeles para declarar, entre las declaraciones de mi abuela en la Conadep encontré un papelito con una dirección cerca de la casa donde yo vivía, con el nombre de un tipo. Fui a ver quién era y era el padre de la chica que nos cuidaba –sigue con su relato Ana Laura- . El Hombre me atendió en la puerta y le dije que era de la Facultad de Periodismo y que estaba haciendo una investigación sobre un secuestro que había ocurrido en la dictadura a la vuelta de su casa y que quería saber si sabía algo. Y me dijo que sí, que su hija trabajaba ahí y empezó a contar lo que sabía”.

Ese vecino le contó que ese día, cuando llegaba de trabajar en el Hipódromo y vio el operativo, fue hasta su casa a buscar los documentos y luego fue a buscar a su hija a su lugar de trabajo. Pero recordó que apenas entró a la casa de sus vecinos, lo tiraron al piso, le preguntan quién era y qué hacía allí. “El tipo estuvo en mi casa y lo reconoció a Camps, que llega en el final del operativo. Estuvieron seis horas en mi casa esperando a mi papá”, explica Ana Laura.

Fue ese hombre quien le indicó dónde vivía actualmente su hija y la mandó a hablar con ella. “Fui a verla y le pregunté si querría hablar conmigo. Ella me dijo: 'Yo no quiero ser como Julio López'. Yo le dije que no, que era para la facultad”, relata Ana. “Yo sí me acordaba de ella. Cuando la vi la reconocí, pero ella a mi no”, agregó.

Por el relato de la chica que las cuidaba, Ana Laura supo que la patota las mantuvo a las dos mujeres encerradas seis horas en la casa. Se enteró que en ese tiempo su mamá mandó a los secuestradores a comprar comida a un almacén porque tenía que cocinarle unos bifes a sus hijas, y supo que su madre logró alertar a su papá que estaba cayendo en una trampa.

“Cuando llega mi papá, mi mamá le grita: 'corré'. El pibe que vivía con él ya había llegado a la casa, porque habían llegado en moto con mi papá. Este pibe parece que había llegado el día anterior porque no tenía adonde parar. Cuando mi vieja le grita, mi papá sale corriendo por un baldío de al lado, intenta saltar una pared, pero le pegan un tiro en una pierna y se lo llevan herido”, cuenta Ana. Y agrega: “Cuando se lo están llevando cae Camps. Camps entra en mi casa, el jefe de la patota le pregunta ‘¿qué hacemos con ella?’. Y entonces le dice: ‘ella también’. Ella no tiene nada que ver, le dice el jefe de la patota. Y Camps dice: ‘No. Ella también’. Eso es lo que rescata la chica que nos cuidaba. Ella me dijo: ‘A ella no se la iban a llevar. Fue una decisión de Camps. Yo no sabía que era Camps, lo reconozco después porque lo he visto en fotos, en la televisión’. Y su padre dice que era Camps”.


Recuerdos. “Yo me acuerdo que en la pieza de mis viejos había una cortina turquesa y cuando nos encierran en esa pieza yo me agarro de esa cortina. Y yo me acuerdo de eso como si fuese hoy”, cuenta Ana Laura. Y explica que hay recuerdos que quedaron grabados en su memoria a pesar de ser tan chica y que otros fueron motivados durante los años de búsqueda de su identidad.

“Me acuerdo de la casa. No me la acordaba, pero cuando tenía veinte años, más o menos, soñé con la casa y la fui a ver y me dio mucha impresión, porque nunca la había registrado. Y con el tiempo me fui acordando de muchas cosas, a medida que fui investigando me fui acordando”, relata. Y completa: “Me acordé, por ejemplo, que cuando nosotros nos vamos de mi casa vamos a una casa donde había muchísima gente y mi recuerdo es como de un cumpleaños. Y cuando ahora fui a la casa del vecino y le pregunté que había pasado cuando se llevaron a Mario y a Anahí, me dice que se fueron a su casa con nosotras, mientras llamaban por teléfono a mi abuela. Y me cuenta que todo el barrio fue a su casa porque los vecinos estaban como en shock, que su casa era una multitud de gente. Y ese era el cumpleaños que a mi me había quedado registrado en la cabeza”.

La chica que las cuidaba a ella y su hermana llamó a sus abuelas, al número que Anahí le había dado mientras estaban cautivas. Poco después las fueron a buscar y las hermanas Mercader comenzaron una nueva vida con su abuela materna, Elba Lahera, y los fines de semana con su abuela “Monona”, Nélida Meyer, quienes iniciaron en ese mismo momento la búsqueda: “Ellas hacen habeas corpus, tramites ante la Conadep, mandan cartas al arzobispado, al ministerio del interior, de todo lo que se les ocurría”, relata Ana Laura.

En esa búsqueda, en el año 1979, cuando Mario y Anahí estaban ya muertos, una monja le dijo a Elba que su hija estaba en un psiquiátrico, por lo que la mujer buscó en todos los hospicios del país. También un gendarme la citó para ofrecerle información y aunque tuvo muchos encuentros nunca obtuvo ningún dato. También recordó que su abuela le contó que cuando fue a verlo a Monseñor Plaza, en lugar de ayudarla a encontrar y salvar a su hija el párroco intentó seducirla.


Mario y Anahí. “En realidad con el tiempo fui conociendo un montón de gente que estuvo con ellos en la comisaría Quinta, en Arana, en el pozo de Banfield. En realidad no estuvieron más de tres meses en el Circuito Camps”, contó la hija mayor del matrimonio desaparecido. “Sé de mi viejo que estuvo en la comisaría Quinta y que estaba herido –recuerda Ana Laura–. Sé que (los sobrevivientes) Mario Feliz, Miguel Laborde y Luis Favero lo vieron. Sé que mi mamá también estuvo en esa comisaría, que todo el tiempo gritaba el nombre de mi papá. Por lo que cuenta Adriana Calvo, sé que era muy optimista, muy perceptiva, que era ingenua dentro de su optimismo y que también era muy retobada”.

Y concluye: “Eso es más o menos lo que se sobre lo que pasó después del secuestro de mis viejos. Lo otro que sé de ellos creo que es todo lo que puedo saber por lo que averigüé por mi familia, por toda la gente que los conoció. Ahí recuperé parte de mi identidad”.


Reencuentro. Ana Laura y su hermana María recuperaron los restos de sus padres en 2009, cuando el EAAF los identificó entre 42 personas halladas sepultadas como NN durante la dictadura. Aunque habían dado muestras de su sangre al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), no se les ocurría la posibilidad de que ese día uno de sus tíos las hubiera reunido para contarles esa novedad.

“Es muy loco porque aparecen los dos juntos. Mi papá estaba en el cementerio de Rafael Calzada y mi mamá en el cementerio de Avellaneda. No los mataron juntos, no los enterraron juntos, pero aparecen, los reconocen, juntos. Y aparecen los restos de los dos, que es como una lotería”, recuerda Ana Laura.

Los restos de Mario Mercader habían sido exhumados en 1984, tras el retorno de la democracia, con retroexcavadora junto a otros cuerpos NN y puestos en bolsones que luego fueron incautados por la justicia. Recién en el 2000 los antropólogos individualizaron sus restos. “En el ‘89 el EAAF hace una exhumación en el cementerio de Avellaneda y de una manera completamente distinta recupera los restos de mi mamá”, explica la mujer.

Cuando la Cámara Federal les notificó el hallazgo de los restos, el primer impulso de las hermanas fue cremarlos, porque si habían estado tanto tiempo en un cementerio, la idea de devolverlos a otro no las convencía. Pero todo cambió cuando Ana Laura resolvió materializar la muerte de sus padres.

“Un día me levanté y fui a Buenos Aires. La gente del EAAF es humanamente increíble. Fui sin decir nada y me encontré con Mercedes, que es la especialista en genética, y le dije: ‘vine a ver los restos de mi mamá’”, recuerda Ana Laura.

–Bueno, ¿querés tomar algo fuerte? ¿Querés verlos ahora o querés verlos después? –terció la genetista.
–Yo vine a ver los restos. –insistió Ana.
–Pero, ¿sabés que vas a ver?
–Sí, huesos.
–Bueno, esperá que preparan todo y ahora vamos.

“Lo que yo no sabía era que iban a armar el esqueleto. Pero cuando entré a la habitación y vi el esqueleto de mi mamá, me pareció genial. No me pareció chocante: me emocioné, lloré, hice parte de mi duelo, pero pude materializar la muerte. Pude decir: ‘yo nací de esta persona, vengo de acá’. Soy parte de esto, es parte de mi identidad. Y como que enseguida pude pensar que el esqueleto es la estructura, es el sostén. Y es lo que sostiene mi identidad. Y ahí me cambió la película de querer cremarlos. Porque me dije: voy a pulverizar lo que tantos años costó encontrar”.

Circuito Camps: una testigo proyectará un video en la calle del tribunal
Sociedad /  La hija de un matrimonio de desaparecidos, Ana Laura Mercader, exhibirá un corto en 4 y 51 en el que reconstruye la historia de sus padres, luego de declarar como testigo en el juicio.
09.04.2012 | 20.15   |   FacebookTwitter

La invitación al cortometraje "Están" que cuenta la historia de los papás de Ana Laura Mercader
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

“Mis viejos, Mario Mercader y Anahí Fernández, desaparecieron el 10 de febrero de 1977 en Tolosa. Esta reconstrucción es el resultado de las memorias de quienes de alguna u otra manera los conocieron o supieron algo de ellos”. Con esas palabras la hija mayor del matrimonio desaparecido, Ana Laura Mercader, presenta el cortometraje sobre sus padres que se proyectará mañana en las puertas del Tribunal Federal Nº1 de La Plata, luego que declare como testigo en el juicio por el Circuito Camps.

El cortometraje titulado “Están. Materializando mi historia”, será proyectado mañana a las 15.30 en las puertas del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, ubicado en calle 4 entre 51 y 53, donde se sustancia el juicio a 25 imputados por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas en centros clandestinos de detención de la Policía Bonaerense, lo que se denominó como “Circuito Camps”.

"La idea de proyectar el video es para que se vea afuera lo que yo voy a decir adentro", explicó Mercader a Diagonales.com.

Es que la proyección pública del video se realizará luego de que, a las 14, Ana Laura declare como testigo en el debate.

El corto es una reconstrucción de la historia de Mario y Anahí, los padres de Ana Laura y María Mercader, que la mayor de las hermanas realizó junto a Pablo Bruzzone, y que fue montado por Carmen Serrano y Nicolás Piñeiro.

La actividad contará con el acompañamiento de la agrupación HIJOS regional La Plata, organismo de derechos humanos en el que Ana Laura junto con su hermana María se integraron desde sus inicios hace 16 años.

“Juntos hemos aprendido a resistir uniendo nuestros pasos a la marcha de las Madres y a su implacable exigencia de justicia frente a la impunidad, así como a la búsqueda incesante de las Abuelas”, explicó el organismo de derechos humanos en un comunicado para convocar a la proyección pública.

Circuito Camps: un testimonio en video para no revictimizar a la testigo
La declaración de la sobreviviente Hebelia Sanz fue incorporada en la audiencia por la proyección de un video de sus dichos en el debate que en 2006 condenó a Miguel Etchecolatz. No declaró luego de que peritos informaran al tribunal que la reiteración de sus dichos le generaba un cuadro de angustia.
27.03.2012 | 18.43   |   FacebookTwitter
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Nuevo testimonio en el juicio por el denominado Circuito Camps
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Las primeras palabras de la testigo fueron significativas. “Todo lo que voy a decir ya lo dije. Esta es la tercera vez”, comenzó la sobreviviente de la dictadura Hebelia Sanz su declaración en el juicio que condenó por genocidio a Miguel Etchecolatz. El registro de esa declaración de 2006 fue proyectado en una nueva audiencia del juicio por el Circuito Camps como una variante de la incorporación de testimonios por lectura, para evitar la revictimización de la testigo.

La audiencia comenzó a las 10 en la ex Amia, ubicada en 4, entre 51 y 53, donde el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata juzga a 25 imputados por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 208 víctimas en seis centros clandestinos de detención que funcionaron bajo el mando de la Policía Bonaerense. Previo a la proyección del video, que estuvo a cargo de la Comisión por la Memoria, el secretario del tribunal, Eduardo Rezses, leyó la declaración que Sanz realizó en el marco de la causa 44.

La incorporación por video fue decidida luego de que el Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos (CODESEDH) y el Centro de Protección de la Víctima (CPV) provincial, presentaran un pedido al tribunal solicitando la medida para la testigo y su esposo, quienes “pidieron ser eximidos de presentarnos a declarar debido a que ello les conlleva un estado de angustia”, señalaron en la solicitud que fue leída la semana pasada en la sala.


Video. En su declaración, Sans -que al momento de los hechos era estudiante de medicina- relató que fue detenida el 1° de diciembre de 1976 y que fue llevada al destacamento de Arana donde fue torturada.

“Estuvimos ahí alrededor de 15 días. Durante ese tiempo la tortura fue permanente (…) se escuchaban los gritos. Y la música era enloquecedora. La aumentaban el volumen para torturar a la gente”, contó la testigo.

En ese lugar, mencionó las torturas a “una nena chiquita”, que estimó de 12 años. Recordó que el torturador se negaba a torturarla y que una voz le ordenaba: “hacelo o te lo hago yo a vos”. La niña era Mónica Santucho, que en realidad tenía 14 años y se encuentra desaparecida. Con esa nena y otras personas, la testigo fue trasladada a la comisaría Quinta.

“Estuve cinco o seis días”, continuó la declaración. Y agregó: “La gente que estaba ahí estaba muy torturada. Todos venían de ese otro lugar. Estuve muy poco en la Quinta, y cuando me fui ya no cabíamos más personas”.

Sobre las condiciones de detención en la seccional de diagonal 74, entre 23 y 24, la testigo dijo que “la comida eran las sobras de la comida de los perros. Eso lo veíamos por las rejas: le daban de comer a los perros y después traían esa olla con los platos”.

La testigo permaneció en ese lugar hasta el 20 de diciembre, cuando fue trasladada a la comisaría Octava. Allí le quitaron las vendas de los ojos y le desataron las manos por primera vez desde su detención. Estuvo detenida allí hasta su legalización como detenida en abril de 1977. Pero su encierro continuó durante un año y cinco meses más en la cárcel de Devoto, hasta su liberación en septiembre de 1978.

Circuito Camps: testigo señaló a un imputado
Contó que el ex policía acusado Luis Patrault tuvo contacto con la esposa de su sobrino mientras se encontraba secuestrada-desaparecida.
27.03.2012 | 19.53   |   FacebookTwitter
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El testigo Néstor Eduardo Asteinza declaró en el juicio por el Circuito Camps I
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Entre los testigos que hablaron en la audiencia del juicio por el Circuito Camps, Néstor Eduardo Asteinza, tío de Eduardo Cassataro Asteinza, secuestrado junto a su esposa Elba Arteta, señaló al ex policía imputado Luis Patrault: dijo que tenía contacto con los detenidos en la comisaría Quinta y que le acercó una nota al padre de la esposa de su sobrino.

El testigo contó que el matrimonio fue secuestrado “el martes de carnaval del año 77”, y que inmediatamente comenzaron la búsqueda. La familia supo que las víctimas fueron llevadas al destacamento de Arana y que –por el testimonio de Adriana Calvo- Arteta luego fue llevada a la comisaría Quinta, donde le perdieron el rastro. De su sobrino nunca más supieron nada.

Asteinza contó que ambas familias comenzaron una búsqueda desesperada. Recordó que un “suboficial de la policía conocido de Arteta pasó por su domicilio (…) y le acercó un papel, un pedazo de hoja de cuaderno con tres líneas de su hija que decía: ‘tengo frío. Manden un pullover y chocolate. Elba’”, relató.

“La persona que lo alcanzó –siguió el testigo– es alguien a quien después conocimos: Patrault”. El testigo contó que poco después de que entregara ese mensaje, con el padre de Eduardo Cassataro y el padre de Elba Arteta fueron a la casa del ex policía imputado en esta causa, Luis Patrault, ubicada en Arana, para llevarle los requerimientos de la mujer. Sin embargo, el policía les dijo que la mujer ya no estaba en la comisaría Quinta y que no sabía dónde la habían llevado.

El testigo también recordó a un contador quien extorsionó con 10.000 dólares al padre de su sobrino para brindarle información, y a un policía de apellido Luna que había sido echado de la fuerza pero que lo contrataban para integrar las patotas para secuestrar gente, quien dijo que había visto a Eduardo en el destacamento militar de Magdalena.

Según recordó Asteinza, en el encuentro con el ex policía Luna, el hombre había dicho que tenía que viajar a Olavarría para llevar a su hijo a una carrera y que agregó: “Y me encargaron traer a uno”. “Eso coincidió con la desaparición del abogado (Carlos Alberto) Moreno, que después lo asesinaron cuando quiso escapar”, recordó el testigo el episodio por el que recientemente fueron condenados tres militares y dos civiles en Tandil.

En la misma audiencia también declaró Mónica Huchansky, quien fue la primera testigo en hablar y recordó el secuestro y desaparición de su hermana Patricia y su cuñado Carlos Simons el 7 de febrero de 1977.

Las audiencias del juicio retomarán el 9 de abril a las 13 en el ex teatro de la Amia, ubicada en 4 entre 51 y 53, donde el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 investiga las responsabilidades de 25 imputados por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas en seis centros clandestinos de detención que funcionaron bajo el mando de la Policía Bonaerense en la dictadura.

El debate es público y cualquier persona mayor de 18 años puede asistir presentando su DNI.

"Mi mamá me dio a luz en un auto, atada y con ojos vendados"
Sociedad /  Teresa Laborde, hija de la ex detenida Adriana Calvo, reconstruyó en el juicio por el Circuito Camps su nacimiento en cautiverio. También declaró la antropóloga Adriana Archenti. Un testigo señaló a un imputado.
27.03.2012 | 20.43   |   FacebookTwitter
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La sala donde se lleva adelante el juicio por el denominado Circuito Camps
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Cuatro testigos declararon en una nueva audiencia del juicio por el Circuito Camps que se realiza en La Plata, entre ellos la hija de la ex detenida Adriana Calvo, quien nació en cautiverio y contó que aún padece las consecuencias de esa traumática llegada al mundo. También hablaron ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata los familiares de desaparecidos Mónica Huchanski y Néstor Eduardo Asteinza, quien señaló a un imputado. La antropóloga y docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) Adriana Archenti contó su detención en uno de los centros de tortura y exterminio de la ciudad.

“Mi mamá estaba embarazada de mi de unos seis meses aproximadamente cuando entraron a nuestro domicilio en La Plata con varias personas, según declara ella, y se la llevaron (…) fue secuestrada conmigo en su vientre, esto fue el 4 de febrero de 1977 y estuvimos hasta el 28 de abril. Yo nací en un traslado”, comenzó su relato ante el tribunal la testigo Teresa Laborde Calvo, hija de la militante de derechos humanos y sobreviviente de la dictadura Adriana Calvo, fallecida el 10 de diciembre de 2010.

La joven, de 34 años, contó a los jueces Carlos Rozanski, Mario Portela y Roberto Falcone las circunstancias de su nacimiento en cautiverio: “Yo nací en un traslado el 15 de abril de 1977. En un auto mi mamá me dio a luz con las manos atadas atrás, con los ojos vendados. Por lo que ella me pudo contar, yo quedé tirada en la parte de atrás en el asiento, ella no me podía agarrar y estuve todo el tiempo hasta el Pozo de Banfield, tirada, desnuda, recién nacida en el piso del auto colgando del cordón”.

Adriana Calvo fue secuestrada en su casa de Tolosa y tras pasar por la Brigada de Investigaciones de La Plata y el destacamento de Arana fue alojada en la comisaría Quinta, desde donde fue retirada hacia el pozo de Banfield cuando comenzó con el trabajo de parto. En ese traslado nació la testigo.

En la audiencia la mujer contó que además de los padecimientos psicológicos causados por su nacimiento y sus primeros días de vida en cautiverio en Banfield y la estigmatización posterior (“En la escuela era ‘Teresa la que nació presa’”, recordó con pesar) tuvo secuelas físicas que le impidieron continuar con su actividad vinculada al teatro y el circo y la obligaron a dedicarse a una ocupación ligada a lo teórico.

“Tengo secuelas físicas y no sólo emocionales como las pesadillas o la angustia”, recordó. Y concluyó: “Desde chiquita tenía un fuerte dolor en la espalda que con el tiempo se hizo más fuerte. Y en un momento me hice ver, porque me desmayé. Me revisaron la espalda y los médicos me preguntaron: ‘¿vos tuviste un nacimiento traumático?’ Y me diagnosticaron una escoliosis múltiple, que puede ser por el miedo que se sintió y que yo evidentemente percibí y por haber estado recién nacida tirada en el piso de un auto recién nacida”.

La Brigada. La sobreviviente Adriana Archenti juró decir la verdad “por los desaparecidos, por la persistencia de la memoria y por la dignidad humana”, antes de declarar ante los jueces. La mujer comenzó su relato explicando quién era ella antes de ser cosificada por la dictadura, y resaltó que estudió antropología en La Plata, que se recibió en el año 1974 y que había participado, orgánica e inorgánicamente, “de los acontecimientos políticos fundamentales de los primeros setenta como Ezeiza o la subida de Cámpora al poder, fui integrante de la JP”.

Según relató, el mismo año en que se recibió comenzó a dar clases en la UNLP, pero tras la muerte de Rodolfo Achem y Carlos Miguel y la posterior intervención de la universidad a finales de ese año, no pudo continuar con su carrera docente. Después del golpe perdió también su otro trabajo en la biblioteca de la legislatura.

Archenti explicó que cuando fue secuestrada en febrero de 1977 estaba viviendo con sus padres en José A. Guisasola (localidad El Perdido), en el partido de Coronel Dorrego, y que hasta allí fue a buscarla una comisión que dijo ser de Coordinación Federal de la Policía Federal Argentina.

La testigo contó que fue trasladada a Bahía Blanca donde estuvo cinco días: “Sé que fueron cinco días. Yo estuve tabicada y esposada atrás todo el tiempo, pero una de las esposas estaba floja, entonces por la noche sacaba una mano y hacía una marca en la pared (con su mano hace el gesto de una raya corta y vertical). Eso era parte de la cultura cinematográfica que yo tenía”.

Por esos días de cautiverio declaró recientemente en el proceso que se realiza en Bahía Blanca por crímenes de lesa humanidad cometidos en el V cuerpo del Ejército.

Luego fue trasladada a la Brigada de Investigaciones de La Plata, donde permaneció tres meses. “Yo estuve tres meses (…) Todo el tiempo estuve tabicada (es decir, con los ojos vendados) pero percibía que era un lugar de intenso movimiento: entraba y salía gente todo el tiempo, en forma individual o grupal”, relató.

En ese lugar fue torturada y compartió cautiverio, al menos, con unas veinte personas a las que pudo enumerar durante su testimonio. En su relato recordó, entre otros, a Marta Veiga, quien supone que estaba embarazada y estaba detenida con su esposo Roberto Suárez; a una chica que apodaban “Eureka” y que estimó que podría ser Susana González. También recordó haber compartido cautiverio con una “chica flaca y morocha de rulos” de quien nunca supo el nombre, con Mabel Conde, con una mujer llamada Virginia, que dijo que podría ser de apellido Tempone, con Anahí, la esposa de Mario Mercader quien estaba también allí.

También recordó haber compartido cautiverio con Alicia Minni y Angélica Campi, quienes junto con ellas son las únicas dos mujeres de las que supo que salieron de allí con vida.

La antropóloga recordó la presencia de un sacerdote en ese lugar y sembró sus sospechas sobre el condenado Christian Von Wernich, de quien se probó en 2007 que visitaba ese centro clandestino de detención.

“Venía alguien a quien llamaban El Cura. Tengo la sensación de que hablaban de él con respeto y temor. No hablé con él pero lo escuché hablar mesianicamente sobre la salvación, siempre ligada a la colaboración”, recordó.

También recordó la visita del coronel Ramón Camps a la Brigada, quien hizo una inspección, para lo que bañaron y esposaron a los detenidos en el lugar.

Circuito Camps: "En Arana había olor a carne quemada"
El sobreviviente Norberto Oslé recordó su paso por ese centro de detención y dijo que allí se quemaba gente. Otro testigo del juicio que se realiza en La Plata recordó que compartió cautiverio con unas 200 personas en ese campo y en la comisaría Quinta. Una testigo apuntó a un imputado.
26.03.2012 | 21.42   |   FacebookTwitter
Galería de Imágenes (3)

Carlos De Francesco declaró en el juicio por el Circuito Camps (Foto: Eva Cabrera)
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Dos sobrevivientes recordaron en el juicio por el Circuito Camps el horror que vivieron durante su detención en los centros clandestinos de detención de la Bonaerense en la dictadura y uno de ellos dijo que en el destacamento quemaban detenidos. Ambos recordaron la presencia de niños, mujeres embarazadas y un nacimiento en la seccional. También declaró la hermana de un desaparecido y señaló a uno de los detenidos como posible partícipe de su secuestro. Proyectarán la filmación del testimonio de una mujer que declaró en el juicio a Miguel Etchecolatz en 2006 para evitar su revictimización.

"En Arana había olor a carne quemada, algunos decían que eran cuerpos, pero yo gritos nunca escuché. Digo, no los quemaban vivos", dijo Norberto Oscar Osle, el último de los testigos que declaró ayer en la audiencia del juicio que el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de La Plata realiza a 25 imputados por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas en seis centros clandestinos de detención que funcionaron bajo el mando de la Policía Bonaerense.

El testigo contó que fue detenido en el mediodía del domingo 13 de febrero de 1977 y que permaneció desaparecido hasta el 28 abril, cuando lo liberaron desde la comisaría Quinta. Osle recordó que Arana fue interrogado con torturas. Según contó, en ese lugar le dijeron que iba a quedar en libertad, porque pertenecía al Partido Comunista, que no había sido declarado ilegal por la dictadura.

Según su relato, luego fue trasladado a la comisaría Quinta, donde supo que hubo tres mujeres embarazadas: Elena de la Cuadra, Adriana Calvo e Inés Beatriz Ortega.

El testigo contó que Calvo fue trasladada para que diera a luz, pero que la otra mujer parió allí, en la mesa de la cocina. Ese nacimiento fue el de Leonardo Fosatti, quien fue apropiado y recuperó su identidad en 2005.

Doscientas personas. “Arana era espeluznante. Todavía creo que puedo escuchar los gritos de horror de la gente torturada”. Con esas palabras el sobreviviente Carlos De Francesco pintó el centro clandestino de detención que funcionó en el destacamento de Cuatrerismo de Arana durante su declaración.

El testigo recordó que fue detenido el 9 de diciembre de 1976 en el bar de la facultad de Ingeniería, ubicado en 47 entre 1 y 115, del lado de enfrente al edificio universitario, y estimó que en los casi cuatro meses de cautiverio tuvo contacto con otras 200 personas en su misma situación.

De Francesco contó que tras ser detenido fue llevado a lo que más tarde supo que era el destacamento policial de Arana y recordó con detalles las torturas a las que fue sometido durante un interrogatorio.

“Allí (en Arana) escuché el llanto de un chico que yo estimé que podía tener 10 años. Pero después, cotejando, resultó que era una niña, un poco más grande y de apellido Santucho”, contó en referencia a Monica Santucho, una nena de 14 años secuestrada, torturada y desaparecida.

Según relató, De Francesco estuvo 10 días en ese centro y luego fue llevado a la comisaría Quinta. Sin embargo, recordó que fue llevado en otras dos oportunidades. En una de ellas fue nuevamente torturado.

Para su relato utilizó un listado que elaboró con los nombres, apodos o descripciones de las personas con las que compartió cautiverio. Contó que estuvo detenido con sus amigos Miguel Laborde, Mario Feliz y Adriana Calvo, pero resaltó el recuerdo del ex sacerdote Federico Bacchini, secuestrado en noviembre de 1976 luego de desafiar la amenaza de Monseñor Plaza quien lo instó a abandonar la ciudad o atenerse a las consecuencias por haberse casado.

“Todas las vidas humanas tienen el mismo valor. Pero hay algunas que están cargadas de valores positivos que hacen que lamentemos más esas pérdidas. Y el caso de Federico Bacchini es una de esas pérdidas”, remarcó.

Imputado señalado. En la jornada de ayer también declaró Alejandra López Comendador, quien recordó el secuestro de su hermano, el militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) de la facultad de Veterinaria, Luis Ignacio López Comendador, de 22 años, y sembró sospechas sobre uno de los imputados.

La mujer contó que su hermano fue detenido el 27 de junio de 1977 de su casa en un departamento de calle 57 entre 12 y 13 cuando estaba con su madre y su hermana de 5 años.

La testigo contó que antes de la desaparición cuatro días antes de la desaparición de su hermano habían sido secuestrados de un edificio de enfrente Daniel Favero y su pareja María Paula Álvarez, y que unos días antes de ese episodio ella había visto un grupo de policías reunidos en ese mismo edificio.

La mujer contó que su hermano tomaba clases de zapateo americano con un profesor a quien visitaba en el departamento de su cuñado, el policía de Infantería Gerardo Pérez, que vivía en el mismo edificio que Favero.

Recordó que unos días antes del secuestro de la pareja fue al departamento de Pérez buscando a su hermano y se encontró a un grupo de personas de civil, amigos del policía, jugando a las cartas cerca de una ventana que daba a otra del departamento de Favero. Entre esas personas identificó a Raúl Orlando Machuca, imputado en el juicio.

“Había uno que yo pensé que tenía un apodo, pero después me enteré que era su apellido: Machuca”, contó la mujer y lo relacionó con la posterior desaparición de su hermano, porque él había estado con ellos en la casa y los conocía.


AUDIENCIA 20-3-12

Circuito Camps: dos hijos de desaparecidos recordaron el secuestro de sus padres


Sociedad /  María Magdalena Perdighé y Manuel Leandro Ibáñez contaron lo que pudieron saber del secuestro de sus padres. El sobreviviente Mario Feliz recordó su detención. Fue retirado Etchecolatz.

21.03.2012 | 08.13   |   FacebookTwitter


María Magdalena Perdighé declaró en el juicio por el Circuito Camps por la desaparición de sus padres (Foto: Matías Adhemar)
Por Pablo Roesler
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Al dar su testimonio dos hijos de desaparecidos destacaron las dificultades en la reconstrucción de su identidad, sesgada por la dictadura militar. María Magdalena Perdighé, primero, recordó en una nueva audiencia del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos del Circuito Camps que se realiza en La Plata, lo que pudo reconstruir del secuestro y desaparición de sus padres, Victorio Graciano Perdighé y Graciela Beatriz Sargués, y su tía Ana María Rita Perdighé. También Manuel Leandro Ibáñez reconstruyó la historia de su papá Roberto Aníbal y su mamá Silvia Albores. En la misma audiencia declaró el sobreviviente Mario Feliz quien recordó su detención y cautiverio en 1977. Además, para evitar la revictimización se incorporó un testimonio por video y la fiscalía pidió adjuntar una nueva causa al debate. El imputado Miguel Etchecolatz declaró en otra causa.

“Yo era muy chiquita cuando escuché por primera vez el comunicado de Videla. No entendía. ¿Cómo era eso de que no están, que son una entidad? ¿Qué era yo? ¿Hija de un fantasma?”, se preguntó ante los jueces María Magdalena Perdighé.

La mujer, oriunda de Necochea, declaró en primer termino en el juicio que se realiza en el ex teatro de la Amia, de 4 entre 51 y 53, donde el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 juzga a 22 policías, tres militares y un civil, por delitos de lesa humanidad cometidos contra 281 víctimas en seis centros clandestinos de detención que funcionaron en dictadura bajo el mando de la Bonaerense.

Relató que a su tía, de 24 años, fue secuestrada en septiembre de 1976, su padre, de 25, en diciembre del mismo año y su madre, de 26, en enero de 1977. Por los testimonios de sobrevivientes supo que su mamá estuvo detenida en Arana, Comisaría Quinta y la Brigada de Banfield. Todos fueron capturados en La Plata.

“Mi mamá se acababa de recibir de asistente social. Mi papá estudiaba abogacía”, recordó. Y explicó que gracias al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) pudo identificar y recuperar los restos de su mamá que habían sido sepultados como NN en una fosa común del cementerio de Avellaneda.

“Lo más importante que uno tiene es la identidad“, dijo. Y al finalizar su declaración pidió Justicia.

Luego fue el turno de Manuel Leandro Ibáñez quien recordó que el 25 de enero de 1977 a las 9.30 su papá Roberto Aníbal Ibáñez, estudiante de medicina de 24 años y militante de la Juventud Universitaria Peronista, fue detenido cuando circulaba por el centro de La Plata en su moto, una Gilera color naranja.

Ibáñez recordó que su padre fue llevado detenido a su casa, ubicada en calle 10 Nº1317, donde no había nadie: él, que tenía apenas tres meses, estaba con sus abuelos maternos en el barrio porteño de Parque Chas. Su mamá, Silvia Albores, de 22 años, estaba esperando a su padre en la casa de una amiga porque habían decidido mudarse.

También contó que supo que su padre fue visto en la Brigada y en Arana y relató que el testigo Miguel Laborde le dijo que lo había visto en la comisaría Quinta.

El testigo explicó que en 2005 el EAAF identificó sus restos en una fosa común en Lomas de Zamora junto con otros seis cuerpos. Lo habían fusilado en un enfrentamiento fraguado el 17 de febrero de 1977.

“Encontrar sus restos fue como recuperar la identidad”, reflexionó.

“Cuando la vinieron a detener a mi mamá estaba por darme una mamadera”, contó Manuel. El operativo fue a los pocos días de la desaparición de su padre en la casa de sus abuelos de Buenos Aires.

“De ella no hemos encontrado ningún testimonio que nos diga que haya estado en algún lado”, remarcó.

Revictimización. El último testimonio de la audiencia fue incorporado por proyección de video para evitar la revictimización del testigo. Se trata del relato que el sobreviviente Julio Mayor dio en el juicio a Miguel Osvaldo Etchecolatz, en 2006, donde recordó que junto con su esposa fue detenido ilegalmente en diciembre de 1976 y permanecieron detenidos en los centros clandestinos de detención de Arana y Comisaría Quinta, donde compartieron cautiverio con Jorge Julio López.

La incorporación por video fue aceptada luego de que el Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos (CODESEDH) y el Centro de Protección de la Víctima (CPV) provincial, presentaran un pedido al tribunal solicitando la medida para el testigo y su esposa, quienes “pidieron ser eximidos de presentarnos a declarar debido a que ello les conlleva un estado de angustia”, señalaron en la solicitud que fue leída el lunes en la sala.

La fiscalía había adherido al reclamo y recordó el primer punto de la acordada de la Corte Suprema que “recomienda incorporar testimonios por lectura para evitar la revictimización”.

El video fue proyectado al final de la audiencia. En ese testimonio realizado hace seis años, Mayor comienza señalando que declaró en la causa 13 que juzgó a los comandantes y en la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (Conadep), y pidió ratificar sus dichos en esas oportunidades y no volver declarar.

El lunes será proyectado el testimonio de su esposa Hebelia Sans.

Circuito. En la misma audiencia declaró el sobreviviente Mario Feliz, quien relató su paso por los centros clandestinos de detención que funcionaron en dictadura en la Brigada de Investigaciones de La Plata, el destacamento de Arana y la comisaría Quinta.

Ante los jueces del TOC1 Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela, el testigo recordó que fue secuestrado el 4 de febrero de 1977 por un grupo de personas armadas y vestidas de civil.
Recordó que lo subieron en un auto, lo taparon con una manta y lo bajaron con los ojos vendado poco después “en un lugar de La Plata”, donde lo sentaron en un banco junto a Adriana Calvo, de quien era amiga.

El hombre recordó que esa misma noche fue llevado a Arana, donde lo dejaron en un espacio grande junto a otra gente. “Estuvimos sentados y vino un hombre que dijo que era cura o padre. Nos habló un rato y nos dijo que nos quedemos tranquilo y me sacó el anillo de casado. Eso fue lo único que perdí”, contó.

Feliz contó que fue interrogado y que se escuchaban gritos de la tortura todas las noches. “Me acuerdo del interrogatorio a una mujer que gritaba ‘Marito, Marito’. Yo soy ‘Marito’, así que me alteré mucho porque pensé que era mi mujer”, contó. Y explicó: “Después, en la comisaría Quinta me enteré que era la esposa de Mario Mercader, que estaba detenido con nosotros”.

El testigo contó que luego fue trasladado con su amigo Miguel Laborde –el esposo de Calvo- a la comisaría Quinta y recordó que aunque a ellos no los torturaban allí, había un grupo integrado por Jorge Bonaffini y otras personas a quienes les aplicaban tormentos.

También recordó que un día llevaron a dos niños a la comisaría. “Después supe que, al menos uno de ellos, era hijo de una chica (Susana) Falabella”, contó.

Feliz fue liberado el 27 de abril junto a de Francesco y Laborde. Y contó que perdió su trabajo en la Facultad de Ciencias Exactas por abandono del cargo, porque el decano le exigía una constancia de su detención. Sólo pudo continuar con su tesis doctoral y recuperó su cargo por concurso cinco años más tarde.


AUDIENCIA 19-3-12

"Recuperar mi identidad fue más largo y doloroso que un pinchazo"

Sociedad /  José Sabino Abdala, quien fue apropiado en dictadura y recuperó su identidad, declaró en una nueva audiencia del juicio por el denominado Circuito Camps. También habló su tía y recordó el secuestro de sus padres y la búsqueda con las Abuelas de Plaza de Mayo para dar con su sobrino.
19.03.2012 | 22.31   |   FacebookTwitter

Una testigo habla en el juicio por el Circuito Camps, ante el TOF1 de La Plata
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

“En el 93 me hice el examen de ADN, dio positivo y conocí a mi familia, pero el proceso de recuperar mi identidad fue más largo y más doloroso que un pinchazo. Duele mucho más enterarse todo lo que pasó y asimilar todo el dolor”, dijo ayer al Tribunal el nieto recuperado José Sabino Abdala, uno de los seis testigos que ayer declararon en una nueva audiencia del juicio por el Circuito Camps que se realiza en La Plata.

La jornada del juicio comenzó pasadas las 12 en el ex teatro de la Amia, donde el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 juzga a 22 policías, tres militares y un civil, por delitos de lesa humanidad cometidos contra 281 víctimas en seis centros clandestinos de detención que funcionaron bajo el mando de la policía Bonaerense.

Abdala contó que sus padres se están desaparecidos y cómo fue identificado por su familia biológica y las Abuelas de Plaza de Mayo en 1992 y que en 1993 se hizo el examen que develó su verdadera identidad, que la justicia restituyó, finalmente en 1998.

El joven contó que a los 10 años advirtió que no era hijo biológico de la familia con la que vivía: era un niño morocho en medio de una familia rubia de ojos celestes. En esa oportunidad le dijeron que era adoptado y que sus padres habían muerto en un accidente de autos.

Recién a los 19 supo cuál era su familia biológica: “En el año 93 estaba un poco sorprendido. Era otra Argentina, no había tanta información en los medios sobre la búsqueda (de las Abuelas). Me ofrecen hacer un ADN. Y así conozco a mi familia biológica, me reencuentro con ellos en diciembre”.

La justicia le restituyó la identidad a José Sabino Abdala en 1998, 21 años después de que fuera arrebatado de su casa. Sus padres siguen desaparecidos.

“El daño que sufrí yo y todos los hijos que fueron arrebatados a sus padres es irreparable. La justicia puede condenar a los asesinos y torturadores pero es más largo que eso y todavía faltan 400 chicos más que buscan recuperar su identidad y el daño sigue estando. Le pido a los acusados que tienen información, que tengan la valentía y la aporten al tribunal”, concluyó Abdala su testimonio.

Más temprano, su tía Luisa Linda Abdala relató a los jueces Carlos Rozanski, Mario Portela y Roberto Falcone como fue el secuestro de su hermano José y su cuñada Susana Falabella. El matrimonio fue secuestrado de una casa de 67 y 161 de Los Hornos el 16 de diciembre de 1977, junto con su hijo de 3 años y 8 meses y una niña de 2 años, María Eugenia Caracoche hija de otro matrimonio.

La mujer contó que ese mismo día comenzó su búsqueda. Trabajando con Abuelas de Plaza de Mayo llegó hasta la comisaría de la Mujer, ubicada frente a la estación de trenes, donde una mujer policía de apellido Silva le contó que los niños habían estado allí.

“La señora me hizo una descripción de ‘Marcelita’, porque a María Eugenia le decían así, y me habló de un varón de tres o tal vez menos años que no quería comer y que lloraba mucho y se quedaba dormido de tanto llorar”, recordó.

La testigo recordó que esa mujer le contó que a la nena comenzó a retirarla los fines de semana el comisario Rodolfo Oscar Silva hasta que un día no la devolvió más.

María Eugenia Caracoche fue inscripta como hija propia por el comisario Silva y su esposa Armanda Elisabeth Colard, y recuperó su identidad el 18 de septiembre de 1985. Desde entonces viven con sus padres, Ana María y Juan Oscar, y sus hermanos, Felipe, María Paz y Manolo, en Brasil.

Abdala contó que a su oficina de la Asociación Abuelas le llegó el anónimo que decía que el dueño de una clínica de San Justo tenía un hijo apropiado. Ese fue el indicio, contó, que la llevó a que en 1993 supiera dónde estaba su sobrino.

“El ya sospechaba –relató la mujer-. En el expediente el juez dice que cuando habló con él le contestó: ‘si hace tanto que me buscan, me deben querer, no me voy a quedar con la duda’”.

En la audiencia también declaró el sobreviviente de Arana y comisaría Quinta, Miguel Laborde, quien recordó que el padre y los niños fueron llevados a esa seccional. El testigo también recordó el parto en la cocina de la sección de la detenida Inés Ortega, madre de Leonardo Fossatti, quien fue apropiado y recuperó su identidad en 2005.

También declararon Leticia Tori, Jorge Bártoli y los hermanos Claudia Inés y Luis Eugenio Favero, ambos sobrevivientes y hermanos del poeta y músico desaparecido Daniel Omar Favero.




AUDIENCIA 13-3-12

Circuito Camps: el escarmiento a los estudiantes secundarios


Sociedad /  El sobreviviente de la Noche de los Lápices, Pablo Díaz, recordó su secuestro durante la dictadura y lo inscribió en un plan de persecución y secuestro sistemático de alumnos en La Plata. También recordó a sus compañeros.

14.03.2012 | 21.32   |   FacebookTwitter

Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Pablo Díaz sabe que su nombre orienta a la memoria colectiva directamente hacia La Noche de Los Lápices, por eso al declarar como testigo en el juicio por el Circuito Camps que se realiza en La Plata, habló del plan de “secuestro sistemático” como un “escarmiento” que la dictadura trazó contra los estudiantes secundarios, contó sobre la organización de los estudiantes y recordó a sus compañeros desaparecidos. El sobreviviente declaró por su caso de secuestro y tortura en dictadura, y también hizo denuncias sobre violencia sexual y de la presencia de sacerdotes en los centros de tortura.

“Tengo el reflejo de que le digo a mi hermano: ‘me vienen a buscar a mi’”, contó Pablo Díaz al recordar cuando una patota irrumpió en su casa a las 4 de la madrugada del 21 de septiembre de 1976. Y explicó: “Pero ¿porqué no era sorpresa para mi que me estén secuestrando? Porque antes de septiembre, desde julio y agosto, habían pasado desapariciones o secuestros de varios estudiantes secundarios de La Plata, lo cual yo era en ese momento”.

“Cuando era gobernador Iberico Saint Jean, el ministro de educación de la provincia de Buenos Aires era el general Ovidio Salani, y en la Universidad Nacional de La Plata, de la que dependían el Colegio Nacional, el Bellas Artes y los colegios de la universidad, estaba el capitán de Navío Saconne. O sea que, para que se den una idea, el Ministerio de educación y los colegios estaban bajo la órbita de las fuerzas de seguridad”, recordó.

Y sobre el final de su exposición se preguntó: “¿Porqué en el gabinete de Saint Jean el único militar ministro fue el de educación? ¿Porqué un capitán de navío era rector de la Universidad? Porque no era ajeno para ellos el tema de la educación. Yo siempre presumí que la necesidad de hacernos desaparecer era como escarmiento para el cierre de los centros de estudiantes”.

Recordó que en 1984 cuando concurrió a la Conadep para hacer su denuncia tuvo en sus manos una carpeta del comisario Alfredo Fernández con un memorándum que había sido girado a la jefatura de la Policía Bonaerense y al Estado Mayor, que llegó a manos de Miguel Etchecolatz.

“Esa nota –continuó Díaz- hablaba de la peligrosidad de los estudiantes en función de potenciales subversivos y que proponían un escarmiento y represión sobre los secundarios de la ciudad de La Plata. Lo que proponía era el secuestro sistemático de estudiantes secundarios y la elaboración de listas de las escuelas, que eran elevadas al Ministerio y luego al Batallón 601”.

Pablo Díaz recordó que hay 238 adolescentes entre la edad de 14 y 17 años desaparecidos durante la dictadura, entre quienes se cuentan sus compañeros.

La Noche de los Lápices. Díaz recordó que iba al colegio España, de 12 y 60, que participaba en la Coordinadora de Estudiantes Secundarios, que tenía militancia en la UES primero y luego en la Juventud Guevarista. En ese contexto inscribió su secuestro y el de los chicos de La Noche de los Lápices.

Recordó que luego de ser secuestrado en su casa fue llevado al destacamento de Arana, donde estuvo entre 7 y 9 días. Allí fue torturado brutalmente. Y también recordó un simulacro de fusilamiento.

“De repente entra alguien y dice: ‘los vamos a matar. Es hora de que se confiesen. Quién quiere hacerlo conmigo’. Yo todavía tenía un pullover (como capucha) y veía borceguíes y una sotana, así que era un cura y hablaba con un cura”, recordó.

Y continuó: “Me levantan y siento que van otras personas conmigo. Cuando salgo del edificio, siento que me ponen contra una pared, como que me iban a fusilar. Siento que pasa otra persona, que me hace decir un padre nuestro, que dice “prepárense” y “tiren”. Y tiran. Escucho disparos. Yo lo que recuerdo es que dije: ‘Mamá’. Era un segundo. Creías conocer el dolor de los disparos. Era un segundo y le puedo asegurar que es eterno porque uno no sabe como es la muerte”, relató.

Sobre el final de su testimonio dijo que supo que ese sacerdote era Astolfi. También dijo que un policía Bonaerense de apellido Hurst le dijo que él y los otros chicos de La Noche de los Lápices habían estado en Arana por orden de Etchecolatz.

Su desaparición continuó en el campo de concentración conocido como Pozo de Banfield, donde estuvo desde septiembre hasta el 28 de diciembre de 1976.

“En el Pozo de Banfield me vuelvo a encontrar con mis amigos que habían sido secuestrados el 16 de septiembre”, recordó. Y continuó: “Ahí estuve 90 días. Las condiciones eran diferentes porque era un depósito”.

“La particularidad es que me encontraba con muchos estudiantes secundarios que no eran amigos míos pero que eran de la coordinadora o de la UES”, contó y enumeró: “En el pozo de Banfield estaban Claudio de Hacha, María Claudia Ciocchini, Claudia Falcone, Horacio Ungaro, David Racero y Francisco López Muntanter. Ellos tenían mi edad, así que yo los conocía”.

Durante esos tres meses de cautiverio asistió a dos embarazadas, Gabriela Carriquiriborde y Stella Maris Montesano de Ogando, hasta que fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Fue trasladado al “Pozo de Quilmes”, donde permaneció 30 días, y tras permanecer un día en la comisaría de Valentín Alsina fue llevado a la Unidad 9 de La Plata, donde estuvo preso 4 años y ocho meses.

Entre todos los implicados en su secuestro, Díaz mencionó a tres imputados en el juicio: el policía Roberto Grillo y el comisario Eros Amilcar Tarella, como integrantes de la patota que lo secuestró; y a Etchecolatz, como quien dio la orden.

Además, recordó que un oficial de inteligencia del batallón 601 le confesó cuando él buscaba información personalmenye que participaron civiles en el secuestro de estudiantes secundarios, y señaló a la patota de la CNU: “Carlos Castillo, alias el Indio, Carlos Cardoso, José Díaz, Juan Rivadaneira, Oscar Leiva alias el Negro, Masotta, Quinteros alias el turco y Néstor Beroch”, enumeró.

Juicio por el Circuito Camps: "La mayoría de las mujeres eran abusadas"

Sociedad /  Los testimonios de los sobrevivientes Alicia Minni y Pablo Díaz, secuestrado en la Noche de los Lápices, introdujo en el debate los abusos sexuales como parte de la tortura. El hombre también indicó a dos imputados como sus captores.
13.03.2012 | 22.50   |   FacebookTwitter

El sobreviviente Pablo Díaz testimonia en el juicio por el Circuito Camps
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

“¿Usted sabe si las mujeres eran abusadas?”, preguntó el presidente del Tribunal. “Si. La mayoría fueron abusadas”, respondió Alicia Trinidad Minni, una ex militante de la Juventud Peronista secuestrada y torturada durante la dictadura en el Destacamento de Arana y la comisaría Quinta. Su testimonio en el juicio por el Circuito Camps introdujo en el debate las violaciones y los abusos sexuales como una de las formas de tortura a las que eran sometidas las prisioneras políticas durante la dictadura, delitos que la Cámara de Casación Penal consideró recientemente como de lesa humanidad e imprescriptibles. En el mismo sentido aportó el sobreviviente de la Noche de los Lápices Pablo Díaz, quien recordó a sus compañeras vejadas en cautiverio. En la misma audiencia el hombre señaló a dos imputados como sus captores y recordó a sus compañeros estudiantes secundarios desaparecidos.

Minni y Díaz resaltaron en sus relatos los abusos sexuales durante el cautiverio, delitos que un reciente fallo de la Cámara de Casación Penal los situó como parte del “plan sistemático de represión estatal”, y los caracterizó como delitos de lesa humanidad e imprescriptibles.

La mujer fue la última en declarar. Recordó que fue detenida en su casa el 20 de diciembre de 1976 y que fue llevada directamente al centro de tortura que funcionaba en el destacamento de Arana. Luego fue llevada a la comisaría Quinta y por último, a la Brigada de Investigaciones de La Plata, de donde fue liberada en marzo del año siguiente.

En todo ese recorrido compartió cautiverio con muchas mujeres y destacó los abusos sexuales como parte de la tortura: “En Arana aparte de la tortura con picana, me manosearon muchísimo. Me pasaron por una especie de túnel en el que me pegaban y me toqueteaban. Te humillaban hasta las últimas consecuencias”, recordó.

También contó los abusos de un represor de la Brigada, al que identificó como Carlos: “Lo que él hacía era toquetear los pechos de las compañeras, manosearlas de una forma inmunda”.

También aseguró que las violaciones se traducían en tortura psicológica: “Era común el hecho de las violaciones. Era común y traía confusión, porque al tener tanta picana, la mayoría de nosotras no tenía menstruación. Entonces muchas de las compañeras creían que estaban embarazadas a causas de estas violaciones”, recordó.

Entre las víctimas con las que compartió cautiverio, recordó a Mónica Santucho, con quien compartió cautiverio en la Comisaría Quinta. “Mónica fue violada a los 14 años y torturada. Era una nena. Pero no tenía la cobardía de quienes la habían violado y torturado”, dijo.

Por su parte, Pablo Días contó que después de ser detenido el 21 de septiembre de 1976 en su casa de 10 entre 40 y 41, fue llevado al destacamento de Arana, donde fue brutalmente torturado. Fue secuestrado en el marco de la Noche de los Lápices, pero recién pudo reencontrarse con sus compañeros secundarios en el pozo de Banfield, donde se enteró de los abusos a los que fueron sometidas sus compañeras.

De ese segundo centro clandestino de detención fue sacado el 28 de diciembre y fue legalizado, gracias a las gestiones realizadas por su padre y su familia. Pero antes de irse, pidió hablar con María Claudia Falcone, quien estaba en una celda contigua.

“Cuando me llevan a verla a Claudia ella me dice que no podía ser mujer porque la habían violado en Arana. 16 años. Que ya no podíamos estar juntos”, recordó Díaz.

Y continuó: “Esto no me extrañaba a mi porque cuando nos sacaban a bañarnos, María Clara Ciocchini gritaba desde su celda: ‘no me toquen más’, y se golpeaba la cabeza contra la pared. Decía que se quería suicidar”.

Imputados señalados. Durante su extensa declaración, Díaz elaboró un extenso listado de las personas que logró identificar a las que calificó como responsables directos o indirectos de su secuestro, torturas y cautiverio. Entre ellos señaló a dos imputados en el juicio: los ex policías Roberto Omar Grillo y Eros Amilcar Tarella.

“Roberto Grillo. Él entró a mi casa y él se robó las cosas de mi madre”, casi gritó Díaz cuando llegó al nombre del imputado mientra leía el listado con los represores. También aseguró que el policía integraba la patota del comisario Luis Vides.

En su relato, también señaló a Tarella. Según explicó, con el tiempo supo que al policía le decían “Gilner” o “el loco”, y recordó que uno de los torturadores de Arana le había advertido: “Ahora va a venir el loco, ahora va a venir Gilner y vas a ver la paliza que te van a dar”.

Los testigos hablaron ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 que juzga a 25 represores por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 281 víctimas en seis centros clandestinos de detención de la Policía Bonaerense en dictadura, que se realiza en el ex teatro de la Amia, ubicado en 4 entre 51 y 53.


AUDIENCIA 12-3-12

Circuito Camps: dos matrimonios y la ausencia de más de tres décadas

Sociedad / Dos hermanos recordaron el secuestro de Ana María Móbili y de su marido Roberto Bonatto. Un hombre contó la búsqueda de su hermano Luis Alberto Ciancio y su esposa Patricia Dillon.
12.03.2012 | 19.30 Comentar | FacebookTwitter
Galería de Imágenes (3)

Alejandro Ciancio se abraza con el hijo de su hermano desaparecido tras declarar en el juicio por el Circuito Camps
Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Luis Alberto Ciancio había jugado en la primera de Gimnasia y Esgrima de La Plata, pero había dejado cuando comenzó a estudiar Ingeniería. Trabajaba en Vialidad y estaba casado con Patricia Dillon, estudiante de letras dos años menor que él, con quien tuvo a su hijo Federico. El 7 de diciembre de 1976 fue detenido con su esposa y su familia nunca más lo volvió a ver vivo. Tenía 24 años. Su hermano menor, Alejandro, tenía sólo 13 años en ese entonces, pero en la audiencia del juicio por el Circuito Camps reconstruyó todos sus recuerdos de la desaparición y búsqueda de su hermano y su esposa. En la misma jornada Alejandra y Roberto Mobili recordaron a su hermana y su cuñado desaparecidos en febrero de 1977 y su propio secuestro cometido cuando fueron a buscar a los hijos del matrimonio, que habían quedado con un vecino. También testimonió Sara Wlichy, miembro de una familia devastada por la dictadura (ver aparte). El tribunal apercibió a Miguel Etchecolatz por los incidentes del martes pasado (ver aparte).

Cuatro testigos declararon hoy ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata en una nueva jornada del juicio a 21 policías, tres militares y un civil por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 281 víctimas en seis de los centros clandestinos de detención que funcionaron bajo el mando de la Bonaerense en la dictadura.

Alejandro Ciancio fue el último de los testigos de la audiencia de hoy. Aunque en ese entonces era apenas un niño, recordó el secuestro de su hermano Luis Alberto Ciancio y su mujer Patricia Dillon en la dictadura.

“Mi hermano y mi cuñada militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) –comenzó Ciancio-. Fueron secuestrados el 7 de diciembre del año 76. Habían dejado a su hijo, Federico, en mi casa y después no supimos más nada de ellos dos”.

Ciancio recordó las gestiones que iniciaron sus padres y sus hermanos ese mismo día, cuando fueron al Regimiento 7, donde Luis Alberto había hecho la conscripción. “Una persona que lo conocía había dicho que estaba detenido, que estaba en las listas pero que no lo podía escribir, y que si peguntábamos íbamos a recibir una nota diciendo que no lo habían encontrado”, recordó.

También recordó que dos días después, un vecino suyo que identificó como Mario Casen “que trabajaba en la Dippba”, la ex Dirección de Inteligencia policial, cuando se enteró que su hermano estaba detenido “habló con gente y nos conectamos y dijo que uno de los que los había detenido era un compañero de trabajo de él”. Años después, aclaró el testigo, ese hombre negó haber hablado.

En su búsqueda, los Ciancio recurrieron, como cientos de familiares, al vicariato castrense Monseñor Graselli, quien casi un año después les envió una nota diciendo que no los habían encontrado.

Fue el sobreviviente Hugo Marini quien finalmente les llevó noticias: les contó que había compartido cautiverio con su hermano en la comisaría Quinta.

Por la desaparición de Luis y Patricia, Alejandro Ciancio declaró en 1984 en el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y en 1985 en los tribunales de Capital Federal.

Su hermano, contó, estuvo desaparecido hasta el 2009, cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó sus restos en el cementerio de Avellaneda. Ese mismo año lo sepultaron en Berisso. “No sabemos la fecha de muerte. Sabemos que fue a mediados de febrero de 1977. Cobardemente le pegaron tres tiros”, contó.

Patricia estuvo desaparecida hasta principios de año, cuando el EAAF identificó sus restos entre un grupo de seis cadáveres sepultados como NN en el cementerio de Boulogne. “Y hoy el Equipo de antropólogos forenses nos avisó que la justicia ya tiene los papeles para que retiremos su cuerpo”, contó el testigo a los jueces.

Búsqueda y secuestro. Alejandra y Roberto Móbili recordaron ayer, cada uno a su turno al declarar en el juicio por el Circuito Camps, el secuestro de su hermana Ana María y su esposo, el arquitecto Roberto Bonetto el 1 de febrero de 1977, un día antes que la mujer cumpliera 34 años.

Pero al recordar ese episodio trágico, los testigos también recordaron su propio calvario: ambos contaron que ese mismo día fueron secuestrados cuando fueron a la casa de su hermana a buscar a los dos hijos bebés de la pareja que habían quedado abandonados.

Los dos hermanos y el doctor Jorge Bártoli, quien los había acompañado, permanecieron 24 horas detenidos en la Brigada de Investigaciones de La Plata (BILP).

“El primero de febrero llegó mi hermana a casa a decirme que la habían llevado a mi otra hermana y a mi cuñado Roberto Bonetto y que habían dejado los nenes en lo de una vecina, que los íbamos a buscar”, recordó Móbili.

Con un amigo, Jorge Bártoili, el hombre salió hacia la casa de su hermana en 64 y 28. “Pero antes fuimos a la comisaría Quinta a decir que queríamos ir a buscar a los nenes y nos dijeron que no había problemas”, recordó.

Cuando llegaron a la casa salió un grupo de hombres armados que los arrojó al piso, los encapucharon y se los llevaron a la Brigada. “Estuvimos hasta el otro día a las cinco de la tarde, más o menos”.

Los niños los recuperaron tiempo después a través de un abogado conocido de una amiga de Alejandra.

De Ana María y Roberto supieron que estuvieron detenidos en Brigada, Arana y la comisaría Quinta gracias al testimonio de Adriana Calvo, con quien compartieron cautiverio.

Antes, en abril de 1977, Alejandra había recibido en su casa a un sobreviviente que no se quiso identificar y que le transmitió un mensaje de Roberto: “Le había pedido que hiciéramos algo por mi hermana en la embajada de Italia. Nosotros somos nacidos en Italia. Mi mamá lo hizo y la respuesta fue, todavía guardo la carta: ‘diríjase al Ministerio del Interior’”.

De Ana María no tuvieron más noticias. De Roberto si: sus restos fueron hallados el año pasado por el EAAF y su familia los sepultó en Olavarría.
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Circuito Camps: advertencia para Etchecolatz

Sociedad / El tribunal apercibió al represor luego de los incidentes que protagonizó el martes pasado y le advirtió que de repetirse su actitud podrían prohibirle asistir al juicio.
12.03.2012 | 19.28 Comentar | FacebookTwitter

Miguel Etchecolatz escucha el comentario de otro imputado y sonríe
Luego del incidente provocado el martes pasado por el imputado Miguel Osvaldo Etchecolatz en la audiencia del juicio por el Circuito Camps, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, anunció que permitirá la presencia del acusado en la sala “con la advertencia de que en caso de reiterarse cualquier actitud perturbadora en el curso de las audiencias se prohibirá su presencia en la sala”.

La decisión de los jueces Carlos Rozanski, Mario Portela y Roberto Falcone se produjo luego de que durante el testimonio de una hija de desaparecidos, el represor incumpliera su obligación de permanecer en su sitio y se parara continuamente a hablar con su abogado irrumpiendo en la declaración de la mujer.

Esa actitud reiterada y un ataque de ira que protagonizó luego en una habitación contigua a la sala de audiencias, le valió un apercibimiento que hizo que hoy no estuviera presente.

Por eso, los jueces advirtieron que en caso de ocurrir un espisodio similar, le "prohibirá su permanencia" en la sala tal como prevé el artículo 370 del Código Procesal Penal.
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Circuito Camps: una familia devastada por la represión

Sociedad /
Una testigo recordó el secuestro de sus hermanas, una de ellas embarazada, el de sus cuñados, el bombardeo a su casa y su exilio durante una nueva audiencia del juicio por crímenes de lesa humanidad en La Plata.
12.03.2012 | 16.18 Comentar | FacebookTwitter

La testigo tras su declaración en el juicio por el Circuito Camps
Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Con el recuerdo de su familia devastada por la dictadura militar, Sara Rebeca Wichly comenzó su testimonio en el juicio por el Circuito Camps que se realiza en la Plata y relató cómo la dictadura secuestró, desapareció y asesinó a sus tres hermanos y sus dos cuñados, cómo le saquearon y bombardearon su casa, y la obligaron a exiliarse en Israel para salvar su vida junto a sus padres cuando sólo tenía 17 años.
La mujer contó que su familia, “hasta el año 1976, estaba constituida por mi padre, mi madre, mi hermana Marta Eleonor Santana Elías, mi hermano Alfredo Santana Elías, mi hermana Diana Beatriz Wichly Elías, yo, mi cuñado Alfredo Guillermo Martínez y mi otro cuñado Esteban Ivanich”.
Ese año la tragedia los sacudió: “El 22 de marzo de 1976, secuestran a mi hermano Alfredo en Tucumán. Con el correr de los meses, el 24 de diciembre de 1976 mi hermana Diana, mi hermana Marta y mi cuñado Esteban son secuestrados en una confitería de Constitución donde se habían encontrado porque por diversos motivos no podíamos juntarnos para celebrar la Navidad”.
Sara fue la primera testigo en hablar ayer ante los jueces del tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 que juzga a 21 policías, tres militares y un civil por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 281 víctimas en seis centros clandestinos de detención que funcionaron bajo el mando de la Bonaerense.
La mujer dio su testimonio como familiar de cinco víctimas. Pero ella misma fue víctima de la dictadura. “Unos pocos meses antes de que ocurriera el secuestro de mis hermanas colocan una bomba en mi casa”, contó.
“Yo vivía en Bernal Oeste, en Yapeyú 824 –abundó Wichly-. Según nos contaron los vecinos después de ocho años que estuvimos en el exilio, fue bombardeada. Pero previamente vinieron camiones del Ejército, cerraron la cuadra y saquearon mi casa”.
Tras ese ataque, ella y sus padres deambularon por Capital Federal hasta que un compañero de trabajo de su papá les ofreció esconderlos en su casa. Allí llegó la Agencia Judía que les propuso que escaparan a Brasil donde podían ayudarlos. Así lo hicieron. Huyeron por Misiones y desde allí fueron enviados a Israel.
Hermana. La mujer recordó que por el testimonio de Adriana Calvo supo que su hermana Diana estaba embarazada cuando compartió cautiverio en la Comisaría Quinta de La Plata. La joven de 22 años, estudiante de Psicología en la UNLP y celadora en un colegio secundario, fue vista también en el centro clandestino conocido como el Infierno, que funcionó en la Brigada de Lanús, y en el destacamento de Arana.
En el centro clandestino que funcionó en la seccional de diagonal 74 entre 23 y 24, fue el último lugar donde la vieron.
Guillermo Martínez, el esposo de Diana, fue fusilado por la policía en 1977, recordó Wichly. Tenía 24 años, trabajaba en la Jefatura de Policía Bonaerense y estudiaba abogacía. Estaban casados, tenían hijos y vivían en La Plata.
De su otra hermana, Marta Wichly, la testigo supo qué le había ocurrido el año pasado, cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó sus restos y logró reconstruir que fue fusilada en su simulacro de enfrentamiento el 3 de febrero de 1977 en Ciudadela. De su marido nunca más tuvieron noticias.
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AUDIENCIA 6-3-12

Niños en el horror, embarazadas y un represor identificado

Sociedad / En una nueva audiencia por el Circuito Camps, tres testigos recordaron sus cautiverios y mencionaron cerca de medio centenar de personas con las que compartieron su encierro. También declararon tres familiares de desaparecidos.
06.03.2012 | 22.16 Comentar | FacebookTwitter

Los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata
Por Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

“A la familia Santucho no la conocía, pero recuerdo que en la pared de mi calabozo de la comisaría Quinta había escrito: ‘Aquí hay que aguantar lo inaguantable’, y abajo decía: Mónica Santucho". Graciela Liliana Marcioni, sobreviviente del centro clandestino de detención que funcionó en esa seccional de la Policía Bonaerense de La Plata, llevó a la audiencia el recuerdo de la chica de 14 años secuestrada, torturada y desaparecida durante la dictadura cuya hermana declaró ayer en el juicio. La mujer fue la última de los seis testigos que declararon en una nueva audiencia del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps, quienes recordaron el horror de ese y los centros de Arana y Brigada de Investigaciones. Un ex detenido desaparecido señaló a un imputado y recordó cerca de cincuenta víctimas con las que compartió cautiverio.

Marcioni recordó en la audiencia el mensaje que la chica de 14 años secuestrada en 138, entre 37 y 38, había dejado grabado en la pared de la comisaría Quinta, donde permaneció cautiva luego de ser secuestrada el 3 de diciembre de 1976 en un operativo de fuerzas conjuntas en el que sus padres fueron asesinados al resistirse a ser detenidos.

La mujer relató que fue detenida en enero de 1977 por una patota que, en realidad, estaba buscando a otra persona, y que permaneció secuestrada ocho días: un día en la Brigada de Investigaciones de La Plata, ubicada en 55 entre 13 y 14, cuatro días en el destacamento de Arana y otros tres días en la Comisaría Quinta, ubicada en diagonal 74 entre 23 y 24.

En ese último centro de detención dijo haber visto a Silvia Muñoz, quien estaba embarazada al ser secuestrada y cuya madre, la Abuela de Plaza de Mayo Carmen Ledda Barreiro de Muñoz, declaró ayer en el juicio.

También recordó haber visto en esa comisaría a Beatriz Inés Ortega, la madre de Leonardo Fossati Ortega, un joven apropiado que recuperó su identidad en 2005. La mujer, dijo, estaba detenida sola en una celda “y con un estado de embarazo muy avanzado”.

Leonardo Fossati nació en la mesa de la cocina de esa seccional, fue apropiado y sus padres, Rubén y Beatriz, permanecen desaparecidos.

Otro testigo de la audiencia de hoy, Martín Elvio Trincheri, recordó a los papás de Leonardo de quienes era íntimo amigo.

El Tío. “Acordate de mi que yo soy bueno”. Esas fueron las palabras que uno de sus captores le dijo al ex detenido Hugo Marini, a quien le quitó la venda y lo obligó a mirarlo a la cara cuando estaba detenido–desaparecido en la comisaría Quinta. Esas pocas palabras todavía resuenan en la memoria de la víctima que en la audiencia indicó quién se las había proferido: el ex policía Luis Patrault, a quien apodaban “el Tío” y es uno de los 21 efectivos de la bonaerense imputados, junto a tres militares y un civil, en el juicio.

Marini era un estudiante de Chacabuco que fue secuestrado en enero de 1977 y llevado a la brigada de Investigaciones de San Nicolás. Tras permanecer allí un tiempo fue trasladado al destacamento de Arana y luego a la Quinta.

En su declaración Marini recordó y mencionó a unas 50 personas con las que compartió cautiverio, entre ellas a las mujeres embarazadas Estela de La Cuadra, Beatriz Inés Ortega, Diana Beatriz Wlichky de Martínez y Adriana Calvo. Las tres primeras continúan desaparecidas y sólo fue recuperado el hijo de Ortega. Calvo fue la única liberada con su hija.

Pero además de esas mujeres, Marini dijo que en esa comisaría había “por lo menos otras dos mujeres embarazadas”. También recordó que escuchó el día que fueron llevados a la seccional los niños apropiados y recuperados en democracia Sabino Abdala y María Eugenia Gatica Caracoche.

El hombre contó sobre las condiciones de hacinamiento, la escasa alimentación y la picana. Sin embargo dijo que no lo habían torturado. La afirmación llamó la atención de los querellantes que preguntaron porqué decía eso.

Entonces recordó que había dos patotas en la comisaría Quinta: una que se ocupaba de ellos y otra que se encargaba de los detenidos del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Y resaltó que comparado con lo que habían padecido Elena de la Cuadra y Jorge Bonaffini, ambos de ese partido, lo suyo no había sido nada.

Otros testigos. En la misma audiencia también declaró María Olga Bustamante, quien recordó que esposo y su cuñado –ambos ex policías y militantes peronistas-, fueron secuestrados de su casa de Gonnet en enero de 1977 y fueron vistos por ex detenidos desaparecidos en la comisaría Quinta.

Además, compareció la testigo Teresita Lucía Cassino, una mujer de Chacabuco que recordó que su hermano, que era presidente del Centro de Estudiantes Universitarios de esa localidad (CEUCH) y su cuñada fueron secuestrados el 3 de enero de 1977 en su casa de Tolosa cuando regresaron de su luna de miel y aún permanecen desaparecidos.

También declaro Daniel Zerillo, secuestrado en diciembre de 1976 y sobreviviente del destacamento de Arana.
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Circuito Camps: “Soy comisario mayor, carajo”

Por un ataque de nervios, el represor Miguel Etchecolatz generó un escándalo de gritos e insultos que obligó a los jueces a suspender la audiencia. No se quería dejar poner una inyección.
06.03.2012 | 14.35 Comentar | FacebookTwitter

Miguel Etchecolatz, uno de los principales acusado por el Circuito Camps
Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com
La audiencia del juicio por los crímenes cometidos en el Circuito Camps tuvo que ser suspendida anoche durante unos minutos cuando declaraba el dirigente de la Juventud Universitaria Peronista, Manuel Pedreira, a causa de los de los gritos e insultos que el represor Miguel Etchecolatz profería en otra sala del tribunal.

“Soy comisario mayor, la puta que los parió”, se escuchó desde la sala de audiencia. El represor estaba en otra sala del Tribunal Oral en lo Criminal Nº1, ubicado en 4 entre 51 y 53 donde se realiza el debate, y les gritaba a los médicos que intentaban inyectarle medicación para la presión, relataron testigos del episodio. En la vereda esperaba una ambulancia.

El escándalo tuvo su génesis tras la declaración de la testigo Alejandra Santucho, una hija de desaparecidos que relató el asesinato de sus padres Rubén Santucho y Catalina Ginder –tenía 10 años y fue testigo del ataque a su casa- y del secuestro y desaparición de su hermana Mónica, de 14 años.

Al finalizar su relato, Santucho se dirigió a los jueces: “Ya perdimos muchas cosas: perdimos familiares, madres, abuelas, se mueren los genocidas. Por eso les pedimos que esto se acelere lo más rápido posible así hay justicia", reclamó.

Esas palabras provocaron al represor, que se paró e hizo que su abogado Máximo Liva interrumpiera a la mujer. El presidente del tribunal, Carlos Rozanski, recordó que los juicios son reparatorios para víctimas que hacen 35 años que esperan justicia y le recordó al ladero del general Ramón Camps que no podía salir de su lugar en el banquillo de los acusados durante la audiencia.

El reclamo de Etchecolatz provocó con el repudio del público que colmaba la sala, lo que redobló las quejas del represor. El tribunal suspendió la audiencia unos minutos.

Poco después comenzó a declarar el dirigente de la JUP. Juró decir verdad “por la memoria, la verdad y la justicia”, pero el represor ya no estaba en la sala.

Pedreira contaba el secuestro de su esposa, cuando el ruido de sillas golpeadas y una andanada de insultos que provenían de una sala ubicada debajo del escenario del ex teatro de la Amia donde funciona el tribunal, obligó a los jueces a suspender momentáneamente las palabras del testigo.

 AUDIENCIA 5-3-12

Circuito Camps: el recuerdo de dos familias diezmadas por la dictadura

Tras dos semanas de cuarto intermedio, el juicio por crímenes de lesa humanidad retornó con el relato de una Abuela y una Hija. También declaró el ex dirigente de la Juventud Universitaria Peronista, Manuel Pedreira.
05.03.2012 | 21.59 Comentar | FacebookTwitter

La Abuela de Plaza de Mayo Carmen Ledda Barreiro de Muñoz al declaró en el juicio por el Circuito Camps
Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

Las audiencias del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps continuaron tras dos semanas de cuarto intermedio con una extensa jornada en la que declararon la hija de desaparecidos Alejandra Santucho y la Abuela de Plaza de Mayo Carmen Ledda Barreiro de Muñoz, cuyas familias fueron diezmadas por la dictadura. También testimoniaron un matrimonio de ex detenidos, Gustavo Escofet y Angélica Moreira y el ex referente de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) de La Plata y familiar de dos víctimas de la represión Manuel Pedreira.

“Ya perdimos muchas cosas: perdimos familiares, madres, abuelas. Por eso les pedimos que esto se acelere lo más rápido posible así hay justicia". De esa manera Alejandra Santucho culminó su declaración en la que recordó el asesinato de sus padres Rubén Santucho y Catalina Ginder, durante un enfrentamiento en una casa de 138 entre 37 y 38 el 3 de diciembre de 1976 y el secuestro de su hermana de 14 años, Mónica Graciela Santucho, quien permaneció desaparecida hasta el 2009, cuando Antropología Forense identificó sus restos enterrados como NN en el cementerio de Avellaneda.

Alejandra recordó ante los jueces que tenía 10 años cuando en un operativo irtrumpió en su casa y que fue testigo de todo: vio cómo su hermana Mónica salía con su hermano de dos años de la mano y con el bebé de un matrimonio amigo en brazos, que los policías le arrebataron los niños y que se la llevaron en un auto; escuchó la balacera implacable; contó que fue dejada junto con su hermano en la casa de una vecina, de donde fue rescatada por compañeros de sus padres la noche antes de que el ejército volviera a buscarlos.

La mujer, que llegó desde Bahía Blanca para declarar, recordó que sus padres eran militantes Montoneros de esa ciudad y que habían llegado a La Plata huyendo de la persecución política.
También relató que gracias al testimonio de dos ex detenidos pudo saber que su hermana de 14 años había sido torturada en Arana y que había permanecido detenida en la comisaría Quinta de La Plata.

La primera declaración de ayer fue la que hizo Carmen Ledda Barreiro de Muñoz, una abuela de Plaza de Mayo de Mar del Plata que en 1978 fue secuestrada y mantenida en cautiverio durante tres meses en la Base Naval de Mar del Plata.

La mujer contó que su hija, Silvia Muñoz fue secuestrada en La Plata cuando estaba embarazada.
Antes de comenzar a declarar la abuela pidió permiso al tribunal para darse vuelta y mirar a la cara a los represores, y al finalizar, se refirió a ellos: “Antes de morir, dejen una carta post mortem y digan donde están los nietos, si total ya está. Por lo menos que ellos sepan quienes son, que no fueron abandonados, que los amamos... Es un llamado con toda la nobleza que soy capaz, en este caso a mis enemigos”.

El último testigo de la audiencia de ayer fue Manuel Pedreira, dirigente de la JUP que tras ser detenido en 1974, fue expulsado del país. El hombre recordó la desaparición de su hermano Rafael Antonio -"le decían Piraña porque comía como una piraña", recordó-, en febrero de 1977 y de su esposa Mabel María Conde poco después, de las que se enteró mientras vivía en el exilio en México.

Pedreira culminó su exposición recordando que volvió al país luego de 2003 cuando sintió que podía tratar de recuperar el modelo de país y de universidad al servicio del pueblo por el que había luchado junto a sus compañeros desaparecidos.

Su exposición fue interrupida a causa de los gritos e insultos que el represor Miguel Etchecolatz, en pleno ataque de nervios, profería en otra sala del tribunal, lo que obligó a los jueces a suspender momentáneamente la audiencia.
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AUDIENCIA 14-2-12

Circuito Camps: “Ofrecí presentarme para que largaran a mi mujer”

Sociedad /  El testigo Carlos Girard recordó el secuestro de su mujer y que se entregó para que la Policía la liberara. Fue uno de los seis testigos que hablaron en el juicio que se realiza en La Plata. Las audiencias fueron suspendidas por dos semanas.
15.02.2012 | 14.49 Comentar   |   FacebookTwitter
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El testigo César Mora recordó a su hermano y su cuñada desaparecidos en el juiucio por el Circuito Camps

Pablo Roesler
pabloroesler@gmail.com

“De alguna manera yo me sentía responsable de la desaparición de Cecilia. Sé que es absurdo, pero ante la familia era así, entonces me ofrecí para que la largaran a ella”, contó Carlos Girard en el juicio por el Circuito Camps. El testigo es uno de los seis que declararon en una nueva audiencia del proceso que el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de La Plata lleva adelante por crímenes de lesa humanidad.

Girard recordó el secuestro de su mujer, Cecilia Luján Idiart, capturada el 15 de diciembre de 1976 en la casa en que convivían en calle 13, entre 81 y 82 y alojada en la Brigada de Investigaciones de La Plata (BILP) donde durante su cautiverio le permitieron ponerse en contacto con su familia.

La mujer fue parte de un grupo de prisioneros políticos conocido como “grupo de los siete”, por cuyo caso –entre otros- fue condenado el sacerdote Crhistian Von Wernich en 2007.

Girard recordó que él presenció el operativo con el cual secuestraron a su mujer: “Yo había venido al centro de La Plata y porque había perdido un colectivo y tomé otro que me dejó en avenida 72, tuve que entrar al barrio caminando y cuando llegué vi que había un operativo y no me acerqué”.

En la casa estaba su esposa que, luego de ser capturada fue encerrada en la Brigada, ubicada en 55 entre 13 y 14, donde hoy funciona la Centro de Estudios Profesionales de la Policía.

Según recordó Girard, tras permanecer un tiempo desaparecida, a Idiart le permitieron llamar a su familia y luego se contactó con ellos el cura condenado, quien les prometió que la sacarían del país, para lo que les exigió dinero. “Von Wernich era el vínculo más importante con la familia de Cecilia”, destacó.

Además, Girard contó que su familia pudo establecer contacto con Cecilia porque le avisaron que estaba viva cuando murió su papá.

El testigo dijo a los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela que por intermedio de su madre acordó entregarse en la Brigada, donde intentó presentarse el 4 de noviembre de 1977. Pero aclaró que por el mal trato que el imputado Miguel Etchecolatz le dispensó a su madre, decidió dar marcha atrás y entregarse en el Regimiento de Infantería 7.

“Yo había hablado con mi mamá, que ella me iba a acompañar. Vine el 4 de noviembre de 1977 y me paré en la esquina de la Brigada. Fue mamá a ver y hubo una especie de improperio entre Etchecolatz y mi madre. Vi los gestos que hacía y me generó desconfianza, entonces fui al Regimiento 7 y dije que me presentaba”.

En el destacamento militar de 19, entre 50 y 54, Girard se presentó con su madre y su tía, quienes lograron que el coronel que los atendió les entregara un acta con la constancia de detención. Con eso se retiraron.

“En el regimiento estuve cuatro días y después fui al regimiento de Villa Martelli donde me hicieron consejo de guerra y quedé detenido cinco años”, recordó. Girard salió en 1982 del penal de Ezeiza.

En los ‘70 Girard militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Había llegado de Bragado a estudiar agrimensura en la Universidad Nacional de La Plata y la última casa que compartió con su mujer quedaba en un barrio alejado, oscuro y de calles de tierra. De allí la secuestró la dictadura con un operativo policial con patrulleros y personal uniformado que él, desde lejos, pudo presenciar.


Reaparecidos
En la audiencia también declaró César Mora, hermano del santacruceño Juan Carlos Mora, un estudiante de medicina y militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) quien fue secuestrado junto con su esposa, una joven de 18 años embarazada de tres meses, Silvia Amanda González, cuyos cuerpos fueron identificados recientemente por el Equipo Argentino de Antropología Forense.

Mora contó al Tribunal que su hermano fue secuestrado el 1 de diciembre de 1976 y que fue la dueña de una pensión de 15, entre 49 y 50, donde Juan Carlos vivía con su esposa, quien le avisó que habían sido secuestrados.

El testigo dijo que su familia comenzó a buscar al matrimonio y que gracias a un párroco de Tierra del Fuego lograron entrevistarse con el obispo auxiliar de La Plata, monseñor Mario Pichi, quien les confirmó que estaban vivos.

Según recordó, “en una reunión con mi padre Pichi le dice: ‘están vivos, están con asistencia espiritual’. En esa reunión estuvo mi padre César Mora y mi esposa Diana Portobelo”.

El testigo dijo que por sobrevivientes supo que su hermano y su cuñada estuvieron en cautiverio en la comisaría Quinta y remarcó la sospecha de que la mujer pudo ser madre en cautiverio.

“Un amigo de Juan, que lo vio antes del secuestro, contó que él le dijo que estaba preocupado por el embarazo de Silvia”, contó Mora.

Silvia estaba embarazada se tres meses al momento del secuestro y sospechan que pudo dar a luz entre mayo y junio del año siguiente, fechas que coincidirían con el de la muerte de la mujer.

El matrimonio nunca más fue visto con vida. Pero sus cuerpos fueron identificados por el EAAF recientemente.

“El cuerpo de Silvia apareció en 2009 y fue identificado en el cementerio de Avellaneda”, contó Mora. También resaltó que “había sido salvajemente masacrada” y que los forenses estimaron la fecha de su asesinato en junio de 1977.

Juan Carlos fue identificado en 2011 en el cementerio de San Martín. Fue asesinado en febrero de 1977.

Peronistas
Marta Susana Abachian tenía 13 años cuando la dictadura secuestró a su hermano Juan Carlos al salir de su trabajo en un taller de chapa y pintura. Fue el 27 de diciembre de 1976. Desde ese día no vió más a su hermano y sólo supo por una sobreviviente que estuvo detenido en Arana y por otro que fue mantenido cautivo en la comisaría Quinta.

La mujer contó que su hermano había dejado Mar del Plata para instalarse con su mujer Mercedes Layarte y su hija Rosario en una casa de calle 7 Nº 779 de La Plata.

Ese día de finales de 1976 fue el suegro de Juan Carlos quien avisó a la familia que había sido secuestrado al salir del trabajo.

“Lo detienen al salir del trabajo y lo llevan para la casa. Pero cuando llegan él le dice a la mujer que se escape porque lo habían detenido. Ella logra escapar, pero a partir de ahí no sabemos más nada de él”, recordó Abachian.

La testigo recordó que su hermano tenía 26 años, trabajaba en un taller y estudiaba abogacía en la Universidad Católica de Mar del Plata y en la UNLP. Y contó que “militaba en la Juventud Peronista”.

A su turno, el testigo José Miguel Lancilotta recordó el secuestro de los arquitectos Guillermo Sobral y Pacífico Díaz, con quienes compartía un estudio, ambos militantes peronistas.

En la audiencia, Lanzilotta remarcó que Sobral fue secuestrado con su esposa Elsa Cicero, quien estaba embarazada de tres meses, dato que le confirmó Mariana Sobral, hija del matrimonio que tenía 12 años cuando secuestraron a sus padres.

Sobral, Cicero y Díaz permanecen desaparecidos. Lanzilotta se exilió en Paraguay y luego en San Pablo, Brasil, donde vivió siete años.

Además, en la audiencia un vecino del destacamento de Arana recordó cuando funcionó allí un centro clandestino de detención. Luego, el juicio ingresó en un cuarto intermedio hasta el 5 de marzo.
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Circuito Camps: el horror de ser vecino de un campo de concentración

Sociedad /  El hijo del dueño de un almacén ubicado frente al destacamento de Arana recordó el intenso movimiento de autos, la música a todo volumen por la noche y las personas armadas y disfrazadas que iban a beber al comercio de su padre.
15.02.2012 | 09.42 Comentar   |   FacebookTwitter
“Había disturbios. A veces se escuchaban gritos, voces fuertes”. De esa forma, José Horacio Pelleró, vecino de Arana que todavía vive en la casa ubicada a 10 metros del destacamento donde en la dictadura funcionó un centro clandestino de detención recordó como era la cotidianidad de ese lugar. Al declarar como testigo en el juicio por el Circuito Camps recordó aquella época cuando su padre trabajaba en un negocio en ese lugar al que los miembros de las patotas concurrían a beber por la mañana.

Ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1, Pelleró recordó que entre 1976 y 1977 tenía alrededor de 20 años y que recuerda que con el golpe de estado el funcionamiento del destacamento cambió: “Cambió todo. Dejó de ser un lugar familiar, cambió la gente, se movía de otra manera”.

También recordó que se escuchaba música. “Era música normal lo que se escuchaba. A la noche era constante y fuerte, porque la escuchaba desde mi casa”, dijo.

El hombre dijo que se veían entrar y salir autos particulares y personas de civil armadas.

-¿Gente detenida vio?-, preguntó el fiscal Gerardo Fernández.
-No. Había mucho movimiento, pero si ocurría eso sería de noche -respondió el testigo.

-¿Supo qué era lo que ocurría?
-El comentario que había era que traían gente presa.

-¿Escuchó gritos?
-Si, por la noche se escuchaban.

-¿Disparos escuchó?
-Si, se escuchaban.

Pero además de lo que ocurría en el destacamento, Pelleró recordó que esa gente iba por las mañanas a beber “bebidas fuertes” al comercio de su padre.

“Iban personas disfrazadas a tomar al negocio. Eso me contó mi padre. Es más, alguna vez me dijo que quería cerrar el local porque estaba aterrado”, recordó.
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AUDIENCIA 13-2-12

Circuito Camps: el recuerdo del sacerdote que se casó y fue desaparecido

Sociedad /  La hija y la hermana del cura Federico Bacchini brindaron su testimonio en el juicio por crímenes de lesa humanidad. Un acusado confesó haber estado en la casa Mariani Teruggi. Marlene Kegler Krug, presente.
14.02.2012 | 06.18 Comentar   |   FacebookTwitter

La hija del ex sacerdote Federico Bacchini recordó el secuestro de su padre en el Circuito Camps

Pablo Roesler / @pabloroesler

“A nosotros nos cae toda la sospecha sobre Monseñor Plaza porque amenazó a mi hermano porque había querido renunciar al sacerdocio pero no se lo aceptaron”, recordó Mercedes, una de las hermanas del sacerdote secuestrado, torturado y asesinado Héctor Federico Bacchini, cuyo cuerpo permaneció desaparecido durante 34 años, en la audiencia del juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps.

Es curiosa la historia de Bacchini, quien renunció al sacerdocio, formó pareja y tuvo una hija a la que bautizó con el nombre de Clara y que tenía poco más de dos meses cuando el 25 de noviembre de 1976 la dictadura irrumpió en su casa.

Las dos mujeres recordaron al ex sacerdote que fue identificado en 2010 por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) entre un grupo de cuerpos sepultados como NN en el cementerio de San Martín y es el primero de las once víctimas de este proceso cuyos restos fueron recuperados.

En la audiencia también testimonió la ex presa política durante la dictadura y hermana de una desaparecida, Perla Diez, quien recordó a Marlene Kreguer Krug, una joven paraguaya militante del PRT - ERP brutalmente torturada en Arana, que permanece desaparecida.

Además, el imputado Eduardo Cozzani confesó haber estado en el ataque a la casa del matrimonio Mariani Teruggi e instó a sus "co procesados" a contar lo que saben.

Clara Teresa Bachini fue la primera testigo en declarar en la audiencia de este lunes ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, quienes juzgan a 22 policías, tres militares y un civil por los delitos cometidos en seis centros clandestinos de detención controlados por la Policía Bonaerense durante la dictadura militar, contra 280 víctimas. Recordó a su padre y todo lo que supo de él a través de sobrevivientes de la dictadura: que había estado en Arana y en la comisaría Quinta, a la que reconoció por las campanadas del seminario donde había estudiado, ubicado justo en frente.

La mujer comenzó su exposición aclarando que se consideraba una “testigo presencial sin memoria”. Y explicó: “estaba en el lugar donde se produjo el secuestro de mi padre el 25 de noviembre de 1976”, pero sólo tenía dos meses y veinte días de vida.

La mujer transmitió a los jueces del TOF 1 Carlos Rozanski, Atilio Portela y Roberto Falcone, que todo lo que pudo reconstruir de la vida de su padre fue gracias a los relatos de su madre y su familia y los testimonios de sobrevivientes que compartieron cautiverio con él. Contó que Federico Bachini había pedido dejar el sacerdocio, y que pasado un tiempo se casó y la tuvo a ella, su hija.

Fue por eso que el arzobispo de La Plata, Monseñor Antonio Plaza lo amenazó antes de ser secuestrado: “llamó a mi padre para decirle que se fuera de La Plata porque su estado de hombre casado con una hija era un mal ejemplo para los jóvenes de la iglesia, pero mi papá le dijo que no lo creía y que no se iba a ir. Plaza le respondió que se atenga a las consecuencias. Veinte días después, fue secuestrado”.

A Bachini lo conocían como el padre Federico cuando ejercía su sacerdocio entre los más humildes e incomodaba a la cúpula de la Iglesia que le impedía trabajar con gente joven porque lo pensaban peligroso. Fue secuestrado por un grupo de hombres fuertemente armado en el primer piso de calle 15 entre 60 y 61, el departamento que compartía con su hija, su esposa Elsa Noemí Paladino, que estaba ubicado sobre la vivienda de su suegra Sara de Paladino, donde vivía la mujer y Susana Paladino con su esposo y sus dos hijos. Todos, recordó Clara en la audiencia, fueron testigos del secuestro esa madrugada que había sido precedida por una jornada de mucha tensión y nerviosismo provocados por los sonidos del ataque en la casa del matrimonio Mariani Teruggi.

“Desde ese día no volvimos a ver a mi padre”, recordó Clara. Contó que su familia presentó varios habeas corpus que nunca tuvieron respuesta y que el primer dato sobre el destino de su padre lo tuvieron en 1983, cuando un sobreviviente de quien sólo recuerda que le decían “Pulgar” se comunicó con su madre.

También contó que el sobreviviente Carlos de Francesco habló con ella personalmente y le permitió conocer que su papá había permanecido detenido en la comisaría Quinta durante diciembre de 1976 y enero de 1977. Fue ese ex detenido el que le contó que, mientras estaba detenido, su padre reconoció las campanas y la comida del seminario, donde había estudiado, ubicado en 24, entre 65 y 66, a metros de la seccional.

Reaparecido
Clara contó que su papá fue asesinado el 2 de febrero de 1977. “Gracias al EAAF Sabemos que fue fusilado en Ciudadela, de madrugada y enterrado como NN”, recordó, y subrayó que “el certificado de defunción tenía como causa de muerte ‘múltiples heridas de bala’. Y lo abandonaron en la calle”.

“Hoy puedo decir –continuó Clara- que no estuvo detenido en ningún otro lugar porque gracias al trabajo del EAAF en 2010 se identificaron sus restos”.

La mujer concluyó: “mi papá fue secuestrado, mantenido en cautiverio, asesinado y su cadáver escondido durante 34 años”. Sus restos fueron sepultados el 15 de octubre pasado en el cementerio Municipal de La Plata.

Marlene
“Cuando la conocí, Marlene Kegler Krug era mi cuñada, era la hermana menor de mi compañero, paraguayo él”, contó al tribunal Perla Diez, ex presa política y hermana de una desaparecida durante la dictadura.

La mujer realizó una semblanza de esa mujer que, según los testimonios, estuvo detenida en el centro clandestino de detención que funcionó en Arana, donde los sobrevivientes que compartieron cautiverio con ella aseguran que fue brutalmente torturada.

Marlene había nacido en la colonia alemana Honeau en Paraguay y a los 18 viajó a La Plata para estudiar obstetricia. Diez recordó que la joven se incorporó a militar en el PRT ERP y que fue secuestrada el 24 de septiembre de 1976 frente a la facultad de medicina.

La recordó como a una chica que se destacaba por su fortaleza y resaltó la frase que todos los sobrevivientes recuerdan que les espetaba a sus torturadores durante los interrogatorios en Arana: “Yo con el enemigo no hablo”.

Marlene permanece desaparecida.

Confesión
El imputado Norberto Cozzani admitió haber estado presente en la casa de calle 30, entre 55 y 56, donde fueron asesinadas cuatro personas y robada una beba, el día del ataque, y dijo que el resto de los procesados no dicen la verdad.

El imputado aseguró que tras escuchar durante enero las audicencias de este juicio su conciencia le indicó contar la verdad, es decir, que el 24 de noviembre de 1976 estuvo en la casa del donde fueron asesinados cuatro militantes peronistas y fue robada la nieta de Chicha Mariani, Clara Anahí, casos que se juzgan en este proceso.

Según el imputado, él llegó a las 16 al lugar y a los pocos minutos escuchó las detonaciones de un cañón de mano. También dijo que vio bajar a un hombre con ropas militares cargando el obús y al imputado Miguel Etchecolatz del mismo techo.

“Todos entramos en la casa, desde los jefes más importantes hasta los oficiales más razos”, dijo Cozzani, pero negó haber visto cadáveres. Tampoco pudo dar certezas de que Clara Anahí hubiese muerto en el ataque –versión que los imputados intentan imponer desde el inicio del debate- y sólo se limitó a decir, como supuesta prueba, que vio un carrito de bebé reducido a hierros retorcidos por el fuego.

Además, el imputado dijo que durante el verano había hecho un examen de conciencia e instó a sus “co procesados” a decir la verdad como él se comprometía a hacerlo.

En la audiencia también declaró el médico forense Roberto Ciafardo, quien revistó en el cuerpo médico forense de la Policía Bonaerense entre 19758 y 1988 y había sido mencionado por un colega suyo al testimoniar por las autopsias practicadas a las víctimas del ataque de la casa de calle 30.

El hombre dijo que se acordaba de ese episodio pero dijo no recordar haber practicado una autopsia a los cuerpos por ese hecho.
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AUDIENCIA 7-2-12

Circuito Camps: el relato de la búsqueda desesperada

Sociedad /  Declararon los hermanos del desaparecido José Darío Aleksoski, y el ex detenido Diego Gallardo. Negaron la detención de un ex policía que admitió la versión de los sobrevivientes.
07.02.2012 | 17.34 Comentar   |   FacebookTwitter

Diego Gallardo, estuvo secuestrado en la Brigada de Investigaciones

En la segunda jornada del juicio por los crímenes cometidos en los centros clandestinos del Circuito Camps, el Tribunal rechazó el pedido de detención por falso testimonio de un ex efectivo de la Comisaría Quinta, quien el lunes había empezado a autoincriminarse; y declararon Lázaro y Zivana Aleksoski, hermanos de José Darío, un estudiante de Arquitectura desaparecido; y Diego Gallardo, sobreviviente del Centro Clandestino de Detención Brigada de Investigaciones. También aportaron sus testimonios los ex detenidos desaparecidos de Arana, Félix Villarreal y Ricardo López Martín.

En el inicio de la audiencia tuvo continuidad el contrapunto que se había generado el lunes, cuando declaró Omar Piacentini, un ex policía de la comisaría Quinta, que admitió parte de los hechos denunciados por los sobrevivientes. Por eso, la defensa de los acusados pidió en bloque la anulación del testimonio, lo que se resolverá en las próximas horas. En esa jornada, también hubo un pedido de detención falso testimonio que ayer fue negado por el Tribunal.

Ayer, en primer término declaró el bahiense Lázaro Aleksoski, quien recordó las circunstancias que rodearon la desaparición de su hermano, quien en ese momento estaba haciendo el servicio militar en el Regimiento de Granaderos a Caballo. El hombre recordó la comunicación telefónica de su cuñada notificándolo de que al joven de 21 años lo habían declarado desertor y que nada sabía de él.

El siguiente tramo lo dedicó a recordar el peregrinar por despachos e iglesias intentando dar con el paradero de José Darío. En ese camino recordó que se puso en contacto con el hermano de otro desparecido, de apellido Campos, quien también era granadero.

El nombre del Monseñor Emilio Teodoro Grasselli apareció en el testimonio. “Prometió ayudar y confirmó que estaba detenido en la Comisaría Quinta”, dijo Aleksoski.

También detalló que logró reconstruir el paso de su hermano por el Cuerpo de Caballería (1 y 60), y que tuvo contactos policiales que le confirmaron el secuestro y le aportaron algunos apellidos de quienes presuntamente participaron el operativo: Ríos, Reuda y Arana.

Según ese relato, a José Darío Aleksoski los secuestraron en la calle, cuando había sido enviado a realizar un trámite a una dirección inexistente. Siempre según esa versión, lo acusaban, junto a otros dos soldados, de ser los autores de una pintada a favor del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), brazo armado del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores).

Su hermana Zivana, menor que Lázaro, confirmó el relato de éste y recordó a José Darío con una mirada más cotidiana: habló de su belleza y de lo bien que le quedaba su uniforme de granadero.

El sobreviviente. Diego Gallardo, el tercer testigo, es un platense sobreviviente de la Brigada de Investigaciones, y primo de la desaparecida Gabriela Carriquiriborde, quien estaba embarazada a la hora de su secuestro.

Recordó que lo arrancaron de su casa de 14 entre 59 y 60 junto a su madre y que permaneció detenido clandestinamente 42 días en la Brigada, que funcionaba en 55 entre 13 y 14.

Habló también del momento en que fue liberado, junto a Ricardo Pellegrini, un amigo que también había sido secuestrado, en el Bosque, detrás de la cancha de Estudiantes.
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Había detenidos y no sé de dónde los traían”
Sociedad /  Lo dijo un ex policía de la Comisaría Quinta. Además mencionó un parto. Declararon los hermanos de José Darío Aleksoski, y el ex detenido Diego Gallardo. El relato de la búsqueda desesperada
07.02.2012 | 20.03 Comentar   |   FacebookTwitter



“Había detenidos, no sé de donde los traían. No eran similares a los anteriores, decían que eran extremistas y esas cosas que se hablaban. Los traían en coche, de una manera normal como cualquier detenido. Estaban con la cara tapada”, dijo el ex policía Omar Piacentini, en el testimonio que el lunes provocó el pedido de anulación por “autoincriminación” de parte de la defensa de los imputados.

El testigo también admitió la presencia de mujeres embarazadas, dijo que hubo "un parto" dentro de la seccional, y señaló que un compañero suyo se suicidó por lo que se vivía dentro de la comisaría.

Después de la declaración, Gabriel Baffigi Mezzotero, defensor del ex jefe de Inteligencia Agustín Arias Duval, pidió la detención del testigo y, a la vez, la nulidad del testimonio. Según el abogado, Piacentini formó parte “de alguna manera” de los hechos expresados, sea por complicidad, omisión o acción.

El resto de los defensores pidió también la nulidad de la declaración, pero no detención ya que, argumentaron, veían contradictorio el planteo.

En tanto, la fiscalía y la querella de los organismos de Derechos Humanos solicitaron que el testimonio sea válido.

La querella de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, representada por la abogada Guadalupe Godoy, objetó además que el Tribunal a cargo del juicio no tiene un criterio sobre estas situaciones que, recordó, "se han venido repitiendo" a lo largo del juicio.

AUDIENCIA 6-2-12

Circuito Camps: narran los horrores de Arana, 1 y 60 y Quilmes

Sociedad /  En el primer tramo de la reanudación del juicio por los crímenes del Circuito Camps declararon los ex estudiantes universitarios Carlos Schultz y Nora Ungaro.
06.02.2012 | 21.32 Comentar   |   FacebookTwitter

Carlos Schultz revivió el momento en que lo secuestraron en la zona del Bosque

Los ex estudiantes universitarios Carlos Schultz y Nora Ungaro fueron los dos primeros testigos en declarar en el marco del juicio en el que se investigan los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención incluidos en el denominado Circuito Camps, luego del receso impuesto por la feria judicial.

El hombre, quien estudiaba Astronomía y era compañero de la desaparecida Ana Teresa Diego, narró los sucesos que rodearon su propio secuestro, en la zona del Bosque platense, su paso por lo que él supone era el Destacamento de Arana, y la posibilidad de reconocer a dos personas, entre ellas un sacerdorte, en un momento en el que se le bajó la venda de los ojos.

Ungaro, hermana Horacio, uno de los estudiantes secundarios desaparecidos en el marco de la denominada "Noche de los Lápices", también habló de las sesiones de torturas y abusos a los que fue sometidos en centros clandestinos como el de 1 y 60, Arana y Quilmes.

Tras un cuarto intermedio, declararon Susana Elena Habiaga y Guillemina y Carolina García Cano, esposa e hijas de Guillermo García Cano, el ingeniero desaparecido, constructor de la imprenta que funcionaba en la casa de la calle 30, donde murieron Daniel Mendiburu Eliçabe, Roberto César Porfidio, Juan Carlos Peiris, Alberto Oscar Bossio, y Diana Teruggi, y de donde fue secuestrada Clara Anahí Mariani, la nieta que busca Chicha Mariani.



AUDIENCIA MARTES 26-12-11
miércoles, 28.12.2011

Circuito Camps: ex jefe policial proclama su inocencia con un salmo

Sociedad /  El ex jefe policial Carlos “El Oso” García volvió a declarar en el juicio que se desarrolla en La Plata. Fue la última audiencia del año. El debate ingresó en un cuarto intermedio hasta febrero.
27.12.2011 | 21.24 Comentar   |   FacebookTwitter
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Juicio Circuito Camps. Declara Carlos "El Oso" García. (Foto: Matías Adhemar)

Por Pablo Roesler pabloroesler@gmail.com
@pabloroesler

Fue la última audiencia del año y hasta febrero de 2012 el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps que se realiza en La Plata quedó suspendido por la feria judicial. Y la última palabra la tuvo un imputado, quien citó el salmo con que David implora protección y perdón a Dios, antes de negar todas las acusaciones en su contra. “A ti, oh Jeová, levantaré mi alma. Dios mío en ti confío; no sea yo avergonzado en este día, no se gocen de mi mis enemigos”, recitó al comenzar su declaración indagatoria Carlos “El Oso” García, el ex jefe del Comando Radioeléctrico de la Policía Bonaerense durante la última dictadura cívico militar, acusado de haber participado en el robo de la nieta de Chicha Mariani y señalado recientemente por otro testigo como parte de la patota del fallecido jefe policial de La Plata, Juan Fiorillo.

García se sentó ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, que funciona en el teatro de la Amia, en 4 entre 51 y 53, sorbió agua y afirmó: “Voy a declarar con relación a este testigo que ha instalado mi nombre de una manera profusa”.

Se refería al ex policía Julio César López del Pino, quien en su declaración del 19 de diciembre pasado afirmó que el “Oso” García y el titular de la Unidad Regional, Juan Fiorillo, estaban presentes cuando lo secuestraron en octubre de 1978 en la Unidad Regional, la central de policía ubicada en 12, entre 60 y 61, donde actualmente funciona la Departamental La Plata.

Ese ex policía lo acusó, además, de ser parte de “la patota”, a la que definió como “un grupo de 7 u 8 personas que se encargaba de hacer allanamientos, las detenciones. También de torturar”.

Fueron esas acusaciones las que dispararon las palabras bíblicas del acusado. “Esto es lo que siento, lo que experimente el otro día cuando se presentó toda una acusación en mi contra”, dijo García tras recordar el salmo.

García utilizó unos cuarenta minutos para desmentir e intentar derrumbar las declaraciones del ex policía secuestrado, a quien aseguró que conoció en la sala de audiencias.

“Yo no soy parte de la historia que cuenta”, juró ante los magistrados. “Yo he sido un hombre funcional a Fiorillo”, abundó.

Y citó al testigo desaparecido Jorge Julio López, para señalar a la patota: “Lo había dicho Julio López. Yo lo vi en televisión estando preso cuando él habla y dice que Garachico le pega un tiro en la frente a no se quien y que Manolo Aguiar termina de completar la faena. Esa era la patota. Y estamos hablando del año 76. En el 77 esa patota siguió”, dijo y cerró: “En todo caso, no se, estaría Fiorillo con ellos”.

García está imputado como autor material de privación ilegal de libertad y tormentos en 22 hechos, como autor mediato en otros 2, coautor de cuatro homicidios y autor material de la sustracción de la bebé Clara Anahí, robada en el ataque de la casa Mariani Teruggi de calle 30.

El 3 de octubre García había declarado en la indagatoria para negar su participación en el ataque a la casa de calle 30. “Voy a negar terminantemente haber estado en ese lugar. Yo prestaba servicio en otro destino”, dijo en esa ocasión.

El acusado fue inculpado de ese hecho en una carta que otro imputado, Hugo Guallama, escribió en agosto de 2005 y lo señaló como al policía a quien el comisario Fiorillo le entregó a Clara Anahí tras el ataque.

Para declararse inocente, el acusado utilizó las palabras bíblicas que compuso David para implorar perdón. Lo curioso es que en el salmo 26 el rey hebreo confía haber actuado con integridad y pone eso a prueba del señor. Tal vez, el imputado haya reservado ese análisis para la justicia de los hombres.

INDIGNANTE: ES SABIDO QUE EL DIARIO EL DÍA NO CUBRE LAS ALTERNATIVAS DEL JUICIO, EN UNA OMISIÓN QUE LOS SIGUE COLOCANDO DEL LADO DE LA COMPLICIDAD CON LOS REPRESORES, PERO LO QUE SUCEDIÓ EL 6-12-11 PASÓ TODOS LOS LIMITES: EN UNA NOTA TITULADA CAOS EN LA CIUDAD O ALGO PARECIDO, LE ADJUDICARON LOS PROBLEMAS EN EL TRANSITO A UN RECLAMO GREMIAL Y A "UN JUICIO". EL JUICIO, POR SUPUESTO, ERA EL DEL CIRCUITO CAMPS. O SEA QUE AL JUICIO SOLO SE LO NOMBRA PARA ASOCIARLO CON EL CAOS VEHICULAR, LO QUE POR OTRA PARTE ES MENTIRA , PORQUE EL CORTE DE CALLE 4 E 51 Y 53 ESTA PROGRAMADO, SE REALIZA LOS LUNES Y MARTES Y SE ENCUENTRA ORDENADO POR UN TRIBUNAL JUDICIAL.
 26º AUDIENCIA MARTES 6-11-11
Circuito Camps

“Las vamos a matar a todas, de acá no sale nadie con vida”

Diagonales /  Lo escucharon dos testigos que fueron secuestradas en City Bell
07.12.2011 | 00.00 Comentar   |   FacebookTwitter

Susana Ceci estaba con la desaparecida María Susana Lebed cuando ambas fueron secuestradas

María Susana Lebed era médica y militaba en la Juventud Peronista cuando fue secuestrada en septiembre de 1976 de la casa de City Bell donde vivía con sus padres. De esa misma vivienda fueron secuestradas sus amigas Susana Ceci de Raineri y Liliana Polenta.

La primera junto a otra amiga de la médica desaparecida, Mónica Inés Salvarezza, fueron testigos ayer en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps, que se realiza en La Plata, y recordaron el periplo de esas cuatro mujeres que fueron torturadas en el destacamento de Arana.

La primera en hablar fue Salvarezza, quien recordó que había venido de Bahía Blanca a estudiar medicina, y que fue secuestrada junto a su novio Antonio Santiago Magno, en la madrugada del 29 de septiembre de 1976 del departamento donde vivía.

En el ex teatro de la Amia de 4 entre 51 y 53, devenido en sala de audiencias donde el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata juzga a 26 imputados por 281 víctimas del Circuito Camps, la mujer recordó que esa noche se despertó con un arma apoyada en su estómago.

“Era un grupo de seis o siete personas vestidas de civil. Había uno que comandaba y respondía al nombre de Carlitos. Estaban todos con la cara descubierta. Uno solo tenía un pañuelo y una gorra y lo primero que hizo fue sacar las valijas del maletero y comenzó a robar las cosas más importantes del departamento, que no eran muchas”, recordó Salvarezza.

La mujer recordó que la patota preguntaba por “las armas”, por “el embute”. Pero ella no sabía de qué le hablaban. Con las amenazas lograron que les dijera quiénes vivían con ella, y que se encontraban en la casa de una amiga que antes había vivido con ellas: era Susana Lebed.

“Me pusieron una funda en la cabeza y me llevaron en auto. Anduvimos hasta City Bell”, recordó. Los secuestradores la obligaron a marcar la casa y la devolvieron al auto. Allí esperó y oyó cómo irrumpían en la vivienda. De ese lugar arrancaron a la dueña de casa junto a Ceci y Polenta, y a todas las llevaron a Arana.

“Estuvimos andando un rato largo. Primero bajan a Susi y después a mí. Les pregunto ¿Qué nos van a hacer? Y un hombre con voz muy sarcástica me dice: 'Las vamos a matar, de acá no sale nadie con vida'”, recordó Salvarezza. Allí las interrogaron con picana eléctrica, primero a Lebed, luego a la testigo.

“Me llevan a un lugar donde estaba Susana Lebed. Yo sentía mucho olor a carne quemada. Ella gritaba: 'Se me cortan las manos, llamen a un médico'”. La testigo cree que a su amiga la torturaron colgada de las manos. Ese fue el último contacto con ella. Luego la llevaron a un calabozo donde se encontró con su prima Liliana Polenta, con su amiga Susana Ceci, otra mujer y su hija y un joven.

Durante los siguientes días la interrogaron con torturas en otras dos oportunidades. Luego la liberaron junto a quienes estaba cautiva y su novio, quien también había permanecido en ese lugar.

TESTIMONIOS
En la audiencia de ayer también declararon Susana Ceci, quien recordó que estaba en la casa de Lebed, en City Bell, y contó que estuvo diez días cautiva: “Me amenazaron con la picana, me dieron dos o tres pinchazos pero nada más”.

También declaró Juan García Spino, quien recordó a su por compañera de estudios en Medicina, Marlene Kegler Krug, desaparecida desde1976. “La conocí muy de cerca. Yo creo que si ella hubiese delatado a alguien, al primero que hubieran ido a levantar era a mi”, recordó.

NOCHE DE LOS LÁPICES

“Una baldosa por la Memoria” fue instalada ayer por la secretaría de Derechos Humanos municipal en 56 entre 5 y 6, el lugar donde las estudiantes secundarias María Clara Ciocchini y María Claudia Falcone fueron secuestradas el 16 de septiembre de 1976.
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25 AUDIENCIA LUNES 5-12
Crimenes de lesa humanidad / Circuito Camps, el juicio

Crudo relato de una familia de Abasto víctima de la represión

Diagonales /  Declararon familiares de Mirta Barragán, desaparecida y madre de una beba apropiada
06.12.2011 | 00.00 Comentar   |   FacebookTwitter

Ana María Barragán declara frente a los jueces del TOCF 1. Tiene una hermana desaparecida

Tres integrantes de una familia recordaron las torturas a las que fueron sometidos en el destacamento de Arana y del cautiverio que vivieron en la comisaría Quinta, donde fueron llevados tras un amplio operativo en el que la localidad de Abasto fue copada por las fuerzas de la dictadura.

Contaron que ese día de noviembre de 1976 los grupos operativos irrumpieron en varias viviendas e incluso incendiaron la casa de un pariente suyo. Recordaron que la dictadura buscaba a una de sus hermanas, que  fue capturada un año después y tuvo una beba en cautiverio que fue apropiada.  

“Habían copado todo Abasto. Habían quemado la casa de un tío de mi esposa. Pasaron por la casa de mi cuñada y después pasaron por la casa de mis suegros donde nosotros nos habíamos quedado a dormir”, recordó ayer Cándido Roldán, el esposo de Blanca Azucena Barragán y cuñado de Ana María Barragán, las otras dos testigos que hablaron ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, quienes juzgan a 26 acusados, en el juicio que se realiza en el teatro de la Ex Amia, en 4 entre 51 y 53.

Ese operativo se realizó el 3 de noviembre de 1976 en Abasto. Los policías buscaban a Mirta Mabel Barrragán, una trabajadora y delegada de sección en la fábrica SIAP y militante del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML).

Esa noche se llevaron secuestrada a su familia, quemaron la casa de un tío que había quedado viudo y que quizá podía esconderla, pero no la encontraron: la mujer vivió un año más huyendo, hasta que en diciembre de 1977 la secuestraron embarazada de seis meses y  tuvo su beba en cautiverio.

Ella está desaparecida. Su hija fue apropiada hasta que en 2001 su familia la recuperó y le devolvió su nombre: María Eugenia Sampallo Barragán.
TESTIMONIO. La primera en testificar fue Ana María, quien recordó que fue secuestrada con su esposo Omar Antonio Portales, que trabajaba en una fábrica de Olmos. La mujer contó que una patota irrumpió en su casa cuando ella dormía con sus hijos de cuatro y dos años.

Allí esperaron a que llegara su marido, para trasladarlos desde Abasto a dos lugares que identificó como el destacamento de Arana y la comisaría Quinta. Al llegar al primer lugar descubrió que también estaban allí su hermana y su cuñado.

“Me torturaron con picana alrededor de los senos, las manos y los pies que tenía transpirados. Me preguntaban por mi hermana”, recordó entre lágrimas la testigo.

Tras la tortura fue alojada en una celda donde se encontró con su hermana Blanca y permaneció unos días. “No había un lugar donde no me doliera”, recordó. 

Poco después fue trasladada a la comisaría Quinta, donde escuchaba el sonido del tren provincial dos veces al día y las campanas del seminario al atardecer. Allí tomó contacto con la detenida desaparecida Eliana Triana, hija de un reconocido médico de La Plata, y con Mirta Graciela Manchiola de Otaño, una mujer que fue secuestrada embarazada de seis meses y que permanecen desaparecida. 

Fue liberada el 9 ó 10 de noviembre con su hermana, su esposo y su cuñado, frente al Cementerio


24 AUDIENCIA MIERCOLES 30/11
PAGINA12
EMILCE MOLER, SOBREVIVIENTE DE LA NOCHE DE LOS LAPICES, DECLARO EN LA PLATA SOBRE SU SECUESTRO

“Allí dejamos de ser seres humanos”

Era estudiante secundaria y militaba en la UES. La secuestraron el 17 de septiembre de 1976. Cuando la llevaban del Pozo de Arana a la Brigada de Quilmes escuchó cómo bajaban del camión a sus compañeros que siguen desaparecidos.
 Por Ailín Bullentini
Emilce Moler cerró los ojos y enderezó la espalda como si se hubiera vuelto a sentar en el banco de cemento del que se aferraba cada vez que la venían a buscar para torturarla. “Para recordar cómo era el lugar necesito ponerme como estaba entonces, vendada, acurrucada en un rincón”, explicó ante los jueces del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata y de espaldas a los 26 militares y policías imputados. Sin abrir los ojos, estiró los brazos hacia los costados y no tuvo que esforzarse mucho para delimitar con ellos el ancho de la celda en la que permaneció encerrada junto a diez mujeres, en su mayoría adolescentes, como ella. Con el brazo derecho señaló que en esa dirección se encontraban “la sala de torturas. O las salas. Puede ser que hayan sido dos en lugar de una –detalló–. Sin dudas estaba a la derecha. Siempre que me iban a torturar me sacaban para ese lado”.
Fue el único testimonio que se escuchó ayer en el juicio por más de 280 crímenes de lesa humanidad cometidos en seis de los más de treinta centros clandestinos de detención que integraron el Circuito Camps. El relato fue ordenado y, aunque Moler no pudo reconocer a ninguno de sus torturadores, sobraron breves y contundentes escenas que la mujer, una chica de 17 años cuando fue secuestrada, aseguró no poder olvidar. Los gritos desgarradores de su amigo Horacio Ungaro. Las canciones que sonaban en la radio encendida en el Pozo de Arana para que no se escucharan los gritos. La voz del “Coronel”. La camisa cuadrillé marrón de una de las tantas personas sobre las que la hacían sentarse en “los descansos entre tortura y tortura, que no podía distinguir si estaban vivas o muertas”. Los zapatos que dejó Eliana de Badell, una detenida chilena con quien compartió celda en la Brigada de Investigaciones de Quilmes, cuando los guardias se la llevaron para siempre. La lectura de los cargos que los represores le inventaron para mantenerla presa durante más de un año en la cárcel de Villa Devoto, con tan sólo 17 años.

La noche

La mujer madura que es hoy volvió a convertirse una vez más en la estudiante de 5º año de la Escuela de Bellas Artes platense y militante de la Unión de Estudiantes Secundarios que, el 17 de septiembre de 1976, fue arrancada de su cama por una patota de encapuchados armados que se presentaron como el Ejército Argentino en la casa familiar. Volvió a subirse a uno de los tres autos que el Ejército usó para ese operativo; a escuchar los gritos de la familia Pérsico y a suspirar por la ausencia de su amiga Alejandra, que ya había huido de esa casa. Volvió a indignarse al ver que la patota secuestraba a otra compañera suya de escuela, Patricia Miranda, quien “no tenía nada que ver con la militancia”. Y volvió a ingresar al “infierno”.
“Cuando llegamos a Arana yo digo que llegamos al infierno”, definió ayer a ese centro clandestino. Hacinamiento en las celdas, falta de agua y de comida, suciedad. “La reducción a cosa. Entramos ahí y dejamos de ser seres humanos, nos arrebataron el nombre, la identidad, nos cosificaron”, recordó. Y a eso se suma, claro, la tortura. Fueron cuatro días de manoseos, golpes, patadas y picana casi sin descanso. Moler remarcó que lo “más terrible” era la picana eléctrica con la que lastimaban su vagina y las quemaduras de cigarrillos. Atada en una cama, desnuda, le decían que abriera y cerrara la mano cuando quería hablar: “A veces yo abría la mano solo para frenar la tortura, no les decía nada. Paraban, pero después me daban más fuerte”, recordó. Los ataques recrudecieron cuando los guardias se enteraron de que era hija de un policía (el comisario inspector retirado Oscar Moler).
En Arana, la estructura de poder era compartida por el Ejército y la policía. Un día, la promesa durante tortura de “si no hablás va a venir el Coronel y va a ser peor” se cumplió. Moler lo describió como alguien de rango alto porque “los movimientos en Arana cambiaron cuando llegó”, aunque no pudo aportar más datos que lo “grave” que sonaba su voz durante una sesión de tortura: “Me habló de una manera paternal. Me pidió que colaborara. Pero como no respondí, me pegó una trompada y mandó a que me asen a la parrilla”. El dolor de su cuerpo. El dolor y los gritos “profundamente desgarradores” que daba Horacio Ungaro, a quien conocía desde antes: “Eramos amigos de La Plata. Militamos juntos. Nos torturaron casi juntos” en Arana. Allí, Emilce también se reencontró con otros compañeros y compañeras de militancia: Claudia Falcone, María Clara Ciochini, Gustavo Calotti, Ana de Giampa. Sabría luego de la estadía de un amigo más: Francisco López Muntaner. Son las víctimas del operativo conocido como La Noche de los Lápices.

Quilmes

El 23 de septiembre de 1976 la subieron a un camión “atestado de gente”, último destino conocido de Falcone, Ciochini, Ungaro y López Muntaner. “A mitad de camino los nombraron y los hicieron bajar. Después supe que estaban desaparecidos”, reveló. El camión dejó a quienes siguieron viaje hasta la Brigada de Investigaciones de Quilmes, en donde los recibieron con quejas: “Hasta cuándo van a traer al jardín de infantes acá”, decían los guardias. La mujer continuó cerca de Miranda, de Giunta, Calotti –los tres adolescentes– y Fuentes, se cruzó con la hermana de Horacio, Nora Ungaro, conoció a Nilda Eloy –ambas sobrevivientes– y a otras personas que están desaparecidas.
Allí le quitaron la venda y las esposas, “que siempre fueron un problema” porque se le salían debido a sus pequeñas muñecas “y eso enojaba a los represores”. Durante su paso por Quilmes pudo ver a su padre durante cinco minutos. “Me alertaron de que no le dijera nada de lo que me habían hecho, pero no hacía falta. Las marcas que tenía en el cuerpo eran demasiado visibles”, detalló Moler frente al micrófono. Entonces, su padre le dijo que su vida dependía “de (el ex comisario Luis) Vides y (el ex comisario Miguel) Etchecolatz” y que la situación era “complicada”. Es que Moler padre había sido jefe de Etchecolatz en sus tiempos de policía y “lo había sumariado por un ilícito”.

El blanqueo

Quilmes se convirtió en la comisaría de Valentín Alsina “el 21 o el 23 de diciembre”, fechó Moler. Allí quedó a disposición del PEN hasta que el 27 de enero del año siguiente la trasladaron a la cárcel de Villa Devoto, en donde estuvo presa hasta el 20 de abril de 1978. “A mi papá le dijeron que yo era irrecuperable para la sociedad”, comentó. No la dejaron recomenzar en La Plata, un lugar que le costó años volver a pisar. Pero lo hizo, como medio de lucha, la misma razón que la anima a volver a su época de cautiverio cada vez que la Justicia se lo pide. “No estamos hablando del pasado, sino del presente –mencionó, y afiló sus palabras hasta asegurarse de que se clavarían justo en los oídos de los imputados que ayer la escucharon–. Porque estos señores que están acá, que seguramente son muy mayores y no les quedan muchos años de vida, están aplicando la herramienta de tortura más fuerte con la que cuentan ahora: el silencio. Cada día que no hablan, que no cuentan qué hicieron con todas esas personas que hoy faltan, todo esto no es pasado, sino presente.”


23 AUDIENCIA MARTES 29-11
Crímenes de lesa humanidad / Circuito Camps, el juicio

Dos testigos recordaron los secuestros de tres estudiantes en La Noche de los Lápices

Diagonales /  Declararon Marta Ungaro y Miguel López Muntaner, hermanos de dos de los chicos
30.11.2011 | 09.09 Comentar   |   FacebookTwitter

Marta Ungaro mira a los imputados en el juicio, tras prestar declaración. A la cara, les dijo que la sociedad ya los condenó

Cuando concluyó su testimonio Marta Ungaro se dio vuelta y mirando a la cara a los imputados del juicio por el Circuito Camps dijo: “Le quiero decir a estos señores que este tribunal los juzga pero nosotros como sociedad ya los condenamos a perpetuidad”. La mujer acababa de recordar el secuestro de su hermano de 16 años, Horacio Ungaro, arrebatado de su casa junto a su compañero del colegio Normal 3, Daniel Racero, en el operativo que luego se conoció como La Noche de los Lápices. Acababa de recordar los habeas corpus rechazados y el secuestro de su hermana mientras buscaban al chico. También señaló a uno de los imputados en la causa que su madre identificó como parte de la patota.

En la misma audiencia también declaró Miguel Ernesto López Muntaner, hermano de Francisco, un estudiante de la escuela de Bellas Artes levantado en el mismo operativo del 16 de septiembre de 1976, quien recordó además su propio secuestro junto a su mujer y el de otro hermano mayor (Ver aparte). También comparecieron Marisel y Juan Cristobal Mainer, ex detenidos desaparecidos que tienen a una hermana y un hermano desaparecidos.

Marta Ungaro fue la primera en hablar ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 (TOF1) que juzgan en la ex Amia a los 26 imputados por los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención que funcionaron bajo el mando de la Policía bonaerense en dictadura. 

Recordó que el 16 de septiembre de 1976, a las 4 de la madrugada, una patota de la policía secuestró a su hermano en el departamento del quinto piso de los monoblocks ubicado frente al hipódromo de La Plata. “En ese momento estaba durmiendo en la casa un amigo de mi hermano: Daniel Alberto Racero”, contó Ungaro y recordó que los chicos habían estado hasta tarde pintando y escribiendo guardapolvos.

También contó que ese mismo día se enteraron que su vecino Gustavo Calotti había desaparecido hacía unos 10 días.

La mujer contó que el 11 de diciembre habían sido asesinados los abogados Sergio Karakachoff y Domingo Teruggi, por lo que “ningún abogado nos quiso representar para presentar un hábeas corpus, entonces lo hizo por derecho propio mi papá”.  Pocos días después de la desaparición entraron en contacto con otros padres de chicos de La Noche de los Lápices.

También contó que su hermana Nora fue secuestrada en la casa de Daniel Racero, y explicó: "La mamá de Daniel era viuda de un Marino y había tenido una entrevista con el Ministro del Interior Albano Harguindeguy y había ido a ver cómo le había ido”.

“A los 15 días la dejaron en libertad”, recordó y contó que poco después el padre de Emilce Moler, una de las chicas secuestradas el 16 de septiembre que sobrevivió, un ex policía, les contó que había estado secuestrada en el Destacamento de Arana y en la Brigada de Quilmes, y que su hermano Horacio y el resto de los chicos “habían estado juntos en Arana y que los trasladaron al pozo de Banfield”.

Ungaro recordó que en 1981 su madre fue a una reunión con un ex policía que “pedía plata a cambio de información” sobre los desaparecidos: “Era el policía Roberto Grillo (imputado en esta causa) y mi mamá lo reconoció como el hombre que le arrebató a mi hermano de sus brazos”, contó .

También dijo que el ex policía Carlos Hours declaró en el Juicio a las Juntas que el jefe del pozo de Banfield, Miguel Wolk, fusiló a su hermano. Además, explicó que el ministro de educación de la dictadura, Ricardo Bruera, había elaborado un dossier para que los docentes y directores de todos los colegios identifiquen a los “subversivos” y contó que recientemente obtuvo una  copia de ese manual que, según contó, indica que "no era subversivo el que ponía una bomba, sino el que pensaba, el que opinaba, el que disentía". Por eso, recordó: “Los chicos habían participado el año anterior en la lucha por el boleto estudiantil y ninguno de ellos lo usaban porque vivían cerca de los colegios. Eso hablaba de su solidaridad”.

También señaló a Néstor Beroch, ex docente exonerado por el director General de Educación bonaerense Mario Oporto en 2004, como un civil que integró la patota que secuestró a su hermano.

DebateEl juicio por el Circuito Camps continuará hoy a las 9.30 en el ex teatro de la Amia, en 4 entre 51 y 53.

Textuales"Cuando Horacio y Daniel fueron secuestrados, estaban durmiendo para ir, al otro día, a la escuela.” Marta Ungaro - Hermana de Horacio Ungaro

Los tres hermanos víctimas de la dictadura
“El primer hecho que ocurre en mi familia es el secuestro de mi hermano menor: Francisco”, recordó ayer ante los jueces del TOF 1, Miguel Ernesto López Muntaner, quien además relató cómo fue secuestrado junto con su mujer Norma Revainera el 7 de enero de 1977 en la casa de sus suegros y recordó que otro hermano mayor, Luis César, está desaparecido desde abril del mismo año.

El testigo recordó que su hermano, de 15 años y estudiante del colegio de Bellas Artes, fue secuestrado en uno de los operativos de la Noche de los Lápices: “Militaba en la UES y presumimos que su identificación se hizo por su participación en la lucha del boleto estudiantil del '75”, contó, y recordó que supo qué pasó con Francisco gracias al relato del estudiante sobreviviente Pablo Díaz.  

Además, contó que él y su esposa fueron secuestrados de la casa de su suegro, en 34, entre 21 y 22, luego de haber regresado de Comodoro Rivadavia, donde por concejo de su hermano mayor se había refugiado un tiempo.

El testigo contó que fue llevado al destacamento de Arana. “Durante tres o cuatro días fuimos sometidos a interrogatorios. La consulta era permanente sobre la militancia política. Fuimos torturados como todas las personas que estaban con nosotros”.

A los pocos días fue liberado con su mujer. En abril de ese mismo año, su hermano mayor fue secuestrado en Mendoza.


Restituyen los restos de un estudiante desaparecido
Los restos de Roberto Osvaldo “Sonri” Suárez serán restituidos formalmente hoy a sus familiares en el Juicio por la Verdad, para que, después de más de 34 años de ausencia, puedan darle sepultura.

La ceremonia se realizará a las 10 en los Tribunales Federales de 8 y 50, en La Plata.
En mayo pasado la Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia de General Villegas invitó al Equipo Argentino de Antropología Forense para que tomara muestras de sangre de familiares de desaparecidos de esa localidad y poco después, se pudo identificar a la víctima.

Roberto Osvaldo Suárez había nacido en Villegas el 5 de julio de 1957, pero vivió en Ameghino hasta los 13 años. A los 14 se radicó en Villegas bajo el amparo de su tía Manuela Azcuaga.
Becado por la Municipalidad residía en la Casa de Estudiantes de Villegas en la ciudad de La Plata y había ingresado en la facultad de Ciencias Económicas. Fue asesinado el 25 de enero de 1977 en un allanamiento a esa residencia estudiantil, ubicada en 13 y 46, cuando tenía 19 años.
Su nombre figura junto a los desaparecidos en el Paseo de la Memoria que se levanta en la Plaza Conrado Villegas.
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22º AUDIENCIA MARTES 22-11-11

Delitos de Lesa Humanidad / Circuito Camps, el juicio

“Vides me dio una sesión de picana eléctrica por placer”

Diagonales /  Walter Docters y otros cuatro testigos recordaron el horror del Destacamento de Arana
23.11.2011 | 10.13 Comentar   |   FacebookTwitter

Walter Docters

Cinco testigos declararon ayer en el juicio por el Circuito Camps que lleva adelante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata y reconstruyeron lo que fue el horror del destacamento de cuatrerismo de Arana. Los testigos Walter Docters y Gustavo Calotti integraron un grupo de detenidos desaparecidos de la Bonaerense y recordaron su paso por ese centro clandestino de detención donde compartieron cautiverio con los desaparecidos de la Noche de Los Lápices. También hablaron ante los jueces las psicólogas Cristina Gil y Mónica Furman, quienes permanecieron un día y medio detenidas en ese lugar junto a un grupo de colegas y doctores, en lo que las ex detenidas desaparecidas denominaron “La noche de los psicólogos y los médicos”. Además, testimonió Hugo Skarbum, que recordó que lo picanearon con más saña cuando supieron que era judío y colaboraba en el Max Nordau.

En el juicio por el Circuito Camps, que se sustancia en el ex teatro de la Amia, en 4 entre 51 y 53, Docters recordó que fue secuestrado el 17 de septiembre de 1976 junto a su primo y que fue trasladado a Arana, donde compartió cautiverio con el bombero de Policía Osvaldo Busetto, el empleado de Tesorería de la Jefatura de Policía Calotti y el oficial inspector Esteban Badell.

Docters contó que trabajaba en la escuela de suboficiales de la Policía y  fue detenido cuando iba a tomar el micro para ir al trabajo. Contó que fue trasladado directamente a Arana, donde al llegar lo desvistieron y lo ataron acostado en un elástico y lo torturaron con picana.
También recordó que tras permanecer unos días detenido lo lavaron, lo vistieron y lo llevaron a la Jefatura de Policía: “Entré a una habitación que estaba toda rodeada de policías de civil y estaban mi padre, mi madre y mi hermano. Yo había entrado por una puerta y por otra entró el comisario (Miguel Osvaldo) Etchecolatz, que lo miró a mi padre y le dijo: ‘viste que está vivo. ¿no me vas a joder más ahora?’. Y se fue”, relató.

Fue devuelto a Arana, donde el comisario Luis “El Lobo” Vides lo estaba esperando: “‘Soy el comisario Vides y te vengo a decir que terminó la visita’, me dijo. Y me dio una sesión de picana eléctrica sin preguntarme nada; por placer”, recordó.

Los interrogatorios –en los que continuamente le aplicaban picana, golpes, submarino húmedo y seco– se extendieron unos días más hasta que fue trasladado al pozo de Banfield, donde tras permanecer unas horas fue devuelto a Arana.

“Ahí tuve contacto con los otros secuestrados que trabajaban en la Policía de la provincia de Buenos Aires. Las preguntas giraban sobre el grado de coordinación que teníamos”, contó. Y recordó que los represores “hablaban aparte”, con Busetto, que había sido baleado en 7 y 54 cuando intentó escapar de una emboscada, por lo que había sido operado en el Hospital Naval y permanecido detenido en el BIM3 de Ensenada antes de ser trasladado a Arana.

Recordó que con Busetto y Esteban Badell, los tres fueron colgados de los brazos y el cuello en una especie de alero del Destacamento, donde el segundo murió ahorcado. Más tarde supo, además, que al hermano de Badell, Julio, lo habían arrojado desde una ventana del tercer piso de la Jefatura de Policía.  

Docters fue finalmente trasladado a la brigada de investigaciones de Quilmes con Busetto. “Allí me reencontré con Calotti, con Víctor Treviño y otros”, recordó.

Para no olvidar a nadie, durante la audiencia Docters leyó una lista de alrededor de 30 personas con las que compartió cautiverio, entre quienes estaban los chicos desaparecidos en La Noche de los Lápices, el dueño del periódico La Voz de Solano, Santiago Servín, y otros.

Recordó que en Arana escuchó a un chico que había sido secuestrado junto a su padre y que lo hacían presenciar las torturas. También supo de una mujer embarazada y escuchó fusilamientos.

“Arana era un centro de exterminio, un lugar en el que estábamos esperando el momento que nos maten”, describió el centro en el que permaneció hasta el 7 de octubre, aproximadamente, cuando fue llevado a Quilmes. Su periplo ilegal culminó en la comisaría Tercera de Lanús, donde fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Permaneció encarcelado hasta 1983.

Próxima audienciaEl juicio por el Circuito Camps es público: los mayores de 18 años pueden ingresar con el DNI y los extranjeros, con pasaporte. La próxima audiencia será el martes a las 9.30, en 4 entre 51 y 53.

Bussi no tiene curaAntonio Domingo Bussi, ex militar y ex gobernador de Tucumán condenado por crímenes de lesa humanidad, está internado en una clínica tucumana en estado “irreversible”.

Textuales"Arana en si mismo era un centro de extermino. Era un lugar donde esperábamos que nos maten.” Walter Docters - Sobreviviente

"En Quilmes todo se curaba con pancutan porque todos veníamos de Arana quemados por la picana.” Gustavo Calotti - Sovreviviente

Calotti: “La situación en Arana era de terror”
Gustavo Calotti tenía 17 años, estaba en quinto año del Colegio Nacional y trabajaba en Tesorería de la Jefatura de Policía cuando el 8 de septiembre de 1976 su jefe, el comisario Ordinas, lo llamó a su oficina, donde lo estaba esperando con el comisario Luis Vides.
“A Vides no lo conocía. Me pregunta qué sabía, dónde militaba y me dice: ‘yo te voy a masticar todo y vamos a ver qué sabes’”. Tras esa reunión estuvo dos horas detenido allí y luego fue trasladado a Arana, donde comenzó el horror.

“En la tortura estaba Vides. Me torturaba con saña”, recordó.  Y agregó: “La tortura con golpes y picana se prolongó durante diez días; para ellos era un traidor”. Allí se encontró con los estudiantes de La Noche de Los Lápices, con el paraguayo Servin y otros detenidos, entre ellos los policías. “Todos habíamos sido torturados. La situación en Arana era de terror”, contó. Y recordó: “Uno escuchaba una mescla de gritos de los torturadores, de los torturados y la descarga eléctrica en la radio a todo volumen. Era dantesco”. De ese lugar fue llevado al pozo de Quilmes donde su madre lo visitó por un permiso de Etchecolatz. Fue legalizado en Lanús el 28 de diciembre y trasladado a la Unidad 9, de donde salió en el 1979.


La noche de los psicólogos y los médicos en AranaCristina Gil y Mónica Furman eran colegas y amigas cuando el 19 de agosto fueron secuestradas, cada una en su casa, en el marco de un operativo en el que la Policía capturó un grupo de psicólogos y médicos que fueron llevados a Arana. Todo el grupo estuvo alrededor de treinta y seis horas detenidos y fueron golpeados y robados por las patotas que irrumpieron en sus domicilios.

La psicóloga Gil fue la primera en testimoniar en la audiencia de ayer ante los jueces Carlos Rozanski, Mario Portela y Roberto Falcone, en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el circuito Camps.

Gil recordó que estaba durmiendo “y –dijo– me desperté con seis o siete personas apuntándome con ametralladoras”.

El padre de la mujer era retirado del Ejército y rápidamente entró en contacto con ex compañeros que lo ayudaron a buscar el destino de su hija.

Gil recordó: “Al primer lugar al que me llevaron fue a 55, entre 13 y 14. Yo me enteré que fui a ese lugar porque después se lo confirmaron a mi papá”, contó. Allí la identificaron y luego la llevaron a Arana.

“Me hicieron escuchar torturas y me decían que yo iba a pasar por eso, que era terrible”, recordó. Y agregó: “Escuchaba gritos terribles, era como la antesala del infierno”.
La mujer recordó que las fuerzas de seguridad buscaban a una mujer, Diana Conte, con quien ella y su amiga Furman habían compartido el trabajo en cátedras de psicología de la Facultad de Humanidades de La UNLP.

Sobre ella le preguntaron quienes la interrogaron con algunos golpes y bajo hostigamientos e insultos constantes.

Tras el interrogatorio fue llevada a un lugar donde estuvo con otras personas. Allí reconoció a su amiga, y otras psicólogas Alicia Palmero y Marta de Albarracín, los médicos Salvioli y González, y el psiquiatra Galac.

“Yo la he llamado la noche de los psicólogos y los médicos; creo que todos fuimos secuestrados esa misma noche”, recordó. La mujer fue liberada cerca de Olmos.

Su amiga, Mónica Furman, fue secuestrada esa misma noche y ayer recordó todo en el juicio por el Circuito Camps.

Contó que ella también fue interrogada con especial énfasis sobre Conte, identificó a los mismos detenidos que su amiga y recordó el horror de ese centro clandestino de detención.
“Era un lugar de violencia y de terror. Yo sentí temor desde el mismo momento en que entraron en mi casa”, narró.

Fue liberada junto con González y otros dos hombres luego de permanecer más de treinta horas detenida. “Hasta que no sentí que el auto arrancaba, pensé que nos mataban”, recordó.
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21º AUDIENCIA LUNES 21-11-11
Crímenes de lesa humanidad / Circuito Camps, el juicio

"Me dijo que dejara el país en 24 horas o era boleta"

Diagonales /  Un testigo apuntó a Etchecolatz y recordó los dos secuestros que sufrió en 1976
22.11.2011 | 00.00 Comentar   |   FacebookTwitter

Néstor Brusso cuenta su calvario frente al tribunal. Fue secuestrado a horas de haber sido liberado

Todo lo que Néstor Brusso relató ayer en el juicio que se realiza en La Plata ya lo había contado en la CONADEP y en el juicio a las juntas apenas regresada la democracia. En su declaración rememorar su doble secuestro: el primero por parte del Ejército, en agosto de 1976; el segundo, por la Policía, la misma noche en que los anteriores lo habían liberado.

Ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 que lleva adelante el debate por el Circuito Camps, el testigo recordó que permaneció detenido – desaparecido en la comisaría Octava, por cuenta del Regimiento 7 de La Plata, y luego en Arana y en la Brigada de Investigaciones de Quilmes, por cuenta de la Bonaerense. Recordó que durante su cautiverio conoció al desaparecido Osvaldo Busetto y a Gustavo Calotti, secuestrado en La Noche de Los Lápices.

También relató que antes de ser liberado un jefe policial le dio 24 horas para dejar el país si no quería ser “boleta”, y apuntó sus sospechas a Miguel Osvaldo Etchecolatz. En la misma audiencia también habló el policía y pidió que la autora del libro “La casa de los conejos” sea citada a declarar. Otros testigos recordaron el secuestro de Rubén D’Ovidio, el de su hermano y su padre.

“A la casa de mis padres fue el monseñor Montes en nombre de monseñor Plaza, y por su indicación les dijo que yo estaba vivo y que iba a salir con vida. Contando con ese dato, mi mujer tenía todo preparado para salir del país con mis dos hijos. A la mañana siguiente de ser liberado salí de Ezeiza hacia San Pablo donde viví siete años. Regresé en el ‘83 y me instalé en Viedma”, contó Busso en el juicio que se realiza en 4 entre 51 y 53.

A Busso la dictadura lo obligó a dejar La Plata, donde nació y creció, y donde fue parte de Acción Católica durante su Juventud. Esa relación con la Iglesia la mantenía a los 25 años desde su imprenta, donde fue secuestrado el 12 de agosto de 1976 durante un operativo del Ejército.

Ese día fue interrogado por las publicaciones que había en su imprenta, “todas publicaciones de circulación legal”, vinculadas a la religión. Recordó que fue llevado a la comisaría Octava, de 7 y 74, donde tras pasar un tiempo detenido desaparecido, pudo recibir visitas de su familia, que se había enterado que estaba allí por una infidencia de un conscripto de la guardia del Regimiento 7.

Fue liberado el 1º de septiembre y le dieron un papel que “certificaba que había estado detenido por averiguación de antecedentes”, recordó.

El día de su liberación, Busso lo festejó cenando con su esposa y sus dos hijos en la casa de sus padres, donde se quedaron todos a dormir. Pero a la madrugada una patota de hombres vestidos de civil y portando armas largas irrumpió en su habitación y volvieron a secuestrarlo. Esta vez, el cautiverio se prolongó hasta el 20 de octubre.

“Bajo amenazas me hacen vestir y me sacan. En la puerta alcancé a ver dos torinos. Cuando me van a meter en uno de los autos alguien dice: ‘ahí no que ya hay otro’. Me tiran en la parte de atrás del auto, en el piso”, recordó.

Busso estuvo detenido en un centro clandestino de detención que más tarde reconoció como Arana. “Me hicieron un interrogatorio distinto al que me habían hecho en la comisaría Octava”, recordó, y apuntó: “Era incoherente, como si lo más importante fueran las amenazas”.

Con los ojos vendados y maniatado permaneció en ese lugar un tiempo en el que identificó a Christian Von Wernich. Junto a una pareja de estudiantes del colegio La Legión y un profesor de música de nombre Abel, fue llevado luego a la Brigada de Quilmes.

Allí pudo comunicarse con otros detenidos como el militante del PRT ERP desaparecido Osvaldo Bussetto –“Aprendimos a comunicarnos con señas con las manos”, explicó– y con el militante secundario Gustavo Calotti, con quien compartió la celda.

Busso recordó que el 5 de octubre lo obligaron a firmar una confesión en la que decía que “colaboraba con la subversión”. Poco después lo llevaron a la Brigada de Investigaciones de La Plata, en 55 entre 13 y 14, desde donde lo liberaron.

“Me subieron al auto y al lado mío se sentó alguien a quien los que iban adelante lo trataban como a un jefe. Estuvo como media hora dándome un sermón. Todo un discurso político de la guerra que libraban contra la subversión”, recordó Busso.

También recordó el ultimátum que le dio: “Me dijo que tenía que dejar el país. Me dijo: ‘Si en 24 horas te encontramos, sos boleta’”. Por la voz cree haberlo identificado: “Tengo la fuerte sospecha que ese señor era Etchecolatz”, dijo.

ETCHECOLATZ PIDIÓ CITAR A UNA ESCRITORAEl imputado Miguel Osvaldo Etchecolatz volvió a ampliar su declaración indagatoria en el juicio por el Circuito Camps y reiteró el pedido de recorrer la casa Mariani Teruggi, del que había desistido, y pidió como testigo a la autora del libro La casa de los conejos, Laura Alcoba.

“Alcoba está en París. Ella refiere claramente lo que le tocó vivir cuando tenía ocho años, que tenía que cambiarse de una casa a otra por disposición de Montoneros”, adujo.

El represor utilizó el libro para justificarse: “Dice claramente el asunto de las armas”, y abundó: “Habla de que el asunto de la crianza de conejos no era realmente un comercio, sino que era una pantalla para hacer la parte de Evita Montonera”.
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19º AUDIENCIA LUNES 14-11
Circuito Camps

Hechos de la comisaría Quinta llegan al debate

Diagonales /  Concluyó la etapa de la casa de calle 30. Ayer revelaron que Clara Anahí, de cuatro meses, estaba fichada como “delincuente subversiva”
15.11.2011 | 00.00 Comentar   |   FacebookTwitter

Claudia Bellingeri proyecta la ficha de Clara Anahí Mariani del servicio de inteligencia policial

Con las declaraciones de la perito de la Comisión Provincial por la Memoria, Claudia Bellingeri, quien reveló que la pequeña Clara Anahí estaba fichada como “delincuente subversiva” por la inteligencia de la policía bonaerense; del cuñado de una víctima, Florencio Gabriel Quiroga; y de la hija de la ex mujer de un acusado, Viviana Cantín; concluyó ayer la etapa testimonial por el ataque del 24 de noviembre de 1976 a la casa de calle 30 entre 56 y 57, donde fueron asesinadas, al menos, cinco personas y robada la bebe de tres meses, Clara Anahí, a quien su abuela María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani continúa buscando.

En la audiencia de hoy del juicio a 26 imputados, declararán testigos por los delitos de lesa humanidad cometidos en comisaría Quinta de La Plata, que junto con los centros clandestinos de detención que funcionaron en el Destacamento de Arana y la Brigada de Investigaciones, formaron parte de la red de centros del Circuito Camps.

El ataque a la casa de calle 30 Nº1136 entre 55 y 56 es el primero de los casos más destacados que se ventilarán en este juicio, que investiga los crímenes cometidos en tres centros clandestinos de detención que funcionaron bajo el ámbito de la Policía Bonaerense durante la dictadura de 1976-1983, y en el que están imputados 22 policías, tres militares y un civil.

En el debate se investigarán, además, los casos de los secuestros de los estudiantes secundarios de la “La noche de los Lápices”, ocurrida el 16 de septiembre de 1976; el secuestro del “grupo Graiver” y parte del gobierno de Bidegain; y el secuestro del periodista y dueño del diario La Opinión, Jacobo Timmerman, entre muchos de los 283 casos de secuestros, muertes, desapariciones y apropiaciones de menores.

En la audiencia de hoy declararán los testigos Oscar Bustos, Rubén Saposnik y Mario Colonna, por los hechos ocurridos en la comisaría Quinta. Esa seccional integraba junto con el Destacamento de Arana y la Brigada de Investigaciones, el “circuito” de centros que llevan el nombre del jefe de la policía bonaerense durante la dictadura, coronel Ramón Camps.
TESTIMONIOS.  En la audiencia de ayer declararon tres testigos por los hechos ocurridos en la casa del matrimonio Daniel Mariani y Diana Teruggi, donde fueron asesinados la mujer, y los militantes peronistas Daniel Mendiburu Eliçabe, Roberto César Porfidio, Juan Carlos Peiris y Alberto Oscar Bossio, y fue robada la beba Clara Anahí, hechos por los que están imputados Rodolfo Aníbal Campos, Miguel Etchecolatz, Hugo Guallama, Carlos García, Domingo Almeida y Elizardo Luján.

Una de ellas fue la perito judicial de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), Claudia Bellingeri, quien proyectó documentos del Archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (Dippba) sobre esos hechos y las víctimas.

“Hemos expuesto las fichas que tenían Daniel Mariani y Diana Teruggi y las otras víctimas del ataque a casa de calle 30. Y también hemos mostrado la ficha que se elaboró sobre Clara Anahí. Tal vez eso sea lo más llamativo, porque nos impone preguntarnos cómo fue que Clara Anahí llegó a tener esta ficha a los cuatro meses de vida. Cómo fue que esa niña llegó a ser considerada una delincuente subversiva”, se preguntó Bellingeri tras declarar.

Ante los jueces, la perito mostró fichas y legajos que habían sido archivados por la policía bajo el rótulo “Mesa DS”, siglas de Delincuentes Subversivos.

“En la primer foja del legajo, lo que tenemos es el relato de la Unidad Regional La Plata, que cuenta el 25 de noviembre lo que había ocurrido el 24”, comenzó la perito a explicar al público y al Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1.

Relató también que ese legajo se completaba con materiales de prensa, de “artículos de medios locales que reproducen la información policial sin dar nombres, aunque habla de un policía muerto y siete delincuentes subversivos”, detalló.

“Además destaca la presencia en el lugar del jefe de la policía, Ramón Camps, del jefe del primer cuerpo de Ejército, Carlos Suarez Manson, y del jefe de la Décima Brigada de Infantería, Adolfo Sigwal. Este es el primer archivo que aparece que deja registro del ataque a la casa de calle 30”, completó.

También exhibió el pedido de investigación elevado desde el Batallón de Inteligencia 601 a la Dippba solicitando se investiguen datos sobre la ginecóloga y la dentista que atendieron a Diana Teruggi y a Daniel Mariani, y mostró fichas y legajos de las víctimas del ataque a la casa de calle 30.

“Algunas de las víctimas tenían órdenes de captura previas al 24 de noviembre, lo que da cuenta de cómo fue la persecución política a la militancia. Los documentos de la inteligencia policial que hemos aportado a la justicia permiten ver como se articuló esa persecución a militantes que luego fueron detenidos-desaparecidos y es un dato no menor saber que venían siguiendo esta participación política”, dijo.

Pero también, la perito mostró los legajos de Chicha Mariani, con los que se evidenció el seguimiento a la mujer y a otras Abuelas, incluso con posterioridad a 1983, tras la caída de la dictadura militar.




16º AUDIENCIA MARTES 1-11-11
Crímenes de lesa humanidad

Etchecolatz, a Chicha: “A Clara Anahí se la quitó la subversión”

Diagonales /  El represor pidió participar de una inspección en la casa de calle 30
02.11.2011 | 09.26 Comentar   |   

El represor camina hacia la silla desde la cual volvió a hablar del ataque a la casa de donde desapareció la beba
El represor camina hacia la silla desde la cual volvió a hablar del ataque a la casa de donde desapareció la beba

El represor Miguel Osvaldo Etchecolatz amplió ayer su declaratoria y, como había hecho en 2006 cuando fue condenado a perpetua y como había dejado previamente aclarado en su libro “La otra campana del Nunca Más”, volvió a defender el terrorismo de Estado. Esta vez centró sus dichos en el ataque a la casa de calle 30 con un mensaje corrosivo para María Isabel “Chicha” Chorobick de Mariani: en sintonía con la respuesta que Videla y compañía daban a las Madres de Plaza de Mayo cuando buscaban a sus hijos desaparecidos, el ex comisario general le dijo a la abuela que la culpa de que no tenga a su nieta Clara Anahí era de su hijo y su nuera. “A Anahí se la quitó la subversión: los padres”, dijo el represor. También aceptó que participó de los hechos y que estuvo en los techos junto a la bazuca que realizó el último disparo, aunque endilgó todas las responsabilidades al ejército. Dijo que los detenidos desaparecidos eran “prisioneros de guerra”, y desestimó miles de testimonios de sobrevivientes: dijo que las comisarías no eran centros clandestinos de detención. También pidió participar de una inspección ocular en la casa Mariani Teruggi, que se realizará después de las audiencias de la semana próxima.

Etchecolatz declaró durante dos horas frente al Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de La Plata en la audiencia del juicio por los crímenes cometidos en la causa conocida como Circuito Camps en la que se lo juzga junto a otros 25 represores, que se realiza en el ex teatro de la Amia, ubicado en 4 entre 51 y 53.

El ex comisario subió al estrado muñido con un ejemplar del libro que editó en 1997 para defender el terrorismo de Estado, en el que aseguraba ser un “ejecutor de una ley hecha por los hombres”, un “guardador de preceptos divinos” y su declaración comenzó con una alegoría a ese texto: “Los juicios a los policías y militares sólo permiten el tañido de una sola campana; la otra está en duda”.

Pero su relato se centró en el ataque a la casa de calle 30 Nº1136 del 24 de noviembre de 1976 donde en un feroz ataque de la Policía, el Ejército y la Marina, fueron asesinados Diana Teruggi, Daniel Mendiburu Eliçabe, Roberto César Porfidio, Juan Carlos Peiris y Alberto Oscar Bossio, y fue robada la beba Clara Anahí.

“Yo estuve, vi toda la oscuridad desde la muerte y asesinato de policías. Soy testigo”, disparó el ex policía en pose de revelador de supuestas verdades. Y paso seguido acusó a todos de mentirosos: “Me causa un poco de repulsa cómo se maneja con testimonios creatividades que están alejadas de la realidad”.

“Aca hay un caso esencial que es que hay una familia que sufre”, dijo. Y remató: “Hay una pérdida de una criatura que obedece a la torpeza de sus padres en comprometerla al estar participando en hechos contrarios a la ley y que así terminó”.

Una vez más, la siniestra mano derecha de Ramón Camps volvió a hablarle a Chicha de su nieta: “Por eso yo le digo a la señora Mariani: usted lamenta a su nieta y es natural su dolor. Pero sabe una cosa señora Mariani, a Anahí se la quitó la subversión: los padres”.

Ante semejante afirmación, el presidente del tribunal le advirtió que estaba dando por sentado que la beba estaba en el lugar del ataque. El ex comisario asintió y luego se retractó: “No puedo asegurar que la criatura estaba adentro, pero si estaba adentro, la criatura no pudo salir con vida”.
EL ATAQUE. En su relato también contó su versión sobre su participación en el ataque. “Yo estaba a dos metros de quien disparó la bazuca”, contó el ex policía. Y dijo que fue disparada por un militar “desde el techo de la casa”.

–¿Hacia dónde disparó? –preguntó el tribunal.
–Hacia la puerta de la imprenta.
Según dijo, estaba en el techo de la misma vivienda junto a un militar que disparó el cohete. Pero el hueco que aún persiste en la casa, realizado con un cañonazo o bazucazo, está en el frente. La imprenta estaba en el fondo disimulada detrás de unas conejeras.

Etchecolatz participará de la inspección ocular que se realizará en la casa, la que, según anunció el presidente del tribunal Carlos Rozanski, se realizará luego de las audiencias de la smana próxima, cuando terminen de declarar los testigos citados por ese caso. 

En las casi dos horas que duró su relato, el ex policía aprovechó para recalcar que el plan sistemático de exterminio de la disidencia política fue una guerra en la que los centros clandestinos de detención eran simples comisarías y que los detenidos desaparecidos era prisioneros de esa guerra. También se tomó la licencia de recitar un fragmento aleccionador de Nicolás Peralta Ramos para los “jóvenes querellantes”.

Hablaron otros cinco testigosEn la audiencia de ayer también declararon Monseñor Emilio Gracelli, quien trabajaba en la iglesia Stella Maris de Capital Federal, donde recibía pedidos de ayuda de familiares de desaparecidos y llevaba un fichero con nombres y datos, y que habría atendido a Chicha Mariani. El párroco contó que las fichas fueron entregados a la justicia en el año 2.000.
También testimonió Sabrina Nuñez, ex novia del policía Daniel Del Arco –quien intentó venderle a Clara Anahí a Chicha– y quien aseguró que esa negociación existió.

Los policías Juan Carlos Urquiza, José Celedonio Torres y Enrique Alberto Gil, contaron lo que vieron o escucharon sobre el ataque a la casa de calle 30, entre 55 y 56. Aportaron poco.
Gil ubicó a Camps y a Etchecolatz en el lugar del hecho.

LecciónSiete estudiantes universitarios norteamericanos asistieron ayer a la decimosexta audiencia del juicio por el Circuito Camps. “Son alumnos de diferentes universidades de Estados Unidos que vienen de intercambio a estudiar”, explicó Agustín de la IES Abroad, la Ong que los nuclea y en la que realizan distintos cursos. Los alumnos fueron con su profesora, la historiadora Laura Lenci.

15º AUDIENCIA LUNES 31-10

Crimenes de lesa humanidad / Circuito Camps, el juicio

Reconocen irregularidades en el papelerío de la muerte

Diagonales /  Hablaron médicos que firmaron certificados de defunción tras el ataque de calle 30 
01.11.2011 | 00.00 Comentar   |   FacebookTwitter

Héctor Amilcar Darbón y Néstor De Tomás, los médicos dieron detalles del mecanismo con que se tramitaban las defunciones

Los médicos que firmaron los certificados de defunción de cuatro víctimas de la casa Mariani-Teruggi declararon ayer en el juicio que juzga a 26 acusados por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura en centros clandestinos de detención dependientes de la Policía Bonaerense.

Contaron que firmaron certificados de defunción sin ver los cadáveres y uno recordó que por curiosidad pidió ver un cuerpo carbonizado en el ataque que le causó mucha impresión, el cual había sido identificado como mujer.

También declararon un compañero de militancia de Diana Teruggi y Daniel Mariani, la hermana de uno de los militantes peronistas asesinados en el ataque, y la de un joven secuestrado junto a su esposa embarazada en la casa en que asesinaron al hijo de María Isabel “Chicha” Chorobick de Mariani (ver aparte).

En tanto, un militar aseguró que el Regimiento 7 del Ejército no intervino en las acciones ese día, y el acusado Norberto Cozzani, que pidió hablar en la audiencia, lo acusó de cobarde y pidió que se cite a declarar a un periodista de Tiempo Argentino por una nota publicada en ese medio.

También pidió que el tribunal busque a dos policías (ver página 15). Los querellantes pidieron que se cite a declarar al médico a cargo de las guardias de quienes firmaron los certificados.

Los médicos Néstor De Tomás y Héctor Amilcar Darbón declararon ayer como testigos en el ex teatro de la Amia, donde el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata juzga delitos de lesa humanidad cometidos en seis centros clandestinos del Circuito Camps.

Los dos fueron interrogados por los hechos ocurridos el 24 de noviembre de 1976 en la casa de calle 30 entre 55 y 56, donde en un feroz ataque de la Policía, el Ejército y la Marina, fueron asesinados Diana Teruggi, Daniel Mendiburu Eliçabe, Roberto César Porfidio, Juan Carlos Peiris y Alberto Oscar Bossio, y fue robada la beba Clara Anahí.

De Tomás aseguró que se enteró del episodio por los diarios; Darbón recordó que se enteró por los estruendos de los disparos cuando estaba a punto de realizar una cesárea en el quirófano del hospital Italiano, a metros de la casa atacada.

Ambos coincidieron en que por el procedimiento de la época, quien firmaba los certificados de defunción no necesariamente veía los cuerpos, sino que volcaba información que quien había hecho la autopsia había registrado en el libro de guardia. También dijeron que eso fue lo que hicieron cuando certificaron las muertes de cuatro integrantes de la casa de calle 30.

“El procedimiento de la época era que cuando el juez penal de turno o la comisaría pedía el certificado, había libros que eran de medicina legal y entonces nosotros teníamos que transcribir lo que había puesto en ese libro el médico había recibido el hecho. Yo recuerdo que tuve que hacer un certificado de defunción de ese hecho”, recordó Darbón.

La mecánica fue igualmente descripta por su colega y quedó registrada en las actas de fallecimiento de Mendiburu Eliçabe, Peiris, Porfidio y dos personas NN carbonizadas que existían en el Registro de las Personas y que están incorporadas como prueba en la causa, en las que la muerte quedó registrada con el día del ataque, pero las certificaciones realizadas por Darbón y De Tomás llevan fecha del día siguiente.

“La metodología de trabajo era bastante particular”, amplió De Tomás y detalló: “Otro médico podía firmar por un cuerpo que no había visto. El certificado de defunción se hacía con los datos que estaban en el libro. Yo podía hacer un certificado pero no había hecho la autopsia. Ni visto el cadáver”, agregó.

Los dos médicos negaron haber visto a un menor en la morgue o siquiera enterarse de la existencia de un bebé.

El ataque a la casa de calle 30 fue un miércoles. Los médicos dijeron que sus guardias eran de lunes a la noche a martes al mediodía y los jueves de 13 a 21.

El jefe de guardia era Roberto Ciafardo y también la integraban el médico Enrique Pérez Albizu, a quien el abogado de la secretaría de Derechos Humanos de Nación, Inti Pérez Aznar pidió que sea citado a declarar. El abogado de la CTA Marcelo Ponce Núñez pidió que se reclame por oficio al Ministerio de Seguridad las documentaciones de las autopsias que De Tomás dijo que “teóricamente” archivaba la por entonces dirección de medicina legal, sanidad y técnica forense.

La caída de Bossio y los ataques posteriores
Nieves Luján Acosta era compañero de Daniel Mariani y Diana Teruggi en la Unidad Básica Capoano Martínez de 15 entre 530 y 531, por eso se conocían. En su testimonio, Acosta recordó que conocía al matrimonio y a la beba, a quien en una oportunidad la dejaron durmiendo en su casa para ir a trabajar en el barrio.

El hombre recordó que luego del ataque Mariani pasó por su casa y le contó lo que había ocurrido. También recordó que fue secuestrado el 3 de febrero de 1977 y llevado a la Brigada de Investigaciones de La Plata, donde se encontró con Roberto Eduardo Aued y su esposa María Graciela Médici, que estaba embarazada, quienes fueron secuestrados en su casa y vieron caer asesinado a Daniel Mariani cuando intentaba huir.

En la Brigada también compartió cautiverio con Guido Carlotto, Cañas y Lidia Fernandez. Fue torturado, trasladado a Banfield y luego a la comisaría de Valentín Alsina, de donde fue liberado.
En la audiencia también declaró Ana María Bossio, hermana del médico y subdirector de Sanidad de la UNLP, Alberto Oscar Bossio, quien por su militancia en Montoneros había pasado a la clandestinidad en 1975 y luego fue asesinado en la casa de calle 30.

Bossio recordó que poco antes del ataque su hermano pasó por su casa y le dijo que la de calle 30 “estaba quemada” y que “había que sacar a dos criaturas”. Esas dos nenas eran, según supo más tarde, Clara Anahí y Cecilia Porfirio. A la última la conoció hace pocos años.

La mujer, a quien una patota de la CNU le había secuestrado y asesinado a esposo Leonardo Guillermo Miceli apenas comenzada la dictadura, el 24 de noviembre fue a la casa después del ataque con una foto de su hermano.

Un vecino le contó que había muerto: “dijo que se había subido al tanque de agua de la casa, que gritó ‘Viva la patria, viva Montoneros’. Que tenía algo en la mano; un revólver que se lo metió en la boca, y que lo mataron”, recordó Bossio.

En la audiencia de ayer también declaró Nilda Noemí Aued, quien contó que a Mariani lo asesinaron por la espalda cuando intentaba escapar saltando un tapial de la casa de su hermano y su cuñada embarazada de tres meses, quienes fueron secuestrados.

Cozzani pidió nuevos testigos
En la audiencia de ayer pidieron ampliar su declaración indagatoria los imputados Miguel Osvaldo Etchecolatz y Norberto Cozzani, pero sólo tuvo tiempo para hacerlo el segundo, quien acusó de cobarde al militar Héctor Reynaldo Amuchástegui, quien declaró como testigo y negó que el Regimiento de Infantería Nº7 hubiera participado de las operaciones en el ataque a la casa. El imputado también pidió que llamen a declarar al periodista platense Laureano Barrera por una nota publicada en el diario Tiempo Argentino.

Cozzani hizo un alegato sin más propósito que pedir que el periodista sea citado por una nota publicada el 13 de octubre pasado con el título "El operativo más brutal de la bonaerense", en el que relata someramente los hechos de la casa de calle 30 y explica que una pericia de Gendarmería determinó que el boquete de la fachada "pudo abrirlo un proyectil de energía sinética, un Obus de 76,2 mm disparado desde un tanque Scherman o un proyectil con carga hueca lanzado con un lanzacohetes".

Además, Cozzani reclamó que se llamen a declarar como testigos a dos policías quienes, dijo, habían participado en el ataque a la casa, y se encuentran en la lista de testigos pero que el Tribunal no pudo hallar.

El acusado dijo que uno, de apellido Forastiero, vivía en Mar Chiquita y que el otro, de apellido Gil, concurre todas las tardes al Círculo Policial de La Plata a "tomar una copa".
Etchecolatz será el primero en hablar en la audiencia de hoy.
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